Bielsa, Año II: cemento, vallas, pulsómetros y cintas de audio

[Este artículo fue editado y publicado en octubre de 2012 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

BARCELONA (AP) – Es habitual la presencia en el vestuario del Athletic de Bilbao de dispositivos electrónicos. Cuentan que para acompañar las charlas tácticas de Marcelo Bielsa, cuando el técnico argentino acostumbra a corregir los movimientos de sus futbolistas con precisión de cirujano.

Apodado “El Loco” desde sus inicios en el Newell’s Old Boys, Bielsa diagrama la cancha en parcelas sobre la pantalla y señala a sus pupilos los fallos de posicionamiento y recorrido en las ayudas defensivas, desmarques ofensivos y quien sabe cuántas variantes más del juego proyecte su privilegiada mente futbolística.

Pero, en su segunda temporada en Bilbao, al timonel se le han vuelto en contra los elementos, empezando por los tecnológicos.

La filtración hace una semana de una polémica grabación oculta de una charla suya el pasado mayo en el sagrado ámbito del vestuario ha hecho saltar las alarmas en el entorno rojiblanco. Tanto por la naturaleza transgresora del hecho en sí como el momento elegido para violar el vínculo supuestamente íntimo entre entrenador y futbolistas. En ella, Bielsa critica a sus jugadores: “Se permiten reírse después de haber perdido una final”, lamenta, mezcla de serenidad y amargura, en referencia a la derrota por 3-0 ante el Barcelona por la Copa del Rey.

Tras una primera campaña exitosa en que el Athletic cayó también en la final de la Liga Europa y acumuló elogios de la prensa internacional por el buen fútbol desplegado, el segundo año de Bielsa al frente de los “leones” inició con más interrogantes que respuestas. Y, tras siete fechas de liga disputadas, ofrece más sombras que luces. Incluso deslices al lado oscuro.

Solo la más reciente victoria, el domingo por 1-0 ante Osasuna, permitió un cierto respiro al equipo, que abandonó los puestos de descenso para situarse 16to en la clasificación. El bajón competitivo era previsible en un plantel mermado respecto al año anterior, principalmente por la marcha de Javi Martínez al Bayern de Munich.

Referente defensivo y del estilo Bielsa, el internacional español fue el primer futbolista en rentabilizar los logros colectivos y emigrar a uno de los grandes de Europa, mejorando notablemente su ficha y garantizándose participar en la Liga de Campeones.

La fuga de talentos no es un fenómeno nuevo en el Athletic, cuya política de competir exclusivamente con jugadores vascos limita considerablemente sus opciones de mercado. Hombre de convicciones, Bielsa fichó en julio de 2011 plenamente consciente de la idiosincrasia del club y como gran apuesta del nuevo presidente, Josu Urrutia.

Pero lo que parecía el inicio de una gran amistad o, al menos, relación profesional, dejó de serlo una vez el Athletic perdió la final de Copa.

La derrota dejó un regusto amargo en el técnico, quien no dudó en reprender a sus futbolistas al día siguiente, en su última sesión de la temporada. Nadie sospechaba entonces de la grabación en audio del reproche. Y pocos conocen hoy al chivato. Menos entienden el motivo.

El preparador se despidió en tono cariñoso hacia sus pupilos, dejando entrever que podría no renovar su contrato anual con el club. Práctica habitual, con el objetivo de reevaluar los pasos a seguir en la planificación deportiva.

Finalmente acordó seguir un año más, una vez establecidas ciertas condiciones como la remodelación del complejo de Lezama que requería, a juicio del entrenador, de una nueva pista de atletismo y mejoradas infraestructuras.

Bielsa pretendía que el trabajo se realizaran durante los 20 días de las vacaciones veraniegas, pero el cemento requiere su tiempo y, al regresar y constatar el retraso de las obras, montó en cólera y rompió comunicación con Urrutia, pasando a relacionarse exclusivamente con el director deportivo, José María Amorrortu.

El clima enrarecido no era el mejor para afrontar una pretemporada complicada por los deseos de traspaso de Martínez y el goleador Fernando Llorente, quien también forzó la mano buscando una salida, finalmente postergada.

“Más que el fondo fue la forma en que lo hizo”, critica José Antonio Lekube, delegado de peñas internacionales del Athetic. “Llorente podría haber avisado antes de la Eurocopa, pero esperó a un mes después y, encima, pedía una barbaridad de dinero. Los futbolistas no se dan cuenta que son unos privilegiados y, al final, rompen la cuerda”.

La relación entre Llorente y Bielsa, que durante el impase no convocó al goleador y luego le relegó a un rol secundario, se tensó definitivamente hace 10 días, cuando el rosarino expulsó al navarro de un entrenamiento. El motivo de la discordia, un pulsómetro desechado por el futbolista en un ejercicio sin el consentimiento del jefe. Resultado, Llorente a la ducha, entre murmullos enrabietados y un reclamo: “Siempre a mi”.

Bielsa intentó enderezar la situación entonando el “mea culpa” y convocando al goleador para el partido de Liga Europa contra el Sparta de Praga, en que el Athetic deambuló como equipo sin alma y perdió por 3-1.

Desconocido en Europa, el plantel pareció tocar fondo con la divulgación de la charla de Bielsa. Pero la aparición, este martes, de una segunda filtración en versión extendida donde el preparador, implacable, tilda a sus futbolistas de “millonarios prematuros” e  insiste en que “han decepcionado a todo un pueblo”, provocó este jueves la tercera rueda de prensa de la temporada de Urrutia, quien consideró “penoso que esto suceda en cualquier equipo, y más en el Athletic”. El máximo mandatario insistió en resolver el asunto internamente y descartó que alguien pueda atribuir las filtraciones al club. “Es falso y roza la calumnia. No entiendo el objetivo de las filtraciones. Ni las he escuchado ni las voy a escuchar”.

Frente al silencio de Llorente y los capitanes, solo Martínez, concentrado con la selección española, alcanzó a comentar que “es muy triste que algo que debe quedarse en el club salga a la luz. No sabemos quién lo ha filtrado pero es muy feo”. No quiso abordar su propia y surrealista actuación tras fichar por el Bayern cuando, intentando evitar el cruce con aficionados disconformes, aparentemente saltó una valla de Lezama en plena noche para recuperar sus pertenencias, provocando la intervención de los miembros de seguridad.

“¿A quién se le ocurre?”, se desespera Lekube. “Los jugadores no han estado a la altura del club y la afición. A la final de Copa viajaron 80.000 seguidores, algunos pidiendo créditos, y respondieron con un espectáculo bochornoso. Bielsa a veces peca de cabezón, pero está implicado a tope. El club ha sido demasiado complaciente y falta dureza”, sentencia.

La teoría de que los futbolistas, saturados por las exigencias del método Bielsa, estén saboteando al entrenador cobró fuerza tras el traspié en Praga, y falta corroborar si la victoria ante Osasuna obró simplemente como parche o significó un punto de inflexión.

Amenazado con morir de éxito en el segundo año de Bielsa, el Athletic goza, gracias al parón de selecciones, de varias jornadas de reflexión.

Cemento, vallas, pulsómetros y cintas de audio, entre otros temas, figuran en la agenda

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