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Los pequeños cambios son poderosos

{Banda Sonora: León Benavente – Cómo la piedra que flota}

Por ÀLEX OLLER

Arranca la cuarta jornada del Giro de Italia este martes con lo que antes considerábamos llanamente una falsa alarma pero que en estos hiperbólicos tiempos catalogaríamos como fake news: Joao Almeida ha sido sancionado por littering, otro anglicismo para explicar que el ciclista del Deceuninck simplemente tiró basura donde no debía. Mientras mi subconsciente adolescente rescata aquellos entrañables spots del Capità Enciam, superhéroe que protagonizó una campaña de concienciación en los años 90, se aclara el error y el portugués queda absuelto. Estos periodistuchos, siempre corriendo como pollos sin cabeza. Si es que no aprendéis, Tribuletes…

Así, Almeida esquiva los reproches ecologistas, la multa económica de los organizadores por un supuesto primer aviso y la pesada losa que significaría un segundo, con un minuto de sanción en la general; por no hablar de la catástrofe que supondría incurrir en una tercera infracción, que acarearía su expulsión de la carrera. Pero, si tiramos nuevamente de la Abuelipedia, diríamos que “lo que mal empieza, mal acaba”. No es, sin duda, el mejor presagio para Almeida, considerado por algunos candidato al triunfo final pese a que en su mismo equipo siente el rebufo de Remco Evenepoel, quien luce la confianza propia de la juventud y, por ahora, piernas suficientes como para pelear la maglia rosa, no digamos ya el liderato del Deceuninck. Apenas 17 meses les separan y entre ambos suman 43 primaveras, pero uno de los dos va a envejecer unos cuantos años ciclistas en las próximas horas.

Escribe Colin O’Brien en Giro d’Italia, The Story of the World’s Most Beautiful Bike Race, que suele esperar con ilusión la carrera italiana “porque anuncia la llegada del verano. El clima en mayo es aun caprichoso,y las montañas siguen cubiertas de nieve, pero en cuanto ves la maglia rosa, sabes que los días largos y soleados están al caer”. La cara de guasa de Filippo Ganna, quien sabe que probablemente sea su último día de líder y no puede lucir el maillot porque hace un tiempo de perros y se lo tapa el chubasquero, no tiene desperdicio.

El recorrido, con la cima final del Passerino y alguna rampa del 16% propicia para dejarse ver, se adecua sobre el papel a las condiciones de Almeida, y los comentaristas de Eurosport tantean la posibilidad de que tanto él como Evenepoel den un golpe de teatro entre la niebla que, como siempre, se presta al drama. “La lluvia y el frío afectan. Algunos llegarán con las piernas como piedras y se pueden dejar tiempo”, avisa Alberto Contador, quien reconoce que le ponían como pocos estos escenarios shakespearianos, en que la mayoría optaríamos por una lectura al amor de la lumbre con un tazón de Cola-Cao. “Para mí, es el día soñado”, insiste el bicampeón.

Sueñan con una victoria de etapa hasta 25 corredores, que parten de Piacenza y cruzan Parma distanciados del pelotón, donde se cobijan los grandes favoritos, entre ellos Simon Yates y Mikel Landa, quienes también figuran en la quiniela para romper el guion. Los escapados no suponen una amenaza, y así llegan a cobrar hasta 11 minutos de ventaja camino de Sestola, donde aprendió a esquiar el gran Alberto Tomba y se coronó por vez primera en 2016 Giulio Ciccone, esperanza local.

De Parma no conozco más que las delicias de sus quesos y las gestas de aquel equipo que ganó dos Copas de la UEFA y llegó a firmar un subcampeonato en la Serie A en la misma década en que el Capità Enciam postuló para influencer. Entonces, el Calcio era la NBA del fútbol y en el Ennio Tardini jugaban auténticos All Stars como el sueco Thomas Brolin, los italianos Gianluigi Buffon, Fabio Cannavaro, Dino Baggio, Gianfranco Zola y Enrico Chiesa, el francés Lilian Thuram, los argentinos Hernán Crespo y Juan Sebastián Verón o el colombiano Faustino Asprilla, incatalogable cañonero de infinito carisma. El Tino no llegó a plasmar todo su potencial tras emigrar a Inglaterra, pero por el camino dejó no pocos goles y sus consecuentes cabriolas.

Su compatriota Egan Bernal también exhibe cualidades sobre la bicicleta y parece gozar del favor del público, que sin embargo le exige tras su fiasco en el último Tour de Francia. Quizás por ello, o porque se le aparece el espíritu de Asprilla en mitad de Emilia-Romaña, decide dar un golpe de riñón cuando Landa aprieta el pedal en la subida al Colle Passerino, a falta de 2,8 kilómetros para la meta, donde cruza primero Joseph Dombrowski. El estadounidense se adjudica la etapa por delante del veneciano Alessandro DeMarchi, quien toma el relevo italiano en la general.

Landa, obligado a hacer colchón de cara a la crono de la última jornada, y Bernal, que necesita soltar un “aquí estoy yo” tras sus problemas de espalda, pedalean codo a codo en una demostración de fuerza que no logra emular el resto. Vincenzo Nibali, Jai Hindley y Marc Soler pierden medio minuto, Evenepoel 11 y Almeida, quien cede más de cuatro, abdica de su candidatura al Giro. En La Montonera, la mayoría celebra “la actitud” de ambos líderes, aunque Luis Jiménez también tira de Abuelipedia y apremia a Landa con un “Lo que puedas hacer hoy, no lo dejes para mañana”.

Yo, llámenme nostálgico, me quedo con el eslogan del Capità Enciam.

Van der Hoorn arma el taco

{Banda Sonora: Rammstein – Spring}

Por ÀLEX OLLER

He estado estudiando y parece que la tercera etapa del Giro de Italia de este lunes pinta para victoria de Peter Sagan. Es mi experta opinión, después de escuchar las observaciones de los analistas, escrutar previas, examinar a conciencia el recorrido, que cuenta 190 kilómetros con final juguetón en Canale, y constatar el parte meteorológico: previsión de viento y lluvia. Que no se diga que en este modesto espacio no hacemos los deberes.

“A estudiar, Avelino, que vas a ser médico”, decía la abuela. Con seguir los pasos del repórter Tribulete, que en todas partes se mete, me doy por satisfecho. Se vienen las pruebas de Selectividad, con lo que toca ahincar los codos para los aspirantes a universitarios. La zanahoria del mercado laboral ya no es la que era tras recoger el diploma; ni tan solo adquiere la categoría baby, me temo. Conviene por ello acertar con la carrera para, por los menos, saborear el camino.

Rumbo a Ítaca salen Alexis Gougeard, Samuele Zoccarato, Samuele Rivi, Simon Pellaud, Vincenzo Albanese, Lars Van den Berg y Taco Van der Hoorn, quienes deshilan bien pronto el pelotón sin que el grupo se inmute. El plan –insisto– es que el Bora controle la escapada a distancia, marque el ritmo de la persecución y coloque a Sagan en posición de privilegio para afrontar el sprint, que a la tercera va la vencida (por seguir tirando de dichos). El desenlace en bajada, tras tres ascensos que no son precisamente marías, parece diseñado por el mismísimo eslovaco. De manual, vamos. Así consta en los apuntes.

El final de curso que aproxima, el levantamiento del toque de queda y la llegada de la primavera coinciden en Barcelona para que la población –jóvenes y no tan jóvenes– descorche de una vez el festejo nocturno tras meses de contención. Entre las llamadas a la mesura de las autoridades, escucho a un sanitario del Hospital del Mar describiendo en estos términos la escena en urgencias de la tan esperada Saturday night: “la intensidad y gravedad de los cuadros de intoxicaciones (rondaron el centenar) superaron de largo las peores guardias de la noche de San Juan o festivales como el Primavera Sound o el Sónar”. Lo nunca visto.

La pasión latina también se siente en el Giro con tres italianos aguantando en el grupo de cabeza, aunque entre los escapados pronto destaca Van Der Hoorn, de Países Bajos, esos que gustan de autodenominarse frugales. En la retaguardia, el Bora tira del resto para no perder de vista a los listos de la clase. Nada de qué preocuparse, piensa Sagan, al que empieza a ponérsele cara de procrastinador. “Paciencia, muchacho”, musitarán algunos al ver como Andrii Ponomar, el más joven de la carrera desde la Segunda Guerra Mundial –18 años y ocho meses– casi se descalabra al pasarse de frenada en un descenso en solitario. La secuencia me recuerda la escena de Colors, donde el veterano Robert Duval le cuenta la historia de los dos toros al novato Sean Penn. El pelotón lo quiere todo: conservar las piernas y disputar el sprint. Sobre el papel, el espectáculo está asegurado, pero resulta que el frugal no es tal y el chicarrón del norte tiene apetito: Van der Hoorn suelta a sus compañeros de mesa y, con sonrisa traviesa –o eso me parece– aprieta rumbo al buffet libre a falta de 10 kilómetros.

Javier Ares opta, a su vez, por el símil equino en la retransmisión de Eurosport. “Se les va el caballo. Y es percherón”, advierte conforme el del Intermarché avanza y se intensifica la persecución. El final es técnico y requiere sangre fría, algo de lo que va aparentemente sobrado Van Der Hoorn pese al acecho de la manada, que engulle a Giulio Ciccone y Tony Gallopin, dos que intentaron darle caza en solitario, cuando quedan dos kilómetros. “¡Cómo vienen los lobos!”, exclama Ares. El neerlandés casi siente el aliento en el cogote en los últimos metros, pero negocia con temple las curvas y echa una última mirada atrás cuando avista, al fin, la meta. “No llegan”, constata. Y es entonces cuando, en un gesto espontáneo de estupefacción, como de chiquillada, se lleva la mano a la boca, tan sorprendido como el resto de haber sacado matrícula de honor en su primer gran examen.

Estudiar para esto…

El trabajo (no siempre) dignifica

{Banda Sonora: El Cuarteto de Nos – Pobre Papá}

Por ÀLEX OLLER

“Largo y tedioso”, suele responder a diario La Maja cuando le pregunto, al primer bocado de rancho, por su jornada laboral. Consumada profesional, entregada sin mácula a la causa pese a que ésta no coincida forzosamente con los objetivos que priorizan sus superiores, no por ello deja de reclamar su derecho a no trabajar, a quedarse en casa y disfrutar del Giro de Italia, como ocurre este domingo con la disputa de la segunda etapa, entre Nichelino y Novara.

Al igual que el del día anterior, los 179 kilómetros de recorrido se presentan mayormente llanos, aunque los ciclistas escalarán –es un decir– el teórico primer ascenso de la carrera a mitad de camino, cuando quien cruce primero la cima del Montechiaro d’Asti podrá luego pasearse con la maglia azzurra (de la montaña) por el vestíbulo del hotel. Yo, por mi parte, ya luzco la blanquiazul desde ayer, cuando mi Espanyol certificó el ascenso a Primera en Zaragoza, a tres jornadas del final de liga. No sorprendió que el entrenador, Vicente Moreno, apelara también al sudor de la frente de sus futbolistas como principal secreto del éxito periquito. “Mucho sufrimiento… hemos ascendido por el trabajo, no por tener el presupuesto más alto”, aclaró el de Massanassa a pie de campo. Ya saben lo que dicen: el trabajo dignifica, el trabajo es salud… aunque responda con sorna El Cuarteto de Nos que, en tal caso, “trabajen los enfermos”.

Proclamaba a su vez nuestro añorado Pepe Rubianes que “al que inventó el trabajo lo tenían que colgar de los huevos del techo y hacerle girar  como las aspas de un ventilador tropical”. La rajada la compartió en redes La Maja por el 1 de mayo, para que vean cómo se las gasta. El sueldo, en tanto, se lo gasta en libros con títulos tan sugerentes como Trabajo, una historia de cómo empleamos el tiempo, de James Suzman. Yo, después de esto, me pasa como a Woody Allen con Wagner: que me entran ganas de invadir Polonia; o cuanto menos de brindar por George Best y su cita más recordada: “Gasté mucho dinero en mujeres, alcohol y coches. El resto lo despilfarré”.

Son tres los italianos –Vincenzo Albanese, Filippo Tagliani y Umberto Marengo- que se escapan de buenas a primeras para cumplir con los tifosi que acuden en masa pese a la amenaza de lluvia. Mientras, en la retransmisión de Eurosport, Javier Ares pasa el rato glosando las virtudes de otro prematuro desaparecido, Marco Pantani, de quien destaca, entre otras, su prodigio de voz, “digna de doblador de cine”. ¿Pirata pluriempleado? No hubiera sido el primero. Te echamos de menos, campeón.

También rinde homenaje el pelotón al belga Wouter Weylandt con un minuto de silencio, cuando se cumplen diez años de su fallecimiento. Ya en carrera, con la vista puesta en los escapados, reina el buen humor y las charlas entre los ciclistas, las bromitas a cámara de Egan Bernal y cierto relajo, evidenciado con el sonrojante despiste de Elia Viviani y Fernando Gaviria, quienes se lanzan antes de tiempo en el primer sprint intermedio. Un poco de profesionalidad, señores…

Conforme se acerca el desenlace, cesa el cachondeo, que con las cosas del comer no se juega y hay una victoria y puntos de por medio. Alcanzados los fugados, los equipos se perfilan para un arreón en masa en que puedan soltar a sus velocistas. Afición y prensa esperan la primera aparición del carismático Peter Sagan, mientras Contador apuesta por Dylan Groenewegen y Ares advierte del próximo achique de la calzada y curva a la derecha. El final es frenético y tal el ardor guerrero, el afán estajanovista, que Sebastián Molano arrincona peligrosamente a Gaviria y el compañero lija la valla cosa buena, salvando apenas el pellejo y dejando vía libre a Tim Merlier, quien se impone por una bicicleta de margen sobre el segundo, Giacomo Nizzolo, y dedica su primer triunfo en una grande al compatriota Weylandt.

El susto ha sido considerable aunque, afortunadamente, sin consecuencias; tampoco en la general, donde sigue mandando Filippo Ganna, hoy ejerciendo por momentos de gregario. Dejémoslo pues en un simple y llano “gajes del oficio”. En cuanto a la etapa, la resume sin complejos Ares: “magnifica volata para cerrar una jornada larga y tediosa que ha tenido su momento culminante espectacular”. Tal cual, punto y final. Y así, sin más, cae el bolígrafo.

Cómo escribir del Giro comiendo boquerones

{Banda Sonora: Los Cardencheros de Sapioriz – Ya me voy a Morir a los Desiertos}

Por ÀLEX OLLER

Si hoy en día le dan un contrato literario a cualquiera, para escribir un blog no le piden a uno ni el carné de identidad, con lo que salen titulares tan absurdos como este, inspirado en la cortés entrega de botellines de cerveza tras el visionado de A Morir a los Desiertos en la III Muestra de Cine Mexicano Contemporáneo, que se exhibe este fin de semana en Barcelona.

“No pueden ser frías. Para evitar tentaciones… ¡pero mañana con boquerones estarán riquísimas!”, se excusa el esforzado promotor en tiempos de pandemia. Ya sufrimos al incívico de turno en la sala y tampoco se trata ahora de desmelenarse, a pocas horas del fin del prolongado estado de alarma. Empezábamos hace un año a aliviar el confinamiento –competiciones deportivas incluidas– y encaramos hoy el arranque del segundo Giro de Italia en apenas ocho meses; así que la ocasión bien merece una celebración a modo de aperitivo y pequeña puya a nuestro admirado Ander Izaguirre, seguidos de diamanti rellenos de setas porcini y mozzarella con salsa Alfredo para homenajear a nuestros hermanos italianos.

Como en las pasadas Vuelta a España y Volta a Catalunya, afronto la escritura desde la tramposa comodidad del sofá y los traicioneros susurros de Morfeo. A falta de sangre de buey, ese dudoso estimulante de carreras ancestrales descrito por Izaguirre, opto un por café bien cargado mientras ojeo previas diversas y el recién adquirido ejemplar de Giro d’Italia, The Story of the World’s Most Beautiful Bike Race, de Colin O’Brien. Todo listo pues, para la Grande Partenza desde Turín, capital del Piamonte.

Filippo Ganna, ídolo regional y especialista en la contrarreloj –llegó a ganar nueve seguidas antes de caer ante Wout Van Aert en la Tirreno-Adriático y es campeón mundial en la modalidad–, se antoja el principal favorito para imponerse en esta primera etapa: una crono individual de 8,6 kilómetros llanos bordeando el río Po con salida desde la céntrica Piazza Castello y final en la vecina basílica de la Gran Madre di Dio. Y me perdonarán tanto detalle urbanístico, pero es que en italiano, todo acostumbra a sonar más bello.

La Corsa Rosa –permítanme insistir– la retransmite en nuestro país Eurosport y contamos con analista de lujo en Alberto Contador, campeón en 2008 y 2015. Tras enumerar a los candidatos al triunfo final –Egan Bernal, Simon Yates, Mikel Landa, Hugh Carthy, Marc Soler, Vicente Nibali, Joao Almeida y Remco Evenepoel– el madrileño se sorprende de que las calles turinesas presenten un nutrido número de espectadores, una vez que las autoridades hayan relajado las restricciones sanitarias. “Esperemos que por lo menos lleven mascarilla”, comenta con asombro. Contador es un auténtico multiusos como comentarista, echándole humor, color y matices a una etapa aparentemente inocua como esta inaugural, y hasta se suelta a traducir las entrevistas en inglés a los corredores. De estar in situ, me lo imagino bajando a por cafés en las pausas, reservando restaurante para la cena y llenando el depósito de gasolina a primera hora de la mañana antes de recoger al resto de compañeros; todo con una sonrisa en la boca. Pero, como tantos hoy en día, el de Pinto también teletrabaja. Lástima.

La crono no depara más sorpresas que el golpe sobre la mesa del reaparecido Evenepoel, quien, después de 266 días de inactividad tras aquella espeluznante caída en Lombardía,  firma un destacable séptimo puesto a 19 segundos de Ganna. Ante los suyos, Pippo ha dado una nueva exhibición de técnica contrarrelojista al ritmo de 58,7 kilómetros por hora, luciendo el maillot arcoíris y esa espectacular Pinarello color azul eléctrico con guiños a Top Gun. “La radio no funcionaba y me dijeron ‘Pippo, full gas’”, revela el del Ineos, todo un personaje que le saca 10 segundos a su compatriota Eduardo Affini, 17 a Almeida y más de medio minuto al resto de favoritos, de los que apenas se salva el joven prodigio belga. “Mucha tela”, resume Contador.

Turno para los analistas en La Montonera, programa que dirige Laura Meseguer y en el que Antonio Alix proclama que, efectivamente, “Evenepoel is back”, definiéndolo como “un corredor de época, como Pogacar y podría ser Bernal, que parece se está quedando en el camino”. La etapa ha sido relativamente previsible, concuerdan nuestros expertos, quienes aventuran el triunfo de Peter Sagan a la siguiente jornada, con final al sprint en Novara, donde se elabora el popular Campari. Meseguer nos cita para entonces, con el ritual dominical del aperitivo como reclamo.

Órale, pues. Los boquerones los pongo yo.

Que nos quiten lo bailao

{Banda Sonora: Joan Manuel Serrat – Romance de Curro “El Palmo”}

Por ÀLEX OLLER

Más de medio año de residencia en Poble Sec y de subir y bajar las cuestas de Montjuic a trote cochinero, un día sí y otro también. También algún paseo, en la época de confinamiento más estricto y tras las secuelas del maldito Coronavirus por parte de la unidad familiar. No se imaginan la de secretos que esconde este gran parque que, ya de por sí, parece vivir de espaldas a una ciudad que acoge este domingo la última etapa de la centenaria edición de la Volta a Catalunya.

Barcelona acostumbra a olvidarse de Montjuic y suele mirar más hacia el interior, dónde Collserola es la preferida para programar excursiones o actividades deportivas de fin de semana. Curiosa la desconsideración ciudadana hacia una montaña que merece categoría de olímpica, ni más ni menos que por los Juegos de 1992. Ni siquiera mi estimado Espanyol, recién demolido su estadio de Sarriá un lustro después, apreció en su justa medida la disponibilidad del Lluís Companys y acabó por construir nuevamente casa propia en el vecino municipio de Cornellà.

Quizás pesen los malos recuerdos alrededor de su fortaleza, donde se sucedieron fusilamientos a raíz de la guerra civil, como el del presidente de la Generalitat, Lluís Companys. O puede que sea el estigma de la pobreza de posguerra y el barraquismo que se asentó en sus colinas, imagen vergonzante para la dictadura, por mucho que las sucesivas olas migratorias que no encontraron acomodo en la urbe colaborarán al resurgimiento de la ciudad condal con el sudor de su frente.

La propia Volta, que surgió con fuerza a principios de siglo después de la irrupción de la bicicleta en Cataluña, renació con vigor tras su última interrupción por culpa del conflicto fratricida, desde la primera victoria de Mariano Cañardo al doblete de Miguel Poblet (con siete años de paréntesis), los triunfos de Eddy Merckx y Luis Ocaña o los tripletes de Miguel Induráin y Alejandro Valverde, quien arranca la jornada con un minuto y tres segundos de retraso respecto al actual líder, Adam Yates.

Hay esperanzas de que El Bala, perro viejo, aproveche los toboganes de Montjuic para sorprender, pero el británico, que cuenta con el equipo más potente del cartel, controla en todo momento los amagos del Movistar y acaba copando el podio junto a sus dos compañeros del Ineos, Richie Porte y Geraint Thomas; un tridente que no se producía desde que Poblet, José Pérez Francés y Emilio Cruz se coronaron por el Ferrys en 1960. Pese a que la clasificación general permanece inalterable desde el gran golpe de Yates, el miércoles durante el ascenso a Vallter 2000, la etapa dominical se revela gustosona, con buen clima, no pocos espectadores tras las vallas publicitarias –convenientemente distanciados y enmascarados en su mayoría– y un duelo nada despreciable entre el belga Thomas De Gendt y el esloveno Matej Mohoric en su escapada a dúo, a más de 40 kilómetros de la meta. Suben y bajan de la mano hasta cinco veces, pero en la última ascensión al castillo, el corredor del Lotto da un considerable arreón y suelta al eslavo, consciente de que en la bajada es más especialista su rival y, por tanto, su ofensiva no puede esperar. El 13% de inclinación no perdona –como bien sabemos los asiduos runners– y el del Bahrain Victorious cede pronto, dejando un descenso triunfal –ironías de la vida– para De Gendt, cinco veces ganador en la carrera.

La Volta concluye, pero sigue muy viva; y también el ciclismo, un deporte al aire libre que debería garantizar el cumplimiento de las directrices sanitarias, no requiere de pase VIP alguno y permite a quienes lo ven desde el televisor la posibilidad de visitar, al menos en espíritu, tierras lejanas. Ello no impedirá que las autoridades francesas oficialicen en breve la cancelación de la clásica Paris-Roubaix. Una pena. Sus razones tendrán. A nosotros, como diría el ‘populacho’ que tiempo atrás juntó palmas y taconeó al calor de la hoguera en estas hechizantes lomas, que nos quiten lo bailao.

Pedales contra el sistema

{Banda Sonora: Tracy Chapman – Fast car}

Por ÀLEX OLLER

El primer sábado de vacaciones de semana santa en dos años invita a la escapada, a la gula y a dejarse llevar –ni que sea un poquito–, como constatan las diversas fotos compartidas en grupos de Whatsapp. No se preocupen, nada grave: un ligero digestivo tras ágape con la correspondiente burbuja de convivencia y alguna que otra  barbacoa, obviamente al aire libre, para no desentonar con la sexta etapa de la Volta a Catalunya, entre Tarragona y Mataró, sin apenas espectadores en las cunetas.

No perdona la centenaria carrera, una de las grandes citas de la temporada, que transita a 44 kilómetros por hora rumbo al Circuit de Catalunya, cerrado por pandemia hasta la celebración del Gran Premio de Fórmula 1 el próximo 7 de mayo, de no haber novedades. Motivo de discordia institucional por la negativa del Ayuntamiento de Barcelona a priorizar el gran circo del automovilismo en lugar de incentivar políticas sociales –que cosas tiene esta alcaldesa, oigan–, el infrautilizado trazado acoge este sábado al pelotón, que pisa su asfalto mientras muchos catalanes encienden sus parrillas; los más afortunados, de sus segundas residencias.

Está siendo un año duro, no nos engañemos. A veces hacemos como que no. Algunos ideamos una rutina, a otros nos la imponen, y fingimos estar de acuerdo, pero en el fondo nos rebelamos. “No hay derecho”, protestamos. “Nos han quitado un año”, denunciamos. ¿Quiénes? “No sé, el virus…”, musitamos. La política, los políticos, no ayudan. Y sí, muchas cosas no funcionan. Muchas medidas nos parecen incoherentes; o sea, injustas. Y estamos cansados. Queremos salir. Los que podemos lo hacemos, hasta donde nos permiten. Otros no tienen opción.

Pero hay brotes. Hay vacunas. Hay solidaridad. Hay fraternidad. Hay ganas de salir adelante. Hay humor. Hay consciencia. Hay arte. Hay deporte. Hay Volta. 100 ediciones ya. 110 años. Como pasa el tiempo…

Fue el barrio barcelonés de Sants, donde hoy celebramos un cumpleaños –con las medidas sanitarias prescritas, no se preocupen– el que impulsó durante casi un siglo la competición por vía de la Unió Esportiva del mismo nombre, fundada en 1922. Fueron años donde el ciclismo, el fútbol y el boxeo compartieron gran popularidad en Cataluña, después de que la bicicleta irrumpiera como expresión práctica de una idea de modernidad cosmopolita, burguesía emergente y crecimiento económico. El vehículo con el que agarrarse a un nuevo concepto de civilización.

Se aferra nuevamente Rémi Cavagna a la idea de que la jornada será suya, una vez que Anoine Duchesne se ha impuesto en el sprint del circuito de Montmeló. Y cuando el pelotón atrapa al francés en el descenso a Argentona, como hiciera antes con su compañero del Quick-Step, James Knox, llega la hora de que se posicionen los velocistas de cara a la volata de Mataró. El primer vencedor de la historia de la Volta, Sebastià Masdeu, Tarraco, debe su apodo a su ciudad de origen, y precisamente desde Tarragona vienen midiendo sus opciones de victoria especialistas como el tricampeón mundial Peter Sagan. El líder de la general, Adam Yates, opta una vez más por gestionar su ventaja, que acaba conservando al cruzar la meta. La etapa, donde ha reinado el buen clima, no se ha revelado tan rompepiernas como podría parecer y los 45 y 49 segundos de margen que mantiene sobre Richie Porte y Geraint Thomas, respectivamente, se antojan suficientes de cara a su consagración definitiva, el domingo en Barcelona.

En la llegada al sprint se ha impuesto finalmente y codos mediante Sagan, quien se disculpa con Alejandro Valverde antes de recoger el 115to triunfo de su carrera. “¡Hola a todos!”, saluda sonriente, una vez coronado, con la ilusión de un debutante. Pienso entonces en Tarraco y en Román, heredero del legado ciclista de Sants, que en breve estrenará bicicleta como regalo de aniversario; y en lo alegre y tranquilo que pedaleo, Avenida Paralelo abajo, gracias a la osadía de políticas tan antisistema como las que aplica a diario Ada Colau.

Flor de corredor

{Banda Sonora: Loquillo Y Los Trogloditas – Morir en primavera}

Por ÀLEX OLLER

Advierten los historiadores de que los héroes son peligrosos, por impetuosos y poco calculadores, y conviene nuestro excéntrico de referencia, Jacinto Antón, quien tuvo en su día ocasión de interceder en un golpe de estado y optó, muy sabiamente, por la precaución. Hay veces en que lo mejor es no hacer nada o, como mucho, ir a por un bocadillo de chorizo al bar y esperar a que la cosa se resuelva por sí sola con el menor número de víctimas posible. Algo parecido pensará Adam Yates, líder de la Volta a Catalunya, cuando ve escaparse a Rémi Cavagna este viernes camino de Montserrat. El jefe del Ineos valora la inclinación del trazado restante, observa los movimientos a su alrededor y se decanta por la no-intervención. Mañana será otro día.

Por suerte para los aficionados al ciclismo, no todos en el pelotón opinan igual. Los hay, como Mikel Bizcarra y Sébastien Reichenback, que piensan que ni de coña van a dejar vía libre al francés y se lanzan a una endiablada persecución hasta dar con la rueda del corredor del Quick-Step en la cima del icónico monasterio. Del reunificado grupo emerge Carlos Verona, otro valiente en busca la primera victoria para un desdibujado Movistar, cuyo mejor representante en la carrera, Alejandro Valverde, clasifica cuarto en la general, a un minuto y tres segundos de Yates. Verona luce buen ritmo, aunque también es alcanzado por sus perseguidores y levanta entonces la mano Lennard Kamna, tercer incauto de la jornada, a tenor de lo expuesto. En el fondo, la historia no se escribiría sin ellos, los capaces de lanzarse al vacío con o sin seguidores, sin saber si, del otro lado, les espera una red o una santa hostia. “Al infierno o a la gloria”, como diría Errol Flynn en Murieron con las botas puestas.

La primavera es juguetona, incierta, traicionera. Uno no sabe si salir en mangas de camisa o pillarse una rebequita. Se trata de una estación, ante todo, seductora, y esta quinta etapa de 26 de marzo se le insinúa a Kamna cosa mala; y el bajasajón, que es alemán pero no es de piedra y cuenta a su favor con la confianza propia de la juventud, responde con un Let’s Get It On digno del más desbocado Marvin Gaye, pisa con fuerza el pedal y alcanza una vertiginosa velocidad de 70 kilómetros por hora rumbo a La Seu de Manresa. Poco importa que, previamente, se haya dado un costalazo de primera el estadounidense Gavin Mannion, quien exhibe maillot destrozado y heridas de guerra en el flanco izquierdo. Como al amigo Marvin, a Kamna le puede la insistencia. No en vano, ya probó suerte en las etapas con final en Calella y Port Ainé y no va a desistir ahora. Let’s Get It On, va, venga.

“Tiene vista, sabe correr y es un ciclista ganador”, valida en Esports3 Joaquín Fernández. Voz autorizada donde las haya, Purito destaca el instinto del escapado para, más allá de los parámetros marcados por la dirección del BORA, elegir el instante justo para lanzar su ofensiva definitiva. “Ayer ataqué demasiado pronto, pero hoy vi el momento”, reconoce Kamna, una vez cruzada la meta con amplio margen sobre el portugués Ruben Guerreiro y Bizcarra, a 39 y 42 segundos, respectivamente. El día, que arrancó con la baja del equipo Kern Pharma por positivo de Covid-19, acaba sin novedades en la general, donde Yates mantiene su colchón sobre Richie Porte, Geraint Thomas, Wilco Kelderman y Valverde. El Bala se guarda por ahora un último cartucho, quizás para el sábado, con etapa rompepiernas entre Tarragona y Mataró, o el domingo, esperando algún despiste en la Montaña Olímpica de Montjuic.

La primavera depara sorpresas –algunas agradables, otras no tanto– a cada curva. Por ahora, del pelotón de esta Volta ha brotado –permítanme el homenaje al desaparecido compañero Alberto Sonsol– lo que en Uruguay definirían sin reservas como flor de corredor.

Regresos

{Banda Sonora: Totó La Momposina – Yo Me Llamo Cumbia}

Por ÀLEX OLLER

Ya es oficial: reserva confirmada en La Trobada, tradicional posada ciclista que hoy luce denominación de hotel boutique y lucha, como todo el sector turístico, por mantenerse a flote ante la tormenta pandémica. Habrá ayudado, sin duda, el paso de la Volta a Catalunya, que este jueves parte precisamente de Ripoll y acaba en Port Ainé, y su considerable comitiva, aunque menos nutrida que en ediciones anteriores.

La última vez que dormí en la localidad gerundense, hace cuatro años, lo hice adobado en no pocos tragos de ratafía, consumidos tras una intensa jornada laboral en la improvisada redacción de La Taverneta. La ciudad estaba entonces de luto y el país, compungido por la tragedia del atentado que, apenas tres días antes, se había cobrado 16 víctimas mortales en Las Ramblas de Barcelona. Ocho vecinos de Ripoll, autores ideológicos y/o materiales de aquel funesto ataque y de otros posteriormente frustrados, fallecieron esos días; y cuatro más, presuntos terroristas, pasaron a disposición judicial.

La población, conocida hasta entonces por el monasterio de Santa María, su gastronomía y el concurso anual de ratafías que organiza el mentado establecimiento, quedó marcada y lucha desde entonces por superar el drama que alteró en parte el marco de convivencia social. En tan noble propósito aporta también su granito de arena el deporte; y pocos como el ciclismo –aún con todas sus imperfecciones– para reflejar los valores de libertad, igualdad y fraternidad por esas mismas carreteras que en breve transitaremos, a bastante menor ritmo y manteniendo la consabida distancia de seguridad, unos cuantos cicloturistas desconfinados.

La carrera la lidera en su cuarta etapa, considerada reina, un británico, Adam Yates, seguido de un australiano, Richie Porte, otro brit, Geraint Thomas, un neerlandés, Wilco Kelderman, y un murciano con 41 años a cuestas y ganas de juerga, Alejandro Valverde. Pero la jornada la protagonizan un alemán, Lennard Kamna, que anima la fiesta un buen rato con una ambiciosa escapada, y un colombiano, Esteban Chaves, apodado Chavito, de sonrisa infantil y dotes de veterano.

Transcurridos 140 kilómetros, sigue tentando su suerte Kamna a su paso por Sort, donde La Bruixa D’Or presume de repartir más premios que cualquier administración de lotería europea, y una lucrativa industria de deportes de aventura en el río Noguera Pallaresa debe su inspiración a las peligrosas maniobras de los antiguos raiers, rudimentarios transportadores de troncos corriente abajo desde La Pobla de Segur, punto de partida de la siguiente etapa. Desciende el bajasajón con esa pose que se ha puesto tan de moda entre algunos y que tanto irrita a La Maja –partes nobles sobre el cuadro, mentón a nivel del manillar, sillín libre–, buscando arañar segundos antes del ascenso pirenaico, donde será finalmente cazado por el grupo perseguidor, del que emergen Enric Mas y Chaves. A falta de 7,3 kilómetros para la meta, el bogotano ve en un golpe de riñón el remedio a su historial de lesiones. Prueba entonces de seguirle, igualmente pundonoroso, el mallorquín, ya definitivamente cuesta arriba, con un 9% de inclinación. Apenas 2000 metros durará su aventura: lo pillan, lo pasan, lo sueltan y ahora es solo Chaves quien queda con kilómetro y medio por delante. Dos años sin victorias espolean al colombiano, aferrado al tren delantero, el rostro súbitamente envejecido y la nariz afilada cortando el viento de cara, mientras intenta no perderlo de vista el ecuatoriano Richard Carapaz, gregario de lujo del Ineos. Los hombres de negro controlan nuevamente la escena, ceden finalmente el protagonismo al corredor del BikeExchange y se contentan de asegurar la segunda pernoctación de verde para Yates, que mantiene su colchón sobre Porte, Thomas, Kelderman y Valverde en la general.

Al fin y al cabo, ¿quién mejor que Chavito, ahora sexto y con el maillot de líder de la montaña, para lucir sonrisa en lo alto del podio? Una felicidad contagiosa que invita a brindar, a poder ser con ratafía, por los regresos. El suyo y el nuestro. Por los reencuentros. El domingo, en La Trobada.

Prohibido ‘badar’

{Banda Sonora: Jean-Michel Jarre – Oxygene, Pt. 3}

Por ÀLEX OLLER

Del delta del Llobregat a lo alto de los Pirineos, la tercera etapa de la Volta cruza Catalunya y dibuja un país en miniatura en su vertiente más oriental, que nos permite repasar gran parte de su historia al paso de los ciclistas por puntos como Olesa de Montserrat, Manresa, Ripoll o Camprodon.

“No hay mejor observatorio que Perafita”, puntualizaría Ramón Besa, cuya mirada, no por subjetiva, deja de merecer máxima atención por parte de quienes, más allá de la documentada cría de canes y equinos, no conocemos aún los particulares encantos del Lluçanès. “Hay una vista muy buena. El sol y la sombra mezclan tan bien que la temperatura ambiente es la idónea. Se duerme estupendamente y el tiempo se detiene lo suficiente como para poder contemplar la vida, badar, como decimos aquí y en toda Cataluña”, escribe el periodista, hijo ilustre de un pueblo que exporta sus coques desde el Forn Franquesa a la Sagrada Familia.

Pero no permite distracción alguna la Volta, si el objetivo es finalizarla como dueño del maillot verde, que lleva ya tres inquilinos en tres jornadas. Tierra de guerrilleros, bandoleros y brujas, acostumbrados sus caminos al histórico movimiento de tropas, el Lluçanès escenifica este miércoles el ruido de sables del pelotón mientras perfila la primera batalla en la montaña, con los nevados picos pirenaicos en el horizonte. Una escapada inicial, con Thymen Arensman y Kiko Galván al frente, saca cinco minutos de ventaja al cruzar Sant Joan de les Abadesses y el primer monasterio femenino de Cataluña; pero, ya en Vilallonga de Ter, la carretera se empina y se vuelve rugosa, a modo de advertencia. Empieza lo serio. Los hombres de negro del Ineos aprietan, el margen con la punta se reduce y Marc Soler, supuesto jefe del Movistar, se cae mientras pastan en segundo plano unos rollizos potros, ajenos al ajetreo de la serpiente multicolor; en estas partes, suele ser blanca o verde, también meridional, de agua o vidriol.

A la cola sigue Chris Froome, en lucha consigo mismo, mientras Alejandro Valverde lidera una persecución, acompañado por Richard Carapaz, Dan Martin y Sepp Kuss, para arrebatarle la cabeza a Arensman. Por un momento se escapa El Bala, aunque pronto se le une Nairo Quintana, ni que sea para evidenciar la falta de sintonía entre ambos ex compañeros. Endurecida definitivamente la cuesta, a falta de 4,4 kilómetros para la cima, el grupo caza definitivamente al osado neerlandés. Entonces prueba Esteban Chaves, sin suerte, y apenas quedan Valverde, Kuss y Adam Yates. El murciano, valiente primero y calculador después, es el primero en ceder a 2,2 de la meta, y 400 metros después cae el estadounidense, dejando vía libre a Yates, que se impone con 13 segundos de colchón y estrena palmarés con el Ineos. El británico se acostará líder de la general al sacarle 50 segundos a Joao Almeida, que ha tirado de riñón para no caerse del podio virtual tras dormir de verde con su tercer puesto en la contrarreloj de Banyoles. Richie Porte, también del Ineos, es segundo a 45 segundos, mientras que Geraint Thomas clasifica cuarto a 53 y Valverde, sexto a 1m03.

La llegada a Vallter 2000 ha sido dura. Atrás quedan 203 kilómetros recorridos y una panorámica digna de admiración hasta el punto de partida desde Canal Olímpic, sede del piragüismo de Barcelona’92. Cobi, La Moreneta, el Monastir de Santa María, La Seu, El Pont Nou de Camprodon y sus galletas. Hora de merendar. Y ahora sí, badar.

Injusticia poética en Banyoles

{Banda Sonora: Umpah Pah – Venedor de Mentides}

Por ÀLEX OLLER

La edición centenaria de la Volta a Catalunya recupera la contrarreloj individual en la segunda etapa de este martes con salida y llegada en Banyoles, que tiempo atrás fue todo lo contrario a un inicio y un final: más bien un macabro, vergonzoso y dilatado epílogo de la vida de un pobre ciudadano africano, se supone que originario de Botsuana.

Dicen que la tragedia, con el tiempo, adquiere la categoría de humor. Aunque, 20 años después de la repatriación del cadáver del llamado Negro de Banyoles, cuesta aún encontrarle cierta gracia a la historia, que empezó con la profanación de una tumba en Sudáfrica, siguió con su cuestionable embalsamiento por parte de dos taxidermistas de brocha gorda y alcanzó su máximo despropósito en esta apacible ciudad gerundense, con su exhibición cara al público durante 80 largos años. Como lo oyen. Etiquetado como bosquimano, catalogada la pieza con el número 1004, lo que restaba del cuerpo de este señor quedó inmortalizado en taparrabos y ridícula pose en el museo local de Francesc Darder; hasta que un residente de Cambrils, de origen haitiano, inició en 1991 un litigio para su liberación.

Alejandro Valverde luce el dorsal uno de la Volta, maillot azul eléctrico, casco aerodinámico y una estampa bastante más digna sobre la bicicleta, camino de la meta con el popular lago de fondo, a pocos metros de donde se perpetró semejante ultraje con no pocos cómplices entre lo más honorable de la sociedad catalana. Probablemente ajeno a la polémica, El Bala aprieta dientes, músculos y pedales con el propósito de no perder décimas respecto al portugués Joao Almeida, favorito en la prueba cronometrada, y partir así con opciones intactas de cara a las siguientes dos jornadas de montaña, donde la cosa se pondrá seria. Pero el murciano no puede, no llega y acaba a un minuto y 14 segundos del vencedor, el australiano Rohan Dennis, que estrena su palmarés con el Ineos. Tras el francés Rémi Cavagna, queda tercero Almeida, nuevo líder de la general con el mismo tiempo que el estadounidense Brandon McNulty y tres segundos de ventaja sobre el español Luis León Sánchez, quien copa el podio virtual. El ganador de la etapa inaugural, el danés Andreas Kron, cede el maillot verde al clasificar en el puesto 80 con más de dos minutos de retraso. De la gloría al abismo en apenas 24 horas. El ciclismo es así de despiadado, como confirma el nonagésimo lugar del supercampeón Chris Froome. ¿Conocerá el sudafricano la trágica historia de nuestro bosquimano?

Contaba Nieves Concostrina recientemente en su sección de La Ventana como al show bussiness etnológico de Banyoles le siguió el show del mediático funeral de Gaborone, con presencia de altos cargos militares, políticos y religiosos para que “minuto y medio después, todo el mundo se olvidara del asunto y la tumba del africano –bajo un cartel donde hoy sigue leyéndose ‘El Negro’, en castellano– acabara sirviendo de córner en un campo donde los chiquillos juegan al fútbol”.

Si existe un antónimo al concepto de justicia poética, será ese, pienso yo, mientras discurre la carrera ciclista por los alrededores de su anterior residencia. “Al menos aquí no recibiría balonazos”, suelto. Y sí, resulta que al final será cierta la fórmula del humor.