[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2015 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
BEIJING (AP) – Dailín Belmonte alcanzó el estadio del Nido de Pájaro el domingo sin aparente problema, a paso ligero, con cadencia natural y el rostro calmo. Pero nada más cruzar la meta tras la prueba del maratón en el Mundial de Atletismo, soltó una mueca delatora de su decepción.
Ya entre bastidores, una vez recorridos los 42.2 kilómetros de la prueba en dos horas, 56 minutos y 18 segundos, la atleta cubana verbalizó su pena por no haber podido mejorar su marca personal de 2:38:08, ni la 51ra posición final registrada.
“En los últimos tiempos tuve un déficit en los entrenamientos porque sufrí una lesión y tuve que reajustar mi preparación. Parece que no me pude recuperar totalmente. Hoy sufrí contracciones punzantes por el esfuerzo y llegué como pude”, resumió Belmonte de su particular calvario.
La pinareña, quien no logró acabar su anterior carrera en los pasados Juegos Panamericanos de Toronto, se topó finalmente con demasiados impedimentos para triunfar en Beijing; empezando por la condición de sus zapatillas y acabando por su propia ambición, que la traicionó en el momento más inoportuno.
“Quería hacer grandes cosas y me emocioné. Me sentía con el tiempo bien al principio, e intenté coger al grupo delantero, pero no voy a negar que fuí a un ritmo que no era el mío y la pagué al final. Empecé a tener dolores muy fuertes. Caminé y todo, pero lo único que me metí en la cabeza era llegar a la meta”, relató Belmonte. “Como ya no podía tener un buen resultado, me propuse acabar”.
Y, gracias a ese tesón, la isleña clasificó como la tercera latinoamericana tras la peruana Clara Canchanya (2:39:24) y la brasileña Roselaine Benites (2:49:28). Fue en esos instantes cruciales, en que el dolorido atleta se debate entre el abandono y el golpe de riñón, cuando desde afuera le llegó un grito de aliento definitorio.
“En el kilómetro 35 me iba a parar, pero entonces Richer (Pérez) me dijo que no podía, que debía seguir, que es muy lindo llegar a la meta, y que no importaba ni el lugar ni cómo. Seguí y, con el aliento de mis entrenadores, poco a poco fui pasando kilómetros, se me fue yendo el dolor y terminé con el corazón. Por Cuba”, explicó la corredora, especialista en la media maratón.
Terminó con tremendos dolores en la zona abdominal y también las plantas de los pies, dado el deteriorado estado de sus zapatillas. “Las tengo bien ajustadas a mi pie, pero parece que llevan ya demasiado tiempo en la carretera y el apoyo está gastado. Para media maratón están bien, pero creo que ya toca cambiarlas de cara a maratón larga”, remarcó, sin especiales lamentos por el clima caluroso de Beijing, pese las quejas expresadas sus colegas peruanos. “A los cubanos no nos pareció tan caluroso y nos aclimatamos bien. Hubo humedad, pero no sol. La carrera de los varones (el sábado 22, por la jornada inaugural) sí fue mucho peor”.
El médico del equipo nacional, Alfredo Portela, coincidió con la corredora en la necesidad de una regeneración de calzado. “Esas zapatillas que lleva no le van del todo bien, necesita unas nuevas. Hoy estuvo duro y llegó por orgullo. Solo hay que ver cuantas de sus compañeras abandonaron”, señaló.
Pese a la decepción, Belmonte ya vislumbra sus segunda participación en los Juegos Olímpicos, y valoró también el factor positivo de su participación en la carrera, que finalmente ganó la etíope Mare Dibaba (2:27:35), por delante de la keniana Helah Kiprop (2:27:36) y Eunice Jepkirui Kirwa (2:27:39), de Barein.
“Quería un mejor resultado, y creo que de no ser por los dolores hubiera hecho mi mejor papel. Pero al final me siento feliz por haber llegado a la meta y sacado la experiencia de cara al año que viene y los Juegos de Río”, concluyó.