[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2015 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
BEIJING (AP) – Rafith Rodríguez aprendió a afeitar barbas y pelar cabello en las calles de su ciudad natal de El Bagre, región del bajo Cauca de Colombia, y aspira a ser maestro de escuela algún día; pero por ahora se centra en rebajar la marca de 1:46.39 en los 800 metros planos que logró el sábado en la jornada inaugural del Mundial de Atletismo en Beijing.
Clasificado ya para los Juegos Olímpicos de Brasil 2016 al sellar el boleto el pasado mayo en el Grand Prix de Ponce, en Puerto Rico, Rodríguez puede centrarse con total tranquilidad en el actual certamen, donde no competirá en las modalidades de 1500 metros, 400 y los relevos de 4×400, que también domina.
Su octavo puesto general en la jornada sabatina no resultó especialmente brillante, en tercer lugar de su serie y lejos de su mejor marca personal de 1:44.31. Pero el colombiano, que ganó la medalla de plata en los últimos Juegos Panamericanos de Toronto, aseguró no estar especialmente preocupado cara a la semifinal del domingo.
“Empecé bien, salí rápido y me sentí cómodo. Luego me pasaron, pero también ahorré fuerzas. Quería clasificar solamente. Mañana la estrategia será diferente: la idea será comenzar tarde y pasar adelante al final”, explicó Rodríguez, quien disputa su tercer mundial confiado en sus posibilidades, pese a caer en semifinales en las dos anteriores citas, Daegu 2011 y Moscú 2013. “Me siento con fortaleza. Al que entrena bien, le va bien”.
El polivalente atleta, que aterrizó en Beijing el pasado miércoles, concedió que no todos sus compatriotas llegaron a la cita en perfectas condiciones, en parte por problemas burocráticos surgidos con la federación colombiana. “Hubo mala organización, se compraron los boletos aéreos en mal horario y algunos atletas no han gozado del mismo descanso que yo. La federación debería mostrar mayor compromiso”, reclamó.
Además de finalizar sus estudios de maestro de escuela para enseñar en Medellín, Rodríguez aspira también a gestionar algún día su propia barbería. Aunque por ahora le basta con las carreras para ayudar económicamente a su familia, quien sufrió un susto considerable hace seis años, cuando el deportista de élite se vio afectado por un dengue hemorrágico y una bacteria en la sangre que le mantuvo hospitalizado durante dos semanas.
“Pensé que me iba a morir, no tenía alientos. Fue un momento realmente duro, pero que me sirvió para valorar la vida. Luego me enfoqué más en mi deporte, empecé a aprovechar el tiempo, obtuve mejores resultados y rebajé las marcas”, relató Rodríguez, quien acabó con mal sabor de boca su participación en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, cuando cayó eliminado en las series.
Los inicios no fueron fáciles para el ya consagrado atleta, que se inició en las carreras a los 14 años por placer y porque dos amigos le invitaron a competir con ellos, primero en los 600 metros y más tarde en los 800. “También hice salto largo y triple, y jugué a voleibol como atacante”, recuerda. “Pero ya en Medellín enrolé con Libardo Hoyos, y fue él quien me enseñó a entrenar y correr con cabeza”.
Antes ganó un montón de carreras en los juegos departamentales de Antioquia, la mayoría descalzo porque no podía permitirse unas zapatillas propias, como las que sí lucían el resto de sus rivales. “Era el único que no las llevaba, hasta que mi mamá ahorró para comprarme unas de color blanco, azul y rojo, aunque eran de fondo”, cuenta.
Rodríguez calza hoy unos botines negros con dibujo rosa. “Los únicos que tengo, pero van muy bien”, subraya. Y corre con ellos por Colombia, pero también para que su madre, ama de casa, y su padre, comercial de productos de limpieza entre otras ocupaciones, gocen de mayores privilegios.
“Mañana toca ir con todo”, insiste, con el objetivo de la final del martes entre ceja y ceja. Clasificar a toda costa, ni que sea por los pelos.