Michael Buffer, un dandi entre las bestias

[Esta entrevista fue originalmente publicada por el diario RUMBO de San Antonio en 2006 y actualizada en 2011]

Michael Buffer es el anunciador más reconocido del mundo boxístico; testigo privilegiado de combates históricos, goza a fondo de una imagen de James Bond moderno que le permitió ejercer de modelo en sus inicios y acabar protagonizando series de televisión como los Simpsons.

 

Es una cotidiana noche otoñal de jueves y, frente a la puerta principal del austero Auditorio Municipal de San Antonio, destaca una lujosa limusina negra con chofer de uniforme impecable. A su alrededor, circula la ‘raza’, lo que los mexicanos aluden a afición de perfil popular.

La elegante estampa contrasta con la del típico seguidor del boxeo texano, surgido en su mayoría de estrato social humilde y que, en ocasión de esta velada, tiene la oportunidad de frecuentar un recinto menos decaído de lo habitual.

Sin duda el fastuoso carruaje espera a uno de los protagonistas de la función, pero el mediocre cartel no apunta a que ninguno de los boxeadores requiera de tan Hollywoodiana liturgia. ¿Quién pues?

Aparece entre la multitud, rodeado de miembros de seguridad y azafatas, un hombre de cabellera plateada, tez generosamente maquillada y ataviado en impoluto esmoquin negro. La ‘raza’ lo reconoce, le pide fotos y autógrafos, a los que accede con amplia y deslumbrante sonrisa antes de acomodarse en el interior de la limusina para, acto seguido, desaparecer por las calles del sombrío downtown san antoniano.

El protagonista de tan surrealista escena no es otro que Michael Buffer (Filadelfia, 2 de noviembre de 1944), el legendario ‘ring announcer’ del boxeo profesional, presentador oficial de innumerables combates a lo largo de 24 años de carrera y testigo privilegiado de las mejores refriegas de la historia, protagonizadas por mitos como Evander Holyfield, Sugar Ray Leonard o Mike Tyson.

Pionero en su estilo glamouroso e inequívocamente grandilocuente, saltó a la fama por su tradicional ‘¡Let’s get ready to rumbleeeeeee! (Prepárense para retumbar)’ de marca registrada y ha aparecido en numerosas películas como Ocean’s Eleven o videojuegos y series de televisión como Los Simpsons o South Park.

Su presencia en la anodina velada que nos ocupa tiene una explicación obvia: es televisada a nivel nacional, producida por la Golden Boy Promotions del mediático Óscar De La Hoya, y ninguna cara legitimiza más una función de medio pelo que la de Buffer, el James Bond del rudo mundo del boxeo.

Hablemos pues con Buffer… Michael Buffer.

Hasta los no aficionados identifican su cara con este deporte, ya que siempre está en los grandes combates… ¿Cuándo pensó por primera vez que se iba a dedicar a esto?

La primera vez fue hace 24 años, en televisión, empezó casi por diversión; y los últimos veinte ha sido mi profesión. Soy la única persona que se dedica a ello a tiempo completo. Podemos concluir que he tenido éxito, pues.

Parece que se lo  sigue pasando en grande: antes le he visto bailar hip-hop entre combate y combate.

Me divierto muchísimo. Siempre fui un fan, así que es mucho más fácil relajarse y absorber toda esta atmósfera que rodea al boxeo y disfrutar con los aficionados. Me piden que les vocee el ‘¡Let’s get ready to rumbleeeeeee!’ (gesticula con un micrófono ficticio y sonríe) y nos lo pasamos en grande, sí.

 

 

 

 

El otro día oí a un presentador hispano adaptar su estilo con su propio ‘¡A ver quién es el más machooooo!’. ¿Le gusta que le copien?

Vamos ponerlo así: fui el primero en usar una frase de copyright, literalmente. Cualquiera que quiera usar una frase, aunque no sea la misma, me está  imitando de alguna forma, está usando algo que yo creé… Es una gran forma de adulación, supongo.

¿El anunciador de boxeo, nace o se hace?

Creo que yo era bastante malo al principio y he ido aprendiendo con el tiempo. Y aún hoy, si me veo en alguna repetición por televisión y noto algo que no me gusta, intento mejorarlo de cara a la próxima vez.

Ha oficiado muchísimos combates. ¿Cuál fue el mejor?

El mejor fue en febrero de 1989 en Atlantic City entre (el panameño) Roberto Durán y (el estadounidense) Irán Barkley. Había medio metro de nieve afuera y se pegaron como locos dentro, una auténtica guerra que ganó Durán por decisión tras doce asaltos brutales. Y se llevó el cinturón de peso medio. Fue increíble.

¿Se emocionó al dar el veredicto final?

En esa particular velada, se fue el sonido justo al acabar la pelea. ¡Es una historia verdadera! Me acuerdo que subí al ring y me dije: ‘esto es acojonante, voy a lucirme y emocionar aún más al público anunciando que Durán ha recuperado el título. Se van a quedar con la boca abierta…’. Pero me tocó hacerlo a grito pelado, sin micrófono, mientras otras cuatro personas en cuatro esquinas del pabellón, entre ellas el promotor Bob Arum, lo repetían a los espectadores en el gallinero. Fue surrealista, pero una noche fantástica.

¿Y lo peor que le ha tocado ver en un cuadrilátero?

Un combate de hará unos quince años en el Madison Square Garden de Nueva York, donde hubo una batalla campal entre el público, y luego el llamado ‘Fan Man’ de 1993, cuando un hombre ataviado en una especie de paracaídas con ventilador se abalanzó sobre el ring y cayó sobre la mujer de Riddick Bowe. Hubo un parón de veinte minutos y la tuvieron que llevar al hospital. Era en Las Vegas y Evander Holyfield acabó derrotando a Bowe, que perdió la concentración. Fue la única derrota de su carrera. Una lástima.

¿Cuál es el boxeador que más admira?

El mejor que he visto, como anunciador, es Leonard Haegler; pero antes, Muhammad Ali. Presenté un programa de televisión analizando a los grandes de la historia y realmente tuve oportunidad de revivir sus grandes combates y constatar lo bueno que era. El mejor de la actualidad, para mí, es Manny Pacquiao, que le ha pasado definitivamente por delante a‘Pretty Boy’ Floyd Mayweather.

¿Hay alguna profesión en el mundo del boxeo mejor que la suya?

Cuando estoy en alguna convención o hago una aparición personal siempre empiezo mi discurso remarcando que soy la única persona de la historia que ha estado en el ring con Sugar Ray Leonard, Evander Holyfield, Mike Tyson y todos los grandes… ¡Y ninguno me puso la mano encima, porque yo les presentaba y salía a toda velocidad!. A la gente le encanta eso.

¿Qué hubiera hecho de no ser anunciador?

Cuando empecé, todavía ejercía de modelo, y seguí como unos diez años más, ya pasados los cuarenta años. Aún me caben los mismos trajes, pero ya estoy un poco mayorcito. La verdad es que no sé la respuesta: desde que despegué, nunca he vuelto la vista atrás.

Usted vistiendo esmoquin, dos tipos en calzones pegándose hasta perder el sentido, y señoritas en paños menores vitoreadas obscenamente… ¿Me lo explica?

¿Es una combinación loca, verdad? Yo me visto de James Bond, estoy rodeado de ‘chicas Bond’ dando vueltas al ring y dos bestias se golpean el cerebro sin tregua, mientras el árbitro suda como un poseso… Repito: yo los anuncio y me salgo del ring a las primeras de cambio.

Pero defíname este deporte…

Es un gran deporte, realmente, porque se trata de un mano a mano clásico, donde es hombre contra hombre y no hay nadie más. Los fans pueden decir de todo, y también los miembros de tu esquina, pero allí arriba estas solo, y tienes que sobrevivir mediante lo que has aprendido entrenando y tu instinto natural. Al final, el que gana normalmente es el que tiene más ganas y saca fuerzas de flaqueza, como pasó con grandes como Ali o Leonard. Sacan el orgullo cuando parecen vencidos y, como fan, siempre estas buscando vivir ese momento clásico. Amo este deporte.

¿Y qué parte de su trabajo es la que más le gusta?

Lo mejor es la fama: la semana que viene iré a Alemania, luego a Manchester y a Montecarlo, y siempre encuentro gente que me reconoce en los lugares más curiosos del mundo. Como cuando estaba de turista en Roma y me vino un italiano en el Coliseo: ‘Scusi, Michael Buffer….’ Eso es agradable para mí.

¿Qué les contará a sus nietos?

La vez que estaba en un combate y se me acercó Ali, que siempre había sido mi ídolo. Me saludó y me susurró al oído (imita su voz): “¿Aún te crees tan guapo? ¡Sigo siendo más guapo que tú! ¡Get ready to rumbleeeee!’. Me fascinó que me conociera, y lo mismo me pasa con estrellas de cine o del deporte, o como cuando voy a Nueva York y me cuelan en los mejores clubs. Me agrada esta vida de glamour.

¿No tiene pesadillas como los boxeadores?

No en este deporte. Bueno, si me devuelven un cheque, quizás.

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