Messi, o el talento del escapista

[Este artículo fue editado y publicado en mayo de 2015 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – “El talento siempre pesa más que un entrenador”, aseguró el martes Pep Guardiola en la previa del cruce de semifinales de la Liga de Campeones entre su ex club, el Barcelona, y su actual equipo, el Bayern de Múnich.

“El talento improvisa y rompe cualquier esquema en medio segundo de inspiración”, expuso el entrenador, receloso de que Lionel Messi, el más brillante de sus pupilos, le realizara una faena en el mismo escenario donde tantas veces disfrutaron juntos. “Si está como intuyo que está, no hay defensa ni entrenador que pueda pararle. Es imposible. Es demasiado bueno. El talento no se defiende, hay que intentarlo de otra manera”, insistió Guardiola.

Unas 30 horas más tarde, completada la victoria del Barsa por 3-0 en el choque de ida con nueva exhibición europea de Messi, el maestro seguía igual de resignado ante el ilimitado potencial de su ex alumno, protagonista en los tres goles e indiscutible héroe de la noche; pero ya con menos ganas de elaborar al respecto. “El talento ha marcado las diferencias”, musitó Guardiola tras los dos golazos y asistencia del argentino. “Hay que intentar que participe lo menos posible, porque si participa…”.

Más allá de adivinar la final de la Champions del próximo 6 de junio en Berlín, el duelo entre ambos oficiaba como gran reclamo del cartel continental: ¿Podría la pizarra de Guardiola, conquistador de 14 de 19 títulos posibles en el Barsa y esperado transformador del juego del Bayern, enjaular a Messi, cuatro veces ganador del Balón de Oro e indiscutible astro de la más brillante etapa de la entidad azulgrana?

Durante 77 minutos pareció haber hallado la fórmula el técnico, valiente a la hora de arrancar con tres defensores, capaz de rectificar a un dibujo clásico de 4-4-2 y ganarle la posesión al cuadro local en porcentaje de 53-47 según datos oficiales, pese a pronosticar justamente lo contrario. “Nadie le quita la pelota al Barsa”, había asegurado.

Ningún entrenador conoce mejor a “La Pulga” que Guardiola, quien supo exprimir lo mejor del astro entre 2008 y 2012, manteniéndole activo e involucrado, inventando el concepto de “falso nueve” con el que el delantero llegó a sumar 211 goles y numerosas noches mágicas en ese periodo conjunto.

Pero el misterio de Messi, especializado en negar las más variopintas teorías futbolísticas sobre su figura, se mantiene indescifrable incluso para el técnico catalán, quien por primera vez sufrió en el banquillo visitante las diabluras del “diez”; y justo el día en que la hinchada “culé” se debatía entre la recepción cálida a Guardiola o la indiferencia competitiva.

Al final, el homenaje fue al fútbol y lo puso Messi con dos obras de arte que sintetizaron su condición de genio: primer gol de inapelable zurdazo rabioso, el segundo a toque suave con la supuesta pierna mala, tras desnudar con la buena al defensor.

“Guardiola tenía razón: si está inspirado, no hay jugador que le pueda parar. Ha hecho dos goles fantásticos, el segundo es increíble”, asintió Gerard Piqué, el central que defendía al argentino de los rivales en categorías inferiores.

Y convino su compañero Jordi Alba. “Va en velocidad con el balón pegado al pie, tumba al defensa, ve que el portero se vence y se la pica por encima. Hace lo que quiere”, zanjó el lateral.

Circunspecto como casi siempre ante los medios, Messi se limitó al análisis más obvio tras su enésima demostración. “Tuvimos la suerte de hacer un gol, después vinieron los demás muy seguidos, y sacamos un resultado muy bueno para la vuelta. Pero no debemos confiarnos”, comentó a la televisión de UEFA, restando trascendencia a su efusiva celebración del primer tanto y maniobra en el segundo. “No habíamos podido marcar y fue una alegría por lo que significaba para la eliminatoria. El 2-0 Fue un segundo, salió así: imaginé que el defensor iba a esperar que saliera a mi pierna más hábil y recorté”, sintetizó.

De nada sirvió la táctica de ayudas ideada por el técnico rival, ni la intención de mantenerle inactivo mediante el dominio de la pelota, que los germanos no consiguieron disparar al arco a lo largo del encuentro.

Intuitivo y decisivo, Messi se bastó de dos zarpazos para decantar la balanza y añadió luego la asistencia del tercer tanto a Neymar, con el Bayern desquiciado y entregado al intercambio de golpes.

Se erigió, en definitiva, como el futbolista total que administra sus esfuerzos y que tantas veces elogió el maestro en noches especiales como en marzo de 2012, cuando el rosarino superó con un triplete el récord de goles de César Rodríguez en el Barsa. “Lo siento por los que quieren ocupar su trono, pero es un jugador simplemente distinto a todos los demás: aparte del talento y la fortaleza mental, aparece cuando se le necesita”, explicó entonces Guardiola, sin reparos a la hora de compararle con otro grande de la historia del deporte como Michael Jordan: “Hay pocos que dominen el juego con tanta suficiencia, y Leo es uno de ellos. Cada día es mejor que el anterior, y lo mejor es que lo hace cada tres días”.

Sereno y aparentemente confiado, Messi quiso ser elegante el martes al referirse al estratega, al que luego victimizaría como a tantos otros. “Aprendí mucho con él e Intenté seguir creciendo cuando se fue. No volvimos a hablar. Vivimos muchas cosas importantes y conseguimos muchos títulos. Normal que haya un homenaje”, opinó, sin querer entrar en comparaciones con Luis Enrique.

El argentino aparcó hace tiempo las diferencias con su actual técnico para centrarse en la persecución de la liga, que el Barsa lidera a falta de tres fechas, la Copa del Rey, donde es finalista, y la quinta Champions de su historia.

Tres trofeos continentales ha conquistado Messi, dos de ellos bajo la tutela de Guardiola, a quien espera dar la estocada final el próximo martes por la vuelta en Múnich.

Al Bayern le queda la esperanza de otra remontada, como la del 6-1 al Porto tras perder por 3-1 la ida de cuartos. Y rezar para que Messi no embarque el vuelo, claro.

“Lo hicimos todo bien, y ni así. Es demasiado bueno”, se quejó el derrotado Juan Bernat, ya escamado cuando se bromeó con la posibilidad de un secuestro. “Da igual: se escaparía”, sentenció el lateral.

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