Claverie ya no rompe raquetas, solo récords

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – Hijo del tenista profesional Carlos Claverie, con quien comparte nombre, apellido y aptitudes atléticas, al primogénito no se le daba nada mal lo de golpear la pelotita amarilla por encima de la red. La ilusión desde pequeño era emular en medida de lo posible la carrera del padre pero, en las ocasiones donde las cosas no se le daban, al competitivo Claveríe se le calentaba en exceso la sangre, y entonces la tomaba con lo que tenía más a mano: la raqueta.

“Soy muy picado (temperamental), y de chiquito me ponía a llorar cuando perdía y le arrancaba a la raqueta”, recuerda el hoy representante de Venezuela en el mundial de natación.

No hubo tal reacción el jueves en la piscina del Palau Sant Jordi de Barcelona, sin raquetas visibles en las cercanías; únicamente gorros de latex y anteojos acuáticos como posibles e inocuas armas arrojadizas.

Pero tampoco hubo motivo para el enfado. Todo lo contrario: el oriundo de Caracas, debutante en un mundial, pudo registrar un tiempo de 2:15:76 que, si bien no le sirvió para entrar en la semifinal de los 200 metros pecho, pues acabó 30mo clasificado de 43 participantes, sí le valió escribir su nombre en la historia de la natación venezolana con un nuevo récord nacional.

“Me encontré chévere. La piscina es muy rápida y me siento contento con el resultado. El objetivo era mantener mi marca y la bajé, incluso. No me lo esperaba porque la intención principal era prepararme para el mundial juvenil de Dubai, dentro de tres semanas”, se sinceró Claverie, de 16 años, quien ostentaba el récord previo con una marca de 2:15:92.

El caraqueño se inició en la práctica de la natación y el tenis simultáneamente a la edad de cinco años, pero finalmente se decantó por la vía acuática a los 12, cuando vio claras sus aptitudes físicas y coincidió con su padre, integrante del equipo venezolano que jugó la Copa Davis en los años 80, que lo mejor era iniciar un camino propio en el ámbito deportivo.  “El tenis me encanta, pero no era tan bueno y se necesita mucha mente. Mi papá dice que así es mejor porque entonces no se entromete tanto en mi deporte. Como no sabe de natación…”, sonrió el talento juvenil, quien escucha música electrónica hasta el último instante antes de tirarse a la piscina, donde el mal perder le sale más a cuenta. “Ahora cuando no lo hago bien ya no rompo raquetas. Me pongo bravo y le doy más duro en la siguiente prueba para bajar mi marca”, dijo.

Esa ansiedad a veces le sigue jugando malas pasadas en las competencias y el aspecto mental es el más corregido por su entrenador Manuel Marín, aún sabiendo que al joven le queda mucho por aprender. “Es alto, corpulento y aún debe crecer más. Tenemos que trabajar la parte física, añadiendo unos seis kilos de masa muscular. Pero todavía le falta experiencia y no hemos querido apurarlo. Aquí se compite a un nivel muy alto pero, aún así, ha bajado su tiempo y logrado un récord nacional. Estoy muy contento”, dijo el preparador, quien añadió entre las virtudes de su discípulo “la disciplina y competitividad de atleta heredada del padre y su inocencia juvenil” y consideró que “hay que tenerlo en cuenta para dentro de tres años, cuando pueda hacer cosas importantes”.

Pendiente de finalizar sus estudios de bachiller en un año, Claverie goza por ahora los numerosos viajes que le permite abordar el mundo de la natación de alto nivel y ya tiene el objetivo de viajar a Brasil para los juegos olímpicos de 2016.  “Río lo tengo allí en la mente. Voy a seguir entrenando a ver si clasifico, aunque primero quiero alcanzar una final en Dubai y quizás lograr una medalla”, suspiró.

Y si no se da, no hay problema para Claverie, bien conforme en volver cuanto antes a la piscina y no romper otra cosa que no sean récords.

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