¿Y Bennett?

{Banda Sonora: Born to run – Bruce Springsteen}

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España – Ahora sí, cuarta etapa Garray-Egea de los Caballeros, que suena como a novela de Arturo Pérez-Reverte, aunque en este caso no aventuramos sangre. El sudor, en la Vuelta, viene de serie, pero la primera semana es demasiado pronto aún para las lágrimas, por mucho que el cielo, algodonado en algunos horizontes, amenace con un esporádico chaparrón.

La incierta variedad atmosférica –ahora un rayo de sol calentando el lomo, luego igual una gota fría deslizándose nuca abajo–, parece incomodar más que el horizontal recorrido, donde apenas sopla el viento, temido en la previa, pero que finalmente no comparece para tensar la carrera con sus temidos abanicos.

Tampoco comparece el colombiano Daniel Martínez, renqueante tras marcarse un etapón en el Tour y caerse a las primeras de cambio en la ronda española. Otro guerrero fuera de combate. Lástima.

Y se plantan en el Giro los ciclistas, que sabotean la decimonovena etapa por disconformidad con las condiciones meteorológicas y –a su parecer– exceso de kilometraje, espoleando de paso un interesante debate sobre derechos laborales entre Carlos De Andrés y Perico Delgado durante la plácida narración televisiva. También lástima (lo primero).

Los estragos de la Covid-19 se notan también en la comunidad ciclista y afectan directamente a la Vuelta, que alteró la etapa dominical con ascenso al mítico Tourmalet a instancia de las autoridades vecinas. Triple lástima. Finalmente, la jornada empezará en Biescas y acabará en Formigal; lo que, francamente y con el debido respeto, es como pasar de un chuletón de buey a un buen bistec. En cualquier caso, no están los tiempos como para despreciar vianda alguna. O sea que p’alante y ‘bon appetit’.

Quizás el afán de compensar el vacío francés me haya empujado a primera hora a optar por un ‘pain au chocolat’ en el horno Baluard de la Barceloneta. Superados los puertos de Montjuic, toca –como en la Vuelta– disfrutar hoy del llano paseo marítimo; no así de sus terrazas, cerradas hasta nueva orden.

Pero no todo son malas noticias. “Bruce Springsteen ha sacado nuevo disco”, informa en el telediario Ana Blanco. El Boss, con pandemia o sin, sigue a los suyo y se le ve en plena forma. Ya saben el dicho de sobre los viejos rockeros.

¿Alguien dijo Bala?

Pues no. La etapa de hoy tampoco será para Alejandro Valverde. Pero sí para un velocista de raza, de los de toda la vida. De esos que esperan agazapados la ocasión pintiparada para sacar la guitarra, marcarse un solo de traca y llevarse a la chica. Nacidos para correr.

Tan tapado va entre los sospechosos habituales que De Andrés ni lo encuentra al encarar la última curva.

“¿Y Bennett?”, pregunta desconcertado el narrador, como si se le hubiera volado un papel, el papel, del escritorio.

Imposible que haya desaparecido. Hace rato que el Deceuninck anda perfilando a su especialista de cara al sprint. Y sin embargo no se le ve hasta que, en la recta final, el bueno de Sam asoma la nariz por el sobaco izquierdo de Jasper Philipsen, olfatea la meta, mide el esfuerzo y rebasa con autoridad al belga rumbo a la victoria.

“¡Increíble!”, exclaman al unísono De Andrés y Perico sobre el segundo triunfo seguido para Irlanda en la Vuelta. En la general, la vida sigue igual: Primoz Roglic, Daniel Martin y Richard Carapaz.

Y en la vida, así en general, hay cosas que nunca cambian.

Larga vida al Boss.

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