‘The horror, the horror’ (parte 2)

{Banda Sonora: The Ride Of The Valkyries – Vernon Handley}

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España – Ayer sonó el despertador. Esta mañana me desvelo, como quien huele a podrido e intuye que se dejó la nevera abierta, y me levanto antes de que se active la alarma. Pongo la radio y las noticas no son nada buenas. De hecho, son las peores posibles: las encuestas se han vuelto a equivocar y Joe Biden no gana de calle las presidenciales de Estados Unidos, con lo que la jornada electoral depara un largo e incierto desenlace. Además, la etapa de la Vuelta de España se antoja de transición, poco propicia para las escapadas, ya sean de los ciclistas o de quienes anhelemos un respiro mental.

Hace cuatro años desperté con un insospechado post-it de La Maja sobre la repisa de la cocina y dos desasosegantes palabras repetidas que lo resumían todo: the horror, the horror. Sí, el horror del coronel Kurtz en Apocalypse Now estaba en casa. Y en la Casa Blanca. Donald Trump había conseguido lo impensable. Esta vez quise avanzarme a la noticia y salí pronto a practicar footing, pero imposible evadirse, ni con deporte ni con nada. Sobre las 8h30 sale Trump y declara ante el mundo que le están intentando robar la victoria (no especifica quienes), transitando cada vez más peligrosamente la cornisa del apocalipsis. No hay escapatoria en lo más profundo de la selva mediática, por mucho que uno corra, y opto por subirme a la bicicleta. Nada como la dulce cadencia de los pedales y la caricia de la brisa para alejar malos espíritus. Pero hace un frío inusual para la época en Barcelona, más propio de invierno, y la mente me traiciona con la cabalgata de las valquirias de Wagner. Ya saben, Charlie Don’t Surf. Y no, definitivamente no me gusta el olor a napalm por las mañanas.

Ya en casa, las tomas del helicóptero de Televisión Española muestran un paisaje verdoso, húmedo y gélido durante esta segunda jornada en tierras gallegas, con 151 ciclistas abrigados –tres se quedarán por el camino– y muchos buscando el adicional resguardo del pelotón para recorrer los 205 kilómetros de la etapa, primera en superar los 200 y segunda en longitud total. El trazado, sin puertos de gran categoría, asemeja una penillanura levemente ondulada – como enseñan en las escuelas uruguayas para definir topográficamente a su país– y, junto al viento favorable, permite a los competidores rodar a un ritmo alto, que adelanta la llegada a Ourense en casi 30 minutos del horario previsto.

“El final es trampa”, avisa Perico Delgado en la retransmisión, mientras se separan del grupo Tim Wellens, Michael Woods y Marc Soler, los tres buscando el doblete en la Vuelta. Los dos primeros exhiben más piernas que el catalán, fundido tras su anterior intento del viernes y que finalmente se ve también superado por Zdenek Stybar y Dylan Van Baarle. Woods, quien se inició en el atletismo, parece tener opciones en los metros de la verdad, pero Wellens le roba el carril interior en la última curva y cruza la meta, que aparece de sopetón, un soplo por delante del canadiense. De la batalla se han abstenido el líder Primoz Roglic y su escolta, Richard Carapaz, quien esperará otra oportunidad –cada vez le quedan menos– para intentar ganar la guerra, separado aún del maillot rojo por 39 segundos.

Se desconoce a esta hora el margen de votos que necesita Biden para proclamarse ganador en Estados Unidos ante un Trump disconforme, capaz de ponerse colorado y patalear hasta el infinito para celebrar su propio doblete. “De Trump a trampa solo va una letra”, escucho en una tertulia radiofónica. Ya lo advirtió Perico: ojo con los finales, que los carga el diablo.

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