[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2015 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
BEIJING (AP) – “Héroe o mártir”, le decía a Yarisley Silva su entrenador, Alexandre Navas, previo a la final del salto con pértiga del miércoles en el Mundial de Atletismo en Beijing.
Y durante un buen rato en el Nido de Pájaro, la saltadora de Pinar del Río jugueteó con ambos conceptos. Pero finalmente Silva se sobrepuso a las adversidades y le dio a Cuba su segunda medalla de oro en el certamen, imponiéndose con suspense, y marca final de 4.90 metros, en un reñido desenlace con la brasileña Fabiana Murer.
“Fue la competencia más tensa que he tenido. Sufrí y disfruté. Me siento fantásticamente feliz”, dijo con los ojos llorosos de felicidad la nueva campeona, antes de dedicar el triunfo a sus padres, médicos, entrenador y bandera. “Ha sido un año muy difícil, pero logré batir todos mis retos psicológicos con el apoyo de todos y me queda la satisfacción de lograr mi sueño y darle el oro a toda Cuba”.
La isleña debió remar contra corriente tras hacer nulo en sus tercero y cuarto saltos, en que fue incapaz de superar la altura de 4.70 metros. Pero se repuso y rebasó la barrera en su siguiente y definitivo intento, solventado con destreza. Recuperada la confianza, pasó los 4.80 a la segunda y marcó su segundo mejor registro de la noche, saltando por encima de los 4.85 a la primera, pese a rozar la barra.
Para entonces, había tomado el control de la escena, ganándose la admiración de la grada. Consiguió la altura ganadora en su tercer intento, y aún tuvo arrestos para intentar rebasar los 5.01 que hubieran supuesto un nuevo récord personal, pero le faltaron fuerzas.
“Fue un error táctico, debimos cambiar antes de pértiga”, explico Navas. Y la propia Silva reconoció que pecó de precipitación en el arranque. “Me puse muy nerviosa, pero cambié de garrocha y pasé los 4.70. Fue el momento más tenso para mí”.
El duelo final con la veterana Murer fue apasionante y finalmente cayó del lado de Pérez, que voló por encima de los 4.90 con un ejercicio de manual y dejó atrás a la brasileña, eventual medallista de plata. La griega Nikoleta Kyriakopoulou debió contentarse con la presea de bronce.
Silva se presentó a la cita habiendo conseguido el mejor salto del circuito en la temporada y tercer mejor registro de todos los tiempos: 4.91 metros. Pero le faltaba la medalla de oro en un mundial.
En su tercer campeonato, cumplió las expectativas y se impuso a la ganadora de la medalla de oro olímpica en Londres 2012, la estadounidense Jennifer Suhr, que acabo fuera del podio, y otras aspirantes como Kyriakopoulou, Murer, o la rusa Anzhelika Sidorova.
A sus 28 años, Silva ocupó el trono vacante de la rusa Yelena Isinbayeva, quien no acudió a Beijing para centrarse exclusivamente en los próximos Juegos Olímpicos de Río, tras su reciente maternidad.
“Ahora me falta el oro olímpico, y sé que será duro con Isinbayeva y Murer, pero quiero lograrlo para mi país y voy a prepararme”, avanzó Silva, quien anteriormente se llevó la presea de plata olímpica en Londres 2012 y se colgó bronce en el último mundial de Moscú, en 2013.
La vencedora disfrutó de la cosecha de su primer oro mundialista en un estadio donde vivió uno de sus primeros sinsabores. Fue en los Juegos Olímpicos de 2008, cuando no logró superar las barrera de los 4.15, clasificando 26ta.
“Es un escenario muy lindo, donde se siente mucho el ánimo de la gente y el calor de la competencia te ayuda; pero tenía una espinita clavada desde entonces y me dije a mí misma que, esta vez, tenía que cambar la historia”, explicó.
En esta ocasión, la escena fue bien diferente y, tras confirmarse su nuevo reinado, la isleña se fundió en un efusivo abrazo con Navas. “¡Lo lograste, muchacha! ¡Esa es la cosa!”, le soltó su entrenador, rendido, como el resto de Cuba, a la héroe indiscutible de tan mágica velada.