Blog

Colombiano Ríos se fue de Barcelona con ganas de más

[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – Juan Ríos estuvo peleando al filo de la navaja durante seis intensas rondas para estar el domingo en la final de la plataforma individual de clavados en el mundial de natación, pero el radiante sol de Barcelona no le sonrió al colombiano, quien finalmente no logró su objetivo por bien poco.

Un pelo de rana, se suele decir. Aunque lo más apropiado sería referirse a la diferencia exacta de puntaje que separó al 13er clasificado del 12do en la semifinal del sábado. La primera docena marcaba a los clavadistas que pasaban a la última ronda y, en esta ocasión, el corte lo superó apuradamente el bielorruso Vadim Kaptur con 430.65 puntos, apenas 9.60 más de los que consiguió Ríos.

Para el oriundo de Medellín, estar en la semifinal ya era meritorio, pero se quedó con ganas de más. Al fin y al cabo, venia de disputar una de las dos finales de Colombia en el mundial, habiendo participado en la de plataforma sincronizada junto a Víctor Ortega el pasado domingo, y acabando en el 12do lugar.

Sebastián Morales representó al país cafetero en la final restante, el trampolín de un metro, el lunes, finalizando noveno.

Los méritos de Colombia en el mundo de los clavados son escuetos, constando el sexto puesto logrado por la pareja de Juan Guillermo Urán y el propio Ortega en plataforma sincronizada de los Juegos Olímpicos de 2008 como el mayor logro de la historia del país.

Su máxima esperanza en saltos en Barcelona no es otro que Orlando Duque, una de las principales figuras en los clavados de gran altura, que debutan como modalidad en Barcelona, aunque con carácter de exhibición.

Por eso Ríos se planteó con máxima exigencia la cita mundialista, donde no le valía únicamente con superar las preliminares. “El objetivo este año era estar en la final, pero una semana antes de venir tuve una tendinitis en el hombro que me redujo el trabajo a casi cero durante dos semanas. No pude practicar en el agua y eso me afectó, porque venía de las Series Mundiales con un puntaje muy bueno. Aunque no quiero que sirva de excusa”, dijo Ríos, quien siguió doliéndose de la lesión a lo largo de la jornada.

Más que el daño físico, al discípulo de Oscar Urrea todavía le escocía el último lugar cosechado en sincronizados. “Esperábamos mucho más y superar las prestaciones de Shanghai, donde acabamos 11ros. Pero también tuvimos muchos problemas musculares en Colombia y, para colmo, acá mi compañero también se dañó el dedo”, esgrimió.

El clavadista, de apenas 19 años, tiene un amplio futuro por delante pero ansiaba consagrarse en el certamen barcelonés.

Negado, según confesión propia, para la práctica del popular futbol, se inició en los clavados por su condición de asmático. “Mis padres buscaron la piscina como forma de terapia. En el futbol era tan malo que mis compañeros no me escogían para el equipo. Hice natación de los tres a los cinco años y después me cambié a los clavados. No es un deporte tan popular, pero creo que últimamente hemos logrado, junto con mis compañeros, cambiar esa imagen de los clavados en Colombia”, reflexionó.

Por ello en parte, Ríos consideró que Barcelona le quedó a deber en la competición, aunque se congratulara de pisar unos días las calles de la bella urbe mediterránea. “Lo que más me gusta de los clavados es la forma en que todos nos superamos en un deporte tan riesgoso y también competir en otros países, compartir conocimientos con otra gente y visitar ciudades”, enumeró, declarando especial predilección por la Muralla China.

Tras no conseguir el boleto a Londres 2012, el clavadista paisa se entregó a fondo en jornadas de unas ocho horas diarias de entrenamiento, empezando a las seis de la mañana. “Queda poco tiempo para la novia, la familia y el estudio, pero me saqué el bachillerato y ahora quiero estudiar inglés. También debo elegir una carrera: estoy entre ingeniería de sistemas, negocios o idiomas, que también me encantan”.

Pero por ahora Ríos, quien luce tatuado su nombre con serigrafía kanji en la parte posterior del cuello y en su día también probó con el kung-fu, prioriza los clavados con miras a Río 2016.

Asegura, tras sufrir incontables panzazos en su carrera, mantener el debido respeto a la altura, y por ello persistirá desde los 10 metros. Ni hablar de emular las piruetas de Duque desde los 25. “Una vez en Medellín hicieron un show, me tiré desde los 15 parado y no lo vuelvo a repetir. Mis respetos, pero dejémoslo para ellos”, zanjó.

Y es que Ríos dejó Barcelona con ganas de más… desde la plataforma.

Tras la medusa picó la sal, pero Bertola siguió adelante

[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

BARCELONA, España (AP) – Para Guillermo Bertola los imprevistos forman parte del decorado en las competencias de aguas abiertas, y no hay excusa que valga a la hora de resumir una carrera.

Tampoco es que el nadador argentino necesitara recurrir a ninguna tras finalizar el sábado en la octava posición de la prueba reina de los 25 kilómetros, la mejor marca de la historia de su país, en el mundial de natación. Poco importó que le picara una medusa hace cinco días en la competencia de los 10 kilómetros, cuando también registró la mejor posición de Argentina, llegando décimo; ni que, en esta ocasión, un manotazo le descolocara los “goggles” en la segunda vuelta, cuando marchaba a buen ritmo en el grupo puntero.

Gajes del oficio, pensó Bertola, quien dio un golpe de riñón para seguir al grupo y acabar recorriendo la maratón acuática  en un tiempo de cuatro horas, 47 minutos y 44.8 segundos; a 17.8 de distancia del eventual ganador, el alemán Thomas Lurz. Brian Ryckeman, de Bélgica, y Evegenii Drattcev, de Rusia, coparon la medalla de plata y el bronce, respectivamente.

Tras haber quedado a casi cuatro minutos del ganador en Shanghai 2011, Bertola evidenció pues un progreso notable en Barcelona, figurando también como segundo latinoamericano en alcanzar la meta tras el brasileño Allan Do Carmo, quien le superó por tres posiciones.

“Me dieron un manotazo en la curva y se me saltaron los anteojos hacia adelante, pero los pude agarrar en un acto reflejo. El problema no fue solo volver a colocarlos, sino que, en ese instante en que los pierdes, los ojos quedan desprotegidos, te entra la sal del mar y arde muchísimo. Perdí un minuto”, contó un exhausto Bertola, después de cerrar el certamen con tres participaciones: los 10 kilómetros, los cinco por equipos y, finalmente, los 25 individuales. “Llegué mucho más cansado a esta carrera. Cuando te duelen los hombros antes de la mitad es una mala señal. Por momentos fui primero, pero me encontré mal físicamente, no me sentí bien y le eché garra para estar entre los 10 primeros, que era el objetivo. Estoy contento”.

La valoración subió a categoría de “excelente” en boca de su entrenador, Claudio Biagioli, quien no se revela precisamente un hombre fácil de contentar. “Fue su mejor mundial y el mejor resultado para Argentina. Será difícil superarlo”, analizó el preparador, quien percibió una evolución positiva no solo en la parrilla, sino también en “la estrategia y la forma de nadar” de su pupilo.

Pese al desgaste de las tres competiciones y de haberse preparado más para los 10 kilómetros, distancia prioritaria en Rio 2016, Bertola no exhibió remordimiento alguno en la programación. Ni tampoco se planteó, ya en el agua, poner pie a tierra antes de alcanzar la meta. “No pensé en abandonar aunque sí en dejarme llevar hasta el final, porque la sensación era que el cuerpo no me daba para más. Son cosas que se me pasan por la cabeza pero que nunca haría”, explicó el nadador, quien detalló que “una vez alcanzamos a las mujeres, la carrera se puso muy bruta, había que estar atento a los cortes y, en la última vuelta, la gente ya iba a saco”.

Su compatriota Martín Carrizo finalizó en 25to lugar y la rosarina Julia Arino fue 15ta en la competencia de mujeres, aunque también importunada por la dolorosa picadura de una medusa en pleno nado, como le ocurriera el lunes a Bertola. “Me dio en la pierna. Sabía que le había pasado antes a Guille, pero yo no la vi”, relató la seguidora de Central, quien aseguró que la rivalidad futbolera con el varón mayor, fanático de Belgrano, no lastra para nada la buena química del equipo. “Es un compañero excelente, que siempre está de broma, nunca de bajón, muy dedicado y disciplinado. Se entrena increíble y ejerce también de líder por su experiencia: hoy me aconsejó que, sobre todo, me hidratara y no me quedara sola”, reveló Arino, debutante en la categoría reina y en el mundial.

Los incidentes en carrera, entran en el apartado de “cosas que pasan” para Bertola, quien remarcó la necesidad de “estar preparado para ellos tanto a nivel físico como mental. Superar el estrés es clave”.

Biagioli insistió que la concentración y capacidad de mantener alto el listón competitivo marcaran el futuro de su discípulo. “Para estar más arriba hay que hacer una valoración mucho más exigente y cambiar ciertas metodologías y conductas de vida que nos permitan estar en el “top`’, porque los cinco mejores del mundo lo tienen”, analizó, subrayando en grueso la cuestión de la velocidad. “Si mejora sus marcas en los 1500 tiene posibilidades de estar entre los mejores en Río. Pero es algo que le cuesta incluso aceptar. A nivel suramericano tiene buena punta, pero a nivel mundial todavía le falta”.

Pese a los defectos, Biagioli reiteró el balance positivo del certamen y profundizó sobre las cualidades del joven atleta: “Mentalmente es imbatible. Hace cosas que te lo permite solo la cabeza y lleva su cuerpo al límite del dolor, donde quizás otros nadadores con mayor talento no pueden llegar”.

Anímicamente, el cordobés salió aún más reforzado de su participación. “He mejorado en este mundial, sumando también puntos, y ahora espero clasificar directamente a los Juegos. He ganado mucha experiencia y confianza en mí mismo. Ahora sé que, pese a que los favoritos me sacan mucho aún en pileta, puedo competirles de igual a igual en las carreras”, consideró el nadador quien, fiel a su estilo, reservó poco tiempo para el relajo: “Ahora tengo que seguir entrenando porque la semana que viene tengo una competición de 34 kilómetros en Canadá”.

No hay cansancio que valga para Bertola. Tras la medusa y la sal ardiente de Barcelona, toca seguir adelante, sin límites en el horizonte.

Castillo, del balón al bronce en clavados

[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

Hiperactivo y disperso ya desde bien chico, Yahel Castillo pensó más de una vez en dejar de dedicarse a los clavados y, persiguiendo el frustrado sueño paterno, centrarse en el fútbol. Pero el viernes su persistencia sobre el trampolín se vio ampliamente validada al asegurar la tercera medalla de bronce para México en el mundial de natación, todas en clavados.

Castillo, también medallista de bronce en los tres metros sincronizados en el pasado mundial de Shanghai junto con Isaac Sánchez, quedó en esta ocasión tercero en la prueba individual y sumó a los dos bronces conseguidos previamente por la pareja de Jahir Ocampo y Rommel Pacheco en los saltos sincronizados de tres metros, y Alejandro Chávez en el trampolín de un metro.

“Fue mi segunda medalla, pero esta sabe especial porque es solo mía”, dijo Castillo al confirmarse apenas el bronce por el videomarcador. “Fallé en el quinto salto, pero el último fue muy bueno y por suerte me llevé la medalla. Quiero agradecer a todos mis entrenadores y ahora toca celebrar con la familia”, expresó.

Castillo tuvo una puntuación final de 498.30. El oro fue para el chino He Chong con valoración de 544.95, mientras que la plata de la llevó el ruso Evgeny Kuznetsov con 508.00 puntos.

Ya más relajado, el saltador intentó resumir de forma pausada sus sentimientos. “Estoy muy contento y satisfecho. Sabía que iba a ser complicada la competencia, e intenté disfrutarla y vivirla clavado a clavado. Estoy muy agradecido de haber conocido esta alberca y Barcelona, una de las ciudades más importantes del mundo”.

Las 11 medallas de México en la historia de los mundiales hasta la fecha (una de oro, dos de plata y ocho de bronce) pertenecen todas a la disciplina de los clavados.

En el presente mundial, la delegación mexicana  se llevó su mayor decepción en los sincronizados de plataforma femeniles y varoniles, en que las parejas de Paola Espinosa y Alejandra Orozco, e Iván García y Germán Sánchez, quedaron fuera del podio, incapaces de replicar las dos medallas de plata que el país cosechó en los pasados Juegos Olímpicos de Londres.

Castillo no era una apuesta segura para podio. Y no por falta de talento.

Nacido en Naucalpan hace 26 años, se inició en los clavados a los ocho como condición innegociable para su readmisión a la escuela después de ser expulsado por sus constantes faltas de disciplina. Su mamá relató en su día como, ya de bebé, les robaba el biberón a otros retoños y él mismo explicó cómo, un cierto día, escondió unas cucarachas en el sándwich que habitualmente le robaban unos compañeros de clase.

Aunque de inmediato demostró cualidades sobre el trampolín, sus problemas de integración persistieron con algunos de sus compañeros de equipo, se sucedieron los problemas de disciplina pese a los éxitos en las competencias, y se ennegreció la leyenda sobre sus salidas nocturnas.

De temperamento fuerte e imprevisible, Castillo incluso amenazó con dejar para siempre el mundo de los clavados cuando se quedó fuera de la selección para los Juegos de Atenas y en otra instancia cuando, persiguiendo el sueño de su padre, intentó jugar al fútbol en las categorías inferiores del Atlas, donde coincidió con el hoy internacional tricolor Andrés Guardado.

Felizmente para los clavados de México, la hiperactividad y el insomnio del naucalpense le empujaron a olvidar el balón y regresar a la piscina. “Solo entrenábamos dos horas por la mañana y otras dos por la tarde. Me aburría, y por la noche, siempre que me dormía, pensaba en los clavados”, explicó Castillo, señalando que es en sus saltos aéreos donde más a gusto se encuentra: “Allí me siento solo y libre. Le he tomado mucho amor a los clavados. Es mi vida y quiero disfrutarlo al máximo cada día porque sé que no es para siempre”, dijo en Barcelona.

 

Pese al éxito sincronizado bajo la tutela de Jorge Rueda, Castillo decidió cambiar de entrenador tras Londres 2012, decantándose por otro Jorge con diferente apellido: Carrión.

“Pese a los avisos que me dieron, ha trabajado muy fuerte, ha estado muy disciplinado, y añadimos un clavado de mayor grado de dificultad, que fue lo que le faltó en los olímpicos”, explicaba un exultante Carrión tras asegurar la presea su alumno, quien se había declarado “rejuvenecido” con el relevo.

El preparador mantuvo que la relación con su antecesor es excelente y que, quizás, una de las clave de la reacción de Castillo esté en que “yo trabajo con gente joven y niños y a él como le hacía falta ese contacto. Siempre ha sido muy activo y requiere disciplina, y parte de eso es lo que le han contagiado esos muchachos, que viven allí mismo en el centro de entrenamiento”.

El principal problema de Castillo siempre ha sido la mesura dentro y fuera del agua, según Carrión. “En las competencias siempre quería hacer cosas de más de las que estaba acostumbrado. Con el tiempo se ha ido centrado y ahora lo veo en una etapa muy madura. Yo espero que este mundial sea la pauta para buscar la medalla olímpica que es la única que le falta. No sabemos cuál es su techo. Aun es capaz de realizar clavados más difíciles todavía y esperamos sacarle el máximo potencial posible”.

En la final, Castillo pareció haberse alejado del podio con ese quinto salto por debajo del nivel esperado, pero reaccionó en el último, puntuando en 99.45, y recuperó posición. “Falló el más fácil. Le dije que tenía que conseguir cien puntos en la sexta ronda, y me contestó que lo iba a conseguir, ¡Y ya viste lo poco que le faltó!”, se congratuló Carrión, quien matizó que su pupilo “sigue teniendo cosas de niño grandote”.

“Siempre fallo ese clavado”, remarcó irritado Castillo. “Ahora lo que quiero es regresar a México, descansar y empezar a entrenar otros más difíciles. Tenemos tres semanas de vacaciones: una será con mi familia, otra con mis amigos y la otra para estar solo y pensar qué voy a hacer el año que viene”.

Endericas marchan contentos, esperan relevo familiar en la piscina

[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) –  Los primos Iván y Santiago Enderica abandonaban el jueves, junto a su compañera Katia Barros, las instalaciones del puerto de Barcelona con aire cansado pero el ánimo contento por el desempeño realizado en la carrera por equipos de aguas abiertas.

El mundial de natación se acababa para el trío, que ponía rumbo a la zona de restaurantes del vecino barrio pescador de la Barceloneta, deseoso de relajar los músculos tras seis jornadas de competencia en que ha completado a nado un total de 55 kilómetros.

Los ecuatorianos no competirán en la prueba reina de los 25 kilómetros en aguas abiertas del sábado y, tras concluir con el 20mo mejor tiempo en los cinco kilómetros del jueves, ninguno de los tres nadadores expresó queja alguna. Las competencias fueron duras y exigentes y ahora tocaba disfrutar de un merecido descanso.

Barros reconoció que se encontraba “cansada y sin ritmo tras competir en los cinco kilómetros. Nos faltó preparación y subí mi tiempo”.

El más satisfecho fue Iván Enderica quien, el primer día de competencias, finalizó séptimo en la carrera individual de los cinco kilómetros, la mejor clasificación de la historia del país.

El protagonista de la gesta tuvo ocasión de batallar solo dos días después en los 10 kilómetros  con su primo mayor Santiago, quien quedó justo un puesto por arriba, 30mo, y resumió la posterior participación por equipos en tonalidad positiva: “Era nuestro debut en un mundial. Siempre habíamos competido en individual. Recién aquí armamos el equipo. Se trataba de una prueba más preparatoria para encarar los torneos suramericanos y pelearle los primeros puestos a Venezuela y Argentina, ya que Brasil está muy por delante todavía. Acá establecimos un ritmo estable, pero aún nos falta bastante en el aspecto táctico”.

Alemania se impuso finalmente en la carrera, por delante de Grecia y Brasil.

Los Enderica, de rico linaje deportivo, están acostumbrados a moverse en el agua, ya sea a la intemperie o en pileta.  “Llevamos algunos años en esto. Somos una gran familia de nadadores con hermanos y primos compitiendo a varios niveles. En el agua lo dejamos todo. Sabemos que, por lo general, siempre hay golpes en carrera. Pero fuera, obviamente, nos alegramos de los resultados de cada cual y siempre acabamos contentos por uno u otro lado”, comentó Santiago.

El primo mayor consideró que el menor debe ser la gran apuesta de su país en aguas abiertas, aunque insistió en la filosofía de no regalar nada. Ni a la sangre de su sangre. “Iván tiene mucha constancia y disciplina. Apenas cuenta 22 años, es joven, y tiene un gran futuro por delante, aunque ya fue olímpico. Le llevo cinco años de más, y también me obliga a superarme para estar al mismo el nivel y pensar en ganarle”.

El hecho de entrenar en la misma piscina, competir juntos, aunque con entrenadores distintos, y compartir genética es un plus añadido en la buena sintonía necesaria para  funcionar en las carreras por relevos, consideró Santiago. “Sabemos cómo responde cada uno en las pruebas y no necesitamos comunicarnos de manera verbal. Con el hecho de ver a la otra persona o hacer un gesto ya sabemos si toca bajar o subir el ritmo y rematar”.

Pero, pese a la gesta de Iván en el puerto, los Enderica saben que la gran esperanza está para las competiciones en la piscina cubierta del Palau Sant Jordi, que iniciarán el próximo domingo.

Y, concretamente, en los poderosos brazos de Esteban, el menor de cuatro hermanos nadadores, entre ellos Santiago, y con la misma edad que su primo Iván.

El oriundo de Cuenca saltará a escena en los 200 metros mariposa, donde el objetivo es rebasar la marca nacional de la gran figura histórica de la natación ecuatoriana, Jorge Delgado Panchana. Y volverá a competir unos días después en los 1500 metros, donde tiene a tiro el récord suramericano.

“Ojalá estemos toda la familia al completo en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Nos falta una medalla en la casa, donde se habla el idioma de la natación y de los deportistas de élite. Esteban e Iván están muy cerca. Mis dos hermanos mayores nos iniciaron en la natación y nos fueron motivando, pero se puede decir que los últimos hermanos fueron los mejores”, bromeó Santiago, tras comprobar de reojo que el mayor, actual entrenador nacional, no anduviese cerca.

En cuestión de natación, vale bien la pena mirar dos veces y a ambos lados con los Enderica pues, por pura cuestión numérica, es bien probable que aparezca uno en el momento más insospechado. Ahora Ecuador espera que Esteban, ya en pileta, acabe el camino que sus consanguíneos empezaron en aguas abiertas.

El mundial se acaba pero la vida sigue para trío mexicano

[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – “¡No pares, sigue, sigue! ¡No pares, sigue, sigue! ¡Ahí está el tiburón!”, cantaba el popular estribillo de aquel éxito del grupo neoyorquino de originen dominicano, Proyecto Uno. Y, aunque la rima no fue lo primero que les pasó por la cabeza a Miguel Hernández, Iván López y Lizeth Rueda hace un tiempo en las aguas de Cancún, el instinto fue inequívoco: bracear y patalear lo más rápido posible hasta ponerse a salvo.

“Estábamos entrenando y vimos pasar un tiburón justo por debajo nuestro, a unos cuatro metros de profundidad. Primero lo vi yo. Me paré y avisé a los demás al grito para que nos saliéramos de allí rapidísimo. Nos asustamos mucho”, recordaba el jueves López, después de que el trío mexicano de aguas abiertas cerrara su participación en el mundial de natación con un 16to lugar en la prueba de los cinco kilómetros por equipos.

Fue el segundo combinado latinoamericano en alcanzar la meta, emparedado entre Argentina (15ta) y Venezuela (17ma), en una carrera que coronó a Alemania ganadora, por delante de Grecia y Brasil.

“Para cuando Iván gritó ‘¡tiburón!’ ya iba nadando hacia la orilla”, reía Rueda, quien apenas 48 horas antes había hecho un esfuerzo considerable para tomar la 22da plaza en la prueba individual femenil de los 10 kilómetros, quedando a 17.4 segundos escasos de la vencedora.

El cansancio probablemente pasara factura a la joven tapatía en la prueba por equipos, pero allí López sí asumió plenamente sus responsabilidad como veterano, encargándose de salvaguardar el máximo orden posible en unas circunstancias tan adversas como son las carreras en aguas abiertas. “Lo  difícil fue mantener a la mujer cerca de nosotros, a buen ritmo y, aunque pudimos haber ganado unos 20 segundos más cambiando un par de cosas en la estrategia, creo que en general sí que lo logramos”, valoró el nadador, matizando que “cada año esto se va haciendo más difícil por el gran número de participantes. El mundial estuvo como se esperaba. Ha sido el más duro de los últimos años y estamos contentos con nuestra participación”, resumió.

“NI siquiera gritó realmente ‘¡tiburón!’. Fue más bien un ruido impronunciable y ya estaba como a 15 metros de nosotros cuando nos dimos cuenta”, remachó con sorna Hernández, quien valoró positivamente su actuación como debutante en Barcelona. “Para ser mi primer mundial, siento que hubo un nivel muy fuerte y regreso a casa con la perspectiva de entrenar mejor, añadiendo más kilómetros y velocidad. Era también la primera ocasión en que competíamos juntos y fallamos en algunas cosas. Yo nunca había trabajado así, pero entrenando más tiempo las corregiremos”, analizó.

El mediano del equipo pecó de inexperiencia en la prueba, al cometer un error impropio de cita mundialista que le costó un sobreesfuerzo. “Fue por novato. No me apreté los ‘goggles’ lo suficiente al principio y se me cayeron a la tercera vuelta. Pero hubo muy buena comunicación con mi entrenador: levanté la mano en la recta de regreso, y apenas pudo alcanzarme los de repuesto”, explicó.

Rueda venía de sufrir su propio problema con los anteojos en la prueba anterior, aunque en esa ocasión fue por el golpe de una rival, y la tapatía mantuvo que todo lo ocurrido en Barcelona le servirá para progresar a partir de ahora. “En esta competencia he crecido bastante. Hablamos con Iván antes de la carrera sobre quien la iba a ganar, porque muchos países estaban muy fuertes y la verdad es que no se sabía. Nos faltó experiencia en esta modalidad, pero me voy muy contenta y con motivación porque ahora siento que estamos allí cerca y tenemos el nivel para mejorar aún más”, resumió.

La buena onda y amistad entre los tres mundialistas era latente nada más completada la dura competencia, y proyecta optimismo sobre el asalto de futuros objetivos, como sin duda lo son los próximos Juegos Olímpicos en Rio de Janeiro. “Me llevo muy bien con ambos, y es un orgullo nadar en un relevo con un nadador tan experimentado y de tanto nivel como Iván”, dijo Rueda, quien definió al mayor como “muy juguetón, bromista y amigable. El día de mi competencia estuvo animando del principio al final y se agradece”.

López, quien había finalizado en 35to lugar la carrera del lunes en los 10 kilómetros, 13 puestos por delante de Hernández, enumeró “la persistencia y el enfoque continuo” como principales virtudes de Rueda. “Intento darle consejos y que pase un buen rato cuando se estresa, porque creo que estar contento sirve para competir mejor”, consideró.

Cerrada su participación y sin tiburones a la vista en la costa mediterránea, los atletas esperaban gozar de unas horas de asueto y visita turística antes de tomar el vuelo de regreso a México a la mañana siguiente. Tiempo limitado, en todo caso, para la imprescindible visita a la basílica de la Sagrada Familia y poco más. La vida sigue y no para para el trío mexicano.

“Marusha” rompe el hielo y ahora va por podio

[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – María Betancourt no quedó satisfecha de su pronta eliminación el domingo pasado en la prueba de un metro trampolín en el mundial de natación, cuando acabó en el 17mo lugar. Pero relativizó su decepción y se centró en el siguiente objetivo bajo pretexto de que “los 10 metros plataforma son mi verdadera prueba fuerte. Hoy se trataba de romper el hielo y ahora mi meta es pasar a la final del jueves”, mencionó tras la prueba.

La clavadista pasó del simbolismo del agua sólida a la realidad liquida el miércoles, y el reencuentro fue más que feliz, pues destacó en las semifinales de la prueba reina de los clavados, exhibiendo una constancia que le valió una puntuación de 314.65, buena para el séptimo lugar y un boleto a la final, que se disputará el jueves.

Tímida, de piel morena, cuerpo menudo y fibroso y cara aniñada, Betancourt no quiso lanzar las campanas al vuelo tras el pase, pero tampoco se puso límites, quizás consciente de que el mundial está resultando más abierto de lo esperado. Ella misma, al fin y a cabo, quedó por delante de medallistas olímpicas como Pandelela Pamg, de Malasia, o la mexicana Alejandra Orozco, quien sufrió de lo lindo y apenas pasó el corte en el 12do lugar.

“Estoy muy contenta con mi actuación, aunque me faltó un poco más de entrada. El objetivo es tirarle duro en la final y que sea lo que Dios quiera”, dijo la joven de 18 años a quienes sus compañeros en el equipo venezolano conocen como “Marusha” desde que su primer entrenador le pusiera el mote.

A pesar de las buenas sensaciones, Betancourt mantiene bien presente la decepción de hace un año, cuando le tocó ver los Juegos Olímpicos de Londres por televisión, y reconoció que el recuerdo alimenta sus ansias de triunfar en Barcelona: “Hacerlo bien aquí me reivindica”.

Su entrenador, Alfredo Borges, atribuyó a “la presión y quizás una falta de concentración” el desengaño de aquel boleto perdido. “Ella había ganado muchas veces a algunas de las clavadistas que clasificaron. Pensábamos que iba a ser fácil, pero no pudo pasar”, señaló quien acogió en su día a la joven, con 12 años, para iniciarla en el mundo de los clavados.

“Pertenecía a la gimnasia pero la captamos porque ella se quería cambiar.de deporte. Iba para natación sincronizada, pero el entrenador que la descubrió le aconsejó mejor los clavados y acertó, porque es un gran talento. Apenas lleva seis años entrenando pero ya quedó séptima en una prueba preliminar de un mundial. Fue un proceso de mucha paciencia porque, siendo gimnasta, estaba acostumbrada a caer al suelo y le daba miedo la altura, pero es muy disciplinada, aplicada, seria, estudiosa y tiene mucha fuerza de voluntad. Nunca se rinde y es muy buena en competencia”, analizó.

El vínculo entre entrenador y alumna  es fuerte, y el primero no esconde su satisfacción a la hora de celebrar los saltos de la clavadista, con quien intercambia cariñoso beso al término de los ejercicios. “Es un excelente entrenador y siempre me apoya”, dice la nativa de Maracay, quien confirma que cambió la gimnasia artística por los clavados por la cantidad de golpes sufridos en tierra firme y una posterior lesión de rodilla, pero sin reniega de sus orígenes. “Fui campeona suramericana y todo: en barras asimétricas y tapete. La técnica es totalmente diferente, sí. Pero ya aprendí a hacer saltos mortales en la gimnasia”, reveló.

Consta pues, que la capacidad de asimilar nuevos conceptos es uno de sus grandes  valores como deportista, pues aprendió a nadar en tan solo tres días antes de empezar a saltar, y tampoco recuerda haber sufrido grandes panzazos una vez se decantó pos las plataformas.

Más le dolieron en su día algunos gritos de sus anteriores entrenadores en el gimnasio aunque, recién estrenada en la carrera de psicología, espera que sus nuevos conocimientos en la materia la ayuden a desarrollar armas de defensa en las competencias. “Llevo apenas un semestre y me encanta. Elegí la carrera porque me pareció interesante y muy linda, y espero que también me aporte confianza en algunas situaciones donde antes me ha faltado”, dijo.

Tras el chasco de Londres, Borges valoró enormemente el logro, por ahora parcial, de Barcelona. “Lo necesitamos porque en nuestro país hay pocos recursos por parte del ministerio del deporte y las federaciones. Estos resultados, como el décimo lugar de Joselyn Castillo en los olímpicos, validan nuestro trabajo y hacen posible que dispongamos de más material como trampolines, camas elásticas y demás…”, enumeró.

El preparador, quien definió el estilo de Betancourt como “muy gimnástico, similar a una bailarina en el aire”, se congratuló del buen desempeño de su alumna y no se cerró puertas de cara al jueves. “No esperaba que estuviera tan abajo, pero aspiramos a bajarlo más todavía en la final. Hemos hecho el trabajo y lo demás es recompensa. En clavados no hay nada imposible.”, proclamó.

Roto el hielo, a “Marusha” solo le queda saltar y soñar.

Estrella no brilla en Barcelona, pero apunta alto

[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLLER

BARCELONA, España (AP) – Anna Frank, la niña judía que se escondió junto a su familia en una buhardilla de Amsterdam durante la terrible era de la persecución nazi, tuvo un final trágico; pero los conmovedores relatos de su diario personal, uno de los libros más célebres de la historia de la literatura y el último en ser devorado por la ávida lectora Alejandra Estrella, emocionaron sobremanera a la joven clavadista mexicana, quien el miércoles se despidió con sabor agridulce pero ánimo entero del mundial de natación.

“Está muy padre el libro porque es una niñita muy chiquita y tiene ideas como de persona grande. Pobrecita, que estuvo allí encerrada todo el tiempo y quería sacar sus sentimientos, pero no podía porque estaba rodeada de puros adultos que no la comprendían… El final fue triste, pero dejó un legado muy grande”, resume la también precoz Estrella, debutante en el certamen y, con 14 años, la más joven de las 36 participantes en la prueba preliminar de saltos de 10 metros plataforma; así como de la delegación de México, donde esperan que algún día encabece la selección de clavados como máxima estrella, valga la redundancia.

Cierto es que no brilló como esperaba a costas del mediterráneo, quedando fuera del primer corte con un una pobre puntuación de 197.45 que apenas le valió el penúltimo lugar en una reñida competencia para las semifinales.

Quizás Barcelona le llegara demasiado pronto a la prometedora regiomontana, quien tampoco alcanzó el mundial en plenitud de facultades, pues una dolorosa lesión en el hombro derecho mermó notablemente cada uno de sus saltos.

“Pude haber hecho las ejecuciones muchísimo mejor. Tenía esperanzas de pasar, pero tuve que dejar de entrenar unos días por culpa de la lesión y eso me bajó un poquito. Tengo un desgaste, sentía un tirón y me dolía cuando caía  al agua. También estuve un poco nerviosa”, comenta la clavadista, reacia a buscar excusas y, mucho menos, a dejar que su discreta valoración final le chafe el gusto del estreno. “Me siento feliz porque es mi primer mundial, lo cual ya es un éxito muy grande, y no siempre se tiene la oportunidad de estar en Barcelona. Hasta ahora he estado concentrada en la competencia, pero espero salir a partir de mañana, conocer la basílica de la Sagrada Familia y disfrutar de la playa”, dice.

Estrella exhibe entusiasmo a raudales y ni un atisbo del lamento ocasionalmente asociado a los pre-adolescentes. “Aunque el otro día salió llorando de la piscina por el dolor y la tuvimos que sacar, no le gusta quejarse nunca. Incluso nos planteamos que no compitiera, pero ella pidió seguir. A veces la he visto llorando a escondidas, por un mal desempeño”, revela su entrenador, el cubano Rolando Prieto, quien apostó por la joven atleta después de que la regiomontana no cuajara con la preparadora china Ma Jin durante los cinco meses que pasaron juntas entrenando en el Distrito Federal. “Ella era muy delgadita, pero es muy trabajadora y ahora estamos trabajando la fuerza. Cada entrenador tiene su librito. Nosotros le dimos confianza y le fue mejor. A los chicos hay que darles esperanzas”, zanja Prieto, reacio a polemizar con su colega sobre las cualidades de la joven promesa.

Ma, quien disfrutó el martes de la medalla de bronce cosechada por la dupla de Rommel Pacheco y Jahir Ocampo y en los tres metros sincronizados, asegura alegrarse de la progresión de su ex discípula, a la que únicamente aconseja mejorar “en técnica y autoconfianza”.

Estrella no tiene nada que reprochar a la asiática, y apunta a la distancia de sus seres queridos como factor de peso en el bache sufrido en su progresión. “(Ma y Prieto) tienen ideas diferentes pero los dos son excelentes entrenadores. Con ella los entrenamientos se basaban más en la técnica y aprendí mucho; pero mi familia estaba lejos, era mucho sacrificio y decidí volver a casa. Así voy a la escuela, entreno y me siento muy bien”, expone.

El halo protector del equipo mexicano con la novata, quien ha dejado a la familia en su Monterrey natal, es notable, como desprende la valoración que de ella hace su más experimentada compañera y rival en los 10 metros, Alejandra Orozco. “La he visto muy feliz en Barcelona, disfrutando de su competencia. Tiene mucho talento, es muy buena y tira bonito, pero debe seguir trabajando para aspirar a más”, subraya.

A Estrella le ilusiona seguir los pasos de figuras consagradas como Orozco y Paola Espinosa, medallistas olímpicas en sincronizados. “Me da mucha emoción estar junto a ellas y ojalá logre llegar a su nivel. Ahora voy a esperar dos años otra vez para darle con todo a las finales”, cuenta, al tiempo que define su propio estilo como “una revoltura, porque Rolando me ha enseñado muchos clavados distintos”.

La mundialista, al fin y al cabo, sigue otros deportes como la esgrima, la gimnasia artística y el taekwondo, y bebió de varias fuentes antes de decantarse por la plataforma. “Mis papás me apuntaron a natación, gimnasia y ballet. Incluso a natación sincronizada, pero no me gustó nada, porque me cansaba mucho y me aburría nadando siempre arriba y abajo. En clavados me pasaba el día brincando, y era mucho más divertido”, recuerda.

Aguantar la respiración bajo el agua nunca le supo a mucho a Estrella, gustosa, a pesar de los dolores, de haber surcado estos días los aires de Barcelona. La meta es ahora Río de Janeiro 2016, donde la imberbe entusiasta de Anna Frank buscará volar más alto todavía, con la ilusión de un final feliz.

Pacheco y Ocampo aseguran segundo bronce para México

[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

Nadie les daba como favoritos al podio, ni siquiera ellos mismos o su propia entrenadora, la china Ma Jin. Pero, contra todo pronóstico, Rommel Pacheco y Jahir Ocampo aseguraron el martes la segunda medalla de bronce para México en el mundial de natación, al quedar terceros en la final de tres metros sincronizados trampolín.

“¡Ni yo me lo esperaba!”, reía Ocampo camino de la sala de prensa, lugar reservado a los triunfadores, tras una dura competencia que coronó la pareja china formada por Qin Kai y He Chong con puntuación final de 448.86. China acumuló así su quinto de seis posibles oros en clavados, mientras que la plata fue para los rusos Evgeny Kuznetsov e Ilia Zakharov, quienes firmaron tarjeta de 428.01 puntos.

La presea de la dupla mexicana sumó al bronce conseguido el lunes por Alejandro Chávez en el salto de trampolín de un metro, con lo que la delegación mexicana acumuló su segundo metal del certamen y palió un tanto la decepción de los 10 metros sincronizados plataforma, en que las parejas de Paola Espinosa y Alejandra Orozco e Iván García y Germán Sánchez quedaron fuera del podio, incapaces de replicar las dos medallas de plata que el país cosechó en los pasados Juegos Olímpicos de Londres en esa modalidad.

La perspectiva no era alentadora, pues Pacheco, de 27 años, y Ocampo, de 23, habían clasificado en el sexto lugar en la prueba matinal de preliminares. Ambos llevaban apenas desde abril entrenando juntos, con cinco competencias disputadas, y a esa falta de rodaje de cara al mundial se añadía el cambio de disciplina del primero, quien rebajó la altura de sus saltos desde los 10 metros a los tres en el último año.

Pero una puntación de 422.79 en la final de la tarde les valió para mejorar a dos el número de preseas de México en el medallero.

 

“Hemos trabajado mucho desde la primera competencia en México. Estaba difícil el nivel, pero teníamos un buen grado de dificultad y obtuvimos un buen resultado”, valoró tras la gesta Ocampo, mientras Pacheco explicó que “estábamos concentrados en cada clavado y solo cuando el público empezó a gritar pensamos en el podio. No nos dimos cuenta hasta que estuvimos en el jacuzzi y lo vimos por el videomarcador”.

La última vez que Pacheco compitió en Barcelona fuer hace diez años, cuando cosechó un sexto lugar en el mundial de 2003, entonces desde los 10 metros. “Estoy muy contento de regresar y ganar una medalla con Jahir”, comentó el veterano, quien fue inmediatamente correspondido por su compañero: “Se trata de mi primer mundial y me voy con medalla. Estoy muy contento de estar junto a Rommel”, valoró el más joven.

La pareja, de aparentes polos opuestos, se había mostrado tranquila y distendida durante la mañana, en que el siempre jovial Ocampo bromeaba sobre el carácter sereno de Pacheco. “Es muy disciplinado y experimentado, pero también muy serio”, espetaba, haciendo posturitas con sus músculos.

“Los últimos dos clavados no nos salieron bien, pero esperamos mejorarlos en la final”, venia de comentar Pacheco, quien no quería contemplar la posibilidad de presión añadida tras la decepción de los 10 metros. “En cada competencia hay nervios y a veces se da y a veces no. México siempre está allí en clavados y sí es verdad que se esperaban más medallas, pero quedan muchas pruebas todavía”, vaticinaba entonces el yucateco, con discurso similar al que había expresado la jornada anterior su prometida y compañera de equipo, Espinosa, una de las derrotadas.

Como no podía ser de otra manera, el buen entendimiento entre Pacheco y Ocampo resultó clave para firmar una puntuación que fue mejorando a cada ronda de la final, con un excelente último gran salto cuádruple mortal y medio hacia adelante, que puntuó 87.78, solo por detrás de China y Alemania en la sexta ronda.

La evolución y el tesón del corpulento Ocampo, ha sido notable, a ojos de su entrenadora, la china Ma Jin. “Parece futbolista, porque es grande y fuerte. Siempre le digo que tiene que tirar bonito de clavados, tranquilo y suave, para entrar en el agua limpio, y lo consigue. Es muy disciplinado, alegre y ayuda a todo el equipo, lo que me enorgullece. Es muy buen muchacho, con un gran corazón”, explicó.

Ma no iba desencaminada en su valoración física del atleta, y el padre de Ocampo, ex futbolista de Atlante y fanático del América, pensó en su día que su hijo podría seguir sus pasos sobre la cancha. “Tenía miedo de que, si me apuntaba a fútbol de pequeño, me aburriría, así que me apuntó a clavados para que me aburriera allí y luego me cambiara. Pero le salió mal porque aquí sigo”, contaba Ocampo, quien también se considera americanista y juega al fútbol con sus amigos, siempre de delantero.

Pacheco, quien se declaró “malísimo en fútbol” y lleva 19 años dedicándose a los saltos, fue un poco más disperso, distrayéndose  con deportes varios como el basquetbol y el ajedrez; aunque nunca lo suficiente como para apartar la vista del trampolín. “Cuando era pequeño, si perdía echaba más berrinche y pateaba cosas, pero ahora me lo tomo con más tranquilidad”, explicó, reconociendo que la convivencia con Espinosa ayuda a apoyarse mutuamente en los buenos y malos momentos de las competencias.

La clavadista, como el resto de compañeros, lo abrazó efusivamente nada más confirmarse un bronce balsámico para la delegación mexicana.

“La verdad es que no pensamos que podíamos ganar medalla”, reconocíó Ma. “Había cuatro países muy fuertes por pasar, con mucha experiencia. Jahir y Rommel llevaban poco tiempo saltando juntos. Yo esperaba tan solo que mejoraran. Quería ganar, pero era difícil para mí presionar a mis alumnos. No pensaba que iban a llegar a podio pero estoy muy contenta por los dos y les he felicitado. Creo que aún pueden mejorar con más tiempo juntos”, analizó la entrenadora.

Lo cierto es que la asiática, perfeccionista como pocos, destilaba escepticismo sobre las posibilidades de sus pupilos en la mañana. “Es muy difícil ir por medalla. Hay parejas que han ganado mundiales y Juegos Olímpicos enfrente. Ellos se están acoplando. Tienen diferentes ritmos y salidas”, valoró Ma, cuyo principal objetivo era perfeccionar la técnica de Pacheco en los tres metros trampolín de cara a Rio de Janeiro 2016.

Pero con el éxito en Barcelona llegan expectativas renovadas para ambos. Quien lo hubiera dicho.

Rueda perdió los ‘goggles’, pero no el enfoque

[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – Lizeth Rueda tenía suficientes preocupaciones entre los nervios desbocados, el agarrotamiento de músculos, el cansancio físico y psíquico, el amontonamiento de brazos, piernas y codos al paso por las boyas y la peste que destilaban las turbias aguas del puerto de Barcelona como para extraviar la cabeza con un nuevo imprevisto; de esos que tan frecuentemente dinamitan las pruebas de natación en aguas abiertas.

Por eso cuando, en la penúltima vuelta, una rival le dio un golpe en una curva masificada, desplazando violentamente con su impacto los “goggles” de su cara, la nadadora mexicana no perdió ni los nervios ni el enfoque: buscó los anteojos, reubicados más cerca de lo que había sospechado en un principio, los reajustó sobre la marcha a la línea de visión original, y retomó su rumbo hacia la meta, reenganchándose al grupo original para acabar 22da clasificada en la maratón acuática de los 10 kilómetros del mundial de natación en categoría femenil.

Sí perdió un tiempo precioso. Unos 15 segundos, según sus cálculos, que quizás hubieron posibilitado una gesta aún mayor para la nativa de Gualajara de 19 años, quien quedó a tan solo 17.4 segundos de la eventual ganadora, la brasileña Poliana Okimoto.

Fue la primera nadadora latinoamericana en llegar a meta, dos puestos por delante de la venezolana Vicenia Navarro, y mejorando su propio 33er lugar en el mundial previo. Y, aunque México había firmado en el pasado mejores clasificaciones mundialistas, concretamente el puesto 19 de Alejandra González hace cuatro años, era la primera vez que la diferencia con la primera se reducía tanto, hecho que llenó a la protagonista de satisfacción.

“Estoy algo cansada, pero el dolor lo compensa la felicidad que tengo. Fue mi mejor resultado, y México nunca había conseguido estar tan cerca, lo que me hace muy feliz”, expresó la nadadora, aún empapada de sudor, sal y grasa, intentando reponerse en la zona de descanso reservada a los atletas. “No me esperaba un resultado así, pero lo tenía en mente. Siempre me han enseñado a pensar en lo inimaginable para alcanzarlo. Hay que verse más allá de las posibilidades de uno. Me aferré todo el rato a conseguirlo”, expuso.

La capacidad de visionado de la nadadora pasó del ámbito conceptual al físico en plena carrera, cuando su principal elemento orientativo quedó descentrado. “Me tiraron los “goggles”, y rápido traté de recuperarlos y volver a ponérmelos, pero entre lo que te paras, el grupo sigue avanzando y perdí un poco mi lugar. Pensé que habían caído al agua y los busqué desesperada, pero tan solo se me habían quedado atrás de la cabeza, con la gorra también desplazada. Me los acomodé rápido, no me di por vencida e intenté pegarme al grupo puntero. Creo que mi mente me ayudó mucho a motivarme, echarme porras todo el tiempo y disfrutar, estando atenta a todo lo que pasaba delante de mí”, relató.

Los juegos mentales suelen ser un recurso tan habitual como el golpe de riñón en los fondistas. Y Rueda, quien también compite en triatlones, reconoció que, sin perder jamás el enfoque, acostumbra a intentar divertirse al máximo bajo el agua, ya sea tatareando la canción de moda o lo que se le pase por la cabeza. “Los nervios me estaban comiendo al inicio de la carrera, que fue muy duro. Pero una vez en al agua me relajé, disfruté y pude concentrarme en seguir avanzando”, explicó, zanjando el incidente de los “goggles” bajo la máxima de que, lo que pasa en el agua, queda en el agua. “A veces te fijas en quien fue la nadadora, pero lo vas perdiendo. No se toma nada a pecho y no puedes pensar en los rozones en una competición así. Si te pegan, ni modo: toca pensar que fue sin mala intención y continuar”.

La tapatía, también consciente de que su cuerpo más bien menudo no da para según qué luchas acuáticas, señaló que los jueces se esfuerzan por estar cada vez más encima y, por lo general, han logrado limpiar la competición del clásico juego sucio.

No puede decirse lo mismo de las aguas del puerto barcelonés que, calentadas por el sol y contaminadas por el petróleo de los barcos, hacen poco apetecible un aventón. “Está muy sucia. El otro día salía con una mancha enorme de aceite en el hombro”, reía Rueda, formada en piscina, donde sigue entrenando, y en su día recelosa de las aguas abiertas.

“Al principio le daba pánico la fauna marina y tuvo varios abandonos”, explicó su entrenador, Luis Miguel Chávez, quien destacó la perseverancia como principal virtud de su pupila, a la que ve capacitada para competir con las mejores tras consolidarse en Barcelona.

La mexicana esquivó en esta ocasión a las medusas que la jornada anterior habían picado a compañeros como el argentino Guillermo Bertola, aunque también sufrió en alguna ocasión el ataque de moluscos urticantes. “Me han picado malagüas, y muy fuerte, en Puerto Vallarta y Jalisco. Estaba preocupada porque un compañero sí me comentó que vio una medusa muy grande, pero tratas de disuadir ese pensamiento y centrarte en lo tuyo. Una vez también me quedé atorada en una boya con las sogas, otras te hunden o te pegan…. son los riesgos de las aguas abiertas”, dijo.

Adiestrada en la focalización de objetivos, Rueda no pierde tampoco de vista sus estudios universitarios de odontología, que combina con un exhaustivo régimen de entrenamiento diario, con sesiones incluso de madrugada, que deja poco espacio a la vida social. “Es muy sacrificado, pero sí me gusta salir a divertirme algún fin de semana. El ser humano también necesita despejarse y salir de la rutina”, consideró.

Entusiasta de Barcelona, a la que ya conocía de un campamento previo, la mexicana se dispuso a comer, sestear y disfrutar en medida de lo posible de la ciudad antes de su próxima competencia, el jueves en la prueba de los 5 kilómetros por equipos.

“Pero antes una ducha”, bromeó, torciendo la nariz, la aspirante a odontóloga. No fuera cuestión de perder también la sonrisa.

Espinosa y Orozco se quedan sin medalla, pero no sin ilusión

[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

Puede ser que a Paola Espinosa y Alejandra Orozco alguien les eche en cara la carencia de resultados en Barcelona, pero a la dupla de clavadistas mexicanas no se les podrá reprochar falta de ilusión.

En una jornada de luces y sombras, México sumó el lunes su primera medalla en el mundial de natación, pero también vivió su segunda gran decepción del certamen, al quedar ambas fuera del podio en la modalidad de los 10 metros sincronizados plataforma.

El día había empezado bien para la delegación mexicana con la presea de bronce asegurada por el saltador Alejandro Chávez en un metro trampolín pero, tras el mal sabor de boca que dejó el domingo la participación de Iván García y Germán Sánchez en los 10 metros sincronizados en plataforma, sin premio de medalla, Espinosa y Orozco también fallaron en categoría femenil, clasificando en el sexto lugar de su competencia.

El oro se lo adjudicó China, que domina los clavados en Barcelona con tres oros de los cuatro en disputa, mientras que  la pareja canadiense de Meaghan Benfeito y Roseline Filion, bronce en Londres 2012, quedó en segundo lugar, por delante de Pandelela Pamg y Mun Yee Leong, de Malasia, que se llevaron el bronce. La gran campeona china, Chen Ruolin, sumó su cuarto mundial consecutivo, esta vez acompañada por Liu Huixia.

En los pasados Juegos Olímpicos, México consiguió la medalla de plata en la modalidad, tanto en féminas como varones.

Espinosa y Orozco habían quedado segundas en la fase preliminar, lo que alimentó las esperanzas de los mexicanos.

“A veces se gana y a veces se pierde”, se encogió de hombros Espinosa tras confirmarse el sexto lugar final. “Estamos bien. Regresamos después de Juegos Olímpicos. Igual no fue una buena competencia pero seguiremos entrenando. Desde el principio en los obligatorios estuvimos un poco flojas, hasta el último clavado. Pero nada más nos hace falta un poco más de entrenamiento. Es el principio del ciclo olímpico y no pasa nada”, matizó.

La doble medallista olímpica relativizó así el mal desempeño en la capital catalana; aunque quizás las expectativas fueron desmesuradas desde el principio dado que, al contrario que en la preparación olímpica, la pareja gozó de menos tiempo para entrenar juntas sus clavados y la propia Espinosa regresaba de una operación de rodilla en enero.

“En la mañana tiramos igual, solo que las rivales lo hicieron peor y en la tarde mejoraron. La puntuación la siento justa. Los jueces son expertos en esto y creo que nos puntuaron muy bien”, valoró la clavadista, quien no quiso buscar excusas tampoco en un posible incremento de presión tras el patinazo de García y Sánchez el día anterior.

Al fin y al cabo, su objetivo principal sigue siendo el llegar en plenitud de facultades a los Juegos de 2016, en Rio de Janeiro.

Pero antes deberá competir también el sábado, en la prueba de tres metros trampolín, mientras que Orozco tendrá otra nueva oportunidad de demostrar sus habilidades en la modalidad individual de los 10 metros plataforma, el jueves.

“No hay decepción. Sabemos que el equipo mexicano es fuerte, con y sin medallas, y vamos a seguir trabajando”, prosiguió Espinosa, quien se inició en el mundo los clavados empujada por una tradición familiar de nadadores. “En comparación, la natación me aburría. Entonces me decidí por los clavados”, contó Espinosa, nativa del Distrito Federal pero mudada siendo bebé a California, donde practicó sus primeros saltos, antes de regresar a México a los 11 años.

Orozco, por su parte, empezó con la gimnasia y no se decantó por los trampolines hasta los 10 años, una edad un poco más tardía de lo habitual, y con el afán paterno de que rebajara su desbordante dosis de energía. “Empecé un poco grande y porque mis padres decían que era muy hiperactiva. Estaba todo el día jugando en la calle”, recordó la jalisciense, quien sintió “atracción inmediata por la altura” y hoy vive por y para los clavados.

“Me paso aproximadamente ocho horas diarias entrenando. Desde la mañana a la noche, y casi solo llego a casa para dormir. Pero no me cuesta sacrificar mi vida social. Es el plan que me hice, me entrego al cien por cien y es un gran orgullo que me hayan dado esta oportunidad. Me gusta mucho competir con Paola, porque también somos grandes amigas fuera de la piscina y nos apoyamos mucho en todo”, dijo Orozco.

Mirando el panorama de la ciudad desde lo alto de la montaña olímpica de Montjuic, la jalisciense se declaró admiradora de Barcelona y expresó su deseo de regresar algún día de visita, ya con más tiempo para recrearse. Esa, al menos, parecía ser su ilusión.