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Aragonés cambió la mirada al fútbol español

[Este artículo fue editado y publicado en febrero de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – “Míreme a los ojos”.

El requerimiento se lo dirigía Luis Aragonés, por entonces entrenador de un Valencia en estado de ebullición, al brasileño Romario, el goleador por definición de su época, hombre también de fuerte carácter, capaz de mandar a paseo a toda una leyenda del fútbol como Johan Cruyff, su anterior técnico en el Barcelona.

Pero a Aragonés, trotamundos y a su vez gran figura del fútbol español tanto como jugador del Atlético de Madrid en los 60 y 70 como de timonel del mismo club y luego seleccionador nacional entre 2004 a 2008, tampoco le templaba el pulso a la hora de encararse con el crack de turno.

Mediaba la década de los 90 y el apodado “Sabio de Hortaleza” en alusión a su localidad natal, pretendía poner en cintura a Romario, superdotado para el gol pero negado con el despertador. No lo logró y el delantero acabó haciendo las maletas, pero no sin antes llevarse un grato recuerdo y mayor respeto hacia un hombre que, hasta su fallecimiento el sábado, rebosó tanto carisma como la actitud ganadora de la que adoleció durante larga época el fútbol español.

Y no se trató solo de la Eurocopa de 2008 que le dio a España después de muchos años de sequía en cuanto a trofeos.

El camino a la gloría del país que hoy suma otra Eurocopa más (2012) y un Mundial (2010) bajo la dirección de su sucesor, Vicente Del Bosque, empezó a forjarse en el Mundial de Alemania 2006, en que “La Roja” dejó definitivamente atrás el apodo de “La Furia”, pese a caer en octavos de final ante Francia, eventual subcampeona.

“Fue él quien marcó el camino de esta etapa tan exitosa”, reconoció Del Bosque, que buscará en Brasil 2014 alargar la racha  victoriosa.

Fue en aquel torneo cuando Aragonés decidió definitivamente dar portazo a la época de Raúl González, ídolo del Real Madrid y por entonces de la selección, para  acabar dando la alternativa a una generación liderada por futbolistas del Barcelona como Andrés Iniesta y Xavi Hernández, además de figuras emergentes como David Villa, del Valencia, o Cesc Fábregas, del Arsenal; todos con rol protagonista en la conquista europea dos años más tarde.

La épica y la furia, banderas de un combinado cuyas máximas gestas televisadas en color fueron el subcampeonato de la Eurocopa de 1984 en Francia tras agónica clasificación (venciendo 12-1 a la modesta Malta) y los cuatro goles de Emilio Butragueño a Dinamarca en el Mundial de México 1986, dieron paso al fútbol combinativo, de posesión a fuego lento y definición valiente, desacomplejada, hilvanado por unos futbolistas con más fantasía que músculo.

Los poderosos saltos y remates de cabeza de Santillana en los 80 dieron paso a las elegantes cabalgadas de Fernando Torres. Centrocampistas de brega como Víctor Múnoz o Ramón Calderé, incluso defensas reconvertidos en volantes por Javier Clemente en los 90, quedaron obsoletos en favor de organizadores con telescopio fino como el madridista Xabi Alonso.

Pero la influencia de Aragonés fue mucho más allá de un cambio de cromos, de concepto futbolístico. Al fin y el cabo, el “Sabio” siempre fue un estudioso del juego e innovador estratégico, apostando por un esquema defensivamente nutrido y de contraataque puro como el 5-3-2 en su corta etapa al frente del Espanyol en 1991, o ya de vuelta en el Atlético de Madrid.

Flexible de instinto, como demostró al tomar brevemente las riendas del Barsa en 1988, ganando la Copa del Rey con el club en plena crisis institucional, se reveló también entrenador de raza tras colgar las botas, capaz de calentar con abrigo de borrego y zapatos de suela lisa junto a sus jugadores previo a un partido.

Romo ante las cámaras, transmitió siempre cercanía con sus futbolistas en la caseta, rompiendo la barrera generacional con armas de toda la vida que se plasmaron también sobre la cancha: sinceridad, respeto, cariño y exigencia.

Si para ello tuvo que chocar frente a frente con el hoy sevillista José Antonio Reyes en la selección o agarrar de la pechera al joven camerunés Samuel Eto’o durante su estancia en el Mallorca, no tuvo reparos en hacerlo.

En ese sentido, el también apodado “Zapatones” seguía sintiéndose tan futbolista como ellos y dirigía con mano firme al grupo, exhibiendo el mismo carácter ganador que le llevó a erigirse mito del Atlético vestido de pantalones cortos.

Como tantos compañeros a lo largo de una triste jornada, los azulgranas Iniesta, Fábregas y Carles Puyol sumaron condolencias y muestras de cariño en las redes sociales.

“Ha sido una noticia muy dolorosa para ellos”, explicó en rueda de prensa su actual timonel del Barsa, el argentino Gerardo Martino. “Fue un entrenador que les marcó en su carrera cuando estaban dando sus primeros pasos en la selección y creciendo como futbolistas. También en la parte humana”, destacó.

Su compatriota y colega, Juan Antonio Pizzi, oriundo de Argentina e integrante de la selección previo al arribo de Aragonés, también quiso recordar sus cualidades: “No tuve la suerte de tenerlo como entrenador, pero dejó un gran legado, no sólo por los resultados, sino por su forma de trabajar y de vivir”, resaltó.

Si la imagen de la selección previo a su paso era el labio partido del hoy entrenador del Celta de Vigo, Luis Enrique, clamando justicia en el Mundial de Estados Unidos de 1994, o las manchas de sudor en las axilas de José Antonio Camacho en 2002, cuando España fue eliminada en cuartos de final por la anfitriona Corea del Sur, con gol anulado de coartada, Aragonés será recordado por la instantánea de celebración de la Eurocopa de 2008 junto a sus pupilos, con el arquero Iker Casillas jaleándole micrófono en mano. Y, como no, mirándole a los ojos.

“Manú” Ginóbili, un año más calentando la NBA

[Este artículo fue editado y publicado en diciembre  de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – 8 de Junio de 2003. Finales de la NBA entre San Antonio Spurs y New Jersey Nets. Juego tres. Emanuel Ginóbili, con el marcador favorable al equipo texano por 78-75 y 1:18 minutos por jugarse, olfatea el destino del balón a manos de Lucious Harris y se lo arrebata al jugador de los Nets: su cuarto robo en 28 minutos de juego, en una hoja estadística que incluirá cuatro asistencias, dos tapones y ocho puntos.

Dos de ellos llegan 35 segundos después, con la bola quemando y en atrevida suspensión sobre el brazo extendido del mejor defensor local, Kenyon Martin, para poner el 80-75 en el marcador, camino de una victoria final de los Spurs por 84-79 que resultaría decisiva para el segundo título de la historia de la franquicia y el primero de Ginóbili, por entonces apenas un novato en la liga estadounidense; aunque laureado internacional argentino con la medalla de plata del Mundial 2002, más un campeonato italiano y la Euroliga con el Kinder Bolonia.

Aceleramos al 16 de junio de 2013. Juego cinco de las Finales contra Miami Heat. Ginóbili, ya todo un veterano de la NBA, seleccionado al Partido de las Estrellas en dos ocasiones, alcanza la ronda final con la necesidad de medir esfuerzos tras una dura campaña regular, la peor en anotación desde su año de novato. Criticado por su falta de puntería en la serie, recupera su mejor versión con una soberbia actuación partiendo de titular por vez primera: 24 puntos y 10 asistencias que le valen el triunfo, 114-104, a San Antonio, a un paso de ganar su quinto campeonato.

Pero en esa ocasión ni Ginóbili ni los Spurs celebraron un final feliz, cayendo en los últimos dos cotejos de forma dramática ante el equipo de LeBron James. El argentino no ocultó la mayor decepción de su carrera en rueda de prensa, aunque tampoco dio señales de rendición y confirmó su apetito por más pelea en julio, cuando renovó por dos temporadas más con la franquicia texana, con la que muy probablemente se retire en calidad de “One Club Man”.

Si el desparpajo de hace 11 años anunció el arribo no oficial de Ginóbili a la élite del baloncesto de clubes, la penúltima firma ante Miami vino a recordar que aún le queda cuerda al nativo de Bahía Blanca, ganador de tres anillos de campeón de la NBA y, como tantos otros deportistas argentinos, competidor insaciable, capaz de superar con su innato instinto ganador cualquier limitación física.

“Es muy temperamental y no le gusta perder. Se pone malo y hace todo lo humanamente posible para tratar de ganar. Se deja el alma en cada juego”, contaba en una de sus visitas a San Antonio Jorge Ginóbili, padre del internacional y que también fue basquetbolista en su país, como sus dos hermanos.

36 años y multitud de lesiones contemplan al cierre de 2013 a Ginóbili, también conocido como “El Narigón” o, como lo apodó en su día su compañero Brent Barry “El Colisión” por su estilo desprotegido, proclive al vuelo sin red y peligroso contacto, a menudo recompensado con jugada de tres puntos, siempre premiado con el reconocimiento y aplauso del entregado público sanantoniano que le conoce simplemente como Manú, con acento final.

El diminutivo, coreado a cada fogonazo del argentino, delata la devoción y apadrinamiento que sienten por él los asiduos del AT&T Center, en especial entre la amplia comunidad latinoamericana que puebla la zona y que se siente profundamente identificada con un deportista zurdo, de talante improvisador, desinhibido y natural, no exento de garra y sacrificio.

“La gente lo ama y admira en San Antonio porque los levanta del asiento con esa actitud valiente, que no regula. Sus actuaciones individuales van acompañadas de logros y, cuando sale, lo asedian… aunque con respeto”, explica desde Mar del Plata, Oscar “Huevo” Sánchez, el entrenador que lo descubrió en su campus de 1988 y convenció en 1995 a sus padres para que le dejaran cruzar el país y debutar en Liga Nacional con el Club Andino de La Rioja. “Lo primero que me llamó la atención fue su juego atrevido y natural, de gran potrero, nada mecánico”, recuerda.

Más allá de sus cualidades sobre la cancha, Ginóbili engancha también por su personalidad, cercana con los suyos y, aunque medida en el contacto, amable y agradecida con sus valedores y fans, a quienes firma religiosamente autógrafos previo a cada juego.

Su lealtad queda patente en su relación con Sánchez, a quien invitó a vivir con él las Finales de 2005 y 2007 en San Antonio. “En sus primeros años no tenían su camiseta en las tiendas, pero en 2005 todo cambió y se agotó”, recuerda “Huevo”, orgulloso, antes de definirle. “Juega como la persona que es: caliente”.

Andrés Nocioni, compañero en la selección albiceleste del también apodado “Manudona” (en alusión al ex futbolista Diego Maradona), coincide en que “su gran salto de calidad llegó en Italia, por anotación y lectura del juego”, y desvela desde Vitoria, donde actualmente juega para el Baskonia de la liga española, que “de joven no aparentaba gran cosa ni proyectaba demasiado, pero siempre tuvo esa raza y capacidad de jerarquía que le permitieron encarar grandes momentos”, subraya el “Chapu”, destacando el tiro ganador ante Serbia y Montenegro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, saldados con medalla de oro y trofeo al jugador más valioso para Ginóbili.

Casi un año después, en la celebración por su segundo campeonato con los Spurs, Tim Duncan susurraría al oído del bahiense que el MVP de las Finales que le acaban de entregar se lo merecía él.

Nocioni fue solo uno de los seis basquetbolistas argentinos y 24 suramericanos en seguir los pasos del escolta en la NBA y considera que hubo un claro punto de inflexión aperturista tras el exitoso estreno de Ginóbili. “Antes era imposible entrar. Yo tuve la suerte de pertenecer a una generación en que la liga se abrió más a otros países. La gran carrera de Manu será muy difícil de repetir”.

Ciertamente, de entre los demás 46 latinoamericanos, solo el brasileño Nené Hilario y el panameño Rolando Blackman igualan o superan sus 11 campañas dando guerra, aunque el primero queda lejos de sus logros deportivos y el segundo, criado en Brooklyn, sí cuenta cuatro apariciones en el All Star, pero ni un solo anillo de campeón lucen sus dedos.

“Es probablemente el jugador más competitivo que he entrenado en 30 años”, comentó Gregg Popovich en 2005, ya con experiencia en el tutelaje de leyendas como Duncan o David Robinson en los Spurs; mientras Ettore Messina, quien lo tuvo a sus órdenes en Bolonia, lo destaca junto al astro de los Lakers Kobe Bryant como los dos jugadores más inteligentes que haya dirigido jamás.

Tampoco es sorpresa que el ultracompetitivo Bryant, cercano en años y hoy lesionado, le considere uno de sus rivales favoritos: comparten posición en la cancha, alergia a la derrota y, a su manera, fue también pionero, abriendo camino a los jugadores salidos del instituto.

Pero aunque Bryant sume dos campeonatos más y goce de status privilegiado entre los estadounidenses, “Manú” tira de todo un continente en Texas, donde seguirá dando guerra en 2014 con su estilo innegociable: caliente.

Atlético: un inicio de cine, con Barsa desenfocado y Madrid fuera de plano

[Este artículo fue editado y publicado en octubre de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

Corría el minuto 42 del clásico Real Madrid-Atlético de Madrid disputado el sábado cuando Diego Costa, el futbolista que mejor encarna el espíritu combativo del Atlético y que venía de chocar con Diego López, notó un ligero golpe de bota en el costado, propinado por la erguida e imponente figura del arquero madridista.

Como resorte, Costa se fue primero por el juez de línea y luego por López, con el que se encaró, retador, a escasos centímetros, rechazando sus explicaciones y aguantándole la mirada mientras le dedicaba todo tipo de improperios.

El momento vino a reflejar la rebeldía con que Costa y el Atlético afrontaban el partido contra el máximo rival, al que ya derrotaron en su feudo hace cuatro meses y medio, cuando se proclamaron campeones por la Copa del Rey e iniciaron lo que parece ser un abordaje en toda regla por la supremacía ciudadana.

Media hora antes de su rifi-rafe con López, Costa, ese delantero con modales de central, anotó el gol del segundo triunfo consecutivo de los “colchoneros”, 1-0, sobre el Real Madrid; algo que no ocurría desde 1999, cuando el Atlético ganó 3-1 en el Santiago Bernabéu para añadir a su victoria del curso anterior en su propio estadio.

El tanto de Costa llegó de similar manera al que anotó en la final copera, en punzante contragolpe tras robo de balón, subrayando una vez más el ideario grabado en piedra del técnico argentino Diego Simeone, basado en  correr más que el contrario, pulir hasta la saciedad las jugadas de estrategia, morder en el mediocampo y lanzar a Costa, indomable promesa del pasado, hoy consolidado como máximo cañonero de la liga junto al argentino del Barcelona, Lionel Messi.

Con esa fórmula del “Cholo” en que “el trabajo no se negocia y no hay nadie más importante que el equipo” y agarrado a una excelente preparación física, el Atlético ha conseguido el mejor arranque liguero de su historia con siete triunfos en las siete primeras fechas y se postula, pese a las reticencias del timonel, como candidato al título.

Igual que el Barsa del también argentino Gerardo Martino, líder por diferencia de goles pero con sensaciones bien distintas.

Mientras la afición rojiblanca celebra eufórica los éxitos de su equipo, más identificada que nunca con los valores propuestos desde el banquillo y exhibidos sobre la cancha por futbolistas como Costa y el volante Jorge Resurreción “Koke”, un talentoso todoterreno con alma proletaria, el Barsa se mira al espejo y se pregunta qué le pasa.

Poco importa que el debutante Martino haya firmado el mejor inicio, ya con el título de la Supercopa (ganada al Atlético) en el bolsillo, y que Messi siga goleando a su habitual ritmo estratosférico.

Más allá de los resultados que han dejado al Madrid cinco puntos por debajo en el campeonato, en Barcelona se discuten cuestiones de estilo, estética, filosofía y ética. Y con apenas 67 días de servicio desde que sustituyera a Tito Vilanova por enfermedad, al “Tata” ya le andan rebatiendo el ideario por presunta traición a la hoja de ruta “culé”, basada en el juego asociativo que instauró en su día el holandés Johan Cruyff y pulió más tarde Pep Guardiola en torno a mediocampistas de talante coral como Andrés Iniesta y Xavi Hernández

Martino, quien hasta la fecha ha logrado encajar al brasileño Neymar en una propuesta algo más directa, donde el balón largo y vertical ya no se considera una herejía y cobran peso jugadores de ida y vuelta como Cesc Fábregas, deslizó recientemente que se le critica más por no ser holandés o catalán.

Puede que tenga razón el rosarino, aunque más que favoritismos de origen, lo que parece aflorar en el entorno azulgrana, distraído estos días por las declaraciones del central Gerard Piqué aludiendo al presunto favoritismo financiero que se le dispensa al Madrid y la emergente moción de censura al presidente Sandro Rosell, enfrentado a Cruyff, es su eterna hipocondría.

Bendecidos por los éxitos recientes, a los “culés” les siguen soliviantando periódicamente los fantasmas del pasado y un cierto fatalismo que hoy se ve reflejado en la anunciada marcha del arquero Víctor Valdés, en excelente forma, y última lesión muscular de Messi, cuya recuperación cobra urgencia de estado para afrontar el próximo clásico contra el Madrid, el 27 de octubre.

Los “merengues” no cuestionan tanto el estilo como su identidad tras la marcha del técnico José Mourinho y la llegada de Carlo Ancelotti. El italiano, supuestamente elegido por su talante conciliador y palmarés exitoso, parece confundido tras la buena pretemporada el equipo, sin saber muy bien a qué jugar ni con quién, dado el desmesurado intervencionismo del presidente Florentino Pérez.

Obsesionado con conquistar la decima Copa de Europa, Pérez contrató a Mourinho pero hoy empieza a sentir también la necesidad de recuperar la hegemonía en la liga,  pues solo ha ganado una de las pasadas siete ediciones en que ha figurado como presidente. Su mano se ha dejado ver tanto en la política de fichajes, sobre todo en la incorporación del galés Gareth Bale, el traspaso más caro de la historia, como en algunas decisiones de Ancelotti, quien duda en sustituir al gafado delantero Karim Benzema, uno de los favoritos del mandatario, al tiempo que mantiene al arquero Iker Casillas como suplente en la liga.

Señalado por el mal juego del Madrid, el técnico no sabe muy bien qué responder, constatando como la pérdida del alemán Mesut Oezil, vendido al Arsenal tras el arribo de Bale, ha restado capacidad creativa al plantel, con más futbolistas de conducción y disparo que de toque y desmarque y claros problemas en una defensa que solo ha mantenido invicto su arco en uno de ocho cotejos disputados.

La sangría sería mayor de no haber ganado con polémico penal en los descuentos por la sexta fecha en Elche; victoria que sirvió, como no, para destapar la caja de los truenos en Barcelona.

¿Qué más da que los azulgranas anden perfectos en liga y Champions? Como tantos personajes del director de cine Woody Allen, el Barsa se recrea en sus miserias y supuesta grandeza del rival. Poco importa que del brazo pasee la chica más guapa de Nueva York, incapaz de disfrutar el momento por la paranoia que le genera el cómo, cuándo y por culpa de quién la acabara perdiendo.

El símil cinematográfico del Madrid se acerca más a una superproducción del actor Nicholas Cage: derroche de dinero y talento por una trama desordenada donde priman más el ruido y los efectos especiales que otra cosa. Y final a cara o cruz.

En este inicio de liga de cine, el Atlético es una balsa de aceite donde no se depara en la marcha del astro colombiano Radamel Falcao y veteranos ilustres como David Villa asumen sin rechistar un rol secundario.

El plantel de Simeone se siente fuerte y con ansias de pelea, cual gladiador resurgido de las tinieblas, mutado de piel pero no de espíritu, y desafiante, como Costa ante López el sábado.

Al brasileño solo le faltó darse la vuelta y espetarle al estadio blanco aquel grito que lanzó Russell Crowe al público del coliseo: “¡¿No están entretenidos?!”.

El sol sale de nuevo para “escarabajos” colombianos

[Este artículo fue editado y publicado en septiembre de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

TARRAGONA, España (AP) – Durante sus incontables pedaleos sobre las carreteras europeas, ya sea en los nevados picos de Navarra, donde suele entrenar, o la costa mediterránea, donde estos días transita la Vuelta a España, a Sergio Henao se le aparecen a menudo imágenes de las majestuosas montañas de Colombia, el altiplano donde se forjaron él y paisanos como Nairo Quintana, Rigorbeto Urán o Carlos Betancourt, todos abanderados del reciente resurgir del ciclismo colombiano, evocador del glorioso legado que dejaron aquellos célebres “escarabajos” de finales del siglo pasado.

“A las seis de la mañana se levanta la niebla de las montañas y el sol brilla muy fuerte. Es un paisaje hermoso de mi tierra y, desde que tengo uso de razón, me impresiona mucho”, explica Henao desde la costeña Tarragona, una vez finalizada la 12da etapa de la Vuelta, donde clasifica 24to, 11 puestos por detrás de su compañero del Sky, Urán, subcampeón del Giro de Italia, quien marcha a 5’46’’ del líder Vincenzo Nibali.

El sentimiento lo comparten ambos y tantos otros colombianos presentes en la carrera; hasta cinco en total contando a Betancourt, del equipo AG2R, Cayetano Sarmiento(Cannondale), y Winner Anacona (Lampre-Mérida), curtidos todos al azote del viento austral y pulidos, en su mayoría, sobre el asfalto del Viejo Continente

Ninguno ha destacado por ahora en la Vuelta como tantos esperaban, quizás producto de una temporada larga que se cobró la baja de Quintana tras su histórico segundo lugar en el Tour de Francia y, en el caso de Urán, por temor a una caída que lastre su próxima etapa como líder del Quick Step. También es cierto que aún no se han disputado las grandes jornadas de montaña, donde los nuevos “escarabajos” mejor se desempeñan, dando rienda suelta al instinto escalador que heredaron de ilustres como Fabio Parra o Lucho Herrera, el único colombiano en proclamarse campeón de la Vuelta en 1987.

Fue ese precisamente el año de nacimiento de muchos de los actuales “escarabajos”, quienes apenas conocen las gestas de sus predecesores por relatos pero son plenamente conscientes de la trascendencia que acarrea su renacimiento, con Colombia instalada segunda en la clasificación de la UCI.

“Fueron referentes. Abrieron el ciclismo colombiano que ahora se está reviviendo gracias a nosotros. Hubo un momento de pausa,  pero el talento siempre estuvo y Nairo, Rigoberto y Betancourt están escribiendo una historia nueva, logrando que los medios nos sigan más y la afición colombiana vuelva a soñar con ganar una carrera grande”, explica Henao en perfecta sintonía con Urán, quien subraya que “después de lo que pasó en Londres (cuando ganó la medalla de plata en los juegos olímpicos), el gobierno invirtió más y se nota. Antes veníamos a participar uno o dos en el Giro y ahora ya somos protagonistas. Con mi podio y el de Quintana, se ha despertado esta pasión por el ciclismo que estaba dormida”.

El propio Quintana, desde la lejanía, conviene que su éxito en la ronda francesa puede suponer un punto de inflexión en el lanzamiento de nuevas figuras. “Sé que en mi país la gente está loca de contenta y para mi es un orgullo poder darles esta alegría. Supondrá también que muchos niños se animen a hacer ciclismo y eso es importante para que nuestro ciclismo siga arriba. Aquella generación de los 80 y 90 fue la que todo el mundo recuerda y será difícil superarla. El tiempo lo dirá. Ojalá sea así porque eso significará que hemos conseguido grandes logros”, apunta.

Aunque todos prefieren centrarse en las dificultades sobre el sillín, ninguno rehúye la condición de abanderados, no solo del reflote del ciclismo patrio, sino de un deporte alejado de las sombras del dopaje que siguen lastrando a tantos de sus predecesores.

“Llegamos cuando el ciclismo se estaba limpiando, fue lo que nos tocó vivir. Para ellos fue diferente, pero no nos podemos quejar porque ello también ha posibilitado que tengamos este nivel ante el ciclismo europeo”, opina Henao. “Nos diferencia el hambre por ganar, que siempre está en nuestra mente; y somos muy profesionales, trabajando con transparencia y honestidad”.

Quintana, por su parte, asegura preocuparse “por trabajar, entrenar y cuidarme al máximo para conseguir los objetivos que me marco. Eso es lo que me enseñaron desde que comencé a competir y es el camino correcto”.

Y es que la anterior generación de los “escarabajos” propinó grandes alegrías al pueblo colombiano, pero también acarreó graves consecuencias para los compatriotas que siguieron, a quienes los antiguos equipos europeos explotaron con contratos abusivos e introdujeron en el sórdido mundo de las sustancias prohibidas.

Los actuales protagonistas abogan por un ciclismo limpio e innovador como el propuesto por Ignacio Vélez y Luis Fernando Saldarriaga, responsables de la selección de Colombia que irrumpió en el Tour del Porvenir 2010, con Quintana a la cabeza.

Las nuevas metodologías, al fin y al cabo, se han traducido en un mejor desempeño sobre la bicicleta, donde los colombianos ya no son etiquetados como simples agitadores de las etapas de montaña. “Se han criado con técnicas de aquí y Estados Unidos, aunque sin perder su esencia”, señala el director de la Vuelta, Javier Guillén. “Cuando veo a Nairo, veo a los grandes del pasado. El corredor colombiano siempre ha sido espectacular y de mucha entrega. Pero los de ahora tienen un magnifico recorrido, con posibilidad de ganar carreras de tres semanas. Los veo más completos y con un estilo más moderno. Lo importante es que Colombia siempre tuvo mucha presencia en el pelotón y ahora Quintana, Henao, Urán y Betancourt nos han hecho recuperar esa magia”.

En la mitología egipcia el escarabajo era símbolo del sol naciente, dando en vida fuerza y poder; y en la muerte, la posibilidad de resurrección y vida eterna. Su jeroglífico significa convertir o transformar.

“Se consiguió algo muy grande, pero está en nuestra capacidad superarlo porque venimos muy jóvenes y vamos fuertes en el cronómetro y la montaña, donde nuestra naturaleza es una ventaja”, añade Betancourt. “Quintana ha logrado mucho en muy poquito tiempo y hay cantera. Esperamos ver a un colombiano ganar una carrera grande bien pronto”.

Urán, quien tras la Vuelta representará a Colombia en el Mundial de Florencia, tiene ganas de probarse a sí mismo como líder del Quick Step. “Ya no corres las carreras tan tranquilo, sabiendo que el que tiene que responder es otro. Habrá más presión, pero tengo la experiencia para estar adelante en una carrera grande. Me cambié para estar más libre y correré el Tour”, anuncia.

Su actual compañero de equipo, el español Xabier Zandio, acostumbra a entrenar en Pamplona con Henao y pronostica que ambos seguirán dando guerra en el futuro. “Son jóvenes y con margen de mejora. Sobre todo, Sergio, que tiene un motor grande y llegará lejos. “Rigo” es muy regular,  tiene madera de líder y en la Vuelta dará que hablar todavía”, advierte el pamplonica, quien revela que “Sergio es de los pocos colombianos que se adaptan al mal tiempo y no le importa entrenar con la carretera nevada. Eso sí, cuando tiene unos días libres, se escapa a su tierra. Como todos”.

Al rico despertar del brillante e impoluto sol antioqueño, hoy símbolo del renacimiento del ciclismo colombiano.

Chen, del jardín central de Isla Colón al centro de la defensa en Málaga

[Este artículo fue editado y publicado en septiembre de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

A tres semanas de su arribo a la Costa del Sol española, a Roberto Chen le invade el recuerdo infantil de la entrañable cancha de Aserrín. El nuevo fichaje panameño del Málaga debutó el pasado 17 de agosto en la fecha inaugural de la liga española ante 40.000 espectadores en Valencia, pero tiene bien presente cómo jugaba hace cuatro años ante menos de 5.000 aficionados del Club San Francisco de La Chorrera; y también como ayudó, junto a amigos y familiares, a crear su primer rectángulo de juego sobre un terreno irregular.

“Construimos la cancha con mis primos y hermanos, limpiando un monte de piedras y echando el serrín de un aserradero frente a mi casa. Allí empecé a jugar. Son muy lindos recuerdos”, explica Chen, de apenas 19 años y uno de los abanderados del nuevo Málaga que dirige el alemán Bernd Schuster, basado en la juventud y un concepto parcialmente modificado del fútbol de ataque propuesto por su antecesor, el chileno Manuel Pellegrini.

Las ventas de jugadores importantes obligaron al club andaluz a replantearse la política deportiva y, a Schuster, a alterar el punto de partida con especial atención deparada en la defensa; y es allí donde la figura de Chen, central prometedor, nativo de Isla Colón y poco conocido hasta su reciente despunte en la Copa de Oro, encaja a la perfección.

“Mi objetivo es ir aprendiendo, darle duro como se dice en buen panameño e ir poco a poco hasta ganarme la confianza del míster, sin conformismo”, subraya Chen, a quien, sin embargo, las circunstancias obligaron a un debut acelerado ante el Valencia, al caer por lesión el titular Weligton, y no estar recuperado el veterano Sergio Sánchez.

El panameño no pudo celebrar punto alguno por culpa de un desafortunado fallo del arquero argentino Wilfredo Caballero, pero disputó el partido completo y causó buena impresión, disparando la ilusión entre los aficionados de su país  de cara al siguiente compromiso contra el Barcelona.

Pero Schuster, quizás con ansias de protección, le reservó y dio entrada a Sánchez, una decisión que no cambió el resultado de derrota y tampoco alteró demasiado a Chen, notablemente maduro para su edad y de apariencia tan tranquila en la cancha como fuera.

“No suelo ponerme nervioso antes de los partidos. Es normal cierta ansiedad, pero no me presiono porque el fútbol es lo mismo en todas partes. Hay que disfrutar del juego, porque eso no tiene precio. Vi al Barsa desde la banca, y parecen más peligrosos por televisión. El ritmo no me sorprendió”, espeta sin rubor.

Ciertamente, aquella cancha de Aserrín a la que retorna periódicamente a conversar con sus seres cercanos dista mucho de los estadios de la primera división, pero Chen destila confianza por ahora en Málaga, feliz por la realización de un sueño de bien chico y aceptando con tanta naturalidad el primer control antidoping en su debut, como la atención mediática que ha despertado su insólita aventura.

Solo dos panameños, al fin y al cabo, le han precedido hasta la fecha en la liga española: el fallecido Rommel Fernández y su gran valedor y actual seleccionador, Julio “Dely” Valdés, quien requirió de etapa previa en el futbol sudamericano.

El ex delantero del Málaga ha ejercido de catalizador para la carrera del joven futbolista, quien aún carece de representante, dándole la alternativa en la Copa de Oro que generó un punto de inflexión en su corta trayectoria. Chen, quien tenía entonces medio encarrilado su fichaje por los Sounders de Seattle de la MLS estadounidense, despuntó en lugar del capitán Felipe Baloy, a quien el seleccionador reservó, y acaparó las atenciones que finalmente le valieron el acuerdo con el Málaga.

“Siempre vi la liga española por televisión. Era mi sueño jugar junto a los mejores y en solo cuatro años lo he conseguido. Es un impulso para los jóvenes de mi país. Estoy muy a gusto, con el mar cerca que me recuerda a Panamá”, comenta el caribeño, quien espera verse acompañado pronto de su novia y sus padres y, al no disponer del dorsal 5 ni del 24 (día de su nacimiento), se decantó por el 23 en homenaje a Baloy.

De padre ingeniero agropecuario y madre maestra, parece tener bien asimilada la virtud de la paciencia, así como el enfoque propio de su otra gran pasión: el béisbol.

Admirador del cerrador de los Yanquis Mariano Rivera y aficionado a múltiples deportes desde bien joven, sus innatas capacidades atléticas le permitieron destacar tanto en atletismo como sobre el diamante del equipo de pelota local, donde custodiaba el jardín central. “Disfrutaba mucho de una buena atrapada o un buen bateo, pero siempre he preferido el fútbol, donde hay más contacto. Aunque son deportes diferentes, la concentración, la vista y el enfoque que requieren el béisbol me han ido bien para mantenerme atento y bien parado en el fútbol”, comenta.

A esas y otras virtudes como su polivalencia y condición de ambidiestro se agarran Valdés y sus compatriotas de cara a las cruciales citas de Panamá en septiembre contra Jamaica y Honduras en el hexagonal mundialista, esperando que un pleno de victorias mejore las posibilidades de clasificar al primer Mundial de su historia. “Tenemos buenos jugadores y vamos a buscar los seis puntos. Estamos allí y cualquier cosa puede pasar”, alienta el zaguero, consciente de la ampliada responsabilidad que acarrea su nueva condición de emigrado.

Acostumbrado a quemar etapas, como demuestran su satisfactoria recuperación de una operación de rodilla y el haber competido en las selecciones Sub-17, Sub-20 y absoluta de Panamá en un mismo año, Chen aguarda ahora pacientemente su turno en el centro de la defensa del Málaga. Como buen toletero, en espera de una jugosa bola rápida que batear fuera del estadio.

En liga de desequilibrios, Atlético busca lugar entre los grandes

[Este artículo fue editado y publicado en agosto  de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA (AP) – Con el desequilibrado reparto de los derechos televisivos, en que los dos gigantes, Barcelona y Real Madrid, se reparten 300 de los 700 millones de euros que ingresa la liga española, la competición que arranca el sábado vuelve a presentarse adulterada de inicio para los 18 clubes restantes, que deberán conformarse con pelear los restos del pastel, económico y deportivo, con la esperanza de alcanzar algún día premios mayores.

El equipo más rebelde, por resultados recientes en ambos apartados y naturaleza de su técnico, el argentino Diego Simeone, no es otro que el Atlético de Madrid, revigorizado la pasada campaña por el empuje del “Cholo” y el sabroso éxito de ganarle al Madrid, en su propio estadio, la fina de la Copa del Rey.

Fue de las mejores campañas en la rica historia de club rojiblanco, que acabó tercer clasificado en el campeonato con 76 puntos, a 11 de los sumados en 1996, cuando Simeone alzó copa y liga siendo futbolista.

El gran ídolo de la afición “colchonera” bien sabe que lo difícil no es llegar, sino mantenerse, y vio doblada su faena tras la marcha del goleador colombiano Radamel Falcao, fichado por el Mónaco.

Las 70 dianas del “Tigre” en dos temporadas serán difícilmente igualadas, pero el Atlético se ha curado en salud renovando a un futbolista de la confianza del técnico como Diego Costa y, si de registros goleadores se trata, no pudo encontrar mejor oferta que la de David Villa, máximo realizador histórico de la selección española, quien vino del Barsa a precio módico y con la motivación añadida de ganarse un puesto para el próximo Mundial de Brasil.

La venta de Falcao no ha hecho más que evidenciar la crisis económica que azota a los clubes españoles, la mayoría de los cuales ha visto partir a sus estrellas.

El Valencia, último en romper la hegemonía de Barsa y Madrid con la liga conquistada en 2004, se ha desprendido sucesivamente en los últimos años de futbolistas como Villa, David Silva, Juan Mata o el último en salir: el goleador Roberto Soldado.

Retirado también el capitán David Albelda, se han sumado en el adiós el paraguayo Nelson Valdez y el argentino Tino Costa, víctimas de las dificultades financieras de la entidad, con deuda neta de 275 millones de euros y nuevo estadio de construcción inacabada por interrupción de las obras.

En su quinto puesto del pasado campeonato se apoyan los más optimistas, así como en el fichaje del técnico Miroslav Djukic, quien realizó buena campaña con el Valladolid y ha dado definitivamente la manija al también argentino Ever Banega, de calidad contrastada pero irregular desempeño.

Un peldaño por encima del Valencia acabó la Real Sociedad, que afrontará el doble reto de competir en el torneo doméstico y la Liga de Campeones bajo la dirección de Jagoba Arrasate, sustituto del emigrado Philippe Montanier, y sin Asier Illarramendi, traspasado a precio récord al Madrid. Se anhela que el joven Rubén Pardo dé el paso al frente como organizador y se confía en que el central Iñigo Martínez, nuevo internacional, y el mexicano Carlos Vela mantengan el gran nivel exhibido el pasado año.

Pero si de ausencias se trata, ninguna tan sentida como la del viejo estadio San Mamés del Athletic de Bilbao, que estrenará nuevo coloso y entrenador en Ernesto Valverde, con el goleador Fernando Llorente también partido al Calcio italiano y el ex técnico, el argentino Marcelo Bielsa, fuera de plano.

La revolución anunciada en Málaga por el cierre del grifo financiero se cobró marchas tan significativas como Isco Alarcón, los argentinos Martin Demichelis y Javier Saviola y el técnico chileno Manuel Pellegrini. En su lugar, el alemán Bernd Schuster intentará liderar el nuevo proyecto, que tendrá dura competencia en rivales como el Betis, séptimo el curso anterior o el Sevilla de Unai Emery, reforzado con el argentino Nico Pareja y el colombiano Carlos Bacca, y con renovado espíritu de aquel equipo que marcó época en la década anterior.

La precariedad sigue acuciando al Espanyol, que se agarra a la fiabilidad y entusiasmo del timonel mexicano Javier Aguirre para pelear por algo más que la permanencia.

En esa lucha se prevé estén los recién ascendidos Villarreal, Almería y Elche, así como Celta de Vigo, Getafe, Levante, Rayo Vallecano, Valladolid, Granada y Osasuna

Todo cambia, nada cambia en regreso de la liga española

[Este artículo fue editado y publicado en agosto  de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – Soplan aires de cambio en la liga española que inicia el sábado, con relevos sustanciosos al timón de sus dos clubes más poderosos, Barcelona y Real Madrid, y aroma de nueva era tanto en la costa catalana como en la capital española.

Pero pese a la significante llegada del italiano Carlo Ancelotti al banquillo blanco y del argentino Gerardo “Tata” Martino al vigente campeón azulgrana, parece que hay cosas que nunca cambian en la autodenominada “Liga de las Estrellas” que, una vez más, se antoja cosa de dos: Barsa y Madrid.

El binomio está llamado a luchar por el campeonato, con los otros 18 equipos a disputar la porción restante del pastel, figurando Atlético de Madrid, Valencia, Sevilla, Real Sociedad y Betis como los mejor posicionados para completar las plazas que darían boleto a jugar la siguiente Liga de Campeones.

De los 82 torneos disputados hasta la fecha, 54 se los han repartido Barsa y Madrid. El último campeón en romper el monopolio fue el Valencia en 2004 y, aunque el Atlético que entrena el argentino Diego Simeone dio un paso adelante la pasada campaña, acabando tercero y ganando en la final de la Copa del Rey al vecino blanco, sería mucho suponer que los rojiblancos disponen de argumentos suficientes como para colarse en la pelea por el título.

La derrota copera cerró de mala manera la etapa de técnico José Mourinho al frente del Madrid, con apenas una liga y una copa cosechadas en sus tres campañas. Pero el tumultuoso curso, cerrado sin trofeos, abrió también la puerta al aire de cambio que trae consigo Ancelotti, llegado del Paris Saint Germain y del que guardan grato recuerdo en sus pasos previos por el Chelsea (destino final de Mourinho) y el Milan.

Mientras el Madrid espera recuperar las esencias de la mano de Ancelotti y agarrado al ilimitado potencial del portugués  Cristiano Ronaldo sobre la cancha, el Barsa también aspira a reencontrarse consigo mismo tras una campaña de luces y sombras que igualmente desembocó en traumático relevo en el banquillo, este forzado por insalvables circunstancias.

Apenas iniciada la pretemporada azulgrana a toque de corneta de Tito Vilanova, el entonces técnico se vio forzado a presentar la dimisión el pasado 19 de julio, al recaer del cáncer que le fue diagnosticado en 2011 y le obligó a perderse múltiples semanas de competición en 2013, resultando en un bajón de prestaciones del equipo.

A contrarreloj arribó Martino, ex de Newells Old Boys y la selección de Paraguay, para tomar el testigo dejado por Vilanova y, según sus propias palabras “recuperar una idea definida que está muy clara”, aplicando sus propios conceptos a la filosofía implantada en su día por Pep Guardiola (hoy entrenador del Bayern de Munich) y rescatando el espíritu de sacrificio, solidaridad y responsabilidad que pareció olvidar el plantel en algunas fases de la pasada campaña.

“Sería un fracaso no ganar títulos”, dijo Martino el día de su presentación, poniendo el listón alto en la temporada de su debut.

No lo tendrán fácil ni Barsa ni Madrid a nivel continental, después de que Bayern y Borussia Dortmund les eliminarán en semifinales de la Champions y certificaran la pujanza del fútbol alemán a un año de la celebración del Mundial de Brasil.

Y es que, mientras en la Casa Blanca esperan con ansia la llegada del zurdo del Tottenham Gareth Bale y en Barcelona se felicitan por la contratación del brasileño Neymar, salta a la vista que la “Liga de las Estrellas” no escapa a la crisis económica que azota a España, con la consiguiente pérdida de talento a países extranjeros.

La marcha más notable fue la del goleador colombiano Radamel Falcao al Mónaco, pero la liga más beneficiada ha sido la Premier inglesa, que ha incorporado hasta 14 futbolistas, entre ellos internacionales como Alvaro Negredo, Jesus Navas o el chileno Gary Medel.

David Villa, máximo goleador histórico de “La Roja” protagonizó el fichaje más sonado a nivel nacional, cambiando el Barsa por el Atlético a precio módico pero con la presión máxima de sustituir a Falcao y ganarse un puesto para Brasil 2014.

El asturiano lo tenía crudo de azulgrana tras el fichaje de Neymar, teórico titular junto a Messi, a quien Martino no se plantea desubicar del puesto de delantero centro tras sus estratosféricos registros goleadores en 2012, cuando consiguió el récord de 91 dianas en un año calendario.

La convivencia de la dupla centra el debate “culé” a pocos días de iniciar el campeonato, aunque Martino se aprestó a atribuir a “déficit del entrenador” un posible mal entendimiento entre ambos astros que, por ahora, apenas han disputado minutos juntos.

En Madrid no existen tales preocupaciones, enganchado el plantel y el club a la fuerza indomable de Cristiano, portento goleador en 2012-2013 con 34 tantos en la Champions y 12 en liga. A pesar de acabar desquiciado la final de copa, el portugués dio signos de maduración en plena tormenta con Mourinho y, en su mayor parte, eludió entrar en polémicas dentro y fuera de la cancha.

El enésimo proyecto del presidente Florentino Pérez, quien solo suma una liga en siete años (interrumpidos) al mando desde que cesará al actual seleccionador Vicente Del Bosque, pasa por evitar que Cristiano caiga en la “tristeza” que lastró su inicio de campaña anterior y acometa con éxito la renovación de contrato de su jugador-bandera.

Ancelotti, curiosamente un entrenador de perfil diplomático como Del Bosque, ya ha conseguido aligerar el ambiente en el vestuario, según declaraciones del plantel, ávido de pasar página sobre el nocivo ciclo del apodado “Special One”.

Los aires soplan frescos en la capital y Barcelona, pese a que poco cambie en el panorama general, con los mismos candidatos de siempre a pelear el título y tres nuevos competidores en los recién ascendidos Elche, Villarreal y Almería que lucharan por evitar el descenso; así como las sospechas de amaños que siguen enturbiando periódicamente la competición.

Ancelotti dirige, Cristiano lidera nueva era del Madrid

[Este artículo fue editado y publicado en agosto  de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – “Mou, tu dedo nos señala el camino”, fue la perversa pancarta exhibida por el sector más radical de la hinchada del Real Madrid poco después de que su entonces timonel, José Mourinho, avivara al máximo el fuego rival con el Barcelona, al poner literalmente su dedo en el ojo del segundo entrenador azulgrana, Tito Vilanova, en partido de la Supercopa española.

La imagen y consiguiente mensaje de los ultras acabó retratando una de las etapas más crispadas de la centenaria historia del club blanco, suponiendo también un punto de inflexión en los aficionados, quienes se dividieron en partidarios y detractores del técnico portugués.

El presidente, Florentino Pérez, se posicionó a favor del apodado “Special One” pero sufrió las consecuencias pues, tras tres años en el banquillo, Mourinho pactó el pasado mayo su salida al Chelsea londinense con el discreto balance de una Supercopa, una liga y una Copa del Rey conquistadas.

Hoy el Madrid y su cuestionado presidente no tienen “dedo” bajo el que ampararse, pero sí nueva dirección bajo la serena mirada del italiano Carlo Ancelotti, reciente campeón de la liga francesa con el Paris Saint Germain, más la contrastada solvencia de un “crack” intocable: Cristiano Ronaldo.

En un brusco cambio de guión, Pérez se despidió de Mourinho y se abrazó Ancelotti para liderar su enésimo proyecto faraónico, reforzado con el fichaje más caro de la historia del fútbol español en Asier Illarramendi, procedente de la Real Sociedad, y pendiente de la llegada del galés Gareth Bale, actual del Tottenham.

Los madridistas, decepcionados tras una última campaña sin triunfos y con la espina clavada de no ganar la décima Liga de Campeones con Mourinho, afrontan con ilusión la nueva temporada, de la que esperan mejores resultados, juego, e imagen.

Resulta sintomático que Pérez haya recurrido a Ancelotti, hombre de trato cercano y diplomático, del perfil del actual seleccionador Vicente Del Bosque, para insuflar aire nuevo a la institución; pues fue el propio presidente, en su anterior mandato, quien le echó del Madrid en el año 2000 aludiendo a la necesidad de modernización del club.

Ocho han sido los técnicos que han abanderado los diversos proyectos de Pérez, fundador del concepto de “Los Galácticos” que abanderaron futbolistas como David Beckham, Zinedine Zidane, Luis Figo o Ronaldo “el verdadero, el brasileño”, según apuntó recientemente Mourinho, a quien el cinismo acompañó hasta Londres.

“Yo no escupo en el plato donde como”, se limitó a contestar Cristiano, liderando el pase de página que parece haber unido más que nunca al plantel. “No le guardo rencor a Mou, eso es de perdedores”, aseguró el central Sergio Ramos. “No me quedan cicatrices por lo que pasó”, remarcó el arquero Iker Casillas, defenestrado la pasada campaña por el portugués y previsible titular el domingo, en el debut liguero contra el Betis.

Evitando mención directa a su antecesor, los jugadores han resaltado “la cercanía” de Ancelotti, quien también ha recuperado para la causa al central Pepe, y las buenas sensaciones se han visto refrendadas cobre la cancha en pretemporada, con un juego más alegre y ofensivo, personalizado en la irrupción del brasileño Casemiro, incorporado del filial.

Previsiblemente, el máximo realizador ha vuelto a ser Cristiano con seis dianas y, pese a la marcha del argentino Gonzalo Higuaín, en la “Casa Blanca” ya se frotan las manos con el excelente estado de forma exhibido por el portugués, más delgado, más concentrado, más maduro y siempre enchufado, como demostró con sus dos goles en el amistoso ganado por 3-1 al Chelsea de Mourinho.

En el nuevo Madrid de Ancelotti ganan también protagonismo los “bajitos” como Luca Modric, Mesut Oezil e Isco Alarcón, tomando una página del libro de estilo del Barsa, al que esperan destronar de su condición de campeón y superar en la carrera por la Champions.

Solo una liga en siete años interrumpidos al mando ha sumado Pérez desde que echara a Del Bosque. Su última aventura, quitando el pendiente de la renovación de contrato Cristiano, que se antoja cercana, no ha podido tener un mejor arranque y se apoya en el esperanzador currículum de Ancelotti, campeón en sus pasos previos por Italia, Inglaterra y Francia.

Neymar, un toque de samba para liderar el cambio generacional del Barsa

[Este artículo fue editado y publicado en agosto  de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – Fausto Dos Santos fue el primer futbolista brasileño en vestir la camiseta del Barcelona hace ya más de 80 años, y otros 28 compatriotas le siguieron a lo largo de la centenaria historia del club azulgrana, actual campeón de la liga española y que hoy se agarra a un nuevo nombre con rimo de samba: Neymar.

El codiciado delantero, fichado del Santos a golpe de talonario tras dura pugna con el archirrival Real Madrid, arribó el pasado 3 de junio a Barcelona en loor de multitudes y con etiqueta de “crack”, dispuesto a seguir la estela de predecesores tan ilustres como Romario, Ronaldo, Rivaldo o Ronaldinho.

Hermanado con la cultura holandesa del Ajax que importó el ex entrenador Johan Cruyff, el club catalán siempre mostró afinidad por el fútbol de ataque y encontró buenos cómplices en los futbolistas brasileños de técnica refinada.

Pese a sonados fracasos como Roberto Dinamita o el más reciente Keirrison, quien ni siquiera llegó a debutar, las 39 dianas de Romario bajo la tutela de Cruyff siguen grabadas a fuego en la memoria colectiva “culé”, así como las cabalgadas de Ronaldo, los zapatazos de Rivaldo o las ilimitadas acrobacias y sonrisa contagiosa de Ronaldinho.

Este último sirve, por ahora, de referencia en la evaluación de Neymar quien, a sus 21 años, arriba con alta fanfarria, currículo futbolístico y el galardón que le proclamó Mejor Jugador de la pasada Copa Confederaciones disputada en Brasil.

El torneo ofició de presentación masiva para la hinchada barcelonista que, mayormente, no había contemplado un partido integro de la joven figura llamada a liderar el cambio generacional de un equipo que ha marcado época.

Campeón de seis de las últimas nueve ligas y ganador de tres Ligas de Campeones desde 2005, el Barsa anhela que el fichaje de Neymar, más allá de reportarle amplios beneficios económicos y de marketing, facilite también las labores de un exprimido Lionel Messi y encarrile la transición de veteranos como Carles Puyol, Xavi Hernández o Andrés Iniesta.

La buena química con Messi es cuestión prioritaria para el nuevo entrenador, el argentino Gerardo “Tata” Martino, fichado a contrarreloj tras la inesperada renuncia de Tito Vilanova por enfermedad.

Aunque el rosarino ya se atribuyó la responsabilidad del éxito de la dupla el día de su presentación, subrayando que “si no se entienden, será déficit del entrenador”, el relevo técnico ya supone un primer ajuste para el futbolista, quien contó con el beneplácito de Vilanova para su proyecto continuista y demostró tener el discurso bien aprendido: “Vengo a ayudar a Messi, el mejor del mundo”, repitió sin descanso en su primera rueda de prensa.

La pasada temporada, de irregulares prestaciones pese al campeonato conquistado, anunció cambios para el club azulgrana, y Martino se ha encargado de remarcar, tanto ante los micrófonos como silbato en mano en los entrenamientos, la importancia de recuperar el ideario de presión avanzada y ataque voraz que implantó Pep Guardiola, el arquitecto del mejor Barsa de la historia.

El plantel ha perdido al prometedor Thiago Alcántara, pero espera ver redoblado el compromiso de canteranos como Cesc Fabregas y cuenta con que Neymar, su único fichaje por ahora, se haga dueño del carril izquierdo junto al lateral Jordi Alba y libere el centro para Messi, al que Martino ha fijado en la punta.

Para ello, el brasileño, quien ya está relevando a Xavi de algunas responsabilidades a balón parado, sabe que deberá entregarse a fondo en tareas de recuperación de balón antes de dar rienda suelta a su fantasía. La competencia en la delantera será dura, con los internacionales Christian Tello y Pedro Rodríguez pujando por un puesto junto con el chileno Alexis Sánchez; y todos ellos, con más experiencia en la liga española.

Pero peor lo tuvo Ronaldinho cuando aterrizó en 2003, encontrándose un club sumido en la depresión y sin rumbo aparente. Quizás las expectativas para Neymar sean desproporcionadas, pero este Barsa está a años luz de aquel, empezando por un Messi en plenitud y un vestuario considerado sólido, que solo parece requerir un pequeño golpe de timón de Martino y otro toque de samba del último brasileño en pisar el Camp Nou.

Despaigne y el cambio que bien vale un sueño

[Este artículo fue editado y publicado en agosto  de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – Superada la entrada principal del estadio de beisbol de Viladecans, al otro lado del graderío se escucha el feroz zumbido de una bola rápida y su impacto con el cuero.

“Ahora, curva”, solicita Claudio Scerrato, ojeador de los Filis desplazado a esta localidad satélite de Barcelona para presenciar las evoluciones del cotizado lanzador cubano, Odrisamer Despaigne.

El diestro asiente, levanta exageradamente la rodilla, arma el brazo y suelta una parábola que, en su último tramo descendente, se precipita endiabladamente, obligando al receptor a bajar el guante, levantando una nube de polvo.

Luego vienen la bola cortada y el lanzamiento estrella: un cambio de ritmo que pasa de 90 millas por hora a 75 en su desenlace.

Y vuelta a empezar con la rápida.

“¡Buen control!”, exclama Scerrato, radar en mano y con marca de Grandes Ligas en pantalla: 91 millas.

Este lunes es un día especial para Despaigne y su padre, Francisco, pues la presencia del ojeador ha trasladado su entrenamiento diario, que habitualmente realizan en un descampado cercano, al estadio municipal.

Y es que Despaigne, uno de los mejores lanzadores de Cuba, no suelta el brazo ante un público cuantioso desde que lo hiciera para Industriales, el equipo de sus amores y puntero de la isla, hace ya unos meses. Bastante antes de que forzara otro un brusco cambio… pero en su vida.

“He ganado títulos con Industriales, he jugado un Clásico Mundial con Cuba y ahora necesitaba nuevas metas, así que dejé mi país para realizar el sueño de jugar contra los mejores en las Grandes ligas”, explica Despaigne quien, en más de una ocasión, se ha despertado a mitad de noche con la imagen de astros como Albert Pujols o Miguel Cabrera esperando sus lanzamientos.

Y el pasado 29 de junio, este hijo de La Habana abrió la puerta de sus sueños en un aeropuerto de Paris, dejando atrás a sus compañeros de la selección cubana y el torneo programado en Holanda, y poniendo rumbo Viladecans donde se reunió con su padre, al que no veía desde que también abandonara Cuba 11 años atrás.

“Fue traumático dejar mi país, mi familia y mis compañeros, pero he vuelto a ver también a mi hermano pequeño y estoy disfrutando este momento, esperando que el sueño se cumpla”, explica el pelotero, seguidor de fútbol del Real Madrid pero quien el viernes quedó impresionado por el coloso del Barcelona, cuando acudió a ver el partido contra el Santos.

Ahora espera obtener el permiso de residencia de España para, a su vez, recibir el visto bueno de la oficina de inmigración de Estados Unidos y poder entrar en el país.

Solo entonces se convertirá en agente libre y podrá optar a un lucrativo contrato en las Grandes Ligas, donde ya tiene a varios equipos esperándole, aparte de Filadelfia.

Yanquis, Mets, Medias Rojas, Gigantes, Bravos y Marineros son solo algunos de los que han aparecido por Viladecans y, aunque Despaigne no da pistas sobre preferencias entre Liga Americana o Nacional, aludiendo a factores más allá del dinero, da la impresión de que los primeros parten con cierta ventaja por contar en sus filas con la asesoría del ex astro cubano Orlando “El Duque” Hernández.

“Ha llamado, interesándose por la situación”, admite Despaigne, consciente de que el lazo con el ex compañero de su papá en Industriales va más allá de lo deportivo.

Y es que el aspirante a Grandes Ligas mamó el beisbol de bien pequeño y solía ir al estadio a ver lanzar al Duque, al que aprendió a emular. “Tenía un gran control y lanzaba de diversos ángulos., con una forma peculiar y la pierna muy arriba. Era difícil imitarlo, pero lo logré”, dice.

Despaigne, quien luce gorra de Industriales y camiseta de Cuba, vio su primer partido de Grandes Ligas “gracias a un video: Yanquis-Boston”, se declara un estudioso del juego que incluso manda señas a sus coequiperos, y evidencia estar al día cuando le comenta a Scerrato del último fichaje de los Filis, su ex compañero Miguel Alfredo González, quien también desertó en febrero y acaba de firmar un contrato que le reportará 60 millones de dólares.

Aunque se apresta a señalar que “siempre seré de Industriales y tiene tanto mérito el que se va como el que se queda en Cuba”, la aspiración del abridor, quien acabó la pasada campaña con foja de 10-5 y E.R.A. de 3.41 en la liga cubana, no es otra que seguir el mismo camino que González o incluso Hernández, ganador de la Serie Mundial en su primera temporada en Nueva York. “En un año me veo en Grandes Ligas, contento y con los míos”, pronostica.

Puestos a soñar, lo ideal sería que un equipo con aspiraciones le fichara previo al límite del 31 de agosto para jugar los playoffs; pero para ello deberían acelerarse el papeleo y el rodaje físico tras más de un mes inactivo.

Miedo no le da “porque tengo repertorio y la pelota es la misma”,  pondera. Y talento para atraer una oferta millonaria no le falta, en opinión de Scerrato.

“Tira desde varias posiciones. Tiene un buen brazo y gran dominio de la zona con la recta, el slider y la curva. Aún puede incrementar su velocidad a 94 millas. Su control es buenísimo”, valora el ojeador, respondiendo así al mayor interrogante sobre su fiabilidad y subrayando “el cambio, excelente” como el mejor lanzamiento de su repertorio, pero también destacando “la curva hacia abajo, muy “nasty” (malévola)”.

Y puestos a comparar, Scerrato tampoco se corta: “Tiene el mismo movimiento que “El Duque”, con la pierna muy arriba y la bola escondida. Ojalá tenga el mismo éxito”.

Con ese afán, Despaigne seguirá esperando que la burocracia desatasque su situación y puliendo ese cambio demoledor que, unido al que forzó aquel día en Paris, bien vale un sueño.