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Atlético, el laboratorio que no para

[Este artículo fue editado y publicado en octubre de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – El Atlético de Madrid acababa de proclamarse campeón de la liga española en cancha del todopoderoso Barcelona, rascando un empate por 1-1 gracias a un imperial gol de cabeza del uruguayo Diego Godín en tiro de esquina.

Sereno tras la celebración, Diego Simeone se presentó en rueda de prensa acompañado del cuerpo técnico al completo. Seis hombres rodeaban al timonel argentino en su discurso victorioso, en que no faltó el razonamiento de la singular iconografía. “Quería compartir este momento con mi gente, que no se ve en televisión pero que sí trabaja igual o mucho más de los que se ven”, explicó “el Cholo”.

Esa “gente” eran su asesor de prensa, Pepe Pasqués, los preparadores físicos, Oscar Ortega y Carlos Menéndez, el entrenador de arqueros Pablo Vercellone, el tercer técnico Juan Vizcaíno y el segundo, Germán “el Mono” Burgos.

El último sí sale a menudo por televisión, en ocasiones mal caracterizado por actitudes poco decorosas como cuando, en pleno clásico ciudadano contra el Real Madrid, amenazó literalmente con arrancarle la cabeza al entrenador rival, José Mourinho.

Pero Burgos también es considerado el ideólogo tras el principal argumento futbolístico del vigente campeón: las jugadas a balón parado. Supervisadas escrupulosamente por Simeone, el origen de las mismas puede recaer en el iluminado más diverso, sea este el “Cholo”, Burgos, Vizcaíno o uno de los 22 futbolistas integrantes del plantel. Pero suele ser “el Mono”, ex arquero de River Plate y el propio Atlético, el que dedique horas de estudio a la materia en cuestión, visionando primero en el laboratorio y, armado con tecnología puntera, infinitas repeticiones de una misma jugada; analizando pros, contras y variantes hasta presentar un prototipo que el resto del cuerpo técnico pueda empezar a pulir concienzudamente en el campo de entrenamiento.

Alumno de diversas escuelas futbolísticas, Simeone aterrizó en España en 1992 de la mano de su compatriota Carlos Bilardo, entonces técnico del Sevilla. Bilardo fue a su vez integrante de aquel Estudiantes de la Plata de finales de la década de los 60 que lo ganó casi todo y destacó por incorporar el estudio minucioso de las jugadas de estrategia bajo la dirección de Osvaldo Zubeldía.

Honrando aquel estricto rigor bilardista, ninguna de las acciones de pizarra ensayadas en el complejo del Cerro del Espino, a 20 kilómetros de Madrid, verá la luz en partido oficial hasta que cada detalle haya sido ejecutado con la exigida precisión que, en el caso del obsesivo Simeone, se revela infinita. Nada se improvisa en las sesiones, intensas y de ejercicios compactados para mantener la atención máxima de sus pupilos. Evitar el exceso de información es una de las claves del éxito; y la clave para adivinar el próximo once titular está en los elegidos para ensayar faltas y tiros de esquina.

De natural intenso, “el Cholo” se desgañita cada fin de semana en la banda y participa de la toma de decisiones de sus futbolistas en el transcurso del partido. No existe, en el cuerpo técnico rojiblanco, ese coordinador de “equipos especiales” habitual de los equipos de fútbol americano, pero ese aspecto del juego es tratado con tanta o más importancia en el trabajo semanal y produce imágenes similares a las de una banca de la NFL cada vez que un jugador del Atlético se dispone a lanzar un tiro de esquina o tiro libre indirecto. Inquieto y ansioso, como el resto de la grada que anticipa el peligro y ruge cual estadio británico, Simeone señala jugada y/o gesticula para situar defensivamente a sus hombres en caso de falta en contra.

A veces la maniaca liturgia queda en experimento fallido, en simple video delator de la compulsiva personalidad del entrenador. Pero en otras genera goles importantes que allanan el camino a un título e imágenes imborrables como el excelente tanto de Arda Turan al Oporto en pasada la Liga de Campeones cuando, tras amago y distracción colectiva, el turco partió de la barrera defensiva y fusiló al arquero.

La impecable coreografía, inmortalizada online, evocó la diana de Javier Zanetti con Argentina a Inglaterra en la Copa del Mundo de Francia 1998. Simeone formó parte de aquel combinado y tomó buena nota de la pizarra perfeccionada por el seleccionador Daniel Pasarella, como haría también en el siguiente mundial bajo el timón de Marcelo Bielsa.

Pero ningún equipo se alimentó más de las jugadas a balón parado que el Atlético ganador del doblete de liga y Copa del Rey en 1996. Aunque luego se distanciaran, Simeone fue a la vez artífice y beneficiado de la filosofía del técnico Radomir Antic y los lanzamientos desde la esquina de Milinko Pantic. Aquella liga la levantaron los colchoneros con una estadística de 37 goles de 75 anotados en acciones de estrategia: casi el 50% de efectividad. “Fuimos pioneros en muchas cosas y no recuerdo haber encajado ningún gol de falta o córner”, se felicita Antic.

Aunque también depende de la inspiración de lanzadores como el zurdo Jorge Ressurección “Koke” o el diestro Gabi Fernández, con relativa libertad para repartirse los tiros libres según sensaciones, el repertorio del actual Atlético se antoja más variado que el de dos décadas atrás y ya ha ganado adeptos como Míchel González. El ex ídolo del Madrid y actual entrenador del Olympiacos reconoció recientemente que había copiado algún truco del libreto de su homólogo colchonero. “El Atlético es un equipo muy trabajado y sus resultados hablan por sí solos”, remarcó antes de ganar al cuadro rojiblanco, 3-2, el pasado septiembre en la Champions.

Fue un traspié inusual del Atlético, como el de la pasada fecha liguera cuando perdió 3-1 contra el Valencia, encajando gol en un tiro de esquina e incluso fallando un penal que lanzó Siqueira. “Normalmente los tira (Mario) Mandzukic, pero cogió el balón y le di permiso”, aclaró luego Simeone sobre un accidente incapaz de borrar los fríos datos: en el presente campeonato, nueve de los 12 tantos del vigente campeón han sido a balón parado y el central Miranda se ha erigido en el máximo goleador del equipo con tres dianas. Mandzukic, el delantero más prolífero, apenas cuenta dos.

“Las guerras no las ganan los mejores, sino los que las combaten mejor estratégicamente”, comentó el curso pasado Simeone, camino del título doméstico y el subcampeonato europeo; y replicó en el actual a los apuntes de excesiva dependencia: “No me preocupa ganar con goles de estrategia porque es parte del juego: para tener un córner, hay que atacar. Aquí todo lo que se ve en el campo se trabaja a diario”, recalcó.

El credo no cambia y un plan específico adecuado a cada rival sigue elaborándose a telón bajado. En televisión sólo se apreciará el producto final y, quizás en caso de celebración, a sus abnegados creadores.

Casillas, Navas, Bravo y Moyá, a un paso del foco

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – Un reciente documental, de título “A 20 pasos de la fama”, relata el largo recorrido que deben transitar, literal y metafóricamente, las coristas para acompañar junto al escenario a las superestrellas del rock. Sin su participación, el mensaje final llegaría con menos empaque; pero generalmente el público olvida pronto la presencia de estas talentosas secundarias, centrado como está en su adoración del artista principal.

Algo similar ocurre con los arqueros del fútbol moderno. Sí antiguamente el boca a boca servía para mitificar las actuaciones de los porteros, la actual propensión de imágenes televisivas posibilita que sus mejores atajadas se admiren instantáneamente alrededor del mundo; pero sus gestas perduran menos que bajo relato oral. Sobre todo cuando, a muchos pasos de distancia, astros como Lionel Messi o Cristiano Ronaldo se retan a romper redes sin límite aparente.

La fama es dura de obtener para hombres como Iker Casillas y el costarricense Keylor Navas, quienes disputan la titularidad en el arco del poderoso Real Madrid. También para el chileno Claudio Bravo, quien inició el domingo en el once del Barcelona pero deberá competir con Marc-Andre ter Stegen en cuanto el alemán se recupere de su lesión. Lo mismo para Miguel Moyá y Jan Oblak, los guardametas que el Atlético de Madrid, actual campeón de la liga española, fichó para suplir al emigrado Thibaut Courtois.

Con la salida de Víctor Valdés del Barsa tras la pasada campaña, se da la circunstancia de que los tres grandes candidatos al título presentan más incógnitas que certezas en su última línea de defensa. Esa sobre la cual se sitúan los arqueros, siempre a un paso del foco mediático: si es certero, la gloría acostumbra a ser efímera. Si es en falso, el “casting” se reabre.

Moyá destacó hace seis años en Mallorca, pero sufrió una inoportuna lesión y se topó con renovada competencia tras fichar por el Valencia. Obligado a probarse de nuevo en el Getafe antes de incorporarse al Atlético, debutó en liga el lunes con buena nota, salvando un empate sin goles con el Rayo Vallecano, gracias a una excelente atajada.

Fuera de plano permaneció Oblak, adquirido del Benfica para suplir a Courtois, vigente trofeo Zamora al arquero menos goleado, hoy titular del Chelsea.

Como Madrid y Barcelona, el actual campeón mantiene abierto el debate en el arco. Y la participación de los “coristas” se antoja nuevamente clave en el devenir del campeonato. Tanto o más que los goles que puedan aportar Messi o Cristiano.

Fue Courtois quien sostuvo al Atlético durante grandes tramos del curso pasado. Y el técnico argentino Diego Simeone aún recuerda como una gran actuación de Navas, entonces con el Levante, impidió el triunfo rojiblanco por la 36ta fecha. Al final el “Cholo” celebró el título, pero se apuntó también el nombre del costarricense como posible relevo del belga.

La operación no llegó a materializarse en parte porque el Madrid también andaba a la búsqueda de portero tras un año convulso en que Casillas alternó titularidad en Liga de Campeones con suplencia en el torneo doméstico, donde jugó Diego López por decisión de Carlo Ancelotti.

La conquista de la Champions no reforzó al internacional, en aparente crisis de confianza desde que el anterior timonel, José Mourinho, le relegara al banquillo en 2012. El respetado arquero falló en la final europea y cuajó un pésimo Mundial con España, mientras Navas brillaba con Costa Rica, registrando un 91% de acierto antes remates rivales.

La inquietud era máxima para saber si sería el “tico” de 27 años quien finalmente desbancara a Casillas, de 33; y Ancelotti alargó el suspense hasta el debut liguero del lunes contra el Córdoba, cuando se decantó por  el madrileño.

Tras ganar 2-0, queda por ver si el técnico italiano le mantiene también en la Champions; aunque el sistema de alternancia de torneos no convenza a Paco Buyo, ex guardameta madridista entre 1986 y 1997, y buen conocedor del peso que supone defender el arco del Santiago Bernabéu. “El titular debe jugar las competiciones más importantes, pero el suplente necesita entrar de vez en cuando para mantener la forma y la ilusión”, opina Buyo, quien considera que “Iker parte con ventaja porque ya le conocen, pero habrá ocasiones para todos”.

Luis Enrique, actual entrenador del Barsa, ya dio una vuelta de tuerca a esa máxima cuando entrenó al filial azulgrana hace años y optó por rotar titulares cada siete partidos. “Hay tópicos del fútbol que no me creo, y estoy encantado de contar con tres porterazos, incluido (el canterano) Jordi Masip”, explicó al ser inquirido sobre quien se adueñaría del puesto esta temporada.

Uno de los grandes retos de Bravo será adaptarse al peculiar estilo del Barsa, donde los arqueros acostumbran a intervenir en situaciones de máximo riesgo, como la escapada de un rival el domingo que provocó la expulsión del argentino Javier Mascherano.

“Si no hace falta, tenemos atrás a un portero… y bueno”, recordó luego Luis Enrique, al que secundó en su apoyo el defensor Marc Bartra. “Nos sentimos muy seguros con Bravo porque es del estilo de Valdés: juega muy bien con los pies, en el uno contra uno, manda con autoridad y tiene muchísima experiencia”, comentó el canterano.

Atada su primera victoria con el arco invicto, Bravo desgranó el martes las peculiaridades que separan su nuevo equipo de la Real Sociedad, donde jugó previamente. “El escenario, el tema mediático y el juego de posición es diferente. Tienes que estar muy concentrado porque pasas muchos minutos sin intervenir, pero con Chile también jugamos con la defensa muy adelantada. Por la cabeza de un arquero pasan miles de cosas”, dijo recordando su primer sobresalto: no ante la pelota, sino un gato negro surgido de la grada.

El saque largo del chileno también es avalado por Juan Miguel Sanromán, aunque el ex entrenador de porteros del Getafe prefiera el de Moyá, a quien tuteló durante tres campañas. “Bravo tiene más potencia, pero Miguel es el número uno en precisión, con gran lectura del juego, colocación y un sexto sentido. Con 29 años llega a la edad perfecta al Atlético. Su único punto débil es el juego aéreo”, analiza el preparador, quien también elogia las cualidades de Navas pero subraya que “deberá luchar contra una leyenda en Madrid”.

Acostumbrado a ese intenso foco en su etapa “merengue”, Buyo elogia la “fantástica agilidad, grandes reflejos y juego de pies” del costarricense, al que compara “por estilo, a Valdés. El Madrid se ha fijado en él para ser la competencia de Iker y pensando en el futuro. Ha demostrado ser de total garantía y está acostumbrado a la presión”, valora el ex cancerbero antes de despedirse con un consejo: “Que sea él mismo, tenga paciencia y disfrute. Lo peor es la ansiedad”.

Una recomendación a todas luces válida para el resto de arqueros; así como aquellos artistas acostumbrados a sobrevivir a varios pasos de la fama.

Atlético parte como campeón, el Madrid de favorito

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – La envidia entre vecinos no escapa al fútbol y el Real Madrid se ha tomado muy en serio la reconquista de la liga española, que cayó el pasado año del lado del Atlético de Madrid, para decepción tanto del gigante blanco como el anterior campeón Barcelona.

El torneo, que venía siendo cosa de los dos colosos desde la campaña 2003-2004, consagró finalmente al “Pupas” como equipo a tener en cuenta, y el técnico argentino Diego Simeone y sus hombres parten con estatus de firmes candidatos en el incipiente campeonato, que arranca el sábado.

Pero el cartel de favorito recae en un Madrid liberado tras el mal trance que supuso la anterior etapa del técnico José Mourinho, confortado con la conquista de su décima Copa de Europa y reforzado en el mercado con lo mejor del panorama internacional.

El Barsa, también ilusionado por el arribo de una gran figura como el uruguayo Luis Suárez, busca olvidar una campaña sin grandes títulos por vez primera en seis años, aunque más bajo el prisma de una necesaria renovación que deberán encauzar algunos veteranos del glorioso ciclo anterior.

Luis Enrique, ex jugador azulgrana y referente de la hinchada por su fuerte carácter, es el encargado de liderar la ofensiva y conseguir que el argentino Lionel Messi, el brasileño Neymar y Suárez, sancionado sin jugar hasta el 24 de octubre, mezclen su desbordante talento para generar un cóctel explosivo en ataque.

El argentino Gerardo Martino no consiguió sacar lo mejor de los dos primeros en calidad de predecesor y falta por ver si las lagunas defensivas se corrigen con el arribo del timonel asturiano, quien también pregona alta intensidad en la presión de sus delanteros pero deberá convencer a sus astros de que tal esfuerzo les conviene.

El chileno Claudio Bravo y el alemán Marc-André ter Stegen, ambos recién llegados, se disputaran un arco que el emigrado Víctor Valdés defendió con uñas y dientes en sus 12 campañas bajo el pesado foco del Camp Nou. Y las dudas perduran atrás, donde aparentemente ya no figurará el argentino Javier Mascherano, devuelto al mediocampo; aunque su reemplazo, el francés Jeremy Mathieu, fichado del Valencia, sea también un lateral reconvertido a central. Otro candidato es el belga Thomas Vermaelen, de rendimiento irregular en el Arsenal.

Si de refuerzos se trata, ningún equipo del mundo puede presumir más que el Madrid, donde se vislumbra una nueva época dorada liderada por el técnico Carlo Ancelotti e iluminada en la cancha por la clarividencia del alemán Toni Kroos y la fantasía del colombiano James Rodríguez. Los madridistas antojan una combinación demoledora que marque estilo y los más optimistas esperan que el dúo tome el relevo del fútbol de alta escuela que plasmaron en el Barsa ilustres como Xavi Hernández y Andrés Iniesta, cuya llama parece apagarse.

La pólvora del Madrid seguirá siendo patrimonio de Cristiano Ronaldo, máximo goleador el pasado ejercicio; y en menor medida Karim Benzema y Gareth Bale, quien amenaza con explotar en su segundo año, una vez completada la pretemporada a óptimo nivel físico. La competencia en el arco entre el costarricense Keylor Navas, llegado del Levante, e Iker Casillas también debería resultar beneficiosa.

Más leña al fuego seguirá echando el Atlético, campeón vigente aunque nuevamente camuflado de comparsa. Los rivales están en aviso ante el equipo del aplaudido Simeone, por mucho que la diáspora de sus tres principales delanteros, Diego Costa, David Villa y Adrián López, haya obligado a un cambio de cromos de incierto resultado. ¿Podrán el croata Mario Mandzukic, fichado del Bayern Munich, el francés Antoine Griezmann (Real Sociedad) y el mexicano Raúl Jiménez (América) adaptarse al exigente esquema del “Cholo”? Y la consecución de goles no preocupa tanto como el intento por evitarlos sin la alargada figura de Thibaut Courtois, regresado al Chelsea.

Cierto que si Jiménez logra parecerse más a Hugo Sánchez que a Luis García, los otros dos mexicanos en vestir la camiseta rojiblanca,  el Atlético quizás logre añadir algún trofeo más al palmarés de Simeone, quien suma cuatro desde su incorporación en 2011.

Villarreal cuenta con dos de los ocho mexicanos de la liga con los hermanos Dos Santos, Giovani y Jonathan, reunidos por primera vez en mismo club; y el “Submarino Amarillo”, clasificado sexto el año pasado, bien podría emerger de entre los principales candidatos a copar plazas europeas si jóvenes talentos como los argentinos Nahuel Leiva y Luciano Vietto, ex de Racing, confirman su enorme potencial.

Pese al traspaso del organizador Ander Herrera al Manchester United y su estricta política de jugar con futbolistas regionales, el Athletic de Bilbao debe figurar nuevamente entre los grandes gracias al buen hacer de su estratega Ernesto Valverde.

La Real logró retener al también mexicano Carlos Vela, pero perdió a Griezmann y Bravo y apenas se reforzó, mientras que el Valencia vuelve a ser una incógnita: capaz de crecerse en el caos más absoluto, presenta nuevo dueño, entrenador y proyecto ambicioso con la ansiada finalización de su nuevo estadio. Pero la filosofía futbolística cuesta de adivinar.

Sevilla siempre tiene clara su rentabilidad con ventas al alta y compras a la baja que suelen cuajar. En esta ocasión, Unai Emery contara con dos perlas cedidas por el Barsa: Denis Suárez y Gerard Deulofeu. Además del colombiano Carlos Bacca, garantía de gol.

El también mexicano Guillermo Ochoa sustituye al argentino Wilfredo Caballero en el arco del Málaga, y su compatriota Héctor Moreno, lesionado, no iniciara la campaña con el Espanyol, donde ya no está el timonel Javier Aguirre. El potencial de ambos conjuntos es disminuido, pero también teóricamente el riesgo de descenso en una liga cada vez más desequilibrada con numerosos modestos como Granada, Elche o los recién ascendidos Eibar, Córdoba y Deportivo La Coruña.

En esa lucha, el Levante quedó seriamente perjudicado por el traspaso de Navas y el Celta de Vigo buscará repetir su meritorio noveno lugar a manos de apenas el segundo técnico latinoamericano de la competición: el argentino Eduardo Berizzo.

Conquistado el trono, ¿Podrá Atlético repetir?

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – El Atlético de Madrid inicia el próximo campeonato español como irrefutable monarca tras una campaña de ensueño en que logró el título en la última jornada en cancha del poderoso Barcelona y estuvo también a un suspiro de tocar la gloria en la Liga de Campeones, perdiendo agónicamente la final ante el vecino Real Madrid.

El equipo que sigue dirigiendo el argentino Diego Simeone se ganó el corazón de los aficionados al obrar lo más parecido a un milagro deportivo: sobreponerse a la holgada desventaja presupuestaria y erigirse campeón doméstico, algo que el apodado “Pupas” no lograba desde la temporada 1995-96.

Pero el reto para el inminente curso se antoja aún más complicado que el anterior, cuando los “colchoneros” consiguieron suplir al goleador colombiano Radamel Falcao, partido al Mónaco, con gregarios como Diego Costa y el veterano David Villa, firmantes de 40 dianas la pasada liga.

Más incluso que a repetir los 90 puntos que le valieron la corona, el plantel de Simeone aspira a seguir conquistando corazones y reclamar así su pedazo de protagonismo en una competición que se repartieron Barsa y Madrid las nueve campañas previas, tras el último triunfo del Valencia en 2004.

Complicado lo tendrá el Atlético, y no solo por la inevitable fuga de talentos como Costa, Villa, el lateral Filipe Luis, el delantero Adrián López o el arquero Thibaut Courtois, último trofeo Zamora al menos goleado.

Salvando las dos grandes superpotencias, ningún equipo ha logrado repetir título en España desde que lo hiciera el Athetic de Bilbao en la campaña 1983-84. Eran claramente otros tiempos, como demuestra el hecho de que el otro conjunto vasco, la Real Sociedad, hubiera ganado también los dos campeonatos anteriores.

La afición atlética se encomendará una vez más a Simeone, erigido en buque insignia de la entidad, con la que ha sumado cuatro trofeos desde que tomara el timón en diciembre de 2011.

“El Cholo” también ganó el famoso doblete de 1996 como jugador, pero ya no sufrió la inevitable caída del equipo los años posteriores, cuando el Atlético pasó de primero a quinto en la liga 1996-97, luego séptimo (97-98), 13ro (98-99) y finalmente acabó descendiendo a la segunda división (99-00), en la que penó dos cursos.

Simeone emigró tras no lograr repetir aquel primer campeonato y conoce de primera mano los peligros que comprometen su empresa. Consciente de que no podía evitar la partida de figuras, consiguió mantener intacto el núcleo duro del plantel, con el capitán Gabi Fernández a la cabeza y el ya consolidado Jorge Resurreción “Koke” en la zona de creación, junto al turco Arda Turan, referente de la grada.

El croata Mario Mandzukic, máximo goleador del Bayern de Munich las dos últimas temporadas, dará relevo a Costa en punta de ataque y le acompañan el francés Antoine Griezmann, ex de la Real, así como el mexicano Raúl Jiménez, destacado del América.

El brasileño Miranda y el uruguayo Diego Godín seguirán comandado la zaga, aunque Simeone ya vio comprometido su mensaje solidario con la reciente petición de cesión del suplente Toby Alderweireld y deberá elegir entre Miguel Moyá y el esloveno Jan Oblak, dos arqueros inferiores a Courtois, para defender la última línea.

La llegada de Jiménez engorda a ocho la cuota de futbolistas mexicanos en la liga, pues Guillermo Ochoa se situará bajo palos en Málaga y finalmente los hermanos Giovani y Jonathan Dos Santos se reencontraron en filas del Villarreal, candidato firme a colarse entre los grandes tras su meritorio sexto puesto el curso pasado.

Su compatriota Carlos Vela continúa en la Real y también con aspiraciones europeas se sitúan Athletic, Sevilla y Valencia.

Los primeros vendieron a Ander Herrera al Manchester United, pero gozan de su mejor activo en la banca con Ernesto Valverde y lucirán el finalizado estadio San Mamés en la Champions.

El colombiano Carlos Bacca necesitará seguir goleando para que el Sevilla no eche de menos a Ivan Raktic, traspasado al Barsa, que a su vez cedió al club andaluz a una deslumbrante promesa por pulir: Gerard Deulofeu.

Valencia presenta nuevo entrenador y propietario con aspiraciones de armar buen plantel, aunque no siempre el dinero baste para alcanzar objetivos.

Y esa conjetura es la que espera volver a demostrar el Atlético.

Madrid luce músculo, sonrisa y hambre por la liga

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – La pasada campaña para el Real Madrid acabó con la perturbadora imagen de Cristiano Ronaldo, a pecho descubierto y con pose de culturista, exhibiendo poderosos abdominales tras marcar el gol que sentenciaba la final de la Liga de Campeones.

La conquista de “la Décima”, como bautizaron en la entidad la copa que contabilizó en dobles dígitos su palmarés europeo, dio nuevo vuelo al Madrid; posiblemente un punto de inflexión en el panorama internacional. O al menos eso esperan los aficionados “merengues”, quienes hace bien poco sufrían con la cabeza gacha los éxitos del máximo rival Barcelona.

Pero gracias al gol salvador de Sergio Ramos a falta de minuto y medio para la conclusión de aquel choque con el Atlético de Madrid, los blancos pudieron forzar la prórroga, ganar la final y anotarse un más que sabroso doblete con la consecución también de la Copa del Rey, precisamente en otro vibrante partido contra el Barsa.

Acostumbrado a medir cíclicamente su estado de salud mediante la cosecha de máximos títulos continentales, el Madrid luce hoy excelente aspecto ante el espejo: cuerpo de adonis, tableta de chocolate, músculos de acero, mente despejada y sonrisa aprobadora.

El gen competitivo es su principal seña de identidad y, en el año del fallecimiento de una leyenda como el  argentino Alfredo Di Stefano, el club no ha escatimado esfuerzos en robustecer aún más su descomunal plantel, fichando lo mejor del pasado Mundial de Brasil.

Florentino Pérez, el presidente productor de los originales “galácticos” de principios de siglo, volvió a tirar de chequera para cerrar las incorporaciones del campeón alemán Toni Kroos, el chispeante colombiano James Rodríguez, y el costarricense Keylor Navas, quien tendrá oportunidad de pelearle el arco a toda una institución como Iker Casillas.

El internacional español vuelve a copar portadas tras sus pobres prestaciones en la cita mundialista y su caso es de los pocos que siguen recordando el funesto paso del técnico José Mourinho por la capital española.

Si el relevo por parte de Carlo Ancelotti resultó balsámico para un plantel quemado por la histriónica personalidad del portugués, se espera que la flema del italiano, ya asentado tras un año al timón y validado por “la Décima” sirva para encauzar la nave hacia un periodo de dominio planetario.

No hay tregua entre los seguidores madridistas, empeñados en invocar “la Undécima”, el triplete de liga, Copa del Rey y Champions, e incluso la perfección: lograr los seis títulos en disputa esta temporada.

El primero ya cayó, al ganar la Supercopa de Europa el pasado martes al Sevilla con doblete de Cristiano. Como el resto del equipo, el portugués ostentó gran forma y el mismo olfato goleador de siempre, mientras Kroos se erigió en el futbolista total que deseaba Ancelotti para el mediocampo.

La táctica del 4-3-3 que permite jugar juntos a Cristiano, el galés Gareth Bale y el francés Karim Benzema, autores de 63 dianas ligueras el año pasado, es la escogida por el preparador, que requería de un jugador capaz de marcar el ritmo de las transiciones para los tres velocistas de vanguardia y, al tiempo, recuperar la posición en caso de pérdida.

Las primeras evaluaciones de Kroos en ese sentido resultaron de lo más positivas, mientras se espera aún la mejor versión de James, relegado por ahora a la posición de interior zurdo. El colombiano enamoró al mundo en Brasil 2014, pero la conquista del estadio Santiago Bernabéu puede resultar más dificultosa si no se adapta rápido a las exigencias de un rol más exigido físicamente que en la selección cafetera.

El puzzle aún debe completarse en la pizarra y los despachos, donde sigue en suspenso la continuidad del alemán Sami Khedira y argentino Angel Di María, a quien Ancelotti espera retener. “El Fideo” ejerció de gran desatascador de partidos la pasada campaña y resultó casi tan providencial en la final europea como Ramos, líder de la defensa junto a Pepe y abanderado de la cuota española en el plantel, donde fichajes pasados como Asier Illarramendi o Isco Alarcón se antojan principales perjudicados de la nueva “galacticación”.

La Supercopa española contra el Atlético de la semana entrante es el siguiente reto, con el inicio de la liga a rebufo. El tercer puesto del pasado ejercicio, cuando el Madrid fracasó en duelos directos con Barsa y Atlético, resultara a toda luz insuficiente en este para un equipo tan rebosante de músculo, confianza y hambre.

Barcelona: tras la bonanza y caída, las urgencias

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – En el ámbito del fútbol, cuatro ligas conquistadas en los últimos seis años deberían otorgar suficiente crédito a cualquier institución y lo mismo supondrían más de 300 goles anotados en ese tramo para cualquier futbolista.

Pero ni el Barcelona es cualquier institución ni el argentino Lionel Messi un jugador cotidiano.

“Más que un club” proclama el eslogan de la entidad azulgrana, hipocondriaca empedernida, por admirada que resulte a nivel planetario.

Y pese a su grandeza y logros recientes, tanto el Barsa como Messi tienen razones para andar preocupados.

El año pasado resultó nefasto a todos los niveles, empezando por el fallecimiento del timonel Tito Vilanova tras una cruel enfermedad, siguiendo por los problemas en los despachos que acabaron con la dimisión del anterior presidente, Sandro Rosell, y concluyendo con el fracaso futbolístico que resultó en el adiós del técnico argentino Gerardo Martino, sin otro título que celebrar que no fuera la Supercopa española.

El insuficiente botín tras una época de gran bonanza bajo la dirección de Pep Guardiola acarrea urgencias para todos los implicados: desde veteranos ilustres como Xavi Hernández a recién llegados como el uruguayo Luis Suárez, el croata Ivan Rakitic o el chileno Claudio Bravo.

Y Messi, claro.

El rosarino regresa al ojo del huracán o el centro del universo futbolístico, según se considere. El cruce de miradas entre “La Pulga” y la afición se ha tensado con el tiempo, especialmente tras una campaña en que Messi no consiguió rendir regularmente a nivel divino, estándar al que se había malacostumbrado la hinchada.

Unidas a infinidad de contratiempos legales del astro saltaron también abundantes críticas a su falta de forma física, considerada la principal razón de las lesiones que lastraron su rendimiento en el campeonato. La escasa sintonía, acentuada por las sospechas de reserva para cuajar un buen Mundial con Argentina, vivió su momento álgido al final de campaña, cuando Messi no evitó lanzar una advertencia antes de enfilar viaje a Brasil 2014: “Si no me quieren, me voy”, amenazó.

La buena noticia para ambos es que llegaron refuerzos en forma de Suárez, considerado uno de los mejores arietes del planeta. La mala es que no podrá debutar hasta el 24 de octubre, una vez venza la sanción impuesta por la FIFA y el TAS.

Por si acaso, y pendiente de su propio castigo en el mercado de transferencias, el club ha optado por robustecer cada línea del equipo. Así, tras la marcha del arquero Víctor Valdés, el alemán Mar-André ter Stegen y Bravo se disputaran un puesto en el arco. Jeremy Mathieu, ex del Valencia, y el belga Thomas Vermaelen deben mejorar la zaga e Ivan Rakitic y Rafinha, llegados del Sevilla y Celta de Vigo, competirán en la media.

La batuta del nuevo entrenador, Luis Enrique, quien vistió en su día de azulgrana, se antoja clave en el difícil tránsito hacia la recuperación. Pese a besar la lona la temporada anterior, el Barsa sigue siendo un peso pesado y el aliento desde la esquina debe servir de primer paso para meterse de nuevo en la pelea.

La principal duda es si el carácter enérgico de Luis Enrique, salido por la puerta de atrás de la Roma antes de triunfar en el Celta, mezclara bien con los astros de la caseta azulgrana; y en concreto el taciturno Messi, dueño de la pelota en el Camp Nou.

Por ahora, el técnico no ha dudado en señalar el camino al prometedor Gerard Deulofeu, cuyo desbordante talento apenas le ha servido para recalar cedido en el Sevilla. La implicación en los entrenamientos dictaminará las oportunidades en los partidos, vino a decir Luis Enrique tanto al joven canterano como a Xavi, al que convenció para seguir un año más.

El organizador del mejor Barsa de la historia enfrenta el ocaso de su brillante carrera con la responsabilidad de capear las urgencias y encarar la transición a otra época dorada. Le acompañarán Andrés Iniesta y Messi, pero no Valdés ni Carles Puyol, estandartes del ciclo anterior.

Para el nuevo, los azulgranas esperan contar también con una versión  mejorada de Neymar, quien acabó renqueante el Mundial y recién empezó a entrenar. El brasileño debe aportar más que en su primer año, cuando pareció distraído y apenas totalizó nueve dianas ligueras.

Como bien apercibió Martino, la paciencia nunca fue virtud del Barsa, que no sufría una campaña sin títulos mayores desde 2007-2008.

Resquemor franco-alemán

[Esta columna fue editada y publicada en julio de 2014 por LA OPINIÓN]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España – 1988: Mi Espanyol (entonces “Español” y, sí, existe otro equipo en Barcelona) afronta el partido de vuelta de la final de la Copa de la UEFA (hoy “Liga Europa” y, sí, entonces se disputaba a doble juego) con ventaja de 3-0 en cancha del Bayer Leverkusen.

¿Qué pasó?

El apocalipsis, estimados.

Los chicos del Bayer (a partir de entonces “esos malditos alemanes”) nivelaron con tres goles (uno de ellos del inmortal Cha Bum-Kun) en la segunda parte (ojito) y luego ganaron en la tanda de penales, culminando el mayor trauma preadolescente de quien firma esta columna.

Nunca más me fiaría de Alemania. Y eso también vale para usted, Angela Merkel.

1984: España, tras clasificar a la Eurocopa de Francia con un surrealista 12-1 a Malta, supera rondas a cual más épica hasta plantarse en la final contra la anfitriona, partido que pierde 2-0 con desgarrador fallo del arquero Luis Miguel Arconada, ídolo de toda una generación, ante un tiro libre de Michel Platini.

Nunca perdonaré a los franceses. En especial Napoleón.

1982: Alemania y Francia se miden en semifinales del Mundial de España y el guardameta germano, Toni Schumacher, realiza una de las entradas más salvajes de la historia sobre Patrick Battiston, acaparando el protagonismo de un enorme partido que acaba 3-3, con “gol del cojo” de Karl-Heinz Rummenigge y agónica clasificación de la “mannschaft” por penales (Perdería la final contra Italia).

Lección en verso: Francia siempre decepciona cuando menos te lo esperas. Y Alemania nunca muere de primeras.

2014: Germanos y “bleus” vuelven a cruzarse en cita mundialista, despertando un añejo resquemor infantil junto a recuerdos de gran fútbol (GRAN FÚTBOL).

Espera Suiza, ¿Hora de Messi?

[Esta columna fue editada y publicada en junio de 2014 por LA OPINIÓN]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España –  De Leo Messi abundan teorías, dimes y diretes, mitos y leyendas. La última (¿O penúltima?  …Ya no sé) asegura que el astro no duerme con el resto de la selección argentina en Brasil sino en una mansión con su familia, de la que va y viene en helicóptero.

¿Será cierto? ¿Qué pensará, dado el caso, “La Pulga” mientras sobrevuela la tierra donde espera clavar la bandera del “diez” para cimentar su reinado mundial, justo cuando más discutida parece estar su figura?

¿Fijará la “mirada del tigre” en los estadios? ¿U oteará melancólico por la ventanilla, cual cachorro desamparado, anhelando el confort de la pelota, su amiga inseparable, la única que parece entender sus peculiares códigos de conducta?

Imposible descifrar a Messi, por mucho que se empeñen los gurús. Bien lo sabe el seleccionador Alejandro Sabella, conforme con que el astro no se le desconecte, como sí hizo los últimos meses en Barcelona, cerrando la temporada en blanco.

Fuera de la cancha, el rosarino siempre requirió intérprete para hacerse entender; y este año se reveló más taciturno de lo habitual, mosqueado por problemas físicos y extradeportivos, el mal juego del equipo y desencuentros con la afición azulgrana.

Argentina entera ansia su explosión en el Mundial. Y Sabella, consciente de que cuando menos involucrado esta, más se aburre y se obnubila, le ha colocado en contacto permanente con la pelota, amplía perspectiva para encarar y mezclar con compañeros de juego vertical y enrabietado.

Recuperado el roce con el cuero, el fútbol se arrima al astro. Y Messi golea. Y sonríe.

Suiza, exportadora de precisos relojes, le espera. ¿Llegó su hora?

España, adiós sin amargura

[Esta columna fue editada y publicada en junio de 2014 por LA OPINIÓN]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España –  El pasado jueves, resaca de que España cayera 2-0 con Chile y fuera matemáticamente eliminada del Mundial, la portada de un diario deportivo nacional exhibía la imagen cenital de Andrés Iniesta, de espaldas al objetivo, titulada amargamente THE END.

Ese “final” se adelantó al último choque del vigente campeón del mundo en el torneo, que los chicos de Vicente Del Bosque resolvieron el lunes con su única victoria, 3-0 frente a la débil Australia, dando carpetazo a una gloriosa etapa futbolística.

David Villa se despidió con un bello gol y enfado por el cambio a los 56 minutos, ansioso por añadir a su total de 59 tantos como máximo anotador de “La Roja”; y Pepe Reina, premiado con el debut en su tercer llamado, mantuvo invicto el arco que nadie sabe si volverá a defender algún día Iker Casillas.

Falta ver si lo de España, un batacazo en toda regla, viene a ser efectivamente un adiós o un hasta luego de los integrantes de una generación dorada, a los que solo queda aplaudir por su legado.

¿Se acuerdan del gol ganador de Fernando Torres en la final de la Eurocopa 2008? ¿El de Iniesta en Sudáfrica 2010? ¿La paliza a Italia dos años después en Kiev?

Pocos destellos de aquel gran fútbol se percibieron en el actual certamen, que se le hizo largo a más no poder a España, tirada del trono a las primeras de cambio pero torturada deportivamente hasta el desenlace. Incapaz de reconocerse incluso en la zamarra: hasta tres uniformes lució, ninguno de ellos el clásico.

El Rey cayó, finalmente.

Clamemos pues, sin amargura: ¡Viva el Rey!

Hora de cambiar monas

[Esta columna fue editada y publicada en junio de 2014 por LA OPINIÓN]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España –  “¿Cambiamos monas?”

La pregunta, ante mi desconcertada mirada, se la hizo el viernes Estefanía a Daniel, amigo de infancia con el que se reencontraba, tras años de relación a distancia, en improvisada reunión en mi apartamento de Barcelona.

Habíamos estado arreglando el mundo durante una larga y placentera comida hasta que ella recordó que, entre los motivos de la cita, estaba la curiosa liturgia que seguiría a continuación.

Y así, mientras otros nos ocupábamos de otras cosas, Estefanía y Daniel se dispusieron a cambiar monas (lo que en España llamamos cromos) del álbum del Mundial, como hicieran años atrás en Bogotá; y como siguen haciendo tantos niños y adultos alrededor del mundo.

Daniel: “127”…

Estefanía: “No”.

Daniel: “56”…

Estefanía: “Sí”.

En ese ejercicio, aunque con bastante menor alegría y mayor sensación de soledad, debe andar también Vicente Del Bosque estos días en Brasil. Poco podía imaginar el seleccionador de España, como ninguno de nosotros, que el partido que debe enfrentar el lunes a “La Roja” contra Australia fuera a tornarse intrascendente, sin otro aliciente que disfrutar de los últimos pelotazos de una de las mejores generaciones que haya dado el mundo del fútbol.

Blanqueada en el casillero, igual que Australia, España ya no pinta nada en el Mundial pero debe afrontar desde ya la renovación de cara a la defensa de su trono Europeo.

La cuestión es si el mejor punto de partida es un ensayo con quienes deben tomar el relevo o un homenaje final a los campeones.

Y en esas se debate Del Bosque, hombre leal y respetuoso con los ritos del fútbol… incluido el de cambiar monas.