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Fatídico tropiezo frustra sueño olímpico de Camacho

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – Su tropiezo se escuchó en el graderío y su posterior llanto, desolado y prolongado, heló la zona mixta dedicada a la prensa.

Jasmine Camacho-Quinn salió como un cohete y superó con creciente celeridad los obstáculos en las semifinales de la prueba de los 100 metros vallas, pero no logró salvar el penúltimo y cayó –literalmente–  eliminada el miércoles en los Juegos Olímpicos.

La puertorriqueña pasó de un más que posible puesto en la final y el podio al adiós precipitado de Río, después de que su pie izquierdo chocara con la novena valla y el resto de su cuerpo ya nada pudiera hacer para esquivar la décima.

Iba segunda, con proyección para finalizar primera la carrera de su serie, en el momento del fatídico impacto con la octava valla.

“Vi que llegaba y me precipité. Estaba lista para esta carrera, pero me entró el pánico y me desesperé”, explicó luego Camacho entre sollozos.

La boricua acabó por clasificar la última después de haber firmado el tercer mejor tiempo (12.70) de las seis eliminatorias el martes y presentase como cabeza de serie a semifinales.

La estudiante de la universidad de Kentucky, nacida en Charleston pero de madre puertorriqueña y cuyo hermano, Robert Quinn, juega con los Rams de Los Angeles de la NFL, se había convertido además en la primera boricua en competir en la prueba olímpica de vallas.

Consciente al instante de que la maldita topada significaba su prematuro adiós de la competencia, su cara al cruzar la meta fue todo un poema, que fue creciendo en dramatismo conforme corría el tiempo y la realidad de la oportunidad desperdiciada se hacía más difícil de digerir.

Camacho acabó en cuclillas y cabizbaja, con el rostro entre las manos, y las lágrimas ya no dejaron de brotar de sus ojos, pese a su intento por rebelarse ante el destino.

“Quiero pedirles disculpas a los aficionados de Puerto Rico, pero soy joven y tengo futuro. Este error no va a determinar mi carrera”, aseveró la vallista tras protagonizar una de las imágenes de estos Juegos.

Lamentablemente, no fue la que pretendía. Atrás quedaron ocho vallas erguidas y otras dos caídas. Y  el sueño olímpico de la desolada Camacho.

Larduet se despide de Juegos sin medalla y cojeando

 

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – Visiblemente cojo durante la competencia de la gimnasia en los Juegos Olímpicos, Manrique Larduet batalló de lo lindo tanto en la final de barras paralelas como en la fija, pero al cubano no le alcanzó con el esfuerzo realizado el martes, y se despidió de Río sin medallas ni palabras.

La cojera no le impidió poner pies en polvorosa nada más concluir el segundo ejercicio, en que acabó en un decepcionante sexto lugar, muy lejos del podio.

Y es que, pese a lograr la mejor clasificación olímpica de la historia de Cuba, a Larduet le costara quitarse el sabor amargo de estos Juegos, pues tampoco logró subirse al podio en la anterior final de la mañana, cuando quedó relegado al quinto lugar.

Un desequilibrio en una parada de mano frustró las posibilidades del cubano, considerado especialista en la materia, tras acabar también quinto en el pasado Mundial de Glasgow.

El primer lugar le valió la medalla de oro al ucranio Oleg Vernaiev, el único de los finalistas en rebasar la barrera de los 16.000 puntos, quedando con 16.041.

La presea de plata fue para el cubano nacionalizado estadounidense Danell Leyva, con 15.900 puntos, y el ruso David Belyavskiy se llevó el bronce con 15.783 unidades.

Larduet, quien apenas cuenta 20 años, aún tenía opciones de medalla en la siguiente final de barra fija, modalidad en la que ya había cosechado un bronce mundialista.

En las paralelas, el santiaguero arriesgó con un ejercicio de alta dificultad que le valió una puntuación de 7.100 igual a la de Vernaiev. Pero su desequilibrio en la parada de mano le hizo bajar hasta 8.525 la nota en ejecución -la tercera más baja de entre los finalistas- quedando con un total de 15.625 puntos, insuficiente para subirse al podio.

Larduet llegó a la competencia con dudas sobre su estado físico tras sufrir una torcedura en el tobillo izquierdo durante las sesiones de pódium antes de comenzar las competencias, y que le impidió completar la final de máximos acumuladores disputada el pasado miércoles.

En su última aparición en Río el martes, el gimnasta realizó un encomiable esfuerzo sobre la barra fija, pero prefirió no arriesgar un nuevo desliz, y la puntuación de 7.000 en dificultad y 8.033 en ejecución no le bastó para superar siquiera en la tabla al brasileño Junior Barreto, quien realizó la tanda anterior con el público a favor.

Los 15.033 puntos acumulados por Barduet quedaron lejos del eventual ganador, el germano Fabian Hambuechen, quien acumuló 15.766 unidades. La medalla de plata fue para Leyva, y el británico Nile Wilson se llevó el bronce.

La mejor clasificación histórica no pareció consolar al herido Larduet, incapaz de regresar a Cuba con medalla después de que la isla no lograra clasificar gimnasta alguno a los dos Juegos anteriores.

Puertorriqueño Culson clasifica a la final en 400 vallas

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – Puerto Rico tuvo una de cal y otra de arena el martes, pero Javier Culson dio la cara y representará a la isla en la final de los 400 metros con vallas de los Juegos Olímpicos que se disputa el jueves.

El boricua logró su boleto al completar la carrera de semifinales en un tiempo de 48.46 en la segunda serie, mientras que su compañero Eric Alejandro quedó fuera en la tercera tras registrar un crono de 49.95, y que le valió el 24to lugar global.

“Pude repetir mi sueño que era entrar en la final, que es algo muy difícil a estos niveles. Ojala pueda dar una sorpresa”, valoró Culson, quien ha pasado a la ronda definitiva en sus tres participaciones olímpicas hasta la fecha.

Medallista de bronce en los anteriores Juegos de Londres 2012, Culson repetirá final después de defraudar en su participación del último Mundial de Beijing, cuando se quedó anclado en semifinales.

“Estos dos últimos años corrí bien mal por unos factores personales que no vienen a cuento, pero ahora estoy mucho más maduro y concentrado”, comentó el vallista, a menudo esquivo con los medios. “No me importa lo que digan. La gente no me da de comer, yo me gano el pan de cada día y quiero mejorar mis marcas. Yo aporto a la juventud para que quiera ser mejor que yo”.

En Río tendrá la oportunidad de redimirse y convertirse en el primer deportista de su país en colgarse dos medallas olímpicas.

El martes logró el cuarto mejor tiempo entre los finalistas, siendo el mejor el estadounidense Kerron Clement con crono de 48.26. Le siguieron el jamaiquino Annsert Whyte y el irlandés Thomas Barr.

Culson finalizó solo por detrás de Whyte en su tanda, mostrando buen ritmo de carrera a lo largo de los primeros 300 metros y luciendo aguante en el tramo final, en que defendió su posición ante los embistes de sus perseguidores, aunque no se mostró del todo conforme.

“Corrí bien y tuve fuerza en los últimos metros, pero nunca voy de menos a más. Salir muy duro y llegar con lo que tenga es mi patrón, pero no sé porque lo estoy haciendo. Viniendo desde atrás no puedo coger una medalla”, analizó el vallista.

Tanto Culson como Alejandro habían clasificado el lunes a las semifinales, aunque el ya finalista tampoco tuvo una gran salida y debió remontar en el último tramo de carrera.

Ya en semis, Culson respondió a lo grande y se acercó un poco más a la posibilidad de pelear otra presea en los 400 vallas, donde Puerto Rico apenas cuenta su bronce en citas olímpicas.

“El jueves tendré que salir bien fuerte desde el inicio. La final va a estar muy dura. Es cuestión de consistencia y correr inteligente”, avanzó Culson, deseoso de añadir al medallero boricua tras el oro de la tenista Mónica Puig el pasado sábado.

“Mónica fue una inspiración para todos. No me quito la esperanza de traer otra medalla para Puerto Rico, sea cual sea”, concluyó.

 

Tras nacionalización, Ortega pide calma y también paso

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – Caía una fina lluvia sobre el tartán azul de Río, que se tornó diluvio en cuanto Orlando Ortega entró finalmente en escena, dispuesto a desafiar a la climatología y a quien hiciera falta camino de la semifinal de los 110 metros vallas.

Ni el viento ni el agua pudieron con el cubano nacionalizado español, quien se impuso en su serie con tiempo de 13.32 y clasificó a la ronda que definirá las medallas.

“Estaba concentrado y gracias a Dios hice la carrera que quería”, resumió Ortega.

Solo el jamaiquino Omar McLeod, el estadounidense Ronnie Ash y el francés Dimitri Bascou registraron un mejor tiempo que Ortega, quien cruzó sobrado la línea de meta en la segunda serie preliminar. No se golpeó el pecho como sí hiciera la noche anterior el jamaiquino Usain Bolt al ganar los 100 metros, pero sí recurrió, como otras veces, a un gesto icónico de Cristiano Ronaldo con el Real Madrid, pidiendo calma al graderío tras marcar un gol.

“Todo el mundo sabe que me gusta mucho el fútbol y que soy madridista cien por cien. Lo llevo en la sangre. Siempre pienso que los campeones tienen que estar al lado de los campeones. Si gano la medalla, me encantaría meterle un gol al (arquero costarricense) Keylor Navas en el Santiago Bernabéu”, explicó luego el oriundo de Artemisa, plenamente consciente de las esperanzas depositadas sobre él.

El camino hacia los Juegos no ha sido fácil para Ortega, que debió esperar hasta última hora – curiosamente el 29 de julio, día de su 25to cumpleaños–  para saber si el COI y la IAAF le dejarían competir como nacionalizado por una discrepancia normativa sobre el periodo requerido tras su adquisición del  nuevo pasaporte en 2015.

Pero, solventado finalmente el escollo burocrático, Ortega va por todo en Río, dispuesto a hacer historia en las vallas, donde exprime al máximo su potencia física, velocidad y técnica.

Indiscutible candidato al oro, cuenta como principales rivales a McLeod, Ash, Devon Allen y Jeff Porter, quien anduvo bien atento al crono registrado por el ex seleccionado cubano al finalizar su primera serie.

No estará su compatriota Jhoanis Portilla, eliminado en la tanda anterior pero deseoso de que su antiguo compañero, con quien entrena regularmente, acabe en lo alto del cajón tras la jornada del martes.

“Lo veo muy bien y me alegro. Creo que ganará”, aventuró Portilla.

Ortega no tiene gran recuerdo de su última participación olímpica en Londres 2012, cuando acabó sexto aun representando a Cuba, y pide paso en Río, sin atender a condiciones climáticas ni rivales.

“Mi mayor rival es Orlando Ortega”, zanjó sin pestañear el vallista admirador de Cristiano, rebosante de condiciones y confianza, irradiando serenidad tras su larga y tensa espera.

“Siempre estuve tranquilo. Desde el principio pensé que podría estar aquí. Hay que olvidar el pasado y pensar en positivo”, asegura.

Ya saben pues, cuestión de calma.

Aparcada la jabalina, Murillo alcanza final en triple salto

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – John Murillo fue el primer sorprendido de verse clasificado el lunes a la final del triple salto en los Juegos Olímpicos.

El colombiano se había presentado a Río sin grandes expectativas, y logró el boleto con perfil bajo pero marca de 16.78 metros, la mejor de entre los atletas latinoamericanos y octava global.

“Me siento muy feliz. No me esperaba pasar a la final. Es algo histórico en mis primeros Juegos, pero tengo que dar mucho más para mañana”, declaró nada más finalizar la prueba Murillo, quien tuvo notable fuente de inspiración la noche anterior, cuando su compatriota Caterine Ibargüen ganó la final femenina y se colgó la medalla de oro que le faltaba en su palmarés.

El antioqueño lo vio por televisión desde la villa olímpica, pues debía competir a primera hora de la mañana siguiente y no quería desaprovechar valiosas horas de sueño. Y es que los centímetros son oro en la prueba del vuelo horizontal, pero el tiempo – de descanso, de entrenamiento, de carrera previo al vuelo–, también importa para los saltadores. Más incluso, cuando les acompaña la sensación de ir siempre a rebufo.

Si bien el presente de Murillo le confirma entre la elite mundial, sus inicios no se ajustan al perfil del saltador habitual.

Arrancó con la jabalina, hasta caer en la cuenta de que el octavo puesto que ocupaba en la clasificación nacional no le valía para dar el salto deportivo que anhelaba. “Un entrenador de lanzamiento me vio y me convenció para cambiar de modalidad”, explicó. “Me trasladé durante seis años a Medellín, entrenando a nivel nacional, luego en Cartagena donde seguí mejorando mis marcas, y las cosas han evolucionado hasta aquí, y ahora estoy representando al país”.

Una década después de aquel punto de inflexión, el hoy finalista cuenta los mismos 32 años que la medallista Ibargüen, motivo por el cual Murillo no desespera, consciente de que aún le quedan muchos saltos por delante tras la justa olímpica.

Pero ahora toca presente, y en él figura destacado el nombre del colombiano junto a grandes saltadores como Christian Taylor, primer clasificado el lunes y máximo aspirante a medalla tras la no participación del cubano Pablo Pichardo por lesión.

“Venia preparado y sólido. Mi entrenador me aconsejó que compitiera como hago en las competencias nacionales, y estoy aprovechando mi oportunidad”, resumió Murillo. “Las cosas se están dando solas y creo que mañana se van a dar bien. Voy a salir desde el primer salto a buscar la barrera de los 17 metros”.

Conquistado el mundial, Caballero lanza por oro olímpico

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – “Mi próxima meta es el oro en Río”, avisó hace un año Denia Caballero, camino de la ceremonia de medallas del mundial de atletismo Beijing, donde se coronó campeona en lanzamiento de disco.

El lunes, la cubana se acercó un poco más a su objetivo al clasificar sin suspense a la final de los Juegos Olímpicos con un tercer tiro de 62,94, el sexto mejor entre todas las clasificadas. Entre ellas se encuentra también su compatriota, Yaime Pérez, quien selló su propio boleto en la siguiente tanda con la mejor distancia global: 65,38 en su primer y único intento.

Habrá pues duelo isleño en Río el martes por la mañana. Una especie de reedición del pasado mundial, en que Caballero ganó el primer oro para Cuba en atletismo desde que Yargelis Savigne se coronara en el triple salto, en Berlín 2009.

“Creo que ahora llego más relajada porque soy la favorita. Que las demás piensen en mí. En Beijing empecé fuerte por estrategia, pero la clave en la final es tener paciencia”, comenta Caballero, quien recurre a menudo a la lectura novelas para relajarse, aunque se mostró ligeramente irritada por la fuerte lluvia que interrumpió su serie en Río. “Hubiera sido una lástima no clasificar por eso. Los rivales están muy fuertes, sobretodo (la croata) Sandra (Perkovic). Yaime también ha madurado mucho y se pueden esperar buenas cosas de ella”.

Es de suponer que Pérez le dará batalla como ocurrió en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, donde Caballero se impuso en la final, así como en Beijing, donde la aspirante al trono acabó fuera del podio tras una dramática última tanda de lanzamientos.

“Del mundial no quiero ni hablar. Es una espina que tengo clavada todavía. Pero me he preparado bastante bien y llego concentrada”, dijo el lunes Pérez, sin rubor alguno para reconocer que no se lleva bien con su compatriota.

Caballero, quien no transmite la misma animadversión, empezó a lanzar disco a los 15 años tras probar como saltadora y en pruebas combinadas. “Tiraba rocas”, comentó quien tiene ahora a tiro de piedra la primera medalla olímpica de oro para Cuba en la prueba de disco.

Si bien su entrenador, Raúl Calderón, valora tanto su coordinación de movimientos como su serenidad bajo la tormenta, la lanzadora mirará seguro al cielo al amanecer del martes, deseando pocas nubes.

Ya en el estadio, deberá  forzosamente volver la vista a Pérez, principal amenaza para su reinado.

Culson y Alejandro clasifican a semifinales en 400 vallas

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – Javier Culson validó su condición de candidato a medalla en los Juegos Olímpicos y el lunes se clasificó sin problemas a las semifinales de los 400 metros vallas junto a su compatriota puertorriqueño, Eric Alejandro.

Culson no tuvo una buena salida en su estreno en Río, pero le valió un crono de 48.53 para superar sin problemas la primera ronda. El boricua ganó impulso en la curva y llegó en condiciones de disputarle la victoria de la serie a Karsten Warholm, pero acabó segundo a cuatro centésimas de del noruego.

Solo Annsert Whyte, de Jamaica, registró un mejor crono que ambos en la preliminar: 48.37

“Sorprendido. Hay muchos jóvenes que están buscando el deseo de cualificar a la semifinal, dieron su mejor marca personal. Me hicieron correr. Salí cómodo y de verdad que cuando vi al muchacho que me pasó por el lado rompió el estadio. Dije ‘contra en los últimos 200 metros tengo que ir rematándolo poco a poco’. En los 100 metros no lo cogía y tuve que darle duro”, comentó Culson a Telemundo.

El ponceño, de 32 años, aspira en Río a igualar o mejorar la medalla de bronce que se colgó en Londres 2012.

“Me siento bien. Hice mi mejor marca de la temporada por la presión. Ahora hay que correr duro para pasar a la final”, concluyó.

Alejandro logró su pase en la serie anterior a Culson, firmando un tiempo de 49.54 y acabando 22do en el global.

“Estaba ansioso por poder correr y salí duro por las dos primeras vallas. Luego le bajé un poco más hasta la siete, pero pude rematar bien”, analizó Alejandro, quien también valoró positivamente el desempeño de Culson.

“Salió lento para poder clasificar cómodo, pero parece que los otros no querían correr a ese ritmo y tuvo que apretar un poquito al final. Mañana arrancará más rápido”, vaticinó.

 

Ni balón ni fayuca para Alvarez, finalista mexicano en salto

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – “Mejor te vas a tu casa y te dedicas a vender fayuca”, le soltó el entrenador de fútbol de Playa del Carmen, del que solo recuerda el apellido: Lobato.

Alberto Alvarez le hizo caso a medias. Se fue, pero no a pasar contrabando como le sugirió el amargado timonel, sino que se dedicó a pulir el arte del triple salto.

Seis años después, el oriundo de Chetumal no solo está representando a México en los Juegos Olímpicos, sino que el lunes se convirtió en el primer atleta la historia de su país en clasificar a una final en la modalidad.

Con una marca de 16,67 metros, la décima mejor en el global y segunda entre los participantes latinoamericanos, Alvarez selló el boleto para pelear una medalla el martes.

“No quería venir y solo participar. Quería dar lo mejor de mí y demostrar de qué está hecho México. Le dedico esta clasificación a mi papá, que me empezó a entrenar y confió en mi antes que nadie, incluido yo mismo”, dijo sin revanchismos Alvarez, pese al resquemor que le dejó aquella mala experiencia con el balón. “No me gustaba ni el favoritismo ni depender de otros para valorar mi éxito. Sé que lo que trabajo en el salto es lo que luego cosecho”.

Con 1,91 metros de altura y 78 kilos de peso, Alvarez exhibe condiciones óptimas para la prueba de longitud. Tan solo necesitó cambiar el brinco vertical que le permitía destacar como cabeceador sobre el césped por el vuelo horizontal con aterrizaje en la arena.

Pero pese a tremenda voluntad por parte del frustrado futbolista y su padre, el aprendizaje no anduvo falto de sorpresas. Algunas incluso en horarios intempestivos.

“Cuando me cambié, se me dio bien desde el principio. Pero un día, mientras miraba un video de (el saltador estadounidense) Christian Taylor, me di cuenta que estaba dando cuatro pasos en vez de tres. Eran las dos de la madrugada, y baje a contárselo a mi papá. Solo que él también estaba mirando videos y se había dado cuenta de lo mismo. Me dijo. ‘No te preocupes. Vas a ser el mejor’. Eso me marcó”.

Corregido el error, Alvarez siguió progresando hasta lograr el boleto olímpico y, ya en Río, plantarse en la final con un salto solo inferior por 54 centímetros al de Taylor, el atleta que anteriormente le sirvió de ejemplo.

“Ahora lo veo a mi lado y no le pido nada. No hay nada imposible. No tengo ningún peso ni presión. Ya hice lo más difícil. Mañana toca dar todo, sin nada que perder”, dijo, consciente de que todavía debe mejorar el primer salto de la mano de su nuevo y apreciado preparador, Francisco Olivares.

Estudiante de derecho y aún aficionado al futbol, sigue disfrutando de los partidos por televisión, aunque tiene claras sus preferencias.

“Si hay dos pantallas y en una dan atletismo, los ojos se me van hacia el atletismo”, revela.

La mirada de México estará fija sobre él dentro de pocas horas, quizás incluso la de aquel entrenador que en su día lo desechó.

Poco le importa a Alvarez. El balón ya le quedó lejos. Y no digamos la fayuca.

Novata y candidata, Rojas sonríe hasta final de triple salto

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – Juvenil, alegre y distendida. Así se mostró Yulimar Rojas, la gran esperanza de Venezuela de cara llevarse su primera medalla de los Juegos Olímpicos, el sábado tras completar su clasificación a la final del triple salto.

Y es que Rojas ejerce de novata en la mayor cita posible del atletismo pese a que, a su tierna edad de 20 años, haya vivido ya multitud de sensaciones sobre la arena del foso.

“Soy muy joven y he logrado cosas muy rápidamente, pero estoy serena  y muy orgullosa de llegar a una final olímpica. Creo que mañana estaré mejor, sin molestias físicas, y no cometeré los errores que hice hoy. Será un gran día, el más esperado desde que empecé en el deporte, y tendré un mejor registro”, aseguró Rojas tras acabar séptima clasificada de la ronda clasificatoria, con distancia de 14,21.

Su gran rival, la colombiana Caterine Ibargüen, había dado el primer golpe sobre la mesa poco antes con un único vuelo de 14,52, suficiente para cerrar la sesión con la mejor marca.

Al duelo regional entre Colombia y Venezuela en el triple salto debe unírsele también el generacional entre Ibargüen, de 32 años, y la imberbe Rojas.

Pero si bien la final promete emociones fuertes, la oriunda de Caracas rebaja tensiones en la previa, quizás en parte para desarmar a la actual campeona mundial, una saltadora de tanta técnica como raza, que suele responder en momentos de máxima exigencia.

“Caterine es una buena persona y tremenda competidora”, asegura. “La relación es buena, no hay nada raro, aunque durante la competencia no hablamos. Es un orgullo para mí que Sudamérica esté presente a nivel mundial, con las dos mejores saltadoras”.

Amante de la música electrónica, el pop y el reggaeton, Rojas tenía predilección también por el voleibol en la adolescencia, pero pronto su altura de 1,92 sedujo a los entrenadores de atletismo, y desde entonces no dejó de crecer, también en lo deportivo.

Risueña y feliz, Rojas no transmite por ahora el ardor guerrero de Ibargüen, capaz de esfumarse del estadio olímpico sin mediar palabra, como si le bastara con las cifras.

¿Será necesario superar la barrera de los 15 metros para colgarse el oro?

“Veremos. La pista aquí está muy bien y sé que tengo muchas posibilidades de estar en un podio olímpico”, expresó Rojas, consciente de que Venezuela ansia verla subida en lo más alto del cajón.

“Siento un poco la presión”, reconoce. “Estoy pendiente de todo lo que pasa en mi país, pero lo principal ahora es mi competencia. Vengo luchando desde que salí de mi casa”.

Brenes no cumple su garantía y ya piensa en los 200

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – “Voy a estar en la final. Será el día. Voy a llegar. Estoy convencido. Mañana lo demostraremos. Lo de hoy fue un tropezón”, insistió el viernes Nery Brenes tras clasificar a las semifinales de los 200 metros en los Juegos Olímpicos.

Ya el sábado, el costarricense no pudo cumplir con su garantía, repitiendo un mal desenlace de carrera que le condenó a quedar fuera de la final; lo mismo que el dominicano Luguelin Santos, medallista de plata en Londres 2012.

“Estaba tranquilo. Hubiera podido ser una gran noche, pero me desesperé un poco en la parte final y no hay repetición. Perdí la oportunidad de mi vida”, lamentó Brenes, al que le queda el consuelo de competir en la prueba de 200 del próximo martes. “Hemos trabajado mucho la velocidad, y pensábamos que nos ayudaría en los 400, pero toca cambiar el ‘chip’ desde ya y ponernos listos”.

Si bien Brenes anduvo falto del último sprint necesario como para clasificar, el oriundo de Limón había hecho gala de una seguridad digna del mismísimo Usain Bolt, quien en la mañana sabatina ganó sin apenas sudar la ronda clasificatoria de los 100 metros.

Pero el “tico” no tiene más ídolos que su estimada madre Maidela, fallecida hace unos años, y cuyo nombre luce tatuado en el brazo derecho.

“Idolatrar a un rival es una falta de respeto hacia uno mismo”, espetó, pregonando la autoestima como valor deportivo. “Todos los que estamos en la semifinal tenemos posibilidades, porque cualquiera puede tener un mal día, o un buen día. Quitando a los tres grandes, hay cinco puestos disponibles”.

El escozor competitivo no le impide a Brenes confraternizar con sus rivales, con los que suele intercambiar saludos y comentarios sobre la carrera. En especial con Santos, quien figuraba como el primer latinoamericano candidato a medalla.

Santos tuvo tres jornadas excelentes en los pasados Juegos, cuando se colgó la medalla de plata, mientras que a Brenes le tocó mal día, pues cayó en primera ronda pese haberse presentado con credenciales, pues meses antes ganó el mundial de pista cubierta de Estambul.

“Será mi primera final al aire libre”, llegó a vaticinar el viernes Brenes, quien tampoco pasó de las semifinales en sus tres últimos mundiales y mantiene como mejor marca personal los 44,60 en 400.

Sin embargo, el aventurado pronóstico no cayó, quizás en parte por un error de cálculo en la preparación.

“La velocidad siempre la tuve a principios de año y volvimos a retomarla para buscar los tiempos al aire libre. Me jugó una mala pasada, y aquí los errores son fatales”, concluyó el frustrado velocista, pensando ya en cómo romper el gafe dentro de tres días.