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Cubana Yaimé Pérez se quitó la espina con lanzamiento oro en Lima

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2019 por AGENCE FRANCE-PRESSE]

Por ALEX OLLER

LIMA, Perú (AFP) – Venía en dura pugna con su compatriota Denia Caballero desde hacía años, pero Yaimé  Pérez siempre acababa sucumbiendo a alguna que otra fatalidad. En los Juegos Panamericanos de Toronto-2015, mientras su compatriota se bañaba en oro, la oriunda de Santiago, un año menor, la miraba por debajo del hombro desde el segundo escalón del podio.

Y así, pese al parejo potencial entre ambas discobolas cubanas, solían acabar los grandes escenarios del programa internacional: Caballero, campeona mundial y medallista olímpica, respondía a la presión en las grandes citas, mientras que su compatriota y gran rival, aún dominando en ocasiones la temporada, no acabada de superar la magnitud del momento.

Hasta el martes en Lima.

Recién coronada en la final del lanzamiento de disco en los Juegos Panamericanos, Pérez se encontró de repente en lo alto del cajón, pero es que además miró a derecha e izquierda y no encontró a Caballero.

Solo las Brasileñas Andressa Oliveira y Fernanda Borges, con lanzamientos de 65,98 y 66,23 metros, respectivamente, se acercaron al nuevo récord panamericano de 66,58 registrado sobre la bocina y con máxima exigencia por Pérez, mientras que su compatriota acabó cuarta y sin presea, a escaso mes y medio de que se celebre el Mundial de atletismo en Doha.

“Esta medalla de oro significa mucho. Es algo que he estado buscando hace rato. A la hora de la verdad no podía lograr un buen resultado por la parte psicológica, pero ahora estuve concentrada para alcanzar está medalla de oro. No pensé en el récord, solo quería ganar”, se sinceró Pérez, quien venía de firmar su mejor marca personal el 16 de julio en Sotteville, Francia, cuando registró un lanzamiento de 69,39 en la Liga de Diamante, la mejor del año.

Pero los Panamericanos, como el Mundial o los Olímpicos, seguían siendo una asignatura pendiente para quien, hasta su reciente coronación, fue principal escolta de Caballero.

La caribeña de 28 años, que se inició en su modalidad a los 12 tras practicar pruebas combinadas y constatar que reunía las mejores condiciones para el lanzamiento de disco, siempre fue en franca progresión desde que registrara el 30mo lugar en los Juegos Olímpicos de Londres-2012: finalizó 11ra un año después en el Mundial de Moscó-2013, y fue plata en los Panamericanos de Toronto-2015 por detrás de Caballero.

Sintiendo que llegaba su momento, Pérez esperaba reivindicarse al fin en el Mundial de Pekín pocas semanas después pero, presa de los nervios, la entonces aspirante al trono acabó fuera del podio tras una dramática última tanda que alzó nuevamente a lo alto del cajón a su compañera.

Frustración, lágrimas y rabia desprendió entonces tras la competencia, consciente de la oportunidad perdida y la larga espera que le quedaba hasta una nueva chance en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro-2016.

“Del mundial no quiero ni hablar”, avisó nada más pisar Brasil, con las pulsaciones altas ante el inminente duelo con Caballero. “Es una espina que tengo clavada todavía. Pero me he preparado bastante bien y llego concentrada”, aseguró entonces Pérez, quien no se esforzó en esconder la fría relación entre ambas y acabó nuevamente frustrada: tras ser la mejor en la clasificación, se despidió con tres lanzamientos para el olvido en la final.

Londres-2017, cuando finalizó por primera vez mejor que Caballero, aunque solo cuarta y fuera de podio, quizás fuera un punto de inflexión, pero Pérez no se quitó la espina hasta dos años después en Lima.

Ibargüen hace agua en salto largo, ni abrirá fuego en triple y peligra el Mundial

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2019 por AGENCE FRANCE-PRESSE]

Por ALEX OLLER

LIMA, Perú (AFP) –  Caterine Ibargüen abrió los brazos, miró al cielo, se cacheteó los muslos, gritó, saltó y sonrió como siempre al despedirse de la fanaticada, pero el resultado de la colombiana este martes en su debut en los Juegos Panamericanos de Lima-2019 distó mucho de lo que en ella suele ser habitual.

La oriunda de Apartadó, declarada atleta del año 2018 por la IAAF (Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo) acabó lejos del triunfo y ni siquiera pisó el podio en la final del salto largo, donde se impuso con autoridad Chantel Malone, de Islas Vírgenes,  con marca de 6,68 metros.

Y eso no fue lo peor.

Tras la derrota, Ibargüen no se mostró contrariada, pero abrió dudas sobre su continuidad en la competencia.

“No se consiguió el objetivo pero termino tranquila. Colombia sabe que doy lo mejor de mí en cada instante, sin importar los problemas físicos. Vamos a ver qué pasa en los próximos días, tengo que esperar el parte médico para ver si me presentaré al salto triple”, dijo nada más finalizar la prueba.

Pero si cabían dudas, su entrenador Ubaldo Duany se encargó de zanjarlas minutos después.

“Está descartada para el viernes”, confirmó el cubano al transmitir un diagnóstico de lo más incierto, también de cara al Mundial de Catar, que arranca el 28 de septiembre.

“Sufre fascitis plantar en el pie izquierdo. Le duele desde Mónaco (el 12 de julio por la Liga del Diamante) y hemos tenido que reducir la carga de trabajo. Ya habíamos decidido hace dos semanas que no iba a estar en el salto triple en Lima. No sabemos aún si se pierde el Mundial. Vamos a ver en este transcurso de tiempo si se recupera. Está en las manos de los médicos”, informó Duany.

En Mónaco, Ibargüen terminó en un decepcionante sexto lugar en el triple salto, con 14,33 metros, en una prueba ganada por la venezolana Yulimar Rojas (14,98 metros), que sí estará presente en Lima-2019.

La noticia del día fue un nuevo chasco para las esperanzas de medalla de Colombia y para los organizadores de los Panamericanos que, tras la renuncia de última hora del velocista Justin Gatlin, ven ahora como se viene abajo su publicitado cartel de lujo programado para el viernes noche: el duelo en triple salto entre Ibargúen y  Rojas, vigente campeona mundial.

“Ella es atleta muy guerrera. Vino a buscar una medalla pero no se pudo”, insistió Duany. “El salto triple es de alto impacto, mucho más que en el largo y no nos es permitido entrenar, imagínense competir”.

La medalla de plata recayó en la estadounidense Keturah Orji (6,66) y la jamaiquina Tissanna Hickling (6,59) saboreó el bronce.

Ibargüen empezó bien la competencia en el frígido estadio de La Videna, pero fue enfriándose conforme sumaba saltos, y su mejor brinco, de 6,54, lo registró en su segundo intento, clasificando finalmente quinta por detrás de la panameña Nathalee Aranda (6,55).

La antioqueña, oro en el triple salto en los Juegos Panamericanos de Toronto-2015 y en el Mundial de Pekín de ese mismo año, tenía grandes esperanzas depositadas en la final de esa modalidad, su especialidad, que disputará ahora con el camino despejado Rojas, su gran rival.

Ibargüen sabía lo que era saborear las mieles del triunfo panamericano en el salto largo, pues ya se subió al tercer cajón del podio en Guadalajara-2011, antes de declinar participar en Toronto-2015 para centrarse en el triple.

De hecho, la oriunda de Apartadó logró el boleto a los Juegos Olímpicos de Tokio-2020 al registrar el 6 de junio una distancia de 6,87 en las pruebas de salto largo en la Liga del Diamante en Roma, donde quedó segunda.

Como en 2015, la colombiana había priorizado del triple de cara al Mundial, y apenas se probó en el largo en dos ocasiones esta temporada previo a los Panamericanos; la otra fue el 3 de mayo en Doha, también por la Liga del Diamante, cuando brincó para 6,76; suficiente para erigirse victoriosa.

Sobre el tartán de La Videna, Ibargüen hizo una serie irregular, mejorando su marca de 6,24 en el primer salto con distancia de 6,54 en el segundo, aunque en el tercero bajó a 6,46, fuera del podio virtual que ocupaban por entonces Malone, Hickling y Aranda.

Superado el ecuador, sus dos siguientes brincos no fueron demasiado alentadores, pues quedaron en 6,51 y 6,41; y el final tampoco fue mejor: 6,39.

Bajo la tutela de Regla Sandrino, la oriunda de Apartadó empezó su andadura en el atletismo haciendo salto alto, de donde la reclutó Duany –en su día especialista en salto largo –  para competir en esa modalidad, así como en el triple.

“Le vi el biotipo idóneo para triplista”, explicaba en una entrevista reciente el preparador, quien la invitó a entrenar a Puerto Rico en 2008, tras no clasificar la saltadora a los Juegos Olímpicos de Pekín. “Hasta pensó en el retiro. Lo que se hubiera perdido el mundo atlético”.

Su amargo estreno en Lima-2019 no merita por ahora tal disgusto, aunque tanto la atleta como la hinchada, pasando por los organizadores, lloren el estelar duelo perdido con Rojas.

Carl Lewis, el ‘Hijo del Viento’ vuelve a soplar con fuerza en Panamericanos

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2019 por AGENCE FRANCE-PRESSE]

Por ALEX OLLER

LIMA, Perú (AFP) – Los Panamericanos ya no son lo que eran, opinan algunos.

Tampoco Carl Lewis es el que era en 1987, cuando participó en sus últimos Juegos continentales.

El apodado ‘Hijo del Viento’ luce panza y ya no salta 8.75 metros de largo, como hizo entonces en Indianápolis; ni mucho menos corre los 100 metros en 9.86 segundos, con los que registró su primer récord mundial en 1991.

De hecho, como buena vedette, llega con 20 minutos de retraso al acto programado.

Pero Lewis sigue emanando esa aura de superestrella este lunes, cuando aparece por la puerta lateral de la sala de prensa del Centro de Convenciones de Lima, donde se cita con un nutrido grupo de periodistas, a pocas horas del inicio de las pruebas de atletismo en el certamen.

“Ya no corro”, dice, enfundado en polo atlético de la universidad de Houston, la cabeza rapada al cero e impoluta aún la magnética sonrisa que encandilaba tanto a público como patrocinadores a finales del siglo pasado.

Con nueve medallas de oro olímpicas y una de plata, además de ocho títulos como campeón mundial, el ex plusmarquista de los 100 metros y el salto largo demuestra no haber perdido ‘punch’ desde la marca de salida.

Preguntado de entrada sobre la desigualdad de género en cuanto a compensación económica para las atletas, el  que en su época fuera considerado rey de la velocidad tarda bien poco en arremeter contra el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

“Tenemos un presidente que es racista y misógino, que no fomenta el amor en el mundo porque no quiere a nadie más que a sí mismo”, dice Lewis, también reconocido referente en la lucha por los derechos sociales.

“Está claro que apoyo la igualdad de género. Ni deberíamos estar discutiéndolo. Mi madre fue una pionera en atletismo, mis padres fueron docentes y me enseñaron que hay que luchar por los derechos de las personas. Que todos tengan las mismas oportunidades. Hay que crear un ambiente de igualdad y amor y tenemos un gran reto por delante”, aseveró el actual entrenador asistente los Cougars, que permanecerá en Lima hasta el domingo, cuando acaben las pruebas de atletismo, y entregará las medallas de los 100 metros y salto de longitud.

Invitado de lujo por parte de los organizadores, la presencia de Lewis compensa solo en parte la ausencia del velocista Justin Gatlin, originalmente llamado a ser uno de los grandes reclamos de Lima-2019, pero quien se bajó a última hora del cartel.

Le acompaña en esta ocasión Leroy Burrell, con quien libró eléctricos duelos sobre el tartán en los 90. Hoy comparten despacho en la universidad de Houston, donde el primero ejerce de entrenador principal del departamento de atletismo.

“A veces nuestros atletas se olvidan de los Panamericanos porque vienen los Mundiales, pero luego ven lo grandes que son y se sorprenden”, explica Burrell, mientras el propio Lewis destaca que su primer gran reto deportivo fueron los Juegos de Puerto Rico de 1979.

“Cumplí 18 años en San Juan”, recuerda. “Mi madre compitió en los primeros en Argentina y vi cómo le afectó. Fue una gran experiencia. Si no fuera por eso, no hubiera hecho atletismo”.

El estadounidense también participó en la justa de Indianápolis, donde acaparó los focos junto a su compatriota Jackie Joyner-Kersee, campeona del salto largo, y el cubano Javier Sotomayor, quien se impuso en el de altura.

Lewis sumó dos triunfos entonces, en los relevos 4×100 con el equipo estadounidense y el salto largo, aunque no participó de la prueba reina de los 100 metros.

32 años después, en rol de embajador y por primera vez en Lima, el ‘Hijo del Viento’ vuelve a soplar con fuerza en los Panamericanos.

Atletismo panamericano reinicia con marcha en espera de saltos y velocidad

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2019 por AGENCE FRANCE-PRESSE]

Por ALEX OLLER

LIMA, Perú (AFP) – Sin el velocista estrella Justin Gatlin pero en espera de las jamaiquinas Elaine Thompson y Shelly-Ann Fraser-Pryce y otro duelo estelar en el triple salto con la colombiana Caterine Ibargüen y la venezolana Yulimar Rojas, el atletismo reinicia su actividad en los Juegos Panamericanos el domingo con las carreras de marcha.

Las discobolas cubanas Denia Caballero y Yaimé López anticipan, como Thompson y Ann-Fraser en la carreras de 100 metros –a falta de listas de salida oficiales– una pelea fratricida en el lanzamiento de disco, Estados Unidos tiene esperanzas también en saltos y Perú sueña con dar una campanada en la marcha dominical como hiciera en la jornada inicial de Lima-2019 en el maratón.

Las esperanzas locales en la distancia de los 20 kilómetros femeninos son la veterana Kimberly García y la joven Mari Luz Andía, mientras que Colombia peleará el podio con Sandra Arenas y la brasileña Erica Rocha espera cambiar la medalla de plata de los pasados Panamericanos de Toronto-2015 por la de oro tras quedar cuarta en el Mundial de Londres-2017.

En la prueba masculina, el colombiano Eider Arevalo, cuarto en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro-2016 y tercero en Londres, el brasilero Caio Bonfirm, el canadiense Evan Dunfee y el guatemalteco José Barrondo, que viene de registrar su mejor marca en una hora y veinte minutos, se antojan candidatos al oro.

Pero las miradas en Lima-2019 se posarán de nuevo en el eléctrico duelo que vienen deparando en los últimos años Ibargüen y Rojas, auténticas vedettes del triple salto, donde la colombiana de 35 años luce como campeona olímpica y panamericana, y la venezolana, de 23,  aparece como reina mundial tras coronarse en 2017 y registrar cuatro de las mejores cinco marcas de la temporada.

También Keturah Orji espera pelearla en el triple por Estados Unidos, que en el salto de distancia se agarrará a  Jeff Henderson, oro olímpico hace tres años.

Mientras que las festividades contarán con la presencia de la leyenda Carl Lewis, ganador de ocho oros olímpicos, como invitado especial, en velocidad se bajó a última hora su compatriota Gatlin, estrella de los 100 metros masculinos tras rivalizar a lo largo de la última década con el inimitable Usain Bolt.

Jamaica ya no cuenta con el apodado ‘Rayo’, pero Thompson y Fraser-Pryce son de lo mejor que puede ofrecer el atletismo en la actualidad, como demostraron en los últimos Juegos Olímpicos, cuando la primera, de 27 años, se subió a lo más alto del podio en las respectivas distancias de 100 y 200 metros y la segunda, de 32, fue bronce en la prueba reina.

Tras la marcha dominical de 20 kilómetros, donde los ecuatorianos y guatemaltecos acostumbran a dictar su ley, el atletismo descansará el lunes antes de encarar seis jornadas consecutivas de actividad hasta la clausura de los Juegos, todas ellas con finales.

Caballero y Pérez se medirán el martes, al igual que los hombres en el lanzamiento de disco, mientras que Thompson y Ann-Fraser saltarán previsiblemente al ruedo de los 100 metros el miércoles, cuando también se corra la prueba reina de la velocidad en la modalidad masculina.

El jueves será el día para la entrada en escena de la cubana Yarisley Silva en salto con garrocha, en los que se presumen últimos panamericanos para la veterana saltadora, y se disputarán ambas finales de los 400 metros vallas.

El duelo estelar Ibargüen-Rojas se reserva para el viernes noche, cuando también se correrán los relevos de 4×100 de mujeres y hombres, donde se echa de menos el concurso de Gatlin, que prefirió anteponer su preparación al próximo Mundial de Doha, que empieza el 28 de septiembre, a la disputa de los Panamericanos.

Antesala de la gran cita bienal del atletismo en Catar, Lima-2019 cerrará el domingo 11 con la marcha de 50 kilómetros y copioso menú el sábado con hasta 10 finales, entre ellas pruebas de medio fondo como los 800 metros de hombres, los 3000 obstáculos y variedad de platos fuertes: triple salto en varones, ambos relevos 4×400 y los 110 metros vallas masculinos.

País tradicionalmente marchista, Ecuador depositará sus esperanzas en Johanna Ordóñez, Paola Pérez y Claudio Villanueva en los 20 kilómetros, mientras que la gran apuesta de Guatemala, en esperas de confirmar la participación de Erick Barrondo –quien ostenta una plata olímpica y otra panamericana– no es otra que la subcampeona de los Juegos de Guadalajara-2011, Mirna Ortiz.

Colombia cierra su gran semana ciclista con dominio panamericano en pista

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2019 por AGENCE FRANCE-PRESSE]

Por ALEX OLLER

LIMA, Perú (AFP) – La  gran semana del ciclismo colombiano arrancó el pasado domingo en París con el inédito triunfo de Egan Bernal en el Tour de Francia y acabó siete días después en Lima con Kevin Quintero subido a lo alto del podio en los Juegos Panamericanos, que el país cafetero cerró con ocho medallas en las pruebas de pista.

El velódromo de La Videna en Lima bailó a ritmo de bachata y contó del uno hasta el ocho del Mambo de Damaso Pérez Prado en el caso de Colombia, rey de la pista en un baile en que Estados Unidos lució el ‘swing’ de anotarse su oro número 2.000 en la historia de la cita continental, México hizo sonar la guitarra con media docena de preseas y tampoco quedó excluido Chile, que ejerció de cenicienta en la última canción del programa.

De los ocho metales que lograron los cafeteros, tres fueron de Martha Bayona en las modalidades de velocidad por equipos junto a Juliana Gaviria el jueves, Keirin el viernes y velocidad el domingo; y con trío de colores, bronce, oro y plata respectivamente; y otros tres para Quintero, emergente promesa del ciclismo de pista, ganador en Keirin, segundo en velocidad por equipos y tercero en individual.

“Es un día para nunca olvidar. El primer día fue una plata y en la velocidad un bronce, pero no perdí la esperanza de ganar. Sabía que quería ganar algo grande hoy y ahora ya vamos pensando en Tokio-2020”, declaró tras el segundo oro Quintero, quien acabó por delante del venezolano Hersony Canelón, plata por delante del argentino Leandro Bottasso.

Aunque en esta ocasión no se llegaron a las tres victorias de los anteriores Panamericanos, la delegación colombiana sí se llevó dos preseas más que en Toronto-2015, y tres de ellas de plata, cuando entonces no contabilizó ninguna.

“El desempeño es espectacular, considerando que es un equipo muy nuevo que estamos renovando pensando en las nuevas figuras. Se cumplieron los objetivos“, consideró el entrenador Jhon Jaime González. “Quedé muy feliz con Quintero, que venía de menos a más y corrió muy bien la velocidad”.

Integrada en el equipo de persecución que logró un bronce el viernes, Lina Rojas consideró por su parte que “ha sido una participación demasiado bien de Colombia. En la persecución de damas no se esperaba una medalla y logramos salvarla”.

Estados Unidos fue el equipo que más triunfos recopiló a lo largo de la semana, con cinco oros. El repoker incluyó la cifra del doble mileno en la historia de los Panamericanos, honor que recayó en Christina Birch y Kimberly Geist, quienes se impusieron en el madison femenino al arranque de la jornada dominical.

“Es muy excitante formar parte del legado de victorias de Estados Unidos”, valoró Birch, mientras que Geist destacó “el añadido extra que supone entrar en la historia junto a otros grandes atletas de nuestro país que ganaron en los Panamericanos, como Carl Lewis”.

México igualó en medallas a su vecino del norte con su propia media docena, aunque solo pudo morder un oro del equipo femenino de velocidad que formaron Daniela Gaxiola y Jessica Salazar, quienes además firmaron un nuevo récord panamericano al recorrer el óvalo en 33.424 segundos y batieron el anterior registro de 33.584, logrado por Canadá en Toronto-2015.

Más al norte siguió Canadá con cinco medallas, incluyendo el triunfo en la velocidad de Kelsey Mitchell sobre Bayona, segunda, y la propia Gaxiola, quien ató el tercer bronce para las aztecas.

Del lado más austral, Chile celebró a lo grande el cierre de las competencias al llevarse el madison masculino la pareja formada por Antonio Cabrera y Felipe Peñaloza, quien, como Bayona, sumó un triplete personal al subirse también al tercer cajón del podio en ómnium el jueves y la persecución por equipos el sábado.

“Esto es un sueño. No me lo esperaba. No tenemos carreras en Chile, recibimos poco apoyo y nos preparamos en Colombia pero nos salió bien”, declaró Felipe, que pese a todo se consideraba favorito en la prueba a dúo con Cabrera. “Estuvimos de gira haciendo podios y pudimos ganarle a Estados Unidos, que es una potencia y en los pasados Panamericanos nos ganaron”.

 

Se le apagó la luz y prendió Colombia: Bayona y una agónica plata en velocidad

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2019 por AGENCE FRANCE-PRESSE]

Por ALEX OLLER

LIMA, Perú (AFP) – “¡Tranquila, Martha! ¡Tranquila!”, vociferaban, nada tranquilos, cuantos se multiplicaban alrededor de la ciclista caída sobre el trazado interior del velódromo de La Videna.

A Martha Bayona, triple medallista de ciclismo en pista de los Juegos Panamericanos de Lima-2019 le faltaba el aire y le dolían las piernas, mientras se sucedían las carreras, las instrucciones y aparecían en escena dos opciones de transporte que alimentaban dudas sobre el estado de salud de la colombiana: una silla de ruedas y una camilla.

Tumbada sobre la segunda, entubada con oxígeno y acompañada del personal sanitario, rampa abajo se fue hasta alcanzar una ambulancia con destino incierto y pronóstico más que reservado para la atleta, entrada en convulsiones, de cara a la final de velocidad de la tarde.

La comitiva se detuvo entonces y se escuchó, al fin, el diagnóstico sereno de Oriana González.

“No es nada, no te preocupes”, transmitió la fisioterapeuta, mientras solicitaba ropa de abrigo, le levantaba las piernas y Juliana Gaviria, compañera de equipo, asistía con friega de lumbares y ofrecía agua.

Semiconsciente y desencajada en las catacumbas del óvalo de Lima, la estampa de Bayona distaba mucho del glamour que suele acompañar a las campeonas.

Entonces pidieron el cubo.

Incorporada a medias, la oriunda de Bucaramanga alcanzó a sacar sobre el asfalto lo poco que le sobró de la pista al cruzar la raya de la semifinal por delante de la mexicana Daniela Gaxiola.

“¿Vio que pasó de primera?”, sonrió González.

“No recuerdo nada”, acertó a decir, mientras recuperaba progresivamente sensaciones.

Ganadora de la medalla de bronce el jueves en la velocidad por equipos y del oro el viernes en Keirin, Bayona venía de clasificar el domingo a la final de velocidad de la tarde al imponerse en el tercer sprint matutino en poco más de media hora; un sobreesfuerzo que, según los médicos colombianos, le produjo acidosis y acabó con sus huesos sobre el parqué tras desvanecerse producto del mareo y las náuseas.

“Es un fenómeno que se produce por la acumulación de ácido láctico en los músculos en esfuerzos máximos. Falta aire y acaba en cefalea. Les faltó tiempo de recuperación entre las tres carreras y acabaron muy mal las dos, también se mareó la mexicana. Estuvo mal organizado”, explicó el médico del equipo Jaime Albarracín.

El balance de Eliter Tejada fue bastante más escueto: “Se le apagó la luz”, resumió su mecánico de confianza.

Finalmente Bayona regresó por su propio pie, aunque con zapatillas prestadas y apoyándose en Gaviria y González, al centro del óvalo, donde en la tarde se colgaría su tercera medalla –una por cada metal– de los Panamericanos, tras caer ante la canadiense Kelsey Mitchell en la final.

“La idea era pelear más el oro, pero no me dio la pierna: en el primer heat estuve un poco alejada, pero alcancé y parecía que había posibilidad… pero no se dio. Vendrán más carreras donde me pueda desquitar. Son mis primeros Juegos y lograr oro, plata y bronce es muy bueno”, valoró camino del podio Bayona.

Si la luz, como dijo Tejada, se fue en la mañana, en la tarde brilló en cascada para la santanderina de 23 años, quien además de su triplete personal, selló la séptima de ocho medallas en el ciclismo de pista para Colombia, tras vencer minutos después Kevin Quintero en el Keirin.

“Llegue un poco agotada por el tercer heat de la mañana, pero no importa”, resumió la ciclista, quien evitó excusas a la hora de razonar la clasificación final, donde la mexicana Daniela Gaxiola se adjudicó el bronce tras vencer a su compatriota Jareli Salazar.

Para Bayona, definida como “tranquila, centrada, alegre y soñadora” por Tejada, la carrera fue reñida y el desenlace más mérito de su rival que otra cosa. Con la mirada puesta en los Juegos Olímpicos de Tokio-2020, lejos quedaba ya la desagradable semifinal.

“Ni supe quien ganó”, admitió tras el tremendo susto matutino, horas antes de que toda Colombia se prendiera con su agónica plata final.

Tras pagar la novatada en pista, veterana Fernández seguirá su ruta en Lima

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2019 por AGENCE FRANCE-PRESSE]

Por ALEX OLLER

LIMA, Perú (AFP) – Cubierta por una gorra vinotinto para combatir el frío del potente aire acondicionado del Velódromo de la Videna, las lentes de sol sobre la visera, Juana Fernández pedalea sobre la bicicleta, por ahora estática, en la zona de calentamiento de las pruebas de ciclismo de pista de los Juegos Panamericanos.

Su mirada, tranquila, planea de una esquina del óvalo a otra, absorbiendo la magnitud de un escenario que, si bien no le resulta ajeno, tampoco puede categorizarse como familiar para la representante de República Dominicana en el omnium femenino.

Fernández, al fin y al cabo, debuta por primera vez en tan compleja modalidad, no corre en pista desde hace por lo menos dos años y lo hace solo por segunda en unos Panamericanos.

“¡Ni me dejaron meterme!”, exclama, ahora sí bañada en sudor, tras acabar la prueba de eliminación de la modalidad que incluye también scratch, tempo y carrera por puntos. “Es que salieron muy fuerte… encima mi plato no era cómo el de mis rivales”.

Y es que, además de no acostumbrar a competir sobre parqué, a Fernández le jugó en contra otro factor nada baladí en su lucha por hacerse un hueco en el grupo delantero.

Nacida hace 48 años en Santo Domingo, es la más veterana de cuantas ciclistas se dan cita en el Velódromo, y el tiempo no pasa en balde ni para los atletas más bendecidos, menos en pruebas tan exigentes como el ciclismo de pista.

“Ella vino a disputar la carrera de ruta el sábado, pero en Dominicana aún no tenemos ciclistas que puedan competir en pista porque son juveniles; así que participó ella, un poco a modo de despedida de los Panamericanos. Lo que pasó es que, cuando uno no está acostumbrado, cuesta acertar con los reglajes, y elegimos un cambio demasiado pesado”, explica José Blas, presidente de la federación de ciclismo, quien la define como “una atleta entregada, dedicada y comprometida”.

Añade el entrenador Eddy Padilla que “es muy amigable, la que más habla de todo el equipo”, mientras la propia ciclista no acierta a enumerar un pasatiempo desvinculado del deporte en sus horas libres. “Cuando no voy en bici corro, nado o patino”, resume.

Tan amplia es la trayectoria deportiva de Fernández que le bailan las disciplinas y las fechas, aunque recuerda cómo empezó ganando la Copa Intercontinental de pista de 1994 en Cuba y tomó desde entonces un largo camino, a golpe de pedal, que la llevó a debutar en sus primeros Panamericanos en 2003 en Santo Domingo, hasta muy posiblemente despedirse en Lima-2019.

Enrolada en el equipo ciclista de la Fuerza Aérea y madre de dos varones, entrena a las más jóvenes y, como en los deportes, ha desempeñado multitud de tareas, incluyendo la de recepcionista, cuando el sustento del pedal no ha dado para más.

“Seguiré hasta que la fuerza aguante. La bici no se deja nunca, al menos a nivel personal”, se resiste Fernández, quien se sobrepuso de adolescente a una caída con rotura de tibia pedaleando BMX y luego a un accidente con una camioneta que destrozó su preciada bicicleta, una Cannondale azul que le había regalado el ministro de deportes.

Salvó el físico, pero la pérdida material no fue poca cosa para Fernández, que nunca tuvo bici propia hasta mayor porque, de chica, aprendió a pedalear con las que le prestaban en el centro olímpico que enfrentaba su hogar.

“Era el patio de mi casa”, ríe Fernández. “Iba a nadar a la piscina y me animé a competir en clavados en varias modalidades, pero un amigo me tiró hacia el triatlón, donde fui tercera del Caribe, luego vino el ciclismo y aquí estoy”.

En la clasificación por puntos, concretamente, la rodadora acabó última, aunque satisfecha por la experiencia y con ganas de seguir su particular ruta con la bicicleta, quemando etapas, la próxima dentro de una semana en el circuito limeño de San Miguel.

Luis Scola, Argentina y el oro que no se oxida

[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2019 por AGENCE FRANCE-PRESSE]

Por ALEX OLLER

LIMA, Perú (AFP) – El oro, preciado metal forjador y destructor de civilizaciones, en su estado natural, de 24 quilates, puede mezclarse para aumentar su dureza y durabilidad. Ni se oxida ni pierde brillo. En caso de ralladura, basta un toque de orfebrería para recuperar su esplendor inicial.

“No las he vuelto a mirar”, dice Luis Scola, basquetbolista de cortar y rasgar, poco dado a los excesos estéticos, sobre las medallas doradas que guarda en su casa de Ciudad Jardín, Buenos Aires.

“Las tengo en un mueble en el sótano, y tampoco soy de enseñarlas mucho”, señala al cierre del entrenamiento en Lima.

El veterano ala-pívot afronta a partir del miércoles contra Uruguay la que sorpresivamente es su primera participación con Argentina en unos Juegos Panamericanos; y aspira a retirarse como campeón antes de encarar, en agosto, otro reto que se presume punto y final de una brillante carrera: el Mundial de básquetbol en China.

A sus 39 años, Scola encarrila su puesta de sol como profesional, uno de los que mayor gloria haya alcanzado vistiendo la camiseta albiceleste. Hasta 14 medallas de distintos colores adornan el palmarés del bonaerense, miembro de la ‘Generación Dorada’ que se subió al primer cajón del podio en los Juegos Olímpicos de Atenas-2004, tomó el bronce en Pekín-2008 y se adjudicó la medalla de plata en el Mundial de 2002 en Estados Unidos.

Con 10 temporadas de servicio NBA a sus espaldas, primero con los Houston Rockets, Phoenix Suns, Indiana Pacers y Toronto Raptors, finalmente con los Brooklyn Nets, Scola es el gran referente para los actuales integrantes del combinado nacional, donde destacan los exteriores Nicolás Lapprovittola y Facundo Campazzo, estrellas en la Liga ACB de España.

El poste Marcos Delía no duda en calificarlo como tal, y recuerda con especial cariño el gesto que tuvo el veterano cuando lo invitó siete años atrás, siendo el primero una emergente promesa, a entrenar con él en su casa en Houston, cuando jugaba con los Rockets.

“Me acogió sin conocerme y ahora llevo seis años jugando con él en la selección. Es un privilegio: me enseña a ocupar los espacios y es muy duro en los entrenamientos. Marca el camino dentro y fuera de la cancha”, explica el pívot.

Delía tiene 12 años menos de los que cuenta Scola como bastión interior de un equipo cuya edad promedio ronda los 25. Retirados ya el escolta Manu Ginóbili, el alero Andrés Nocioni, los bases Carlos Delfino y Pablo Prigioni y el poste y Fabricio Oberto, ‘Luifa’ queda como único representante de aquella histórica camada que encumbró al basquetbol albiceleste.

“Físicamente no hay muchas diferencias de cuando empezó hace 20 años. Él me dice más cosas a mí de las que le digo yo a él”, bromea el seleccionador Sergio Rodríguez antes de analizar a fondo la evolución técnica de su pupilo.

“Está mejor que otras veces. Es un atleta que se va adaptando a la exigencia, incluso a cómo va cambiando el básquetbol, que ahora es mucho más dinámico. Era un jugador de posiciones cortas pero vio que venía por otro lado y empezó a jugar más rápido y alejarse del aro”.

 

– Panorama favorable –

El reto ahora es recuperar el oro, sí posible en el Mundial que arranca el 31 de agosto. Y qué mejor trampolín que los Panamericanos, donde el panorama para Argentina, que debuta el miércoles contra Uruguay, se antoja favorable: el último campeón, Brasil, no clasificó a Lima-2019 y Estados Unidos, líder del histórico, presenta un plantel de jóvenes alternativas, como viene siendo habitual.

“Venimos bastante sólidos en los últimos dos o tres años, jugando un básquet parecido, con los mismos pilares desde la Americup-2017. Es la misma situación”, consideró antes de embarcar rumbo a Lima Scola, el primero en presentarse a los entrenamientos pre-Panamericanos en Bahía Blanca.

Venezuela y Puerto Rico, sobre todo, plantarán batalla a una albiceleste sobrada de talento desde el perímetro y donde Scola, curtido en infinitas batallas bajo los aros, deberá ejercer un rol intimidador en la pintura, aportando a la vez serenidad en momentos de zozobra.

“Lo mismo que hice siempre. Difícil que a estas alturas del partido haga cosas diferentes. Hace años que tengo experiencia y que soy importante dentro del equipo”, zanja el jugador, ya desvinculado a nivel contractual de los Shanghai Sharks.

El tiempo no pasa en balde para el ala-pívot, cuyas cicatrices revelan una competitividad innegociable a lo largo de dos gloriosas décadas. Serían ralladuras más bien. El oro, ya se sabe, ni pierde brillo ni se oxida. Tampoco la ‘Generación Dorada’.

Y menos aún su último miembro resistente, ese que peina canas y sigue defendiendo la camiseta a todo pulmón, empecinado en adornar la albiceleste con el más preciado de los metales colgando del cuello. 24 quilates. Dureza y durabilidad. Argentina y Scola. Por el oro… una vez más.

Venezuela y Duró inician en Panamericanos cuenta atrás hacia China

[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2019 por AGENCE FRANCE-PRESSE]

Por ALEX OLLER

LIMA, Perú (AFP) – Suena, frenético, el caucho de las zapatillas sobre el parqué del pabellón vacío, el rebote del cuero inflado contra el metal y, a cada rato, el suave y casi imperceptible roce de la pelota con el interior de la red, una caricia hecha canasta, seguida de una cuenta progresiva: 28, 29, 30…

Es la implacable voz de uno de los asistentes técnicos de Venezuela durante el último entrenamiento de la selección de basquetbol en Lima, tras cada tiro convertido por los esforzados atletas, cada vez con las piernas más pesadas y mecanismos más erráticos.

El entrenador principal, el argentino Fernando Duró, observa sin dar tregua y en estricto silencio a la secuencia paseando de un lado a otro desde la media cancha, la mirada clínica y los brazos cruzados. Ni media palabra. Apenas un arqueo de ceja y gesto diagonal, extendiendo el antebrazo con el dedo índice firme, sirven para indicar a un jugador el lugar que se retrasó en ocupar.

Acelera el paso el pupilo, sigue el ‘squick’, ‘squick’ de las suelas, el ‘clank’, ‘clank’ de los aros, el creciente jadeo y algún que otro ‘swish’. 31, 32, 33…

De repente, Duró se lleva ambos dedos meñiques a la boca y suelta un fuerte pitido que resuena hasta en los vestuarios. El baile cesa y, al fin, verbaliza una simple instrucción: “¡Cambio!”.

El equipo atiende, los quintetos se cruzan, y vuelta a empezar. 34, 35, 36…

Y así, durante cerca de hora y media, discurre la práctica previo al debut en los Juegos Panamericanos -el miércoles contra Puerto Rico- de un combinado venezolano llamado, sobre el papel, a rivalizar con los boricuas y Argentina por la medalla de oro que se entregará el domingo.

Se trata de una empresa mayor, dado que los vinotintos ni siquiera han llegado a subirse al podio en la historia de los Panamericanos.

“Argentina tiene jugadores de nivel ACB (la liga española) y Luis Scola (veterano de 10 temporadas en la NBA) y nosotros tenemos jugadores LPB (Liga profesional de Baloncesto Venezolana)”, bromea tras el entrenamiento Duró, ya con el rostro cambiado y desbordante simpatía. “Hay niveles de competencia al que los jugadores venezolanos aún no han llegado y tenemos que lograrlo contra rivales contra los que competimos poco. Obviamente queremos ganar, pero habrá que ir viendo partido a partido”.

 

– ¿Sí se puede? –

Si bien Estados Unidos es superpotencia mundial en básquetbol, suele presentar una selección alternativa a los Panamericanos, donde no alcanza la final desde hace 20 años. Y resulta que Brasil, campeón vigente, sorpresivamente no clasificó por vez primera a los Juegos.

Sin la amenaza –teórica y práctica– de las dos selecciones más ganadoras, la competencia parece estar inclinada para Argentina, que no sube al podio desde 1995 pero acudió a Lima con jugadores contrastados como los bases Facundo Campazzo y Nicolás Laprovittola, estrellas en España, o el ala-pívot Scola, veterano de la Generación Dorada que ganó el oro olímpico en Atenas-2004, precisamente con Duró como técnico asistente.

Sexto en los anteriores Panamericanos, Puerto Rico va con un plantel mayormente integrado por debutantes, mientras que República Dominicana, plata en 2003, tampoco cuenta con sus figuras de la NBA.

Venezuela, pese a la crisis política, económica y social que azota el país, se siente fuerte en básquetbol, donde su plantel panamericano ya se ha probado en competencias internacionales y tiene esperanzas, no solo de colgarse una medalla en Lima-2019, sino también de dar la nota en el Mundial de China, que arranca el 31 de agosto.

“En Pekín será otro mundo pero, para nosotros, todo lo que nos pase en los Panamericanos será positivo: las condiciones, estar todos juntos, la pelota… ¡ni teníamos la pelota oficial en Caracas para poder entrenar!”, exclama Duró. “Bueno o malo, todo nos servirá para el objetivo final, que es llegar lo mejor posible al debut con Polonia”.

 

 

– De Lima a Pekín… mirando a Tokio –

 

Será el primer Mundial de Duró con Venezuela, después de que su antecesor, el también argentino Néstor “Che” García, lograra el boleto a los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro-2016.

“He pasado por millones de experiencias fabulosas, al lado del mejor equipo de nuestra historia en baloncesto. Me encuentro en el mejor momento de mi carrera. Será mi quinto mundial y el primero con Venezuela con unos chicos que lo jugarán por primera vez. Tratando de contagiar entusiasmo y valorar que estamos entre los 32 mejores, que no es poco dadas las circunstancias”, valora Duró.

En el Mundial se abrirá la posibilidad de jugar por una clasificación olímpica para los Juegos de Tokio-2020 y Venezuela, enfrascada en el Grupo A con Polonia, Costa de Marfil y la selección anfitriona, podría jugarse un boleto contra Argentina; aunque Duró asegura no pensar aún en un posible cruce con su país de origen porque “este es un mes atípico y se tienen que dar muchas cosas aún…”.

Tras enfrentar el miércoles a Puerto Rico en los Panamericanos, la vinotinto debía encarar el jueves a Estados y el viernes a Islas Vírgenes.

Como bien subraya Duró, antes de desembarcar en China hay que hacer etapa forzosamente en Lima. Para Venezuela y su técnico, empezó desde ya la cuenta regresiva: 3, 2, 1…

Prendido por el ‘efecto Gareca’, Perú se entrega al fútbol en Panamericanos

[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2019 por AGENCE FRANCE-PRESSE]

Por ALEX OLLER

LIMA, Perú (AFP) – Primero son los pitiditos de los autos, una constante en Lima como la lluvia fina que empapa la hierba –en este caso sintética–, pero que aquí aumentan su frecuencia conforme uno se acerca al estadio San Marcos. Y no solo por el creciente tránsito: juega Perú contra Uruguay en Panamericanos, y hay que alentar desde el vamos.

Luego son las ofertas. De remeras, casacas, gorros, gorras y hasta diademas rojiblancas. También, como no, gastronómicas.

“¡Choripaaaaaán! ¡Adentro el estadio vale 20 soles y aquí cinco!”, gritan desde el tenderete del concurrido cruce entre las avenidas Herrera y Amezaga, donde ya solo es posible el tránsito a pie.

En el avance, la venta se vuelve adquisición.

“¿Sobra? Te compro ¿Sobra? Te compro”, repiten como mantra las ambulantes, a la pesca del preciado boleto que pueda doblar o triplicar su precio con la desesperación de última hora.

Y es que el estadio limeño, remodelado en 2017 y considerado localmente un ‘elefante blanco’ por el poco uso que se le da, presenta un aspecto pletórico al momento de sonar los himnos, cantado a todo pulmón el peruano al cierre de la Fiesta Patria.

“Antes no era así. Solo estábamos los incondicionales”, asegura el cocinero de 27 años Rubén León, enfundado en llamativo atuendo con bordados, lentejuelas y parches variados de los respectivos torneos a los que ha asistido en apoyo de la selección. “Esto empezó con las eliminatorias para el Mundial de Rusia-2018. El ‘Profe’ propuso un cambio generacional e internacionalmente nos estamos proyectando bien. Creo que el éxito en fútbol puede arrastrar la atención hacia el resto de deportes”.

El ‘Profe’ no es otro que el argentino Ricardo Gareca, técnico de la selección absoluta que logró la clasificación mundialista tras 36 años de ausencia y acabó segunda en la pasada Copa América de Brasil. El bonaerense, considerado principal artífice del ‘boom’ del fútbol a nivel nacional, observa desde el palco las evoluciones del combinado Sub-22 panamericano y recibe poco antes del pitazo inicial el espontáneo saludo de cientos de aficionados coreando su nombre.

“Siempre fuimos un país futbolero, pero sumido en la cultura de la derrota. Los buenos resultados cambiaron eso. Después de la Copa América hubo una auténtica fiebre con la selección”, opina Ricardo Guardia, periodista de 28 años.

La cuestión es si esa pasión desatada con el ‘efecto Gareca’ alcanza el resto de deportes en estos Panamericanos, donde la asistencia de aficionados, restando la primera jornada con doble victoria peruana en maratón, está siendo dispar.

“Compramos el boleto por Internet hoy mismo. Era feriado e improvisamos el plan. Lo de volver a un Mundial te cambia la manera de ver el fútbol”, cuenta Martín Bravo, administrador de empresas de 27 años y acompañado de primos y sobrinos, ataviados todos en indumentaria franjiroja. “Lo que pasa es que es feriado por varios días y los limeños tradicionalmente aprovechan para irse de la ciudad. Tenemos intención de ver otros deportes y compramos boletos para la gimnasia. La gente está pendiente y habla de los oros en maratón y squash”.

Si bien el fútbol sumó el lunes su segunda derrota, 2-0ante Uruguay tras la de mujeres el domingo ante Argentina (3-0), los Juegos arrancaron a toda mecha para Perú el sábado, con las victorias de Gladys Tejeda y Christhian Pacheco en maratón.

Milagros Sánchez, publicista de 33 años, luciendo la tercera equipación y pegatinas rojiblancas en ambas mejillas, también tiene intención de darse un atracón de Panamericanos. “Han tenido incluso mejor acogida de lo que esperábamos, y con las fechas la gente se va a ir sumando. Aún se está aprendiendo a ver ganar a Perú. En parte es gracias a Gareca. Confían en el entrenador y lo respetan. Lo aman”, señala.

No son pocos los que comparten opinión, tanto en la calle como la grada, que asiste festiva al agrío estreno del once masculino bajo la atenta mirada del ‘Profe’ y el tam-tam de los tambores de las dos barras que, desde que el argentino dio vuelta al ánimo futbolero, suelen acompañar a los equipos nacionales.

Mientras retumba aún el eco del himno en maratón, en Perú suenan los pitidos, los bombos, las bocinas y los goles en el marco de los Panamericanos.