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Inesperado adiós de Santos en 400 es un hasta luego

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – Esta vez no hubo exhalación para Luguelin Santos, y el velocista de República dominicana se quedó descompuesto tras verse eliminado de la final de los 400 metros en los Juegos Olímpicos el sábado.

Cariacontecido, escaso de aire y de palabras, el que fuera medalla de plata en la pasada cita de Londres 2012 salió del estadio olímpico esforzando una sonrisa, pero con la cabeza gacha, consciente de la oportunidad pérdida sobre el tartán de Río.

El velocista había alcanzado la zona de atención a la prensa con tiempo de ver por televisión la siguiente carrera que luego confirmaría su eliminación. “Estoy fuera. Si entré, bien… sino, también. Pienso que entré”, avanzó precipitado, visiblemente descompuesto por el inesperado resultado.

“Hoy fue muy duro. Estuve mal. Di el máximo, pero pensaba que iba a estar mejor. Este no es mi día ni mi año. Me lo pasé sin competir por problemas que tuve en ambos isquiotibiales”, subrayó Santos, quien acabó firmando un crono de 44.71; bueno para el décimo lugar global y 22 centésimas más lento que el último finalista, el británico Ali Khamis.

Santos había sufrido ya en la semifinal del viernes con una mala salida en los primeros 200 metros que entonces logró rectificar.

Pero el sábado el velocista jamás encontró su ritmo de carrera ni la exhalación necesaria para revertir la situación. Ya desde el primer tramo se le vio descompensado, pareció recuperar el trazo en la última curva, e intentó dar un golpe de riñón en la recta definitiva, pero le faltaron piernas.

Considerado una de las estrellas del atletismo latinoamericano en Río, Santos se había presentado a la cita con motivación alta y gran humor.

“Voy para allá. Es mi momento”, había asegurado el viernes tras firmar un tiempo de 45.61 segundos en su estreno, aún lejos de su mejor marca personal de 44.11, firmada hace justo un año en el Mundial de Pekín.

“Mi condicionamiento no estaba tan bien como pensaba”, reconoció tras caer en semifinales, sin querer excusarse en el hecho de ocupar la calle vecina al estadounidense Lashawn Merrit, uno de los favoritos.

“Hago mi propia carrera. No hago la de nadie”, terció momentos antes de constatar su eliminación por televisión. “Ya. No voy”, alcanzó a espetar Santos, cuya despedida de Río no debería ser definitiva, pues figura en el equipo de relevos de los 4×400 metros, justo dentro de una semana.

 

Ex ladrón de bases, Arroyo se toma una plaza en semis de 800

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – Hace cuatro años, René Plasencia vio como Andrés Arroyo se robaba una base en un juego de béisbol de los Grenadiers de Orlando, y al entrenador de atletismo se le iluminó una imaginaria bombilla sobre la cabeza.

Poco después, Arroyo había dejado el guante, el bate, y el uniforme manchado de arena por el liso tartán, donde se pulió en el arte de recorrer los 800 metros de distancia, la misma que le vio clasificar el viernes a semifinales de los Juegos Olímpicos.

“Estos son mis primeros Juegos y llegar a una semifinal es algo grande. Corrí cómodo”, comentó el joven boricua, mientras miraba de reojo como su compatriota Wesley Vázquez se desfondaba en los últimos metros de su eliminatoria, incapaz de unírsele en la lista de clasificados.

“Le he visto muy bien. Sé que puede entrar en la final”, dijo Vázquez de su compañero, con quien entrenó en verano e la universidad de Florida, donde Arroyo reside desde que su familia se mudara desde Bayamón, cuando apenas contaba ocho años.

Un crono de 1 minuto y 46,17 segundos le bastó al joven atleta, consciente de que la competencia aumentará en la semifinal, donde esperan grandes figuras como el keniata David Rushida.

Pero a Arroyo no le asusta por ahora el escenario, feliz de ver recompensado tanto esfuerzo tras dejar el béisbol que gozó de chiquito.

“Decían que tenía futuro porque podía correr y lanzaba 80 millas por hora, pero las posibilidades grandes para mí han sido en el atletismo. No me arrepiento de la decisión”, dijo el atleta, admirador del dominicano José Reyes desde que los Mets de Nueva York se acercaran a las Series Mundiales de 2006. Inquieto, reconoce que luego se pasó a los Astros por el juego de su compatriota Carlos Correa y, más recientemente, siente simpatía por los Cachorros.

Tales dilaciones le acompañan también en su trayectoria en el atletismo, pues reconoce que le intriga probar distancias más largas por sus condiciones, aunque prefiere la adrenalina que le proporcionan los 800 metros.

“Cuando las carrera duran más, me aburro. Necesito velocidad. Que pasen cosas en poco tiempo”, explica el ex proyecto pelotero, quien pasó de explotar sus condiciones en el jardín central a ejercer de pitcher desde el montículo para reservar sus piernas. Como no, con bola recta de lanzamiento predilecto.

Pues pasan cosas en Río para Arroyo. Y más que pasaran. Bien rápido, como a él le gusta. Próxima cita, en horario estelar del sábado noche.

Santos pasa de la exclamación a la exhalación rumbo a semis

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – Notablemente acelerado aún tras la carrera de los 400 metros, Luguelin Santos abrió los ojos como platos y exclamó: “¡Salí fataaal!”. El velocista dominicano llegó a temer por un instante un estrepitoso fiasco en los Juegos Olímpicos, pero acabó reaccionando a tiempo para clasificar el viernes a la ronda de semifinales.

“Dije: ‘¡No! ¡Oh Dios, no puede ser! ¡Se van! ¡Se van! ¡Se van!’. Y salí detrás de ellos, agarré la recta en primer lugar, y ¡Pam! ¡Pam! ¡Pam! Le pisé y (Wayde) Van Niekerk fue primero y yo segundo”, resumió el dominicano, aún con las pulsaciones a mil tras una reacción de pura adrenalina.

Santos espera iniciar de una manera bien distinta dentro de 24 horas en segunda ronda, consciente de que es una de las estrellas latinoamericanas de Río y de que su propia progresión demanda ya otro golpe sobre un gran escenario, tras colgarse la medalla de plata en los pasados Juegos de Londres.

“Es mi momento”, aseguró tras firmar un tiempo de 45.61 segundos en su estreno, el segundo mejor de su serie y 23ro global, lejos de su mejor marca personal de 44.11, firmada hace justo un año en el Mundial de Pekín.

Ufano y sonriente, Santos no perdió su buen humor pese al susto sufrido, que bien podría haber acabado en drama, tras tantas horas de sacrificio y entrenamiento.

“Es la primera vez en mi vida que me siento tan nervioso antes de una carrera. Me repetía ‘¿Lo lograré, sí o no?’. Mis primeros 200 metros fueron fatales, muy malos, pero el segundo tramo fui por más y allí está el tiempo”, señaló el aliviado velocista, ya con la vista puesta en sellar el siguiente boleto a la final. “Este año he tenido muchas lesiones. La última me tuvo un mes sin hacer nada. Luego entrené dos al máximo y llegó bien. Mi entrenador me ha dado mucha confianza y voy para allá”.

Abanderado de la delegación dominicana en la ceremonia inaugural de los Juegos hace justo una semana, Santos acumula honores nacionales tras subirse al podio hace cuatro años. “Siempre me vienen recuerdos de Londres. Mañana voy a estar igual. Ha llegado mi momento. Voy detrás de la final y luego mi medalla. El Luguelin de hace cuatro años no tenía la capacidad para poder tomar decisiones en carrera y decir ‘vamos’. Ahora me siento mucho mejor. Estoy bien y voy a mil”.

En año malo, la mejor marca no bastó para Rodríguez en 800

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – En una nefasta temporada para Rafith Rodríguez, su mejor marca no le bastó al colombiano para clasificar el viernes a las semifinales de los 800 metros en los Juegos Olímpicos.

El atleta de El Bagre se quedó a las puertas de pasar la primera ronda, pero finalmente le faltó el impulso definitivo para sellar el boleto, registrando un crono de 1 minuto y 46,65 segundos, y acabando el quinto de su serie.

“Quedo con sabor agridulce porque hice lo que yo quería, pero estuve tres meses lesionado y no llegué en la mejor forma a Río. Tampoco corrí en verano y creo que lo pagué todo aquí”, analizó un abatido Rodríguez, falto de aire y limitado de recursos para explicarse el porqué de su decepcionante desempeño.

“Me torcí el tobillo en mayo y luego me lesioné el isquiotibial. Pensé en no venir acá, pero tuve un mes para recuperarme y lo hice a tiempo. Intuía que esto podía pasar, pero también sentía que podría llegar a semifinales. Sencillamente no pude”, lamentó, consciente de la oportunidad perdida.

En contraste al cabizbajo antioqueño, el puertorriqueño Andrés Arroyo se mostraba ufano a pocos metros, tras lograr el pase en una jornada que empezó con lluvia y dejó un tartán propicio para muchos atletas volaran, incluido el plusmarquista David Rushida en los 800 metros.

“No creo que Rushida pueda correr más rápido aquí que en Londres 2012, pero puede estar muy cerca”, opinó Rodríguez, capaz de rebasar su marca del año por dos centésimas, aunque no lo suficiente como para seguir adelante en la competencia.

Con 27 años cumplidos, el colombiano debería estar alcanzando su mejor potencial físico como deportista, aunque empieza a preocupar su escasa suerte en justas olímpicas, pues también acabó fuera de la segunda ronda cuatro años atrás, pese a clasificar a semifinales en tres mundiales consecutivos.

“Me hace mucha falta seguir trabajando para llegar al podio”, concedió Rodríguez, quien incluso se plantea alternar los 800 metros con otras distancias más cortas. “He pensado en correr los 400, pero todavía no lo sé. Debería mejorar la velocidad”.

Sea como sea, asegura que seguirá en los 800 y que le queda cuerda para rato. “Me falta mucho por demostrar aún. Quiero estar metido en la elite mundial”, subrayó.

Valencia se dejó el violín y tampoco volverá con medalla

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – Alejandra Valencia no se trajo el violín a Rio de Janeiro y sí las flechas, pero al final no acertó a clavar las necesarias en la diana como para adjudicarse una medalla en tiro con arco, y la mexicana se quedó a las puertas del bronce el jueves en los Juegos Olímpicos.

Ni siquiera en el Sambódromo hubo fiesta para México, que sigue sin estrenarse en el medallero después de que Valencia cayera por 3-2 frente a la surcoreana Ki Bobae en su duelo por subirse al podio.

“Ella no me ganó. Yo perdí por mis errores: tiré con miedo al aire, intentando compensar. Ya en la semifinal –también perdida contra la germana Lisa Unruh, eventual medalla de plata–, me faltó fuerza y estuve tensa. Voy a tener que mejorar”, comentó la Valencia tras su última prueba, que se desarrolló bajo un intenso viento y derivó en erráticos sets por parte de ambas competidoras.

La surcoreana tomó la ventaja en el primer parcial por 26-25, pero Valencia equilibró al llevarse el segundo por 29-28.

En la tercera manga, Ki recuperó la delantera por 26-25, pero el viento le jugó una pésima pasada en la cuarta. Disparó la peor flecha del combate, de apenas tres puntos, y Valencia se impuso 27-21 para volver a empatar.

Ki se serenó y atinó tres flechazos al centro de la diana en el quinto y definitivo set para un 30-25 que le dio el bronce.

“Alejandra ha mejorado mucho y hoy tiró muy bien”, opinó el coreano Woong Lee, seleccionador nacional de México, quien lamentó no haber dispuesto de mayor tiempo de preparación pese a que la sonorense puso en pausa sus estudios diez meses atrás para desplazarse a Ciudad de México a entrenar junto al cuerpo técnico.

Las arqueras mexicanas conquistaron plata y bronce en Londres 2012, con Aída Román y Mariana Avitia, respectivamente. Del Sambódromo se marchan sin baile y con las manos vacías.

Tampoco pudo hacer sonar la música Valencia, que sin embargo mejoró notablemente su 17mo lugar de los últimos juegos. Aficionada al violín en sus ratos libres, la sonorense se dejó esta vez el instrumento en casa y se dedicó en exclusiva a la competencia, dejando a un lado sus múltiples aficiones creativas para pulir el repetitivo y mecánico arco de apuntar y tirar a diana.

“Es una chica tranquila pero con muchas inquietudes. Le gusta dibujar, pintar, escribir y escuchar música”, comentó Lee. “Siempre sonríe. Aunque hoy vi que estaba más nerviosa de lo habitual porque le fue cambiando el color de la cara con el paso de la competencia: se fue poniendo roja”.

Quizás presa de la tensión del momento con numerosos seguidores mexicanos apoyando desde las gradas, la tiradora de 21 años perdió finalmente el bronce ante una rival impertérrita y perfecta en sus tres últimos tiros.

Pero la sonorense definitivamente no perdió la sonrisa, por mucho que la delegación mexicana siga sin una sola presea en la sexta jornada de los Juegos.

“Ni modo. Me voy con buen sabor de boca y aprendizaje. Cumplí mis objetivos. Me pongo un ocho de diez porque cometí errores. Pero me siento bien”, zanjó Valencia.

Del Potro sufrió ante Taro pero ya está en cuartos de tenis

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – Juan Martín Del Potro lo pasó mal por momentos ante el japonés Daniel Taro, pero al final el tenista argentino se impuso por 6-7 (4), 6-1, 6-2 el jueves para sellar su boleto a los cuartos de final en los Juegos Olímpicos.

Los octavos parecieron atragantársele de inicio a Del Potro, quien tuvo problemas con la movilidad del joven asiático; pero “La Torre de Tandil” acabó sobreponiéndose a la adversidad y finalmente se disputará la clasificación a semifinales el viernes frente al español Roberto Bautista-Agut.

“Tuve dudas al principio y me metí en una laguna, pero en el segundo set salí enojado, buscando el apoyo del público, y estuve mucho más activo. Fui de menos a más”, resumió Del Potro, con máximo respeto para su próximo rival. “Bautista me lo va a poner difícil. Es rápido y muy sólido. Va a depender de mí. Si consigo meter algunos bueno puntos, tendré chance”.

El camino de Del Potro no ha sido fácil en Río, pues inició la competencia dando la nota ante el número uno del mundo Novak Djokovic, y luego dejó también en la cuneta al portugués Joao Sousa.

El cruce contra Taro, actual 117 del mundo, originalmente estaba programado para el miércoles pero fue aplazado debido a la constante lluvia caída la jornada anterior.

La espera pareció sentarle bien a Del Potro, quien estuvo largo tiempo inactivo por una lesión de muñeca previo a la cita olímpica, y acumula ya cinco partidos jugados en los Juegos, entre individuales y dobles.

“El tiempo de recuperación en estas competencias no es el idóneo, porque jugamos muchos partidos. Pero me da mucha ilusión estar donde estoy”, comentó.

El argentino, actualmente número 141 mundial, pasó dificultades desde el inicio pese a avanzarse por 3-1 tras romper el saque de Taro, quien arriesgó buscando las esquinas y la red, creciendo en confianza hasta ponerse arriba por 5-4 y llevarse el primer set con quiebre final sobre un Del Potro incapaz de encontrar su mejor tenis.

Taro había vencido previamente al británico Kyle Edmund y al estadounidense Jack Sock y afrontó el partido sin presión alguna, mientras que Del Potro no se liberó hasta el segundo set, en que se mostró mucho más asertivo, cometiendo apenas seis errores no forzados por los 22 del set inicial.

Levantado el ánimo sobre la pista y en las gradas, donde los seguidores albicelestes se dejaron oír, “La Torre de Tandil” se arremangó en el set definitivo y soltó un bramido revelador en las dos ocasiones en que quebró el saque de Tano para ponerse arriba por 5-2.

Del Potro ya no volvió a mirar atrás, cerrando con autoridad su tercer triunfo de los Juegos con saque a favor.

Ganador de la medalla de bronce en Londres 2012, al argentino ya avista de nuevo la posibilidad de subirse al podio cuatro años después.

“Estoy disfrutando mucho esta experiencia. Esta semana está siendo espectacular. Me cuesta de creer”, zanjó.

Briceño pone al judo chileno en el mapa en Río

 

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – Thomas Briceño llegó, triunfó y perdió el miércoles en su primera aparición en unos Juegos Olímpicos, pero no se fue de Río de Janeiro sin antes poner a Chile en el mapa del judo mundial.

Con su victoria inaugural sobre el jordano Ibrahim Khalaf, Briceño se convirtió en el primer chileno en ganar un combate olímpico. En toda una demostración de pundonor y recursos, el nativo de Santiago se impuso por waza-ari, yuko y tres sanciones de su rival; pero tuvo poco tiempo para celebrar, pues en el tatami le esperaba el coreano Donghan Gwak en segunda ronda.

Allí Briceño ya no pudo con el actual campeón mundial, aunque le dio pelea pese a una cadera maltrecha que lastró su preparación y de la que espera operarse de vuelta a Chile.

“Me da igual perder contra el primero que el último. Todas las derrotas sirven. Un error me costó la competencia, pero espero que el triunfo sirva de impulso”, declaró el judoca, quien congeló sus estudios universitarios de ingeniera mecánica para centrar sus esfuerzos en cumplir su sueño olímpico.

Entrenado por dos españoles, Héctor Nacimiento y Javier Madera, Briceño sabe que la verdadera apuesta del país austral son los próximo juegos de Tokio 2020, y tanto él como ambos técnicos son conscientes de que, pese a su gran potencial, le queda aún camino por recorrer.

“Es fuerte y tiene muchos recursos, pero es joven todavía y le falta definir su judo. En Chile es un deporte minoritario, y aún estamos intentado consolidar un estilo”, explicó Nacimiento.

Briceño, quien se inició de la mano de sus padres cuando era chico y con el objetivo de perder peso, luce un tatuaje de caligrafía oriental en el torso izquierdo que reza “honor, familia y judo”.

En espalda figura otro. “Disciplina, constancia y perseverancia”, revela el deportista antes de fundirse en un sentido abrazo con Madera.

Visiblemente emocionados tras el logro fruto de muchas horas compartidas en las competencias y sesiones de entrenamiento, Madera le espeta unas sentidas palabras de ánimo al pupilo antes de retirarse rumbo al vestidor.

Más allá, a Briceño le espera el quirófano para tratarse esa fastidiosa cadera. Y luego, ya sellada una primera victoria olímpica en el pasaporte, vuelta al tatami, con Tokio 2020 como cita irrenunciable en busca de la segunda.

Alvear porta bandera y se cuelga plata para Colombia en judo

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – El pasado viernes, Yuri Alvear paseaba orgullosa por la pista atlética del estadio Maracaná en Río, luciendo el tradicional sombrero paisa junto al traje oficial de la delegación de Colombia y portando la bandera del país suramericano en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos.

El miércoles, ya vestida de judoca, posó triunfante ante las cámaras al ganar la medalla de plata en la categoría de 70 kilos.

Tras un gran desempeño a lo largo de la jornada en el pabellón olímpico, Alvear perdió la final por íppon ante la japonesa Haruka Tachimoto. Pero sus tres victorias anteriores le valieron para conquistar la segunda presea olímpica de su notable palmarés, pues la cafetera ya se colgó otra de bronce en Londres 2012, además de contar con tres oros en los campeonatos del mundo.

“Mejoré respecto a Londres y me pude subir al podio nuevamente. Me voy contenta y feliz porque lo di todo en una competencia muy fuerte”, declaró Alvear, exhausta pero radiante por el metal conseguido en su tercera participación olímpica. “Le dedico esta medalla a Dios, a mi familia y a todos los colombianos”.

A la oriunda de Jamundí, en el Valle del Cauca, le gustó la pelea ya desde el colegio, y el miércoles supo canalizar ese ardor guerrero a lo largo de su notable competencia.

Clasificada directamente a la segunda ronda, se deshizo en octavos de la puertorriqueña María Pérez, quien recibió tres sanciones por dos de la cafetera y abandonó el tatami entre sollozos. Y a la española María Bernabéu la barrió en cuartos.

En semifinales se deshizo con suspenso de la británica Sally Conway, requiriendo del punto de oro en el desenlace. Y ya en la final, las cosas se le torcieron desde el principio, sin posibilidad de revertir la situación ante Tachimoto.

La medalla de bronce fue para la alemana Laura Vargas Koch, quien derrotó a Bernabéu por el tercer lugar.

“Me apresuré en la final y Tachimoto ya me llevó ventaja durante el combate. Luego arriesgué, porque soy una judoca ofensiva, pero las cosas no me salieron. Japón es potencia en judo y así es el deporte”, analizó la caleña.

De origen humilde, Alvear sabe lo que es batallar sobre el tatami y en la calle, pues debió costearse los gastos de competición al inicio de su carrera, recolectando fondos con imaginación y constancia.

“La clave de su judo es su dedicación, constancia y perseverancia”, apuntó el seleccionador nacional Baudilio Hernández. “Mentalmente es muy fuerte y no se viene abajo. Tiene una condición física enorme, excelente técnica y capacidad de concentración. Va de menos a más en los combates”.

El largo camino recorrido hasta lugares como Japón, donde suele entrenar bajo la tutela del maestro Noriyuki Haykawa, la llevó, a sus 30 años de edad, a representar el país suramericano en Río; primero sucediendo como abanderada a Mariana Pajón, quien sí consiguió subirse a lo alto del cajón cuatro años atrás en la competencia de BMX.

Pero cuando Alvear realmente puso en primer plano los colores de Colombia fue ya iniciada la competición cinco días después, cuando  le dio al país su segunda presea de los Juegos para añadir al oro del halterofilista Oscar Figueroa en el medallero.

“La plata significa mucho para mí. El judo es un deporte subdesarrollado en mi país y estoy abriendo camino. Que alegría que todos los deportistas hayan podido ver la garra que tenemos los colombianos. Ahora quiero disfrutar con mi familia y mis entrenadores”, concluyó la judoca, licenciada en educación física por la universidad de Cali, y doctorada nuevamente en Brasil sobre el tatami.

Brasileñas en Río, cuando la “Chica de Ipanema” son todas

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – Desde la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos el pasado viernes, cuando la supermodelo Gisele Bundchen recorrió espléndida y al son de la célebre “Chica de Ipanema” la imaginaria pasarela que atravesaba a lo largo el estadio Maracaná, se vislumbró que las mujeres brasileñas iban a tener un rol protagonista en el macroevento deportivo que acoge Río de Janeiro.

Por si quedaban dudas, los residentes cariocas amanecieron el martes con una reveladora portada del periódico local O Globo, con fotografía de una aficionada mostrando una camiseta de fútbol de la selección masculina con el número diez de Neymar al dorso pero el nombre del futbolista del Barcelona tachado.

Justo encima, escrito a mano con rotulador negro, figuraba el de Marta, la indiscutible estrella del combinado femenino ganador de sus dos partidos disputados hasta la fecha por global de 8-1; y practicando además su propia versión del “jogo bonito” que durante décadas encandiló a los seguidores de la apodada “verdeamarela”.

Pero si bien parte del creciente enamoramiento de la “torcida” respecto al equipo de mujeres tiene que ver con el desencanto que provoca la selección de hombres, incapaz de marcar un solo tanto en sus dos igualadas ante Suráfrica e Irak, sería injusto limitar el fenómeno a los logros de Marta y sus compañeras.

Felipe Almeida Wu inauguró el medallero nacional en la disciplina de disparo con aire comprimido el sábado al conquistar la plata; pero fue Rafaela, la judoca vilipendiada tras su error en los anteriores Juegos de Londres, quien se colgó la primera medalla de oro para el país anfitrión el martes, cuando se impuso en la final a Dorjsurengiin Sumiya, de Mongolia.

La oriunda de la parte oeste de Río, criada en la tristemente célebre favela de Ciudad de Dios, explotó de júbilo tras la victoria que hizo vibrar al país, pero no olvidar los lamentables insultos racistas y sexistas que le dedicó buena parte de la población cuatro años atrás.

La respuesta sobre el tatami fue notable, como también lo fue el desempeño de las voleibolistas Agatha y Barbara el lunes sobre la arena de Copacabana, cuando se impusieron en el voleibol de playa, deporte de gran popularidad entre los nativos, a las argentinas Ana Gallay y Georgina Klug.

Como en el fútbol, el triunfo de ambas contrarrestó con la decepción de la derrota del dúo masculino, Alison y Bruno, ante los austriacos Clemens Doppler y Alexander Horst, pero tuvo continuidad en el voleibol de pista cubierta, cuando las suramericanas se impusieron 3-0 a Argentina para seguir invictas.

Los éxitos para las mujeres siguieron llegando también en balonmano con la segunda victoria en dos juegos sobre Rumania, aunque la selección de basquetbol masculina finalmente si dio una buena alegría a la “torcida” el martes, cuando remontó para tumbar 66-65 en los instantes finales a España, una de las consideradas favoritas.

Pero para gestas, la de la judoca local capaz de sobreponerse a las numerosas adversidades.

“Nací en una comunidad que no me permitía plantearme muchos objetivos en la vida. Soy de Ciudad de Dios. Campeona mundial y olímpica. Si tienes un sueño, tienes que creer”, declaró Rafaela tras su victoria, que dedicó al pueblo brasileño.

Poca posibilidad de réplica ofrece el mensaje social de la gran triunfadora del país suramericano hasta la fecha, así como la denuncia de la admiradora de Marta sobre la imposibilidad de lucir una camiseta oficial con el nombre de su ídolo.

Cuando falla el discurso, mejor recurrir a la música en movimiento, que por ahora interpretan como nadie las mujeres brasileñas en Río, desde Gisele a Marta, pasando por Rafaela. Todas ellas, por momentos, dignas representantes de esa seductora chica de Ipanema.

Y Brasil, entregado, canta al unísono.

“Olha que coisa mas linda…”.

Francisco también cae, pero los Limardo miran adelante

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – Caídos Rubén Limardo y Silvio Fernández en su primer combate de esgrima de los Juegos Olímpicos el martes, las esperanzas de Venezuela se confinaron bien pronto en torno a la figura de Francisco Limardo, hermano menor del primero, y quien parecía avanzar con paso firme en el torneo.

Tras vencer a sus dos rivales iniciales, el suramericano se sentía con fuerzas para enfrentar al estonio Nikolai Novosjolov, y recibió además la aprobación de su hermano Rubén, ganador del primer oro para el país en la disciplina olímpica en Londres y teórico primer espada venezolano.

“Está tirando muy bien”, apuntó el primogénito.

Pero Francisco finalmente no pudo con Novosjolov, perdiendo 15-12 pese a una rabiosa reacción en el segundo periodo, en que llegó a igualar la desventaja por 7-4 del primero.

“Fue difícil desde el principio, porque me fue cambiando de estrategia y al final me quedé con poco margen”, comentó Limardo, quien pareció competir mejor bajo máxima presión. “No lo sentí así. Fue cuestión de estrategias, aunque esperaba más de mí”.

Pese a la decepción de la delegación venezolana, que vio como ninguno de sus tres integrantes clasificaba más allá de la tercera ronda en la modalidad de espada, la esperanza es que sus tres representantes puedan resarcirse el domingo cuando compitan en la prueba por equipos.

Mirar más allá de la nefasta jornada es obligatorio para el trío, aunque para los Limardo el horizonte va mucho más allá del reto dominical.

Si Francisco se quedó corto y a Rubén le faltó rodaje tras sufrir lesiones y problemas de salud entre ambas citas olímpicas, el plan es que ambos mejoren de cara los siguientes Juegos de Tokio 2020, donde podría unirse un tercer integrante de la familia al equipo.

Jesús, el menor de la saga, apenas cuenta 20 años pero promete, habiendo saboreado ya el éxito de una medalla de bronce en el mundial cadete de 2013 en Croacia.

Oriundos de Ciudad Guayana, zona selvática ubicada al sur de Venezuela, los hermanos se aficionaron a la esgrima siguiendo la pasión y consejos de su madre Gabi, muy activa en la promoción el deporte en la región y tristemente fallecida previo a la conquista del oro olímpico de Rubén. Ya con 31 años, este sopesa si seguir compitiendo.

Residentes en Polonia, donde entrenan a lo largo de la temporada, los Limardo están acostumbrados a viajes largos para competir, con lo que Tokio solo les quedaría lejos en el calendario.