Del árbol al éxtasis, Sampaoli sigue su camino en Sevilla

[Este artículo fue editado y publicado en noviembre de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA (AP) – Con el delirio propio de un león enjaulado, Jorge Sampaoli recorre compulsivamente el área técnica de un lado a otro, la mirada gacha y el ceño fruncido, como detective buscando una pista entre las briznas de hierba del estadio Sánchez-Pizjuán.

El ritual, repetido hasta la saciedad, evoca la obsesiva rutina del también argentino Marcelo Bielsa -máximo referente del actual entrenador del Sevilla, que finalmente rompe el embrujo en cuanto percibe que algún detalle del partido requiere nuevamente su máxima atención.

Y entonces Sampaoli se revuelve con celeridad, clava la vista, corrige, ordena, grita, salta y protesta con la pasión propia del amateurismo que tanto él como Bielsa reclaman para el ultraprofesionalizado fútbol moderno.

Y tal es su estado de fervor, de identificación con la grada y sus futbolistas y de desquicio con la labor del árbitro, que acaba expulsado con tarjeta roja directa en el encuentro de Liga de Campeones que, en esos momentos, el Sevilla empata 1-1 con la Juventus.

Alejado de su hábitat natural, al oriundo de Rosario opta entonces por contemplar las evoluciones de su equipo desde el palco, pero tampoco se encuentra a gusto entre tanta butaca noble y busca refugio unos peldaños más abajo en los asientos más populares, hecho un manojo de nervios hasta que suena el silbato final.

El desenlace no fue bueno para el Sevilla, que acabó sucumbiendo el martes a la remontada visitante por 3-1 y sigue pendiente de sellar su boleto a los octavos de final de la Champions seis años después de su última clasificación.

“Si no duele, no sirve”, repite el tenaz Sampaoli, quien debió labrarse el camino de entrenador desde la nada, sin pedigrí como futbolista de éxito y sí con muchos kilómetros a la espalda.

 

Todo empezó, en cierta manera, en un árbol de su localidad natal de Casilda, al que se encaramó tras ser expulsado en un partido de división regional dirigiendo al equipo local, Alumni, en 1996.

“El árbitro me mostró tarjeta porque estaba saliendo constantemente del área técnica, así que me subí al árbol para seguir dando instrucciones, y aquella foto impulsó mi carrera”, explica el estratega que en 2002 recorrería en tren España e Italia, mochila al hombro y junto a su fiel preparador físico, Jorge Desio, para asistir a múltiples entrenamientos de colegas a modo de aprendizaje.

El viaje preludió su debut en Perú con Juan Aurich y, tras pasar por Sport Boys, Coronel Bolognesi y Sporting Cristal, su primera gran oportunidad llegó en 2008 en Chile al mando del O’Higgins, al que clasificó tercero en el torneo doméstico. Después de un subcampeonato de Ecuador con Emelec, celebró dos torneos Apertura, un Clausura, y la conquista de la Copa Sudamericana con la Universidad de Chile.

De allí se ganó el salto a la selección nacional chilena, con la que alcanzó el éxtasis en la Copa América 2015, cuando venció en la final a la Argentina de Lionel Messi, abatida contra pronóstico en la tanda de penales.

Su despedida del país austral para enrolar en el Sevilla no estuvo exenta de polémica pues, pese a sus éxitos, Sampaoli cosechó también críticas por la exigencia al límite de sus futbolistas, que forzaban la máquina por defender la camiseta y los conceptos ideados por un entrenador que algunos siguen considerando enajenado.

“Es más bielsista que el propio Bielsa”, esgrime Rodrigo Astorga, autor del libro “De Bielsa a Sampaoli”, respecto de la fascinación que el apodado “Loco” provoca sobre el hoy sevillista.

Sampaoli reconoce que vive obsesionado con el gran ídolo de Newells e incluso llegó a dedicar 14 horas al día al minucioso estudio de sus métodos; aunque siempre prefirió limitar el contacto personal “para no perder la mística”.

Ramón Rodríguez “Monchi”, director deportivo del Sevilla, no dudó a la hora de ficharle para sustituir a Unai Emery, otro hiperactivo de los banquillos que celebró tres Ligas Europa con el club andaluz antes de emigrar al PSG el pasado junio.

“Llevaba cuatro años siguiéndole, desde que me lo recomendaran (Gary) Medel y (Bryan) Rabello (entonces jugadores chilenos del Sevilla), y me gustaba mucho su modelo de gestión deportiva”, explicó -previo al cotejo del sábado con el Valencia- “Monchi”, reputado cazatalentos a quien bastó una reunión en Madrid con su asistente, Juan Manuel Lillo, y dos conversaciones telefónicas con Sampaoli para decidirse.

“Tiene una completa dedicación y está encima de todo. No me importa que sea demasiado pasional, porque tenemos las mismas inquietudes y yo también lo soy. Se ha adaptado muy rápido a la ciudad y a nuestra idea de club”, valoró “Monchi”, quien a punto estuvo de fichar al propio Bielsa en 2011.

La evolución del Sevilla ha sido notable bajo el timón del rosarino, pues el equipo empezó al más puro estilo Bielsa, con una alocada victoria local por 6-4 ante el Espanyol, y poco a poco ha ido asentando su juego, más equilibrado en la faceta defensiva y sólido en la medular.

“Miro a los centrocampistas para saber qué rival me voy a encontrar”, reveló Sampaoli, quien se decanta últimamente por dos todoterrenos como Steven N’Zonzi y el argentino Franco Vázquez, Jorge Machín “Vitolo” de puñal, y Samir Nasri como fino estilista.

La fórmula funciona por ahora tanto en la Champions como en la liga, donde el Sevilla clasifica tercero tras 12 fechas disputadas, a seis puntos del líder Real Madrid.

Los andaluces contabilizan una derrota por la mínima ante el vigente monarca, Barcelona, y un triunfo sobre el actual subcampeón europeo, Atlético de Madrid; pero sobre todo refuerzan la sensación de que son un equipo al alza, capaz de desafiar a los grandes del continente.

Ese mismo afán de superación sin complejos es el sello que Sampaoli dejó tras su etapa en Chile, y allá por donde ha pasado.

 

“Es un ganador. Sus equipos son muy dinámicos y compiten de igual a igual. El Sevilla está creyendo y tiene la misma filosofía que teníamos nosotros: Aprieta alto, es incómodo, y trata siempre jugar desde atrás”, comentó desde la distancia el capitán de la selección chilena, Claudio Bravo, tras disputar su propio partido de Champions con el Manchester City que dirige Pep Guardiola, otro declarado bielsista.

“Con ambos he tenido mucho diálogo futbolístico, como de otras tantas cosas. Sampaoli es muy metódico, obsesivo del trabajo, y trata de sacarle el máximo provecho a sus jugadores”, resumió Bravo.

Y es que, en el caso del aprendiz y pese a los matices, la manzana nunca cae demasiado lejos del árbol futbolístico, se alarguen o no sus ramas convenientemente sobre la cancha.

En el Sánchez-Pijzúan hay otras alternativas en caso de expulsión, pero un solo camino para Sampaoli, empeñado en recorrerlo a su manera y arrastrar con él la pasión de toda una ciudad.

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