Toi cansao

{Banda sonora: Brasilia – Sr. Chinarro}

Por ALEX OLLER

Algunos de los que crecimos con el fútbol español de los 90 recordamos con cierto cariño aquel programa de humor de cartón piedra llamado Força Barça, donde Alfons Arús y sus secuaces enmascarados daban rienda suelta a todo tipo de hilarantes interpretaciones, sin tomar prisioneros entre los ases del balón.

Una de las que más cuajaron fue la del fantasioso delantero brasileño del Barcelona, Romário, de tan acreditado olfato goleador como fama de golfo.

Asiduo de la noche barcelonesa, al apodado baixinho no le gustaba madrugar, si por ello entendemos personarse a media mañana para entrenar en las instalaciones de su club, requisito mínimo de cualquier futbolista profesional.

Los imitadores del programa no perdieron ocasión de dar en la diana, y retrataron a un Romário fiestero y remolón, que acuñó como declaración-bandera aquel toi cansao que no tardó en popularizarse en la calle (el equivalente al viralizarse de hoy en día).

Que si toi cansao para hacer los deberes…

Que si toi cansao para bajar la basura…

Etcétera, etcétera…

Y así pareció reforzarse el viejo cliché del brasileño holgazán, amante de la playa y la fiesta, también caricaturizado años antes por Emilio Aragón en ese famoso sketch del pegadizo menos samba e mais traballar del programa Ni en vivo ni en directo.

Ha pasado (glups) más de un cuarto de siglo desde entonces, en que Brasil ha crecido en muchos aspectos, organizando un Mundial y unos Juegos Olímpicos; pero el estereotipo mucho me temo que resiste como arena sobre piel mojada.

Y ahora leo que Neymar, ese adalid de la humildad, constancia, sudor y trabajo duro, no sabe si le quedan fuerzas para seguir jugando al fútbol tras caer eliminado en cuartos de final del Mundial de Rusia.

Que está cansado, vaya.

Física, mental y hasta anímicamente, oigan.

Se me ocurren, así a bote pronto, 37 millones de poderosas razones para que el autoproclamado líder de la canarinha se levante mañana, se calce las botas y empiece a currar; sea ya en las instalaciones del club que le paga, el campo base de la federación brasileña, o el helipuerto de su mansión en Mangaratiba, que tampoco nos vamos a poner estupendos a estas alturas.

Pero puestos a hablar de fatiga, si me permiten…

Toi cansao de las bicicletas, cabriolas y absurdas filigranas de Neymar (cuando va ganando, porque cuando pierde no las veo, llámenme ciego).

Toi cansao de que Neymar muera dramáticamente y resucite milagrosamente después de cada roce con un rival, por liviano o directamente inexistente que ese sea.

Toi cansao de los menosprecios de Neymar a colegas de profesión, equipos, aficiones y países enteros, como hizo con México tras la eliminación del Tri.

Toi cansao de que Neymar llore tras cada partido, gane o pierda, por emoción o tristeza.

Toi cansao de que Neymar se declare “feliz”, a todas horas y sin importar el contexto, como si no existiera otra palabra para describir su estado de ánimo, y éste en realidad nos importara.

Toi cansao de los cambios de bota de Neymar a los 20 minutos de partido, como si la elección correcta del taco no fuera una obligación profesional a priorizar sobre estrategias comerciales de medio pelo.

Toi cansao de los peinados de Neymar.

Toi cansao de que se hable de Neymar como relevo de Leo Messi, cuando ni tan siquiera alcanzó a Ronaldinho.

Toi cansao de los tejemanejes de Neymar y del padre de Neymar para fichar por el Barça, el PSG, el Real Madrid y el (espacio a rellenar dentro de 12 meses).

Toi cansao de que Neymar y el padre de Neymar no paguen sus impuestos.

Y finalmente,

Toi cansao de que Neymar esté cansao.

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