Regresos

{Banda Sonora: Totó La Momposina – Yo Me Llamo Cumbia}

Por ÀLEX OLLER

Ya es oficial: reserva confirmada en La Trobada, tradicional posada ciclista que hoy luce denominación de hotel boutique y lucha, como todo el sector turístico, por mantenerse a flote ante la tormenta pandémica. Habrá ayudado, sin duda, el paso de la Volta a Catalunya, que este jueves parte precisamente de Ripoll y acaba en Port Ainé, y su considerable comitiva, aunque menos nutrida que en ediciones anteriores.

La última vez que dormí en la localidad gerundense, hace cuatro años, lo hice adobado en no pocos tragos de ratafía, consumidos tras una intensa jornada laboral en la improvisada redacción de La Taverneta. La ciudad estaba entonces de luto y el país, compungido por la tragedia del atentado que, apenas tres días antes, se había cobrado 16 víctimas mortales en Las Ramblas de Barcelona. Ocho vecinos de Ripoll, autores ideológicos y/o materiales de aquel funesto ataque y de otros posteriormente frustrados, fallecieron esos días; y cuatro más, presuntos terroristas, pasaron a disposición judicial.

La población, conocida hasta entonces por el monasterio de Santa María, su gastronomía y el concurso anual de ratafías que organiza el mentado establecimiento, quedó marcada y lucha desde entonces por superar el drama que alteró en parte el marco de convivencia social. En tan noble propósito aporta también su granito de arena el deporte; y pocos como el ciclismo –aún con todas sus imperfecciones– para reflejar los valores de libertad, igualdad y fraternidad por esas mismas carreteras que en breve transitaremos, a bastante menor ritmo y manteniendo la consabida distancia de seguridad, unos cuantos cicloturistas desconfinados.

La carrera la lidera en su cuarta etapa, considerada reina, un británico, Adam Yates, seguido de un australiano, Richie Porte, otro brit, Geraint Thomas, un neerlandés, Wilco Kelderman, y un murciano con 41 años a cuestas y ganas de juerga, Alejandro Valverde. Pero la jornada la protagonizan un alemán, Lennard Kamna, que anima la fiesta un buen rato con una ambiciosa escapada, y un colombiano, Esteban Chaves, apodado Chavito, de sonrisa infantil y dotes de veterano.

Transcurridos 140 kilómetros, sigue tentando su suerte Kamna a su paso por Sort, donde La Bruixa D’Or presume de repartir más premios que cualquier administración de lotería europea, y una lucrativa industria de deportes de aventura en el río Noguera Pallaresa debe su inspiración a las peligrosas maniobras de los antiguos raiers, rudimentarios transportadores de troncos corriente abajo desde La Pobla de Segur, punto de partida de la siguiente etapa. Desciende el bajasajón con esa pose que se ha puesto tan de moda entre algunos y que tanto irrita a La Maja –partes nobles sobre el cuadro, mentón a nivel del manillar, sillín libre–, buscando arañar segundos antes del ascenso pirenaico, donde será finalmente cazado por el grupo perseguidor, del que emergen Enric Mas y Chaves. A falta de 7,3 kilómetros para la meta, el bogotano ve en un golpe de riñón el remedio a su historial de lesiones. Prueba entonces de seguirle, igualmente pundonoroso, el mallorquín, ya definitivamente cuesta arriba, con un 9% de inclinación. Apenas 2000 metros durará su aventura: lo pillan, lo pasan, lo sueltan y ahora es solo Chaves quien queda con kilómetro y medio por delante. Dos años sin victorias espolean al colombiano, aferrado al tren delantero, el rostro súbitamente envejecido y la nariz afilada cortando el viento de cara, mientras intenta no perderlo de vista el ecuatoriano Richard Carapaz, gregario de lujo del Ineos. Los hombres de negro controlan nuevamente la escena, ceden finalmente el protagonismo al corredor del BikeExchange y se contentan de asegurar la segunda pernoctación de verde para Yates, que mantiene su colchón sobre Porte, Thomas, Kelderman y Valverde en la general.

Al fin y al cabo, ¿quién mejor que Chavito, ahora sexto y con el maillot de líder de la montaña, para lucir sonrisa en lo alto del podio? Una felicidad contagiosa que invita a brindar, a poder ser con ratafía, por los regresos. El suyo y el nuestro. Por los reencuentros. El domingo, en La Trobada.

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