[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
RIO DE JANEIRO (AP) – No había secado aún el sudor de su frente tras acabar cuarto en la final de lanzamiento de martillo en los Juegos Olímpicos que Diego del Real ya andaba avisando a sus rivales de cara al futuro.
“Hasta ahora les buscaba yo a ellos. Ahora me tendrán que buscar ellos a mí también”, soltó el mexicano, quien rozó por momentos la medalla de bronce, que hubiera significado al mismo tiempo la primera presea de la historia de su país en una prueba de campo. “Ha sido un año de salto y el que viene debe serlo también. Vine por una marca, y la marca dio un excelente lugar”.
No le faltan motivos para el optimismo a Del Real, cuya progresión ha sido meteórica desde que hace 11 años decidiera dejar atrás su sueño de convertirse en un jugador de la NFL para dedicarse de pleno al lanzamiento de martillo.
Jugó de los cinco a los 13 destacando como liniero defensivo, hasta que el preparador físico los Auténticos Tigres, el equipo de fútbol americano de su hermano Eduardo, le echó el ojo.
“Él había hecho halterofilia, que también me gustaba, y andaba buscando alguien de mis características físicas, con altura y fuerza, para competir en martillo. Y allí me convenció y me convocó al mundial juvenil de Singapur en 2007”, relató Del Real, ya cumplidos los 22 años y completado con nota el debut olímpico, tras un meritorio sexto lugar en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015.
El regiomontano fue la grata sorpresa de la delegación mexicana en Río con su meritoria actuación en la final, pues anduvo largo rato coqueteando con el tercer lugar que le hubiera colocado en el podio. Pero al final, su mejor lanzamiento de 76.05 le valió apenas para el cuarto puesto, y fue el tayíco Dilshod Nazarov quien se proclamó campeón por delante del bielorruso Ivan Tsikhan y el polaco Wojciek Nowicki.
“Me voy con sabor un poco amargo, porque me encontré cerca. Pero esto no se acaba hasta que se acaba y el polaco manejó muy bien la presión de un último intento y me tocó el cuarto lugar”, analizó Del Real, quien negó haber perdido la concentración en ningún momento. “Para nada. Lancé con mucha estrategia, porque había comentado con mi entrenador que el que da primero da dos veces y la idea era hacer una buena marca pronto para que ellos se dieran cuenta de que el mexicano de 22 años venía con todo. Pero al final acusé el cansancio”.
Ya rumbo al camerino, recibió una llamada de felicitación del rector de la universidad de Nuevo León, donde estudia y entrena, que atiende con gentileza y buen humor.
“No es una derrota. Es aprendizaje”, se le escucha subrayar, plenamente consciente del camino recorrido desde aquellos sueños de liniero, del gran paso dado en Río, y del trecho que le queda por recorrer, con próxima gran cita para el Mundial de Londres 2017.