La vecinita la descubrió, y Río consagró a Villegas en lucha

[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

RIO DE JANEIRO (AP) – De no ser por la pequeña Jean Mary, la hoy olímpica Betzabeth Villegas no hubiera llegado jamás a estar tan cerca de la gloria en Río.

“La vecinita” –como cariñosamente la recuerda Villegas–, se había apuntado a practicar lucha y la invitó a venir cuando esta apenas contaba 10 años. Desde entonces, Villegas no volvió la vista atrás, hasta merecer el jueves el primer diploma en la disciplina por su país en los Juegos Olímpicos.

Villegas rozó una inédita medalla para Venezuela en la lucha, pero acabó cayendo por 2-1 ante la azerí Natalya Sinishin en la pelea por el bronce y se fue con las manos vacías.

“Me siento muy triste desde el fondo de mi corazón. Sentí que tenía la medalla en mis manos y pensé que lo podía lograr. Pero le llevo a mi país un diploma olímpico en mis primeros juegos, y eso es muy grande”, declaró Villegas, quien ya ganó un bronce en los Juegos Panamericanos de 2015 y debutaba en la justa olímpica.

La venezolana había ganado sus dos combates iniciales contra la camerunesa Emilienne Essombe (5-0) y la griega Maria Prevolaraki (3-1) antes de caer ante la japonesa Saori Yoshida (3-0) en la categoría de los 53 kilos; pero la asiática alcanzó posteriormente la final y la luchadora de 25 años tuvo entonces chance en la sesión de la tarde de disputar un repechaje.

Ya de vuelta al tapiz, la nativa del estado de Barinas no consiguió rentabilizar la ocasión ante Sinishin, de 31 años y con dos bronces mundialistas en su palmarés.

“Sabía que la tenía muy dura. Es una rival muy fuerte. Pero la pelea estuvo muy pareja, y ella obtuvo dos puntos porque el árbitro me puso pasiva. He dado lo mejor de mí, pero a veces no solamente luchamos con los contrincantes”, lamentó Villegas.

Hubiera sido la segunda medalla para el país suramericano en estos Juegos, después de que Yulimar Rojas se llevara la de plata el domingo en el salto triple; aunque el boxeador Yoel Finol también se aseguró el miércoles al menos una presea de bronce, que bien podría cambiar de metal si derrota el viernes al uzbeco Shakhobidin Zoirov en la semifinal del peso mosca.

Hija única, Villegas siempre notó el especial afecto de sus padres, así como de su marido, el también luchador, Andry Davila, quien vio el combate desde Venezuela.

“Mis padres anduvieron muchos años en busca de mí y no pudieron tener más hijos. Para ellos, mi nacimiento fe un milagro, y me pusieron Angelica de segundo nombre porqué mi papá se llama Angel y es un nombre bíblico”, explicó.

El aprecio no siempre lo fue tanto por parte de las federaciones nacionales, y la falta de apoyo casi la empujo en su momento a desistir de sus sueños deportivos.

“Fueron años de mucho sacrificio. Hubo un momento en que quería abandonar. Pero luego tuve mi bebé con 20 años y me dio más fuerzas para seguir y no dejar mis sueños. Ahora siento que he nacido para esto”, concluyó.

Nadie lo discute. Buena visión tuvo “la vecinita”.

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