Aquino regresa al Bernabéu con hambre de Champions

[Este artículo fue editado y publicado en febrero de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA, España (AP) – Javier Aquino apenas duda cuando se le inquiere sobre el significado de la fecha del próximo viernes 13 de junio.

“El día del partido de México contra Camerún”, responde casi al vuelo el interior de 23 años, actualmente del Villarreal.

Oriundo de San Francisco Ixhuatán (Oaxaca), pequeña localidad cercana a la costa del Sur de México, Aquino disfruta al máximo su condición protagonista en uno de los equipos de moda de la liga española, centrado en la consecución de una codiciada plaza para jugar la próxima edición de la Liga de Campeones pero al tiempo atento a cuanto acontece en su país natal; en particular con la selección tricolor que selló, muy apuradamente, el boleto al cercano Mundial de Brasil.

“Fue un año complicado en el hexagonal pero ya quedó atrás. Hay que aprender de los errores, pero ahora toca centrarse en lo que viene. Creo que podemos dar la sorpresa”, opina el oaxaqueño, quien no jugó la repesca contra Nueva Zelanda, solventada favorablemente por un combinado exento de “emigrados” al fútbol europeo, y se enteró del pase a la mañana siguiente en España, al repasar la prensa por Internet.

“Se tomó la mejor decisión en ese momento y la respetamos. Somos profesionales y la crítica forma parte de la vida del jugador. Intentamos hacerlo lo mejor posible pero nos podemos equivocar y la gente también tiene derecho a opinar”, considera sobre el clima crispado que generó la agónica clasificación mexicana.

Esa supersticiosa data del viernes 13 la tiene Aquino marcada en rojo en el calendario, pues sueña con disputar el certamen mundialista y ampliar así su notable palmarés internacional, que ya cuenta con la medalla de oro olímpica conseguida en Londres 2012 y otro triunfo en los Juegos Panamericanos de 2011.

A esos efectos recibió esta semana la visita del seleccionador Miguel Herrera, quien se reunió en Villarreal con el volante y su compañero de habitación en las concentraciones, Giovani Dos Santos, de cara a intercambiar impresiones previo a la gran cita.

“Platicamos del tipo de jugador que busca para la selección, pero no nos aseguró nada. Estamos a su disposición y vamos a trabajar para ganarnos un sitio”, se limitó a comentar Aquino, receloso también de posicionarse en torno a la renuncia voluntaria del destacado jugador de la Real Sociedad, Carlos Vela, a formar parte del combinado.

La fecha del debut mundialista no es la única que el oaxaqueño tiene grabada a fuego en la cabeza. Un rincón especial en su memoria ocupa también el día en que, con apenas 15 años, visitó por primera vez el coliseo Santiago Bernabéu.

“Pasamos por Madrid con el equipo inferior de Cruz Azul después de jugar un torneo en Albacete, se nos retrasó el vuelo de regreso y aprovechamos para visitar el estadio. Pudimos sentarnos en el banquillo y me fotografié con la última copa de Liga de Campeones que ganaron. Aunque entonces nunca pensé que acabaría jugando en esa cancha”, rememora quien espera dar el golpe el sábado, cuando el recién ascendido Villarreal intente asaltar el feudo “merengue” y, de paso, el cuarto puesto  que recientemente le quitó el Athetic de Bilbao.

Separados por tres puntos apenas en la clasificación, bilbaínos y amarillos se disputan el último boleto por la anhelada Champions, conscientes de que Madrid, Atlético de Madrid y Barcelona coparan las tres primeras plazas.

Aquino, quien ha disputado todos los partidos esta temporada, tanto en liga como en Copa del Rey, ya sea de titular o suplente, no sabe de límites en su exitosa pero incipiente carrera deportiva, y espera mejorar en su visita a la capital las buenas prestaciones exhibidas en el cotejo de la primera vuelta, saldado con empate 2-2 y notable actuación del mexicano.

Pese a una gran ocasión, el internacional tricolor no marcó, pero coleccionó balones en la recuperación, chocando con rivales de altura como Gareth Bale o Cristiano Ronaldo, se ganó una tarjeta amarilla y fue volteado por Sergio Ramos como mesura de advertencia tras tanto trajín por banda derecha.

Y es que el oaxaqueño quema tantas etapas en Villarreal, donde hilvana fichaje, ascenso a primera división y competencia por la Champions, como juega sobre la cancha: a toda velocidad tanto en defensa como en ataque, sin aparente freno de mano ni tiempo para recrearse.

“No tengo supersticiones ni celebro los goles de forma especial, apenas un gesto a mi familia”, expone, consciente de que tampoco goza de demasiadas ocasiones para el festejo individual (una diana en liga). “Es verdad que marco pocos goles. Por mi posición debería anotar más. El entrenador (Marcelino García Toral) me dice que tengo que ser más paciente para mejorar en la definición. Me ha dado minutos y le estoy muy agradecido por su confianza. Aprendo mucho con él, creo en mí mismo y aún tengo margen de mejora”, subraya quien a su vez apostó fuerte por el “Submarino Amarillo”, fichando con el club en la segunda división.

Al fin y al cabo, su ídolo reconocido, el argentino César Delgado, a menudo alcanzó los dobles dígitos anotadores jugando por Cruz Azul, y Aquino no tiene reparos en reconocer que intentó moldear su juego en base al del carismático delantero.

“Miraba los partidos  con mis padres y mis hermanos por televisión. Soy un poco más del Barsa que del Madrid por los mexicanos que allí jugaron, pero a quien admiraba era al “Chelito”, y buscaba imitar sus movimientos”, explica el hoy internacional tricolor, a quien el “profesor” Jesús Del Muro descubrió en una visoria.

Al no coincidir con Delgado en el equipo cementero, el oaxaqueño debió contentarse con intercambiar camisetas rivales tras enfrentar a Monterrey, actual equipo del rosarino, en la liga mexicana.

Humilde en el trato pero constante en el esfuerzo, el veloz Aquino se revela futbolista de pico y pala, sin miedo a encarar cuanto rival o reto se le presente en el camino, dispuesto a superar etapas, coleccionar camisetas y acumular triunfos.

El sábado le esperan el Madrid y el embriagador aroma triunfalista del Bernabéu, cuyas entrañas resguardan la copa más deseada. Aquella junto a la que un joven quinceañero osó posar un día, sin sospechar que años más tarde pelearía por ella con vistas también a un mundial.

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