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España, tren de noche a ninguna parte

[Esta columna fue editada y publicada en junio de 2014 por LA OPINIÓN]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España – El martes fui al cine a ver una película previsiblemente decepcionante que acabó incluso superando mis peores augurios por pésima, además de insufriblemente pretenciosa.

Tren de noche a Lisboa contaba con un reparto de lujo formado por notables como Jeremy Irons, Bruno Ganz, Lena Olin y Christopher Lee. Pero, lastrada por un ingenuo guión y delirante dirección, acabó estrellándose contra la evidencia: el film no tenía ni pies ni cabeza, fracasaba inevitablemente ante el espectador.

Sensación parecida me produjo 24 horas más tarde el partido España-Chile, cuando la selección campeona del mundo fue también la segunda en despedirse de Brasil 2014, eliminada tras registrar dos derrotas y apenas un gol a favor por siete en contra. Una película de terror en toda regla.

¿Qué pasó? ¿Cómo pudo un equipo con jugadores de la talla de Iker Casillas, Sergio Ramos, Sergi Busquets o Andrés Iniesta caer a las primeras de cambio, y de forma tan estrepitosa?

Mientras observaba la mirada perdida de los futbolistas españoles en el mítico estadio Maracaná, no pude evitar relacionar ambos espectáculos. Juego y película se fundieron en un único relato de visionado dantesco, infumable a todas luces.

Y de Brasil volví a Lisboa.

¿Cómo se les ocurrió a esos actores participar en semejante disparate?

Quizás Ganz leyó el guión y, tras dudar inicialmente, pensó: “¡Que diantres… si está Jeremy Irons esto no puede salir mal! ¡Somos grandes intérpretes! ¡Lograremos que funcione!”.

Y regresé a Río de Janeiro.

Dieciséis de los integrantes de “La Roja” habían levantado la copa en Sudáfrica cuatro años atrás, y el seleccionador era el mismo.

La naturaleza humana, siempre tan optimista, invitaba a creer en la repetición del éxito; a pesar de que las evidencias, ya destapadas tras la goleada encajada ante Holanda, indicaran todo lo contrario.

Y así, con sensación incrédula y el mismo día en que el Rey abdicó, el tren de “La Roja”, de tan bello viaje y destino incierto, se perdió inapelablemente en la desangelada noche española.

El jersey de Casillas

[Esta columna fue editada y publicada en junio de 2014 por LA OPINIÓN]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España – Cuando yo era chico, a la hora del patio se jugaba al fútbol y a los malos nos tocaba ponernos de portero. La posición, como me imagino ocurre con la profesión, solía ser de lo más ingrata. Entre otras cosas, porque la mitad de las veces acababa perdiendo el indispensable jersey y, aparte de un buen saco de goles, debía encajar también las broncas de mi madre.

Salvo monumental actuación, entiéndase por ello numerosas atajadas de mérito, la responsabilidad principal se limitaba a recoger el balón del fondo del arco improvisado, soportando algún que otro comentario reprobatorio.

Y digo balón en singular, porque lo habitual es que, pese al escaso glamour de la tarea, hubiera cola de “negados” esperando turno. Así, a cada gol recibido uno cedía el relevo al siguiente candidato hasta que la rueda volviera a señalarle. Una espera tan humillante como desasosegante.

Apuesto que la mayoría de arqueros en Brasil 2014 ha pasado alguna vez por similar trance, eventual forjador de una personalidad a prueba de dedos acusatorios.

Alejado ya de los peculiares códigos del patio, el portero profesional no puede permitirse tener memoria. En cuanto cae presa del remordimiento, la desazón, queda atrapado en un perverso y desconcertante universo de distracciones, deja de ver el panorama enfrente y descuida guardar su meta, de llevar a cabo la misma acción que define su nombre.

Iker Casillas apenas registró dos goles en Sudáfrica 2010 y fueron sus grandes paradas, incluida la final contra Holanda, las que permitieron a España conquistar su único Mundial.

A la primera ocasión de defender el trono, concedió cinco tantos el viernes, cuando los “Orange” se ensañaron con el portero del Real Madrid.

De cara al siguiente choque ante Chile, crucial por el boleto a segunda fase, algunos piden relevo en el arco de “La Roja”, dado el mal papel de Casillas en el debut, cuando pareció venirse abajo tras encajar el tercer tanto, en que reclamó falta.

Tras una temporada alternando titularidad, el madridista fue incapaz de olvidar la acción y cometió errores impropios, destacándose como el principal culpable de la goleada, que no la derrota.

Pero, ya acabado el encuentro, el capitán ejerció como tal en el vestuario, levantando el ánimo de sus compañeros.

Casillas y España perdieron su primer partido mundialista como campeones. Ni más, ni menos.

La corona sigue sobre su cabeza, y ahora el arquero debe recuperar el jersey.

Sin piernas no hay paraíso

[Esta columna fue editada y publicada en junio de 2014 por LA OPINIÓN]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España – El toque ya no basta. Esta es la dura lección que aprendió España, si es que no lo sabía ya, el viernes tras encajar una dolorosa goleada, 5-1 a manos (o mejor dicho piernas) de la revitalizada selección de Holanda en su estreno mundialista.

No entierren a “La Roja” todavía. Recuerden que el combinado de Vicente Del Bosque también arrancó con sorpresiva derrota, 1-0, ante Suiza el pasado certamen de Sudáfrica, que acabó conquistando.

Aquel partido lo vi en un lugar tan insospechado como Cuba. En una acogedora casa de La Habana junto a mi esposa y, cosas de la vida, un risueño e incrédulo señor helvético, también de visita en la Isla.

Nadie esperaba entonces semejante resultado, pues España alcanzó la cita como campeona de Europa y exhibía un fútbol dulce, de toque excelso y contagiosa determinación. La calidad individual de sus futbolistas al servicio del equipo posibilitó que ganara sus seis siguientes cotejos hasta proclamarse campeón por primera vez en la historia, con solo dos tantos encajados. Y a esa reacción se agarra ahora el actual combinado, consciente de que le esperan dos “finales” a cara de perro ante Chile y Australia.

Pero las sensaciones transmitidas el viernes, más allá del aparatoso marcador, fueron muy distintas a las destiladas cuatro años atrás. Si lo de Suiza pudo archivarse en el cajón de los accidentes, lo de Holanda se antoja más bien un aviso. Y de los serios.

Todo le salió mal a España en Salvador de Bahía, donde los chicos entrenados por Louis Van Gaal se bastaron de un libreto tan sencillo como conciso para desnudar al vigente campeón, incapaz de superar la incesante presión “Orange”, pese avanzarse de penal sobre Diego Costa.

El experimento del hispanobrasileño como punta de referencia no funcionó y vino a retratar el principal problema del equipo de Del Bosque que, salvando al lateral Jordi Alba, pareció llegar muy justo de físico a la cita.

Frente a la superioridad técnica de hombres como Andrés Iniesta, Xabi Alonso, Xavi Hernández y David Silva, el liviano y joven equipo holandés dispuso orden táctico, sentido solidario y velocidad con ideas claras en cuanto recuperaba el balón.

El tanto neutralizador de Robin Van Pierse, ganando la espalda a la defensa, abrió el boquete por el que acabaron colándose, siempre más asertivos que sus rivales, Arjen Robben dos veces, Stefan de Vrij y nuevamente Van Pierse.

Tumbada en la pasada final por la “Roja”, Holanda se cobró venganza mundialista a la primera ocasión y tomó aire en el Grupo B.

Ese oxígeno le falta hoy a España de cara a revalidar su corona, ante un camino aún más empinado en caso de clasificar segunda de cuadro. Pero  incluso para lograr ese boleto deberá correr considerablemente más de lo que hizo en su catastrófico debut.

La cuestión no es tanto si a “La Roja” le resta fútbol, más bien si le queda gasolina.

Tócala otra vez, España

[Esta columna fue editada y publicada en junio de 2014 por LA OPINIÓN]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España – Dominador en Europa, donde sus clubes se reparten los más preciados trofeos, el fútbol español aspira a inmortalizar su sello en suelo latinoamericano con su segunda conquista de un Mundial.

De lograr tamaña hazaña en Brasil, España igualaría precisamente la gesta del país anfitrión, pues el último combinado en lograr hilvanar coronas fue la Canarinha, en 1958 y 1962. Pero para ello, deberá superar un Grupo B donde figuran la actual subcampeona Holanda y la rocosa Chile.

El camino se adivina dificultoso para los hombres de Vicente Del Bosque, que convocó a 16 de los que tocaron el cielo en Sudáfrica 2010 y una docena de los que abrieron su actual racha triunfal, ganando la Eurocopa de 2008.

La continuidad es, pues, la gran apuesta de “La Roja”, como ha acabado conociéndose a la selección española. Enterrada quedó aquella “Furia” más mitológica que exitosa, que cautivó corazones con los cuatro goles de Emilio Butragueño a Dinamarca en México 1986 pero se despidió mordiendo el polvo en cuartos de final contra Bélgica.

Su última aventura de este lado del charco también quedó en sinsabor cuando Italia la sacó de Estados Unidos 1994, nuevamente en cuartos y con el labio partido de Luis Enrique, actual entrenador del Barcelona, cómo ensangrentada imagen de su histórico infortunio.

Pero esa era otra España: un equipo de brega y alma trágica, muy lejano al actual, invicto en sus últimos tres grandes torneos (dos Eurocopas y un Mundial), por mucho que doblara hace un año la rodilla en la Copa Confederaciones.

Lo hizo ante Brasil, del que se exige un golpe de autoridad en su casa, del mismo modo que algunos descartan a “La Roja” por presumible fórmula caduca, cansancio físico y falta de motivación.

Hombre cauteloso, Del Bosque apuesta por todo lo contrario, como demuestra la convocatoria del veterano David Villa, recién incorporado a la MLS.

El bajón del Barcelona en la última temporada, saldada sin títulos relevantes, es el principal argumento de los escépticos, pues el club azulgrana es el que más jugadores aporta (7) y el que definió el estilo asociativo bautizado como “tiqui-taca” en torno centrocampistas livianos y talentosos como Xavi Hernández y Andrés Iniesta.

El gol de este último decantó la final con Holanda hace cuatro años, posibilitando que el capitán Iker Casillas levantara la preciada copa.

Ahora el continente americano, donde jamás se ha coronado un equipo europeo, espera su defensa del título con los “Orange” y otro viejo conocido, el técnico Louis Van Gaal, en primera fila.

A debate: un estilo.

En juego: marcar época.

A pedir, un deseo: tócala otra vez, España.

Barcelona y Martino, de la final al amargo final

[Este artículo fue editado y publicado en mayo de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – En poco más de noventa vibrantes minutos, en un partido a vida o muerte contra el eventual campeón Atlético de Madrid, el Barcelona pasó el sábado de celebrar la posible 23ra liga de su historia a cerrar un glorioso ciclo que incluía la conquista de cuatro de los cinco anteriores campeonatos españoles.

El choque acabó en empate, 1-1, valedor para la celebración colchonera y desencadenante del rito funerario culé, que empezó con la confirmación del adiós, ya intuido, de un desolado Gerardo Martino en sala de prensa.

“Hemos decidido de común acuerdo que deje ser el entrenador del Barcelona. Ha sido un orgullo para mí dirigir a este club. Lamento no haber conseguido los objetivos trazados. Lo intentamos hasta el final”, declaró el técnico argentino, dando carpetazo a su convulso año al timón del Barsa.

En una liga conquistada con 90 puntos, el anterior campeón ni siquiera cumplió los requisitos más básicos, incapaz de tumbar en la última fecha y ante su propia afición al Atlético, con quien pugnó hasta el último aliento por el trono, tomado finalmente por el plantel del también argentino Diego Simeone.

La liga, el único título mayor que seguía en liza para los azulgrana, fue más tortura que travesía mágica para Martino y sus futbolistas, quienes iniciaron el camino hace diez meses con el pie cambiado, al caer enfermo el anterior timonel, Tito Vilanova, lo que precipitó el arribo del técnico rosarino.

El entrenador catalán, tristemente fallecido el pasado 25 de abril víctima del cáncer que se le diagnosticó en 2011, venía de ganar el anterior campeonato en su primer y único año al frente del Barsa, que apostó por dar continuidad al modelo de Pep Guardiola, hoy del Bayern Munich, ofreciendo la alternativa a un hombre de casa.

Martino aterrizó en paracaídas en Barcelona, pero el arranque a remolque no tuvo aparente impacto negativo en la competición liguera, que el Barsa empezó copando 50 puntos de 57 posibles y goleando por 7-0 al visitante Levante en la fecha inaugural, la primera victoria de ocho seguidas.

Pero ya tras la quinta, una goleada por 4-0 en cancha del Rayo Vallecano pocos días después del fallecimiento de su padre en Argentina, Martino se percató que no todo iba a ser un camino de rosas, asombrado de que la crítica destacara por encima del resultado la pérdida de la posesión del balón, sello distintivo de la etapa anterior.

Con un plantel envejecido y exhibiendo ciertos síntomas de acomodamiento, el “Tata” peleaba en varios frentes en el enrarecido ambiente de Barcelona, pues a las dificultades deportivas se sumaban fuertes distracciones en los despachos. Lo que el entrenador irónicamente bautizó “la crisis semanal”.

El brasileño Neymar, incorporado a golpe de talonario para asumir parte de la carga que arrastraba desde hacía varias temporadas el argentino Lionel Messi, no acababa de arrancar y la polémica en torno al coste real de sus fichaje se llevó por delante al presidente Sandro Rosell, quien dimitió en enero y fue remplazado por Josep María Bartomeu.

Sin el hombre que apostó por su contratación al frente de la institución, Martino sintió como a la sensación de persecución mediática se le unía la de una cierta soledad.

Neymar, igualmente afectado por el ruido extradeportivo, sufrió altibajos y lesiones; y Messi, también baja por periodo de dos meses coincidiendo con el cambio de año, ya no tapaba todas las deficiencias del plantel pese a puntuales actuaciones antológicas como en la 29na fecha, cuando firmó un triplete para vencer de visitante al Real Madrid, 4-3, en el Santiago Bernabéu.

Las prestaciones del rosarino, con 41 dianas anotadas en la temporada, volvieron a ser excelentes bajo el prisma terrenal, pero por debajo de su habitual desempeño (60 tantos el curso anterior y 73 el previo); y tampoco alcanzaron la regularidad de antaño compañeros como Xavi Hernández, Andrés Iniesta o Gerard Piqué. Menos aún el capitán Carles Puyol, con quien Martino confiaba para el eje de la defensa pero apenas disputó 12 encuentros, anunciando su adiós a final de campaña.

Cayó también a principios de abril una sanción de la FIFA, impidiendo el fichaje de futbolistas por incumplimiento con la norma de traspasos de menores; aunque luego el castigo quedara aplazado. Y finalmente el peor mazazo: el fallecimiento de Vilanova a finales de ese mismo mes.

Y pese a ello, el Barsa siguió vivo en la pelea, líder en 23 de las 38 fechas totales, y siempre a distancia del Atlético y el Madrid, con el que finalmente acabó empatado a 87 puntos. Conectado a la liga por pura matemática y talento más que ánimo o convencimiento. Si en anteriores años los culés seducían por resultados y juego, dominaban sus partidos y sometían a sus  rivales, en la actual campaña simplemente sobrevivían, administraban recursos, aspiraban a solventar más que enamorar.

Bajo ese prisma, la declaración de Martino en la previa de la final con el Atlético resumió perfectamente el estado de ánimo: “Preferiría ir a Madrid y que me valiese empatar”, comentó frente la perspectiva de conquistar el título ante los suyos, con un golpe de autoridad.

La falta de espíritu colectivo ya se acentuó con el cambio de año, cuando los azulgranas perdieron en casa ante el Valencia por la 22da fecha, y luego cayeron también en visita a la Real Sociedad, partido en que Martino acabó expulsado y desencajado, con el consecuente abatimiento de sus jugadores.

Tras dejarse solo siete puntos en sus primeros 19 partidos, el Barsa besó la lona también en cancha de modestos como Valladolid y Granada, y acabaría cediendo 22 unidades en los 19 siguientes choques.

La lesión del arquero Víctor Valdés en la fecha 30 hasta final de temporada se notó en la retaguardia y en especial la final de la Copa del Rey, perdida 2-1 ante el Madrid en ese terrible mes de abril.

Eliminado también en cuartos de final de la Champions por el Atlético, Martino tildó de “fracaso personal” el no clasificar al equipo a la que hubiera sido su séptima  semifinal continental consecutiva. Y, restando la conquista de un trofeo menor como la Supercopa, vio cercano el abismo de la primera temporada en blanco desde la campaña 2007-2008.

“No conseguir ningún título sería un fracaso”, había consentido ya el día de su presentación oficial; y esa perspectiva nunca se palpó tanto como por la 36ta fecha, cuando el Barsa cedió un empate de local ante el Getafe y quedó aparentemente descolgado de la liga. “Ya hemos dicho todo lo que teníamos que decir en el campeonato”, proclamó el propio Martino en la alicaída rueda de prensa posterior, con el equipo tres puntos por debajo del Atlético y tres por encima del Madrid, con tres y cuatro partidos restantes, respectivamente.

Lo ocurrido desde entones ya es historia: uno de los finales de campeonato más rocambolescos que se recuerdan, con ninguno de los dos primeros capaz de solventar con victoria sus tres últimos choques.

Y una final a cara o cruz con el Atlético en el Camp Nou, saldada con un empate que valió una liga de 90 unidades. Un título que el Barsa  quería dedicar a Vilanova, el llorado campeón de los 100 puntos, pero que los culés vieron teñirse de rojiblanco mientras despedían amargamente a  Martino y a un ciclo irrepetible.

Atlético, el triunfo de la constancia

[Este artículo fue editado y publicado en mayo de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – “La liga es cosa de dos”, proclamó hace nueves meses Diego Simeone cuando se le preguntó sobre una posible alternativa de su Atlético de Madrid en el torneo español, dominado en sus nueve últimos años por Real Madrid y Barcelona.

Treinta y ocho fechas ligueras después, el timonel argentino no cabía en sí de gozo en el mayoritariamente vacío estadio Camp Nou, donde los colchoneros celebraron su primer campeonato desde 1996, cuando el “Cholo” ejercía de aguerrido mediocampista.

El empate visitante por 1-1 sobre el Barcelona el sábado por la última fecha dio el título al Atlético con 90 puntos, tres de ventaja sobre los azulgrana y también respecto al Real Madrid.

El “partido a partido” que pregonó a lo largo de estos nueve meses Simeone, luego tornado “final a final”, acabó convirtiéndose en la décima liga ganada por la entidad colchonera, que aún tiene ocasión de mejorar su mágica temporada el 24 de mayo, cuando enfrente al Madrid por la final de la Liga de Campeones en Lisboa.

El camino resultó tan fascinante como dificultoso para el carismático plantel dirigido por el “Cholo”, un grupo de futbolistas formados en la cantera o rescatados de otros clubes como el goleador Diego Costa, tercer máximo cañonero de la competición con 27 tantos, uno menos que el azulgrana Lionel Messi y a cuatro del madridista Cristiano Ronaldo.

Como su compañero Raúl García (nueve conquistas en liga), Costa triunfó a orillas del río Manzanares después de varias cesiones a equipos menores y dio un paso de gigante en su segunda campaña completa bajo la tutela de Simeone, tomando el testigo del colombiano Radamel Falcao, emigrado al Mónaco tras sus 28 dianas el curso anterior.

El “partido a partido” de Simeone empezó el 18 de agosto, con una victoria por 3-1 en cancha del rocoso Sevilla, actual quinto clasificado y campeón de la Liga Europa. Costa anotó un doblete, como lo hizo también Messi a kilómetros de distancia.

El rosarino y su paisano, el técnico debutante Gerardo Martino, empezaron como un tiro en Barcelona, si bien el aclamado estilo azulgrana acabaría sufriendo más una modificación bajo el timón del “Tata”.

El primer partido de los culés, una tremenda paliza por 7-0 al visitante Levante, exhibió la fervorosa presión avanzada perdida tras la marcha de Pep Guardiola,  y aumentó la sensación de que el Barsa estaba en el buen camino. Al igual que el año anterior con el ahora difunto Tito Vilanova en la banca, el equipo realizó una excelente primera vuelta en cuanto a resultados, ganando 50 de los 57 puntos disponibles y llegando líder a la 22da fecha, cuando el Atlético ocupó por primera vez el trono.

El Barsa arrancó con ocho victorias seguidas, pero las cosas ya se torcieron para Martino tras la quinta, un 4-0 en cancha del Rayo Vallecano, cuando la crítica destacó la perdida de la posesión del balón, sello distintivo de la etapa anterior.

Enrarecido el ambiente en el entorno culé, el Real Madrid de Carlo Ancelotti tampoco convencía empatando en Villarreal o con victorias agónicas contra rivales de la talla del recién ascendido Elche; circunstancia que aprovechó el Atlético para proporcionar su primera estocada, ganando 1-0 en feudo “merengue” por la séptima fecha.

Era la segunda vez consecutiva que los rojiblancos derrotaban al acérrimo rival ciudadano tras 14 años de sinsabores. Si la victoria 2-1 en la final de la Copa del Rey cuatro meses antes sobre el mismo escenario había dado portazo al complejo de inferioridad, el triunfo liguero abría la esperanza de un golpe sobre la mesa en el panorama nacional. El Atlético se erigía serio aspirante a la liga.

Se resistió a reconocerlo Simeone, y los rojiblancos finalmente encajaron su primer revés por la novena fecha, 1-0 en cancha del Espanyol, equipo menor pero de parecidas características, capaz de resaltar las carencias de sus adversarios antes que sus propios logros.

Pero si algo ha distinguido la constante progresión del Atlético, tanto en la liga como en la Champions, ha sido la capacidad evolutiva de un equipo que, aun conservando la esencia del contragolpe y la efectividad a balón parado, ha logrado adaptase a las diversas circunstancias exhibiendo un fútbol moldeable, de alto nivel en multitud de versiones, incluida la pelota rasante en paciente combinación.

Estilistas finos como Jorge Resureccion “Koke” y Arda Turan se pusieron el mono de trabajo, veteranos como el ex barcelonista David Villa aceptaron un rol reducido y la línea defensiva, recitada de memoria con Filipe Luis, Miranda, el uruguayo Diego Godín y Juanfran Torres, se destapó como la menos goleada del campeonato, apoyada en el joven y talentoso arquero Thibaut Courtois.

El Atlético ganó ocho de sus nueve siguientes cotejos y no cedió al cierre de la primera vuelta con un empate local por 0-0 ante un Barsa en trayectoria descendiente, que igualaría también su siguiente partido, 1-1 con Levante, y perdería de local, 2-3 ante el Valencia, por la 22da fecha.

Los de Simeone, beneficiados a la vez por la igualada del Madrid 1-1 con el Athletic de Bilbao, no perdieron ocasión de tomar la punta al día siguiente, en que honraron la memoria de Luis Aragonés, ídolo colchonero y ex seleccionador español previamente fallecido, goleando 4-0 a la Real Sociedad.

La segunda derrota rojiblanca, inesperada y por 2-0 en visita al Almería, resultó en triple empate en la punta junto a Madrid y Barsa las dos semana siguientes, y los colchoneros parecieron descolgarse en la 25ta, cuando perdieron 3-0 ante Osasuna, antes de igualar 2-2 con el Madrid en casa.

El Barsa, entretanto, se ahogaba en su propia inoperancia y, tras dejarse solo siete puntos en sus primeros 19 partidos, acabaría cediendo 22 en los 19 siguientes choques.

Apoyado por su incansable afición en citas de alta intensidad y su extrema fiabilidad en su estadio, el único invicto del campeonato, el Atlético reaccionó tras el clásico ciudadano, ganando sucesivamente en nueve fechas, con balance de 14 goles a favor y uno en contra en ese tramo, en que también certificó su presencia en la final de la Champions, eliminando al Barsa en cuartos de final.

La liga podría haber caído del lado del Madrid si los blancos hubiesen aguantado una ventaja de 3-2 sobre el Barsa en los últimos 25 minutos del clásico por la 29na fecha, pero una portentosa actuación de Messi, con triplete incluido, permitió la reacción de los azulgranas, finalmente vencedores por 4-3.

El campeonato volvía a estar al rojo vivo, con los conjuntos madrileños igualados en la punta y el rival catalán un punto por debajo.

En total, los merengues, apenas fueron líderes entre las fechas 26 y 28 y, obnubilados por la posible consecución de su décima Copa de Europa, tropezaron fatídicamente en el desenlace final, con empates consecutivos ante Valencia y Valladolid, respectivamente por la 35ta y 36ta fecha.

Esa última igualada amplió el margen de error del Atlético y también dio nueva vida al Barsa, que venía de empatar 2-2 de local con Getafe, izando bandera blanca en la sala de prensa.

Para cuando los de Martino quisieron reengancharse, ya fue demasiado tarde. El espíritu competitivo llegó herido a Elche (0-0), mientras el Madrid se reservaba ante el Celta de Vigo, perdiendo 2-0, pensando en Lisboa.

El Atlético tampoco logró vencer el Málaga (1-1). Pero, en una liga ganada con 90 puntos, lejos de los cien de las dos anteriores, el único de los tres de arriba que llegó entero al final, con ánimo de gesta y corazón limpio, fue el equipo de Simeone, el mismo hombre que pronosticó en su día un campeonato “aburrido”.

Se acabó desmintiendo a sí mismo el “Cholo”, ayudado por hombres como Costa, Villa, García, “Koke”, Miranda, Courtois, Godín. Todos campeones de la constancia.

Dos Santos: “Siempre lo he dado todo con el Tri”

[Este artículo fue editado y publicado en mayo de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – Giovani Dos Santos (25 años, Monterrey, Nuevo León) está a punto de cerrar su mejor temporada como profesional justo en el mejor momento posible: a las puertas de su segundo Mundial con México; el que se espera le confirme como astro en el panorama internacional.

Surgido de la horma del brasileño Zizinho, destacado futbolista del América en los 80, y revelado singular talento al ganar el Mundial Sub’17 de Perú en 2005 junto a una camada que incluía figuras de la talla de Carlos Vela, a Dos Santos le costó abrirse paso en el fútbol europeo, al que emigró con apenas 12 años para formarse en la fructífera cantera del Barcelona.

Traspasado en 2008 por el club azulgrana y tras pasos infructuosos por el Tottenham, Ipswich Town y Galatasaray, su suerte empezó a cambiar en 2011 con el Racing de la liga española, donde Marcelino García Toral, su actual entrenador en el Villarreal, le depositó la confianza que tanto anhelaba.

Dos Santos ha firmado 10 goles y siete asistencias en el actual campeonato, que concluye el domingo en visita del “Submarino Amarillo” a la Real Sociedad de su amigo Vela, quien no acudirá a Brasil 2014 por decisión propia.

Sí lo hará el regiomontano, pese a la errática clasificación del combinado tricolor, ilusionado por hacerse un nombre en el país de su progenitor.

AP: ¿Cómo se encuentra a 29 días del Mundial?

GDS: Aunque he tenido dos lesiones, esta es la temporada en que mejor me he encontrado físicamente, jugando minutos y bien. Nunca había disfrutado tanto. He madurado futbolísticamente y tengo más libertad.

AP: ¿Qué le pide Marcelino?

GDS: Movilidad y estar en contacto con el balón, dar el último pase, llegar, finalizar.

AP: ¿Cuál fue su punto de inflexión?

GDS: En el Racing me di cuenta de que podía hacer bien las cosas. El año pasado en Mallorca también hice muy buena temporada.

AP: Aunque acabó con descenso y lío con la FIFA.

GDS: El equipo estaba jugándose la vida y, para México, también era importante. Soy un profesional y quería estar en los dos lados, pero no podía.

AP: ¿Qué pasó en las eliminatorias?

GDS: En la selección siempre va a haber presión y critica. El equipo peleó pero simplemente agarramos una racha mala. En la primera etapa del “Chepo” (José Manuel De La Torre) hacíamos partidos buenos.

AP: En España chocó bastante escuchar críticas muy duras que hablaban incluso de soberbia.

GDS: Aquí los comentaristas saben y entienden de fútbol. Critican en el buen sentido. No narran partidos para montar un espectáculo de ellos mismos.

AP: ¿Le supo mal quedarse fuera del repechaje?

GDS: Cualquier jugador quisiera estar allí, sobre todo los que jugamos el hexagonal, que teníamos ganas de reivindicarnos. Pero entendimos la decisión del “Piojo” y sufrimos como cualquier mexicano.

AP: ¿Le miran con lupa?

GDS: Siempre me he sentido un jugador más, aunque sé que las exigencias y expectativas hacia mí son altas porque estoy en la mejor liga del mundo.

AP: ¿Le duele que hayan dudado de usted?

GDS: La gente no puede dudar de que siempre lo he dado todo con el Tri. A nivel de selección he tenido muy buenos momentos, he conseguido títulos… Entendí las críticas, pero tienes que aprender de eso y pasar página.

AP: ¿Cómo será esa despedida con Vela el domingo?

GDS: Como dos buenos amigos. Tenemos una magnífica relación fuera del campo. El me deseara suerte y yo, que pase unas buenas vacaciones.

AP: ¿Cómo ha vivido su caso?

GDS: Es un jugador diferente que puede aportar muchísimas cosas. Y a nivel selección también he tenido muy buena relación en la cancha. Cuando me comentó su decisión, la respeté al máximo y lo apoyé.

AP: ¿Entiende que los aficionados reclamen su presencia?

GDS: Es normal que se hable a favor y en contra porque ha hecho grandes temporadas en España. Es un futbolista que marca diferencias.

AP: ¿Intentó mediar?

GDS. Hablé con él. Siempre le he dicho que es un jugador que está hecho para la selección.

AP: Y a Chicharito (Hernández, del Manchester United), ¿Lo ve preparado?

GDS: Cuando ha jugado, ha hecho lo que sabe hacer: marcar goles. Es un jugador importante.

AP: ¿Le comentó a Herrera que prefería jugar más arriba?

GDS: Cuando  me preguntan dónde juego, digo que de “nueve”, que es donde vengo haciéndolo. Pero puedo sentirme cómodo de interior o segundo punta. No me importa.

AP: ¿Entre americanistas es más fácil entenderse?

GDS: (ríe)… Obviamente, ese título que consiguió con el América lo disfruté mucho. Hizo historia  y siempre tendré que agradecérselo.

AP: ¿Debe ser este el Mundial de Gio?

GDS: Ojalá sea el de México.

AP: ¿Está listo para tomar el testigo de Rafa Márquez?

GDS: Rafa allí está. En la selección todos tenemos que ser líderes, cada uno en su parcela.

AP: ¿La meta es llegar a cuartos?

GDS: La meta es ser campeones. Vamos partido a partido. En un Mundial, todo son finales.

AP: ¿Cómo ve el Grupo A (junto a Camerún, Croacia y Brasil)?

GDS: Nos tocó un muy buen grupo. El primer partido es el más importante para nosotros. Aunque obviamente la favorita es Brasil.

AP: ¿Y para ganar el Mundial?

GDS: España, la actual campeona.

AP: ¿Que lección sacó del Mundial de Suráfrica?

GDS: Nunca puedes dar un partido por perdido y no importa el cruce que te toque, debes salir al máximo.

AP: ¿Y con qué se quedó de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres?

GDS: Éramos una  gran familia, con una gran unión dentro y fuera del campo y estuvimos a tope. Había gente talentosa y con ambición.

AP: ¿Llegan bien de ánimo al Mundial?

GDS: Si. Hay que disfrutarlo, competirlo. Las eliminatorias ya las dejamos a un lado.

AP: Usted y (el jugador del Espanyol) Héctor Moreno, son los únicos citados que ganaron aquel Mundial Sub’17. ¿Le sorprende?

GDS: Hicimos algo histórico, pero es pasado. Con la edad va aumentando la competencia y, al final, estamos los que hemos trabajado fuerte para jugar en la selección, que no es nada fácil.

AP: ¿Le perjudicó debutar tan joven?

GDS: Cualquier jugador sueña con debutar en el Barsa con 18 años. Para nada me arrepiento.

AP: ¿Le quedó la espina clavada, de regresar algún día?

GDS: Nunca se sabe en el fútbol. Por ahora estoy muy bien en Villarreal.

AP: ¿Ha soñado con levantar la copa?

GDS. Durmiendo no. Pero he pensado mucho en ello.

Mundial: Zabaleta esta vez no va de sparring

[Este artículo fue editado y publicado en mayo de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – A las puertas de conquistar su segunda Liga Premier con el Manchester City y jugar su primer Copa del Mundo con Argentina, Pablo Zabaleta (29 años, Buenos Aires) se siente en plenitud deportiva y madurez personal, cómodo en su propia piel y responsable máximo de su destino.

La selección albiceleste afronta un panorama teóricamente favorable en Brasil, encuadrada junto a Nigeria, Bosnia e Irán en el Grupo F; y los “citizens” dependen de sí mismos para levantar el título en Inglaterra tras el resbalón el pasado sábado del líder Liverpool, que perdió 2-0 de local ante el Chelsea.

De los tres aspirantes, el City es el único que controla su suerte, pues marcha actualmente a tres puntos de distancia del Liverpool pero cuenta un partido menos y tiene mejor diferencia de goles. Si vence sucesivamente a Everton, Aston Villa y West Ham, la ciudad de Manchester se vestirá de celeste y Zabaleta vivirá una fiesta futbolística como las que imaginó cuando llegó hace seis temporadas procedente del Espanyol.

Ganador de una Copa del Rey y subcampeón de la Liga Europa con el conjunto “periquito”, el aguerrido lateral dejó un grato recuerdo y numerosos amigos en Barcelona, pero le acompañaron a las islas su actual esposa, catalana, y una maleta con grandes ilusiones.

“Cuando decidí venir, aún estaba un poco lejos pensar que el City iba a tomar un protagonismo como gran club a nivel europeo, pero tenía el sueño de jugar la Premier. Haciendo balance, he tenido la suerte de ganar títulos importantes y espero seguir haciéndolo. La derrota del Liverpool nos dio la posibilidad de depender de nosotros mismos. Estuvimos en una situación parecida hace dos años y aún hay hambre”, aseguró Zabaleta desde Manchester, poco antes de ver por televisión las semifinales de la Liga de Campeones entre Bayern Munich y Real Madrid.

Tanto el argentino como su equipo tienen el título europeo como asignatura pendiente, después de que el Barcelona eliminara al City en los octavos de final de la Champions con marcador global de 3-1, en una llave en que el defensor fue expulsado en el choque de vuelta en cancha de su compatriota y amigo Lionel Messi.

La gloría continental se le niega a Zabaleta, quien nunca la tuvo más cerca que vistiendo de blanquiazul en la vecina Escocia. “Con el Espanyol llegamos a la final de Liga Europa en Glasgow contra el Sevilla. Hicimos un torneo impresionante sin perder ningún partido, pero se nos fue en los malditos penales”, lamenta con amargura, aunque rescatando también momentos dulces, como cuando lideró los cánticos del plantel en el autobús camino de la anterior final de copa; arrebato clave para comprender la victoria.

Hincha declarado de San Lorenzo, el equipo donde debutó como profesional en 2002 y que sigue alentando periódicamente desde la platea Sur del Nuevo Gasómetro, el hoy internacional argentino siempre se reveló futbolista de raza y hombre de caseta y de club, cualidades que explican su progresión profesional hasta la elite más absoluta. La que le tiene esperanzado en su debut mundialista.

“Me llega en buen momento, con experiencia a alto nivel internacional. En 2010 no tuve la posibilidad de ir a Suráfrica y este me lo tomó con especial ilusión. Nos tocó un grupo obviamente bueno en el sentido de que hubiera preferido a estos antes que a otros. Tenemos buenas individualidades pero debemos potenciar el nivel colectivo. Contamos con un poderío ofensivo muy importante y los defensores quizás no debamos ser tan profundos como lo pueda ser yo en el City. No nos podemos confiar porque Bosnia y Nigeria, sobretodo, tienen buenos jugadores que darán pelea”, advierte el lateral, deseoso de medirse a rivales de mayor peso histórico.

“Depende de nosotros: cuando más lejos lleguemos, más posibilidades de vivir duelos bonitos habrá. Alemania, España y Brasil, por calidad de jugadores, son los favoritos”, añade.

Pese a no adquirir continuidad en el combinado nacional hasta el arribo del seleccionador Alejandro Sabella, Zabaleta conoce a fondo los secretos del éxito futbolístico, pues en su palmarés cuenta con el título del Mundial Sub20 de Holanda, en una camada de jugadores que incluía a astros de la talla de su compañero del City Sergio Agüero o el mismo Messi.

“Conseguimos lo máximo que podíamos lograr a esa edad. Fuimos con ganas, ilusiones y nos fue bien ante equipos muy competitivos. Fue el comienzo de Leo, donde lo conocimos y empezó su carrera profesional”, recuerda con cariño quien también conquistó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 2008 y considera “la buena unión del grupo” como clave de todo.

Pero tampoco se engaña y sabe, como el resto del país, que las posibilidades de Argentina en Brasil dependen en gran parte de que Messi, tras un año irregular en el Barsa, alcance su mejor nivel.

“Lo veo tranquilo y bien. Recuperado. Obviamente no es fácil volver después una lesión de dos meses. Ha hecho buenos partidos y lleva una marca importante de goles en el campeonato. A veces el jugador necesita un tiempo para recuperarse mentalmente y tomar confianza”, razona, negando a la vez que “La Pulga” se sienta presionada por emular al gran Diego Maradona. “No lo veo ansioso. Lo ha ganado todo con el Barcelona y le haría mucha ilusión conseguir un Mundial. Sería un sueño, pero como para todos nosotros. Cualquier jugador se debe primero a su club y no puede medir sus esfuerzos en año mundialista”.

Desde luego no juega con freno Zabaleta, quien suma 36 titularidades en el segundo equipo menos goleado de la Premier y se ha ganado el cariño de los seguidores “citizens”, quienes dedican cánticos a su figura. El estilo “duro, competitivo y de contacto” del fútbol británico le viene como anillo al dedo a este bonaerense de descendientes vascos y criado en Arrecife. “Una localidad muy pequeña donde practicaba mucho deporte: tenis, básquet y fútbol”, enumera.

Empezó de “ocho”; y aunque ha hecho de la polivalencia virtud, conserva el espíritu de carrilero diestro que dignifica como pocos el veterano Javier Zanetti, el único futbolista a quien Zabaleta se anima a mencionar como referente.

Cuando al hoy jugador del City le regalaron en las Navidades de 1994 su primer balón, el oficial del torneo argentino, tenía apenas nueve años y Zanetti ya había debutado en Talleres y se preparaba a dar el salto al Inter de Milan, donde sigue ejerciendo de capitán superada la cuarentena.

Dos décadas separan aquella preciada pelota del esperado estreno mundialista de Zabaleta, quien disfrutó los torneos previos como aficionado. Aunque el que rememora con más cariño lo vivió en privilegiada posición. “En Corea-Japón 2002 me tocó viajar con un grupo de jóvenes para hacer de sparrings de la selección. Quedó eliminada en primera ronda, pero le guardo el mejor recuerdo a ese Mundial por la convivencia que tuvimos con el equipo. Me tocó hacer la función de Zanetti en los ejercicios y, al final, me regaló su camiseta en un gesto muy bonito por su parte”, revela.

Al contrario que su paisano, Zabaleta no vislumbra ni de lejos su retirada ni se plantea con qué equipo dará sus últimas galopadas por el carril del “ocho”. Le quedan retos por superar, títulos por conseguir. La carrera retoma el sábado por la Premier. Luego, el Mundial. Ya no de sparring. Si no de veras.

Pérez, del bulevar de los sueños al presente real

[Este artículo fue editado y publicado en mayo de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

MONTMELÓ, España (AP) – No resulta inusual encontrarse a Sergio Pérez con un volante entre las manos, aún en la autocaravana del equipo Force India, ya sea manipulando la pieza o, como en este caso, realizando una simulación del trazado de Mónaco, su favorito en la Fórmula Uno.

“La recta del Casino, reduzco en Mirabeau, curva a la derecha, más cerrada, a la izquierda, gas.”, recita de memoria, sin más ayuda que su particular registro mental, contorsionando el cuerpo a la vez sobre su asiento, torciendo el gesto, visualizándolo todo.

Pérez visualiza también buenas prestaciones de su bólido en el Circuito de Barcelona, donde saldrá desde el 12do lugar en el Gran Premio de España el domingo y aspira a puntuar por cuarta vez en el campeonato, después de un inicio de temporada de lo más irregular, yéndose de vacío en la segunda carrera en Malasia, a la que siguió un tercer lugar en el podio en Bahrein y noveno lugar en China.

La pasada campaña resultó de lo más irritante para el joven piloto, décimo clasificado del campeonato actual y señalado desde sus inicios como uno de los más talentosos de la parrilla.

El salto a un gigante como McLaren desde la más limitada escudería Sauber debía suponer también un paso al frente de “Checo”, al fin en un equipo grande, teóricamente capaz de satisfacer las necesidades propias de quien aspira a ganarlo  todo.

Pero, Ley de Murphy, el equipo de Woking sufrió una de las peores campañas de su gloriosa historia y la estrella emergente acabó estrellada; aunque Pérez prefiera recordar aquella etapa sin remordimientos.

“Teníamos un coche tan inconsistente. De viernes a domingo cambiaba totalmente. Eso fue cada fin de semana durante las diez primeras carreras y la adaptación fue muy difícil. Pero me sirvió de experiencia y estoy muy agradecido. La vida sigue”, zanja.

Focalizar tras visualizar. Se trata de uno de los puntos fuertes de Pérez, piloto de marcada personalidad quien, pese a sus altibajos, suele mantener sus emociones bajo control en carrera.

“El año pasado empujó demasiado, pero desde que está con nosotros, pilota con gran tranquilidad”, explica Otmar Szafnauer, Jefe de Operaciones de Force India. “Fuimos por él en cuanto percibimos que iba a quedar libre porque tiene un gran potencial y lo ha demostrado en sus tiempos y con el podio en Bahrein. La clasificación ha traído problemas, pero los ha compensado en carrera. El año pasado le estaba ganando a su compañero, Jenson Button, campeón del mundo, con el mismo coche. Eso ya nos da una idea de su talento”.

El aura legendaria de McLaren tuvo su peso en Pérez, piloto de raza, admirador del desaparecido Ayrton Senna y profundo conocedor de la historia del motor.

En sus frecuentes visitas a la fábrica de Woking, el tapatío solía pasear por el bulevar donde posaban los monoplazas de figuras como Senna y Alain Prost a modo de inspiración; pero los sueños de grandeza jamás llegaron a materializarse sobre el asfalto, e incluso protagonizó algunos incidentes poco característicos en él, como cuando se vio forzado a abandonar en Mónaco.

“En ocasiones fui más agresivo de lo que hubiera debido, pero fue por frustración. Quería poner el coche en lugares imposibles. Eran demasiadas ganas de querer darle un triunfo al equipo y motivarlo”, alega casi un año después, consciente del error. “Me siento valorado, siempre seguí siendo yo mismo, pero no tuve ninguna carrera para demostrar mi potencial. La gente tiene mala memoria. Nadie recuerda mi temporada en 2012 ni el interés de otros grandes equipos por contratarme. En Force India he demostrado lo que podía hacer y voy a seguir haciéndolo”, avisa resolutivo.

Ocurre que las exigencias de la Fórmula Uno no permiten a menudo que el talento puro se traduzca en éxito. Pérez fue plenamente consciente cuando fichó por la escudería asiática que necesitaba cuantos mejores recursos pudiera reunir a su alcance; y una de sus primeras llamadas fue a Xavi Martos, reputado preparador físico catalán cuyos innovadores métodos de entrenamiento han cautivado a varios deportistas de élite.

“No es lo mismo responder mentalmente en situaciones de estrés que en condiciones normales. En la Fórmula Uno existe un alto nivel de exigencia física y psicológica, con visión reducida, calor aumentado y rivales que te atacan por derecha e izquierda. Estudio lo que necesita el deportista y aplicamos un entrenamiento acorde a esas exigencia”, explica Martos, quien ya había colaborado con Pérez en su etapa en GP2 y Sauber pero debió apartarse a un lado por exigencia de McLaren.

La relación entre preparador y piloto espera fomentar una mejora de prestaciones al volante pero, de momento, asegura escenas de lo más chocantes como Pérez practicando lo que Martos ha bautizado como “jogging enriquecido”: el mexicano corre mientras su entrenador le proporciona golpes ocasionales en la espalda, distrayendo su atención. La capacidad de reacción en reducido campo de visión se practica jugando al tenis de mesa; eso sí, con el casco puesto.

La metodología de Martos es inacabable: memorizar los circuitos nadando a ciegas en una piscina, simulando el trazado en situación de gran calma, trabajar con música heavy a todo trapo, o ejercicios de respiración que provocan la apnea que sufren los pilotos al quedarse sin respiración en algunas curvas, tomar decisiones bajo el intenso calor una sauna.

Todo ello seguramente influyó en la ágil reacción de Pérez el viernes, cuando su espejo retrovisor izquierdo se despegó sorpresivamente del monoplaza en los entrenamientos libres y el piloto debió agarrarlo con la zurda, mientras mantenía el control del volante con la derecha. “Saltó de repente y debí conducir a una mano. Fue peligroso, porque se quedó momentáneamente trabado entre mi brazo y el volante, pero logré recolocarlo”, explicó tras el susto.

Al mexicano se le nota suelto en Barcelona, donde el año pasado acabó noveno con la escudería plateada, y disgustado.

“Este año llego mucho más motivado, con un pódium, sabiendo que pudimos hacer mucho más en estas cuatro carreras. No lo hicimos, pero el coche es competitivo y tengo el ánimo muy en alto”, asegura, deseoso de pasar página. “Aunque en McLaren puntuábamos, era decepcionante acabar noveno con un equipo grande. Fue la frustración más grande de mi carrera. Es inútil pensar que hubiera pasado de fichar por Ferrari. Todo cambia muy rápido en la Fórmula Uno”.

Aún con todos sus logros y excelente cartel en el paddock, a Pérez le sigue faltando en su palmarés tanto la consecución de una “pole position”, como una victoria. Pero, enfocado como está en el candente presente, prefiere no pensar aún como celebraría tal hazaña.

“Es probablemente el deportista más frío y calculador que conozco”, subraya Martos. “No se altera dependiendo de si gana o pierde y está siempre centrado”.

Y es que el mexicano, curtido ya en la impredecible naturaleza del deporte motorizado, prefiere curarse en salud por ahora.

“Mi inspiración actual es que tenemos un coche competitivo que me puede dar puntos en este domingo. Por más consejos que te den, todo lo tienes que vivir por ti mismo, y nunca puedes darte por vencido”, proclama, la mirada clavada en la tarea y circuito siguientes, cada vez más alejado de aquel bulevar de los sueños en Woking.

Maldonado, regreso acorazado al circuito del éxito

[Este artículo fue editado y publicado en mayo de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

MONTMELÓ, España (AP) – “Estoy acostumbrado a las críticas. Tengo una coraza y me han hecho más fuerte”, declara Pastor Maldonado, de la escudería Lotus, cuando se le inquiere por la potencial mella de 13 carreras consecutivas sin puntuar en la Fórmula Uno.

Ni modo. Al piloto venezolano de 29 años y oriundo de Maracay nadie le merma el optimismo antes de un Gran Premio. Y menos en la previa del que centra en estos momentos todos sus esfuerzos en Barcelona, donde se proclamó ganador en 2012 por única ocasión en su trayectoria y también en la historia de su país, que no ha celebrado la subida a lo alto del podio de ningún otro compatriota.

“En el pasado he sido bastante bueno aquí, así que espero que solucionemos todos nuestros problemas para ser competitivos”, dijo el jueves Maldonado, quien apenas pudo festejar aquel logro al incendiarse el garaje del equipo poco después de cruzar la meta.

Apenas las malas prestaciones, una vez consumadas, le bajan momentáneamente el ánimo; aunque rara vez pierda la compostura. Sus contados arrebatos no suelen ser memorables. Ocasionalmente algún objeto lanzado, de poca envergadura, sin trágicas consecuencias.

“Cuando pierdo tampoco voy con una sonrisa de oreja a oreja. Soy una persona emotiva y tengo rabietas. Soy humano y cometo errores, a veces porque quiero dar más de lo que se tiene que dar”, admite, tocando de pleno uno de los principales reclamos hacia su pilotaje: el exceso de riesgo.

“Este año me siento mucho más tranquilo y preparado que el anterior”, asegura sobre la transición que le llevó de Williams a Lotus. “Sabíamos que, de inicio, la temporada sería muy dura y me lo tomé como un nuevo reto. Quedar fuera de los puntos no es fácil porque siempre queremos ganar y ser los mejores. Este equipo está acostumbrado al éxito. Hoy hemos dado hoy un gran paso adelante. Ahora toca correr y disfrutar. Llegó el momento de puntuar”, proclama tras marcar el noveno mejor tiempo de la segunda sesión de entrenamientos en Barcelona.

El venezolano admite que el fin de semana arranca con sus mejores sensaciones de una, hasta la fecha, poco productiva campaña. En ese sentido, la experiencia de la pasada con Williams, en que no estrenó su casillero hasta el décimo Gran Premio en Hungría, junto con la línea ascendiente exhibida por su nuevo monoplaza, le sirven para no desesperarse.

“Somos el equipo que más ha progresado en las últimas carreras. En la primera ni siquiera arrancamos y aún tenemos más margen de mejora. La pretemporada fue desastrosa y se nos fue de las manos por culpa del propulsor, que lamentablemente no fabricamos nosotros. Renault se ha complicado, pero es un equipo campeón y sabe hacer motores. No se ha rendido y estoy seguro que van a compensar esta diferencia”, comenta esperanzado el piloto, admirador de su paisano Miguel Cabrera, primera base de los Tigres de Detroit, y portador del dorsal 13 por gusto, más que superstición.

Ello no impide que acostumbre a subirse al bólido por la derecha para salirse por luego la izquierda. Como su acentuado sentido de equipo tampoco evita que aflore a diario la competitividad sana, necesaria, respecto al francés Romain Grosjean, su actual coequipero. “Siempre quieres ganar al compañero, tu competidor más directo”, recuerda, opinando a la vez que Lotus merece mayor reconocimiento.

“Como Williams, siempre ha tenido una gran estructura, experiencia, buenos talentos y grandes ingenieros. Luego puede ir mal, eso escapa de las manos del piloto. Desde fuera, todo lo que se habla de Lotus son críticas destructivas. Incluso el año pasado, cuando era el único que le mantenía el paso a Red Bull con menos presupuesto y menos gente”.

No parece casualidad que los dos equipos en que haya recalado hasta la fecha Maldonado sean dos escuderías clásicas de la Fórmula Uno; y tampoco sorprende que el aragüeño sea de los que echan un tanto de menos el ruido de los monoplazas en años anteriores, antes del cambio de motor y consecuente dulcificación sonora.

“Al principio estaba más sorprendido de cómo funcionaba todo, pero me voy acostumbrando y me empieza a gustar. Es igual para todos. Hay que ir con la tecnología. Me gusta el progreso, los nuevos retos de la ingeniera y la invención. Cada día veremos coches más competitivos y fiables, aunque sí extraño el sonido y la potencia. Creo que nuestros fans no están muy contentos”, explica.

Entusiasta como pocos en el paddock, Maldonado frunció algo el ceño hace un año en Montmeló, donde los incontables problemas del Williams le impidieron bajar del 14to lugar y la palabra que más repitió fue “impotencia”.

“Me impliqué mucho y me costó salir de Williams, pero sabía que no estaría allí toda la vida. Siempre quieres explorar nuevas oportunidades y estoy aprendiendo muchísimo. Tenemos un método totalmente distinto. No hay punto de comparación. Desde el primer momento encontré un gran ambiente en Lotus, de mucha motivación, y eso ayuda. Me siento como en casa. Faltan mejores resultados, pero no son gratuitos y hay que trabajar duro para ganarlos”, explica el piloto a quien su ex ingeniero, el catalán Xevi Pujolar, considera infravalorado.

“Quizás tenga razón”, concede Maldonado. “No estoy pendiente de lo que dicen los demás y trato de encerrarme en mi mundo. He vivido épocas difíciles para llegar a la Fórmula Uno. No he tenido todas las facilidades como otros. Fue un camino largo, meritorio y de mucho sacrificio”.

Ese mundo del venezolano, a quien respalda la potente petrolera PDVSA, desde bien chico fue el asfalto y el olor a gasolina, así como la grasa del taller donde aprendió a moverse de la mano de su padre y sus dos tíos en Maracay.

“Venir a Europa a correr en karting fue muy duro. Dejar mi casa fue un sacrificio económico y moral. Eso me ayudo a ser más fuerte y contrarrestar las diferencias de coche con talento humano”, elabora el aragüeño, cuya experiencia y actitud positiva, altamente contagiosa, fue muy valorada por los responsables de Lotus a la hora de relevar al talentoso pero taciturno Kimi Raikkonen.

“¿Cómo haces este año para ganar una carrera a Mercedes con un equipo de mitad? La misma diferencia existía el año que yo gané, cuando había un Red Bull casi imbatible. Creo que tengo bastante mérito y me merezco estar donde estoy”, suelta Maldonado, bajada momentáneamente la coraza, sacando pecho competitivo. “He aprendido a no subestimar a nadie, cualquiera puede dar una sorpresa. Yo la he dado”.