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Far, tardona “Lechuguita” quiere ser la primera

[Este artículo fue editado y publicado en agosto  de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – A María Fernanda Far le persigue cierta fama de despistada, y la incertidumbre de qué habría pasado con la nadadora de Panamá tras la prueba de los 400 metros combinados en el mundial de natación planeó un buen rato sobre la zona reservada a la prensa; hasta que “Lechuguita” apareció, bastante más tarde de lo normal, por la trastienda del Palau Sant Jordi de Barcelona.

“La llamamos así porque es muy fresca y siempre llega tarde”, reía su entrenador, Albino Díaz, quien lucha a diario por mantener a raya a la joven promesa del país caribeño, de apenas 15 años de edad y golosa por naturaleza. “Tengo que tenerla controlada para que no se me vaya de fiesta, aunque está en la edad”, insistió el celoso instructor, capaz incluso de vetarle las llamadas al hotel para eliminar distracciones.

Far, quien cerró con el 30er y último lugar del domingo su participación debutante en el certamen, no se había despistado en esta ocasión, sino que se rezagó para ver en primera persona las evoluciones de la española Mireia Belmonte, a quien admira “por su técnica y belleza”, en la siguiente preliminar.

Novata en la competencia, aún no se ha atrevido a cruzar palabra con muchas de las estrellas mundialistas; pero Far sí que no pierde enfoque de cuanto ocurre en las piletas, deseosa de absorber el máximo de detalles que la ayuden a perfeccionar su estilo, que la propia atleta define como “más basado en la fuerza que en la técnica”.

Díaz concede que, aunque “proyecta muy bien para una semifinal o final en Río”, la plusmarquista panameña debe mejorar ambos aspectos de cara a la cita olímpica, porque la genética familiar, “más bien gruesa”, juega en su contra.

Pero “Lechuguita”, hija única y “algo mimada”, según confesión propia, ha recorrido un largo camino desde que sus papás la apuntaran de pequeña a clases de gimnasia para perder peso.

“Me pasaba el día haciendo el vago y comiendo cualquier cosa, así que me metieron, pero no me gustaba nada y preferí el agua, que es mucho más divertida”, explicó tras analizar a fondo su última carrera. “Como soy mariposista le dl muy duro de inicio, luego en pecho fui bien, pero en dorso andaba un poco más cansada y, en libre, cerré con todo lo que tenía”, resumió Far, a quien Díaz jamás le echa en cara falta de ardor guerrero.

El instinto por la pelea, así como los genes mencionados por el preparador, lo heredó casi con  total seguridad de su papá, ex olímpico por Panamá en lucha en los Juegos de Atlanta 1996 y junto al que logró un hito deportivo en los pasados Juegos Centroamericanos de Costa Rica, en que padre e hija compitieron juntos bajo la misma bandera y nombre familiar.

“Nos hizo mucha ilusión. Él ganó bronce y yo dos platas. Pero para Rio ya no le veo porqué pasó los 40”, rió Far, quien no siguió los pasos de su progenitor “porque me pegaban mucho en lucha” pero sí tiene intención de nadar en Brasil.

“Ahora ya sé lo que es un mundial, rompí el hielo y no cometí ninguna trastada a pesar de los nervios”, consideró la panameña, cuyo objetivo en Barcelona no era otro que bajar sus tiempos de 2:22:35 en los 200 mariposa y 5:11 en los 400 combinados; misión cumplida en el primer caso para obtener boleto de Clase A a la próxima olimpiada juvenil.

Pero Díaz sí reveló la última de “Lechuguita” quien, en una de las jornadas de entrenamiento, se dejó el bañador en el hotel, debiendo recurrir a un préstamo de parte de la guatemalteca Gisela Morales.

Lejos de angustiarse durante las competencias, Far ha disfrutado al máximo de una experiencia que espera le lleve a cotas más altas en el futuro y, además  de los espaguetis del hotel que calificó de “riquísimos” se quedó con “el trato de estrella: sales al carril y todo el mundo te aplaude en las presentaciones”.

A la atleta no le acompañaron en esta ocasión sus abuelitas Anastasia y Doris, asiduas de sus competencias locales, pero Far rompió puntualmente el veto telefónico para comunicarse con su familia y sentir su aliento desde la lejanía.

Su única queja de Barcelona es el no haber podido pasear más allá de una fugaz visita a la playa, cuyas aguas encontró “limpias pero frías”.

Poco tiempo le quedaba para hacer turismo a la mundialista, con vuelo madrugador de vuelta a Panamá. Seguramente le toque a Díaz picarle más de una vez a la puerta aunque, por lo visto en la pileta, da la sensación que “Lechuguita” ya despertó en Barcelona.

Los relevos del 4×100 despiden por la puerta grande a Medrano

[Este artículo fue editado y publicado en agosto  de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – La imagen de las cuatro nadadoras mexicanas, Fernanda González, Erica Dittmer, Liliana Ibáñez y Rita Medrano, con manos descansando en el hombro vecino, unidas en un solo abrazo, destilaba felicidad y complicidad. El aroma de la victoria, pese a acabar 13ras la prueba preliminar de los relevos 4×100 combinados el domingo en el mundial de natación, emanaba de la escena. Casi tanto como la sensación de melancolía por la despedida del certamen y el improvisado adiós de Rita Medrano

El grupo, Medrano incluida, se dobló de risa cuando a Dittmer se le escapó la noticia al comentar que “en los relevos nadas por tus amigas, no sola, y teníamos muchísimas de ganar por Rita, porque era su último evento y tenía que ser especial”.

Borracha de felicidad junto a sus compañeras, Medrano no alcanzó la zona mixta con planes de anunciar retirada alguna, pero aprovechó con desparpajo el momento para reconocer que “me vengo a estudiar a Madrid mi maestría de mercadotecnia. Necesito un pequeño descanso y ahora debo concentrarme un poco más en mi carrera profesional. Aunque irme con tan buen sabor de boca hace que te entren ganas de seguir, y la puerta siempre quedará abierta para regresar”.

La despedida no pudo ser mejor para la deportista de Aguascalientes ni el equipo de relevos, que cerró su participación en el certamen estableciendo un nuevo récord mexicano en la modalidad, al registrar un tiempo de 4:08:82.

No es que se tratara de ninguna sorpresa pues, ostentando cada una de sus integrantes la mejor marca nacional en sus especialidades respectivas (González en dorso, Medrano en mariposa, Dittmer en pecho e Ibáñez en libres), el combinado aterrizaba en Barcelona como el mejor equipo de relevos de la historia de su país.

Pero el certamen había transcurrido con mezcla de luces y sombras para las nadadoras en sus competencias individuales, donde se bajaron algunas marcas y en otros casos se subieron; como cuando un fatídico error de vestimenta le costó caro a Ibáñez en su prueba inaugural.

“Teníamos ganas de demostrar lo que de verdad somos, y es un gran orgullo y un honor compartir el récord absoluto con ellas, que son grandes atletas y personas”, expresó González, instantáneamente secunda por Ibáñéz. “¡Qué bonito! Nada mejor que cerrarlo con tus amigas. Estoy muy alegre”, siguió la guanajuatense, quien llegó incluso a plantearse abandonar el mundial después de que la elección de un bañador demasiado grande lastrará su desempeño en los 200 libres. “Rita no me dejó. Es una de las personas que han impactado mi vida en positivo dentro y fuera del agua y me enseña cada día algo nuevo y bueno”, dijo.

Visiblemente emocionada, Medrano intercedió para subrayar que “nos apoyamos las unas a las otras. Yo la conozco muy bien, sé la guerrera que hay en el fondo de ella, que nunca se da por vencida,  y que se darían al final los resultados”.

Aunque platicaron juntas en la víspera, no hubo necesidad de conclave alguno para inspirar la reacción, según confesó González: “Nos conocemos ya demasiado bien. A Liliana le gusta estar riendo para sacarse el estrés, pero sabe que a mí me gusta más estar callada y enfocada. Todas asumimos nuestro rol de liderazgo y sabíamos a lo que veníamos”.

Ibáñez, quizás la más expresiva en tareas motivadoras, remarcó que “no hizo falta siquiera charlar: con mirarnos a los ojos fue suficiente. El talento que hay en México es muy grande, y pronto estaremos en semifinales y finales. Solo nos falta un pasito, que un día nos llegue la magia y suceda”.

El récord en aguas mediterráneas sirvió, entre otras cosas, para reivindicar a la generación más talentosa de la historia de la natación mexicana y, de paso, despedir por la puerta grande a Medrano, quien dijo adiós con el corazón. “No tengo palabras para describir lo que sentí junto a estas grandes nadadoras que han marcado mi vida. Con cada una he vivido un momento especial y este es el más emotivo”, concluyó.

Y con esas palabras rompieron el coro, dispuestas a cambiarse y disfrutar de Barcelona, abandonando el pabellón por la puerta grande.

Sebastián, récord solitario en mundial de Barcelona

[Este artículo fue editado y publicado en agosto  de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – A Julia Sebastián le podía haber salido la vena del waterpolo por precedente familiar, pero a la nadadora argentina no le atraía demasiado la idea de pegarse patadas y codazos en la pileta o competir en grupo, prefiriendo la solitud de carril y el premio de la meta, al grito colectivo del gol.

“En mi club me dijeron de pasarme al waterpolo pero, cuando ya estás entre las mejores de Argentina en natación y formas parte de un seleccionado, eliges esa opción. Además, soy muy individualista y no sé cómo me iría en un deporte de equipo. Tampoco me gusta mucho el contacto”, reconoció el sábado desde el mundial de natación la oriunda de Santa Fe, cuyo abuelo, Mario Sebastián, compitió en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 como waterpolista.

Pero inclusa los atletas más taciturnos requieren de un cierto apoyo en los momentos complicados y Sebastián, quien se ha topado con más de una dificultad en el certamen, siente que le faltado un hombro amigo en Barcelona.

“Nosotros no tenemos la infraestructura que tiene el resto de países en nivel de médicos, piletas y demás. Mi entrenador no pudo acompañarme porque no había presupuesto para el viaje, que ya valía como unos 20.000 pesos. A pesar del apoyo de otros compañeros y entrenadores, me he sentido muy sola y desamparada. Y cuando no bajas los tiempos, te sientes más sola todavía, porque no hay con quien descargarse y hablar. A veces agarro un teléfono público y lo llamo, pero no es lo mismo”, lamentó la nadadora del Club Regatas de Santa Fe.

Ya previo al mundial, Sebastián había expresado su temor a que su preparador, Roberto Ortiz, no la pudiera acompañar al no recibir el apoyo estatal del que goza la atleta, becada a título individual.

La santafecina de 19 años no pudo superar ninguna de las rondas preliminares de las que participó en el certamen, pero la adversidad no impidió que, en su última carrera, dejara su marca en forma de récord nacional, bajando su registro previo de 32.37 segundos a los 32.28 en la prueba de los 50 metros pecho.

“Habíamos entrenado para los 200 y físicamente estaba muy bien. Pero la carrera fue muy dura, era la primera vez que disputaba un mundial de distancias largas y me puse muy nerviosa, que es algo que nunca me ocurre. Incluso temblaba antes de saltar al agua. Hoy vine mucho más relajada y se dio la marca”, resumió Sebastián, quien había quedado 26ta en la anterior prueba y dentro de una semana volverá a competir en Brasil con la intención de “demostrar todo lo que entrene y que no se vio acá”.

La experiencia de Barcelona, aunque valorada en positivo “porque me dio experiencia” es la segunda espina clavada de la argentina en poco más de un año, pues se quedó a las puertas de Londres 2012 por unas pírricas 20 centésimas de segundo que, sin embargo en la natación, representan todo un mundo de diferencia. “Quedé novena en la clasificación y se llevaron a ocho a los juegos”, recordó con amargura, recién cerrada su participación mundialista pero con la mira puesta ya en Río 2016, donde espera representar nuevamente a su país.

Desentendida del fútbol “porque se come todos los demás deportes amateurs y eso me molesta”, Sebastián hizo también alguna que otra pirueta en la gimnasia hasta que su cuerpo se desarrolló “y tenía un tamaño de rugby que no pegaba con el resto de compañeras”.

Finalmente tampoco siguió los pasos de su abuelo, ya fallecido, en el waterpolo. Pero, pese al desengaño de Londres, sí ha competido internacionalmente en certámenes de nivel internacional y siente que “se dieron muchas coincidencias entre nosotros. Yo no creo en Dios ni esas cosas, pero creo que él siempre está acá conmigo”.

Y al menos, en esos momentos, la nadadora se siente un poco menos sola.

Reforzada en Barcelona, ansiosa Pinto busca un sitio entre la élite

[Este artículo fue editado y publicado en agosto  de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – Andreina Pinto, la “guerrera de los tres ovarios” según descripción de su ex entrenador y perpetuo mentor, Manuel Marín, no acabó del todo contenta el sábado su participación en el mundial de natación.

Y nada tuvo que ver en ello la peculiar anécdota que delata su naturaleza “ansiosa”, también señalada por Marín y reconocida por la atleta de Maracay quien, en siete jornadas de competencias en Barcelona, consiguió situar en el mapa internacional la natación venezolana: aunque ella misma no siempre acabara de ubicarse del todo.

“Estaba nerviosa antes de las competencias. Le tenía temor a la presentación y me equivoqué de carril de salida en los 200 metros mariposa y también en los 400 libres, donde además me tropecé. Fue muy vergonzoso para mí y la obsesión era no repetirlo en la final y situarme perfecta. Por suerte esta vez lo conseguí”, sonrió la joven de 21 años a quien apodan “La Negra”, al recordar su malpaso.

Pinto se despidió del certamen con logros considerables como el haber clasificado a una final femenil por primera vez en la historia de su país y figurar también como la única latinoamericana en disputar dos finales de natación en Barcelona.

También rebajó el miércoles la mejor marca de Venezuela en los 200 mariposa, que ya era de su propiedad, estableciendo un nuevo récord nacional.

Pero la reacción inmediata de la aragüeña tras su última carrera no fue otra que molestarse por acabar séptima con tiempo de 8:29:37 en la final de los 800 metros libres en que la estadounidense Katie Ledecky estableció un ritmo diabólico y un nuevo récord del mundo.

“No sé qué me pasa que, cuando más busco una prueba, peor lo hago. Subí mi tiempo en la distancia que mejor había preparado. Ya fue un milagro que clasificara en la preliminar con el tiempo que hice. Pensé que hoy sería diferente, pero todavía estoy sorprendida con mi crono”, lamentó, recordando también su sexto lugar en la final de los 400.

La nadadora aseguró haberse sentido “perfecta” a lo largo de la jornada, y volvió a tomar la escena de la final con sus ya tradicionales botas negras peludas, que ofician tanto de calentadoras de pies como de talismán.

Pero la salida no fue buena y, a partir de allí, la “guerrera” de Marín tuvo la sensación de que la carrera se le hacía demasiado cuesta arriba. “El arranque fue muy rápido y mentalmente me desmotivé porque es una prueba larga y tuve la sensación de que nunca iba a recuperarme”, concedió.

La ansiedad quizás seas una arma de doble filo para la venezolana en carrera, pero sus seguidores esperan que ese mismo impulso le permita mejorar aún más sus prestaciones en el próximo mundial y, cómo no, los Juegos Olímpicos. “Mi meta será llegar al mundial con una marca por debajo y no buscarla en la competencia, porque eso da más confianza. También me gustaría disputar más carreras en otras modalidades, porque la espera entre una y otra me desconcentra y me saca de la competencia”, consideró.

Pero, pese a su latente inconformismo, Pinto quiso resaltar los aspectos positivos que se lleva de Barcelona.

“Me voy contenta por mis dos finales y una semifinal. Siento que, ahora, las rivales ya me conocen, me saludan y me desean suerte. Eso me agrada y, en el próximo mundial espero estar en el podio”, acabó la mundialista, pensando ya en como situarse entre la élite.

Ibáñez al fin da la talla en el mundial de natación

[Este artículo fue editado y publicado en agosto  de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – Tras acabar 30ma en la prueba preliminar de los 200 metros libres el pasado martes en el mundial de natación, Liliana Ibáñez rompió a llorar desconsolada, enrabietada consigo misma e incapaz de asimilar como un detalle tan pequeño había podido tirar por la borda tantas horas de duro sacrificio.

Furiosa, la mexicana ni siquiera fue a aflojar a la pileta de entrenamiento: salió del pabellón del Palau Sant Jordi de Barcelona rumbo al tenderete que una de las marcas patrocinadoras tiene asignado en el vecino Village  y compró un bañador de su talla.

Las tres últimas palabras resultan claves en el relato de Ibáñez quien, cuatro días después, mejoró sus prestaciones al rebajar su propio récord nacional de los 50 libres y reveló, ya un poco más aliviada, el porqué de sus discretas prestaciones en la prueba inaugural.

“Fue un error terrible: bajé 12 libras desde la última vez que había competido con el traje de carrera, hace cuatro meses, y no se me pasó por la cabeza que, al reducir tamaño, también debía haber cambiado la talla del traje por otra más pequeña. Entraba agua y, al final, era un paracaídas, completamente pesado y, cuanto más rápido iba, peor. Me arruinó la competencia y significó uno de los días más duros de mi vida”, lamentó la oriunda de Guanajuato, quien venía usando la misma talla 25 en los últimos seis años y, ni ella ni sus entrenadores cayeron en la cuenta cuando le pidieron número para el modelo mundialista.

“Todos estamos frustrados, decepcionados y tristes pero, al mismo tiempo, teníamos muchas ganas de salir de esto para demostrar que veníamos de trabajar como nunca”, dijo la joven de 21 años, ya capaz de esbozar una sonrisa al recordar el mensaje que le transmitió su madre unos días después por vía telefónica: “¡Me dijo que peor ya no me podía ir! Pero la verdad, me fue bien porque me di cuenta que no tenía nada que perder”.

Las sensaciones al término de su cuarta prueba, en que también acabó fuera del corte, fueron muy distintas pata Ibáñez. Nada más salir del agua, visionó con mezcla de entusiasmo y desespero el resto de preliminares por el televisor de la zona mixta, acompañada por su rival, la colombiana Carolina Colorado, con quien se fundió en un sentido abrazo tras confirmarse su eliminación.

“Este resultado significa muchísimo por lo ocurrido y porque llevaba cinco años en 25.70 segundos y hoy le bajé a 25:51 y me quedé a solo tres décimas de la semifinal. Me duele un poquito pero me voy muy contenta, porque hoy sucedió lo que tenía que suceder”, valoró.

La guanajuatense reconoció que no le fue fácil recuperarse anímicamente del chasco de los 200 y, de no ser por la intervención de su mejor amiga, la también nadadora Rita Medrano, muy probablemente no hubiera llegado la posterior reacción. “Después de aquel golpe, no quería saber nada: me hubiera regresado a México. Quería alocarme en el hotel comiendo lo que fuera, pero ella no me dejó y me recordó que aun me quedaban competencias”, dijo Ibáñez, a quien todavía le quedan los relevos combinados del 4×100 en la jornada de clausura.

Su entrenadora, la estadounidense Tanica Jameson, aprovechó también el revés para retar a su discípula, a la que espetó que, si no reaccionaba ante tal adversidad entonces, tampoco o lo haría nunca en una final olímpica.

“Tuve que olvidarlo y pasar página. Eso fue lo difícil, porque yo en el agua estoy perfecta pero, si no está la mente, ya puedes haber entrenado para batir el récord mundial, que no lo rompes”, sentenció.

Estudiante de planeación urbana en la universidad texana de College Station, donde entrena junto a Medrano, Ibáñez exhibió su pasión y conocimiento de la materia en su atinado análisis de Barcelona, ciudad que considera “inspiradora porque, estés donde estés, sientes el ambiente por la arquitectura. No está rodeada por los edificios. Los edificios están rodeados por Barcelona”, expuso, deseosa de visitar las obras de Antoni Gaudí en sus horas libres.

Cualquier lugar, menos la tienda de bañadores.

Yee Rodriguez construye para el futuro en Barcelona

[Este artículo fue editado y publicado en agosto  de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – Antes de competir el viernes en la prueba preliminar de los 100 metros mariposa en el mundial de natación, Ricardo Yee Rodríguez tuvo tiempo de bajar los escalones que separan el pabellón Palau Sant Jordi de la Plaza España y admirar desde lugar de privilegio la espectacular panorámica de Barcelona, con la célebre basílica de la Sagrada Familia como ineludible punto de referencia.

“Solo la vi desde lejos, pero espero pasarme pronto para apreciarla de cerca. Es lo primero que quiero hacer”, dijo el joven de 22 años quien, además de representar a Panamá en el certamen, cursa estudios de arquitectura y sueña con edificar algo significativo en el futuro; aunque con objetivos menos ambiciosos que los del venerado maestro Antoni Gaudí.

Por ahora, el oriundo de la ciudad de Chitre, en la provincia de Herrera, batalla para construirse un futuro exitoso en el mundo de la natación y, pese a finalizar con un crono de 55.82 que le valió apenas el 39no lugar, lejos de los 16 clasificados a la semifinal, se declaró “bastante satisfecho” de su desempeño. “Bajé en casi un segundo mi mejor marca, lo que está muy bien. Quería hacer un 54 alto pero no se pudo. Será para la próxima”, manifestó el nadador, consciente de que el paso a la siguiente ronda se presentaba casi imposible a estas alturas de su carrera. “Habría que hacer un 52 y me falta todavía un poco. El objetivo aquí era bajar mis marcas y ahora toca seguir mejorando para estar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro”.

El panameño también había disputado el domingo la carrera preliminar de los 50 metros mariposa, en que rozó su mejor tiempo pese a quedar lastrado por una mala salida y acabar 43ro.

Pero Yee Rodríguez, quien reveló que suele darse ánimos a sí mismo en plena carrera, en ningún momento desesperó; quizás por defecto de  formación profesional, entendedor de que cualquier obra sustanciosa debe basar su sostenibilidad en unos bueno cimientos.

Paso a paso, ladrillo a ladrillo, carrera a carrera, el mundialista debutante espera ir progresando hasta convertirse en un nadador completo, capaz de defenderse en diferentes distancias y condiciones. Al fin y al cabo, recuerda con clarividencia como progresó de los llantos infantiles al deporte de la alta competición.

“Mis papás eran asmáticos y me apuntaron de pequeño a natación como fortalecimiento, pero no me gustaba y tenían que arrástrame hasta la piscina. Montaba unos berrinches tremendos: cuando estaba en el agua lloraba y decía que me dolía el estomago para que me sacaran, pero ni caso. Al final empecé a nadar, me gustó y, luego, un entrenador cubano probó de apuntarme a una competencia. Me fue muy bien, seguí entrenando desde los siete años y aquí estoy”, relató.

Cuestión de paciencia requiere también la combinación de sus estudios, que cursa en la universidad mexicana de Guadalajara, con la natación de élite. “Es costoso, pero me falta un año y medio para acabar la carrera y me gusta mucho, porque me permite proyectar mis ideas en algo. No puedo dejar ni una cosa ni la otra”, expuso el nadador, quien suele escuchar música previo las competencias pero, perezoso en cuanto a decisiones, recurre al modo “shuffle” y sale a la piscina al son de lo que caiga.

Puesto en la difícil situación de escoger entre una medalla de oro en natación o la construcción de un edificio memorable, Yee Rodríguez dudó y no llegó a decidirse, postergando para más adelante la elección definitiva.

No hay prisa para el panameño quien, paso a paso, ladrillo a ladrillo, carrera a carrera, espera resolver el acertijo.

Mexicana González no pudo cambiar el decorado

[Este artículo fue editado y publicado en agosto  de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – Si algo se le da bien, aparte de la natación, a la polifacética María Fernanda González, es comunicar.

Pero a la nadadora mexicana no le salieron las cosas el viernes en el mundial de natación de Barcelona, cayendo eliminada por tercera vez consecutiva de una prueba individual preliminar y, además,  en su especialidad: los 200 metros espalda.

Tampoco le salieron fluidas las palabras al acabara la prueba. Fundida tanto en lo físico como en lo anímico, debió pausar en cuclillas, recogerse el pelo y secarse la cara antes de atender con rostro desencajado a los medios televisivos y tomar aire adicional en el vestuario.

Ya más recompuesta del mareo y con mejor aspecto, González analizó la carrera, en que acabó con un crono de 2:12:53 que solo le valió el 18vo lugar, dos por debajo del corte clasificatorio a las semifinales de la tarde.

“No salieron las cosas como yo quería. El tiempo no es malo ni nada. Subí un segundo y medio y, aunque no es lo esperado en un mundial (la estadounidense, ganadora de cuatro oros en Barcelona) Missy Franklin subió tres segundos de su mejor marca y está en una final. A veces uno en la mañana no se siente lo más óptimo y… pues así son los heats (preliminares). Desgraciadamente yo todavía no tengo el nivel de Missy, que se puede dar ese lujo, así que debo seguir trabajando y poniendo todo de mi parte”, dijo, al tiempo que recuperaba fuerzas dando un bocado a una banana.

La defeña, que había confesado errores de estilo en sus dos anteriores competencias individuales, los 50 y 100 metros espalda, donde tampoco superó la ronda inicial, no repitió en esta ocasión la fallas en el toque que la habían condenado previamente, aunque valoró su influencia negativa en los 200.

“Me sentí bien en la carrera, demasiado bien incluso. Cuando saqué la cabeza del agua esperaba ver un mejor tiempo, sobre los 2:11, para clasificar. Lo di todo en la alberca y al final salí mareada, con el cuerpo hecho trizas, pero de eso se trata. Si hubiera estado más concentrada en los 100, sin cometer errores, quizás hubiera entrado con más confianza en los 200 y la historia hubiera cambiado. La factura me salió cara”, consideró.

Pese al coraje expresado, González quiso pasar página cuanto antes para afrontar con garantías su última prueba en los relevos 4×100 del domingo y centrarse en próximos compromisos nacionales como serán los Juegos Centroamericanos de 2014 en Veracruz, el siguiente mundial en Kazan en 2015 y, cómo no, los Juegos Olímpicos de Río 2016.

“No puedo tirarme al suelo y hacerme la mártir. No me voy a morir ni me voy a retirar. Tengo fe en que va a salir porque he puesto el trabajo, estoy muy contenta con mis entrenadores y veo los resultados en mis otros compañeros, como la venezolana Andreina Pinto, quien está pasando a finales. Con el tiempo voy a ser igual que los que ganan medallas”, concluyó González, aficionada también al interiorismo y que, de lo primero que hizo en Barcelona fue cambiar la distribución de los muebles de su habitación de hotel.

“Tenían las dos camas juntas y las separé, puse una mesa en medio y moví otro mueble”, había revelado el lunes tras su eliminación en los 100 metros y aún confiada en recuperar su mejor forma en los 200.

González redobló con ese ánimo sus esfuerzos en los siguientes entrenamientos pero, apenas cuatro días después en su escenario predilecto, se vio incapaz de alterar el decorado.

Último hombre Gutiérrez barre récord, no cuello

[Este artículo fue editado y publicado en agosto  de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – Como último hombre de la línea de defensa de su equipo de fútbol, Allan Gabriel Gutiérrez no se andaba con chiquitas a la hora de frenar a los delanteros contrarios.

“Una vez barrí a uno por el cuello”, espetó el viernes el hondureño, separado de los periodistas que cubren el mundial de natación por una barrera metálica, aunque aparentemente más manso de lo que su aseveración indicaba.

Luciendo únicamente bañador y recién sumergido en el agua clorificada de la piscina del Palau Sant Jordi, costaba imaginar al contundente defensor descrito por el sonriente Gutiérrez, quien acabó en 47mo lugar la tanda preliminar de los 50 metros libres, la más explosiva que se disputa en el certamen.

Pese a no clasificar a las semifinales de la tarde, el oriundo de San Pedro Sula andaba contento por haber bajado su anterior marca de los 23.58 segundos, récord nacional, a los 23:47. El nadador de 19 años no venía con otro objetivo deportivo a Barcelona, más allá de rebajar sus tiempos y seguir progresando de cara a competir en los próximos Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro 2016.

“Necesito bajar antes mi marca en los 100 metros por unos dos segundos”, reconoció el mundialista, quien el miércoles acabó su anterior carrera con un crono de 51:69, superior en 3.98 al del eventual campeón, el australiano James “Mísil” Magnussen. “Para asegurar Río, hay que bajar de los 50”, insistió.

Su entrenador, José Leonardo González, le critica a menudo la ansiedad que frena ocasionalmente su sprint final en las competencias y que, el viernes, volvió a jugarle una mala pasada. “Patiné un poco, porque me emociono cuando veo que llego y muevo demasiado los brazos”, concedió el discípulo.

Quizás ese arrebato provenga de sus tiempos de central impetuoso, aunque Gutiérrez pronto cambiara los botines y las canchas de tierra por el gorro de látex y el agua cristalina, donde se siente un espíritu libre. “En el fútbol dependía de otros, mientras que la natación es más individual y tienes que valerte por ti mismo en lo bueno y en lo malo. Yo podía hacer el partido de mi vida y marcar tres goles que, si el portera tenía un mal día y le metían cuatro, no valía de nada”, razonó.

Pero todo apunta a que la verdadera lucha de Gutiérrez, quien cursa estudios de biología en Florida, está en acabar de adaptarse a las pruebas de velocidad después de competir en distancias más largas como los 200 y 400 metros en el mundial de Shanghai y los pasados Juegos Olímpicos. “Decidí cambiar hace un año, porque se me daban mejor las carreras cortas, aunque todavía me falta masa muscular para competir con los mejores”, explicó el sampedrano.

Igualmente aficionado al basquetbol, se limita ahora a ver el fútbol por televisión aunque, en su visita a la capital catalana, se trazara hace tiempo otro objetivo que nada tiene que ver con sus marcas en la pileta.

“Quería ver jugar a (Lionel) Messi y Neymar juntos y desde Honduras saqué boletos por Internet para ver el partido del Barcelona con el Santos”, reveló ilusionado, refiriéndose al amistoso que jugaría en la tarde el equipo brasileño en feudo azulgrana.

Cerrada con relativo éxito su participación mundialista y con tres días por delante antes de regresar a Honduras, nadie le iba a negar a Gutiérrez el placer de pisar el Camp Nou para ver a sus ídolos… siempre que no acudiera en calidad de último hombre.

Como delantero en mala racha, Murillo se va en blanco de Barcelona

[Este artículo fue editado y publicado en agosto  de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – A pocos minutos de finalizar 26to la carrera preliminar de los 200 metros pecho en el mundial de natación el jueves, una clasificación que le dejaba fuera de la semifinal y cerraba en blanco su participación en el certamen, Jorge Murillo volvía a estar en remojo, junto a tantos otros nadadores, en la piscina de calentamiento adjunta al Palau Sant Jordi.

Apoyado sobre el borde de la pileta, el colombiano conversaba con otro eliminado, el venezolano Carlos Claverie, sobre el discurrir de la competencia mientras su entrenador, José Neber Arias, contemplaba la escena visiblemente contrariado.

“¿Qué pasó?”, le había preguntado instantes antes, nada más verlo salir exhausto de la piscina central, donde el oriundo de Antioquia registró un tiempo de 2:14:06, ampliamente inferior a las expectativas del preparador.

“No estoy para nada satisfecho. Habíamos trabajado muy duro y él tenía que lograr una marca sobre los 2:11. Su mejor tiempo está en 2:13:96 y no entiendo qué pasó: se encontraba bien, hizo el récord nacional en el 50 pecho y casi en el 100… pero es un chaval joven que todavía se asusta y es temeroso. Iba en la última serie y le pudo la ansiedad, pero él debe ser capaz de controlar este tipo de situaciones”, lamentó Arias después de que su pupilo se despidiera sin superar ninguna de las fases preliminares que disputó: tampoco el domingo en los 100 metros, en que acabó 26to, ni el martes en los 50, cuando fue 37mo.

A pesar de su bisoñez, con apenas 21 años cumplidos, Murillo no es ningún novato en el mundo de la natación, habiendo participado previamente de los mundiales de Shanghai 2011 y Roma 2009 y siendo plusmarquista de su país, donde se le considera sucesor de Pablo Restrepo.

“Tenemos que ir bajando tiempos. Para estar en la olimpiada necesitamos llegar a 2:10”, subrayó Arias, antes de enumerar las virtudes de su alumno, al que espera reconducir cuanto antes. “Es un tipo humilde, atento, muy piloso y trabajador, que ha sacrificado sus estudios por la natación. Por eso nos duele que los resultados no se den”, repitió.

Murillo anduvo a buen ritmo durante la primera parte de la prueba, pero se fundió en la segunda. “La carrera fue muy fuerte y exigente. Estuvimos cerca de mi mejor marca, pero son procesos. Los primeros 100 metros fueron un poco rápidos y, lamentablemente, sentí el desgaste al final”, resumió el antioqueño, quien se fue con mal sabor de boca de Barcelona pero sin dramatismo. “Me voy triste por no haber realizado dos marcas de las que quería. Pero suele pasar que uno viene mentalizado para unas pruebas y luego lo hace mejor en las que no lo espera: para mí fue en el primer día en los 100 metros, cuando baje mi propia marca. Hoy no fue el día”, concluyó el nadador, ávido consumidor literario, e igualmente desencantado con su última lectura de título altamente susceptible: “Las noches blancas”, de Fiodor Dostoyevski.

El joven al que apodan “La Trucha” en su país no siempre fue criatura marina, pues antes de la natación le dio al fútbol, y razonablemente bien, en las divisiones inferiores de Envigado, oficiando de delantero.

Quizás fuera en parte por ellos que se tomó con resignación su discreto desempeño en el mundial. Los goleadores de raza viven del gol y sufren en solitario las malas rachas, confiando siempre en que sean pasajeras.

 

Claverie ya no rompe raquetas, solo récords

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – Hijo del tenista profesional Carlos Claverie, con quien comparte nombre, apellido y aptitudes atléticas, al primogénito no se le daba nada mal lo de golpear la pelotita amarilla por encima de la red. La ilusión desde pequeño era emular en medida de lo posible la carrera del padre pero, en las ocasiones donde las cosas no se le daban, al competitivo Claveríe se le calentaba en exceso la sangre, y entonces la tomaba con lo que tenía más a mano: la raqueta.

“Soy muy picado (temperamental), y de chiquito me ponía a llorar cuando perdía y le arrancaba a la raqueta”, recuerda el hoy representante de Venezuela en el mundial de natación.

No hubo tal reacción el jueves en la piscina del Palau Sant Jordi de Barcelona, sin raquetas visibles en las cercanías; únicamente gorros de latex y anteojos acuáticos como posibles e inocuas armas arrojadizas.

Pero tampoco hubo motivo para el enfado. Todo lo contrario: el oriundo de Caracas, debutante en un mundial, pudo registrar un tiempo de 2:15:76 que, si bien no le sirvió para entrar en la semifinal de los 200 metros pecho, pues acabó 30mo clasificado de 43 participantes, sí le valió escribir su nombre en la historia de la natación venezolana con un nuevo récord nacional.

“Me encontré chévere. La piscina es muy rápida y me siento contento con el resultado. El objetivo era mantener mi marca y la bajé, incluso. No me lo esperaba porque la intención principal era prepararme para el mundial juvenil de Dubai, dentro de tres semanas”, se sinceró Claverie, de 16 años, quien ostentaba el récord previo con una marca de 2:15:92.

El caraqueño se inició en la práctica de la natación y el tenis simultáneamente a la edad de cinco años, pero finalmente se decantó por la vía acuática a los 12, cuando vio claras sus aptitudes físicas y coincidió con su padre, integrante del equipo venezolano que jugó la Copa Davis en los años 80, que lo mejor era iniciar un camino propio en el ámbito deportivo.  “El tenis me encanta, pero no era tan bueno y se necesita mucha mente. Mi papá dice que así es mejor porque entonces no se entromete tanto en mi deporte. Como no sabe de natación…”, sonrió el talento juvenil, quien escucha música electrónica hasta el último instante antes de tirarse a la piscina, donde el mal perder le sale más a cuenta. “Ahora cuando no lo hago bien ya no rompo raquetas. Me pongo bravo y le doy más duro en la siguiente prueba para bajar mi marca”, dijo.

Esa ansiedad a veces le sigue jugando malas pasadas en las competencias y el aspecto mental es el más corregido por su entrenador Manuel Marín, aún sabiendo que al joven le queda mucho por aprender. “Es alto, corpulento y aún debe crecer más. Tenemos que trabajar la parte física, añadiendo unos seis kilos de masa muscular. Pero todavía le falta experiencia y no hemos querido apurarlo. Aquí se compite a un nivel muy alto pero, aún así, ha bajado su tiempo y logrado un récord nacional. Estoy muy contento”, dijo el preparador, quien añadió entre las virtudes de su discípulo “la disciplina y competitividad de atleta heredada del padre y su inocencia juvenil” y consideró que “hay que tenerlo en cuenta para dentro de tres años, cuando pueda hacer cosas importantes”.

Pendiente de finalizar sus estudios de bachiller en un año, Claverie goza por ahora los numerosos viajes que le permite abordar el mundo de la natación de alto nivel y ya tiene el objetivo de viajar a Brasil para los juegos olímpicos de 2016.  “Río lo tengo allí en la mente. Voy a seguir entrenando a ver si clasifico, aunque primero quiero alcanzar una final en Dubai y quizás lograr una medalla”, suspiró.

Y si no se da, no hay problema para Claverie, bien conforme en volver cuanto antes a la piscina y no romper otra cosa que no sean récords.