España, tren de noche a ninguna parte

[Esta columna fue editada y publicada en junio de 2014 por LA OPINIÓN]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España – El martes fui al cine a ver una película previsiblemente decepcionante que acabó incluso superando mis peores augurios por pésima, además de insufriblemente pretenciosa.

Tren de noche a Lisboa contaba con un reparto de lujo formado por notables como Jeremy Irons, Bruno Ganz, Lena Olin y Christopher Lee. Pero, lastrada por un ingenuo guión y delirante dirección, acabó estrellándose contra la evidencia: el film no tenía ni pies ni cabeza, fracasaba inevitablemente ante el espectador.

Sensación parecida me produjo 24 horas más tarde el partido España-Chile, cuando la selección campeona del mundo fue también la segunda en despedirse de Brasil 2014, eliminada tras registrar dos derrotas y apenas un gol a favor por siete en contra. Una película de terror en toda regla.

¿Qué pasó? ¿Cómo pudo un equipo con jugadores de la talla de Iker Casillas, Sergio Ramos, Sergi Busquets o Andrés Iniesta caer a las primeras de cambio, y de forma tan estrepitosa?

Mientras observaba la mirada perdida de los futbolistas españoles en el mítico estadio Maracaná, no pude evitar relacionar ambos espectáculos. Juego y película se fundieron en un único relato de visionado dantesco, infumable a todas luces.

Y de Brasil volví a Lisboa.

¿Cómo se les ocurrió a esos actores participar en semejante disparate?

Quizás Ganz leyó el guión y, tras dudar inicialmente, pensó: “¡Que diantres… si está Jeremy Irons esto no puede salir mal! ¡Somos grandes intérpretes! ¡Lograremos que funcione!”.

Y regresé a Río de Janeiro.

Dieciséis de los integrantes de “La Roja” habían levantado la copa en Sudáfrica cuatro años atrás, y el seleccionador era el mismo.

La naturaleza humana, siempre tan optimista, invitaba a creer en la repetición del éxito; a pesar de que las evidencias, ya destapadas tras la goleada encajada ante Holanda, indicaran todo lo contrario.

Y así, con sensación incrédula y el mismo día en que el Rey abdicó, el tren de “La Roja”, de tan bello viaje y destino incierto, se perdió inapelablemente en la desangelada noche española.

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