Espera Suiza, ¿Hora de Messi?

[Esta columna fue editada y publicada en junio de 2014 por LA OPINIÓN]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España –  De Leo Messi abundan teorías, dimes y diretes, mitos y leyendas. La última (¿O penúltima?  …Ya no sé) asegura que el astro no duerme con el resto de la selección argentina en Brasil sino en una mansión con su familia, de la que va y viene en helicóptero.

¿Será cierto? ¿Qué pensará, dado el caso, “La Pulga” mientras sobrevuela la tierra donde espera clavar la bandera del “diez” para cimentar su reinado mundial, justo cuando más discutida parece estar su figura?

¿Fijará la “mirada del tigre” en los estadios? ¿U oteará melancólico por la ventanilla, cual cachorro desamparado, anhelando el confort de la pelota, su amiga inseparable, la única que parece entender sus peculiares códigos de conducta?

Imposible descifrar a Messi, por mucho que se empeñen los gurús. Bien lo sabe el seleccionador Alejandro Sabella, conforme con que el astro no se le desconecte, como sí hizo los últimos meses en Barcelona, cerrando la temporada en blanco.

Fuera de la cancha, el rosarino siempre requirió intérprete para hacerse entender; y este año se reveló más taciturno de lo habitual, mosqueado por problemas físicos y extradeportivos, el mal juego del equipo y desencuentros con la afición azulgrana.

Argentina entera ansia su explosión en el Mundial. Y Sabella, consciente de que cuando menos involucrado esta, más se aburre y se obnubila, le ha colocado en contacto permanente con la pelota, amplía perspectiva para encarar y mezclar con compañeros de juego vertical y enrabietado.

Recuperado el roce con el cuero, el fútbol se arrima al astro. Y Messi golea. Y sonríe.

Suiza, exportadora de precisos relojes, le espera. ¿Llegó su hora?

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