[Este artículo fue editado y publicado en mayo de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
BARCELONA, España (AP) – “La liga es cosa de dos”, proclamó hace nueves meses Diego Simeone cuando se le preguntó sobre una posible alternativa de su Atlético de Madrid en el torneo español, dominado en sus nueve últimos años por Real Madrid y Barcelona.
Treinta y ocho fechas ligueras después, el timonel argentino no cabía en sí de gozo en el mayoritariamente vacío estadio Camp Nou, donde los colchoneros celebraron su primer campeonato desde 1996, cuando el “Cholo” ejercía de aguerrido mediocampista.
El empate visitante por 1-1 sobre el Barcelona el sábado por la última fecha dio el título al Atlético con 90 puntos, tres de ventaja sobre los azulgrana y también respecto al Real Madrid.
El “partido a partido” que pregonó a lo largo de estos nueve meses Simeone, luego tornado “final a final”, acabó convirtiéndose en la décima liga ganada por la entidad colchonera, que aún tiene ocasión de mejorar su mágica temporada el 24 de mayo, cuando enfrente al Madrid por la final de la Liga de Campeones en Lisboa.
El camino resultó tan fascinante como dificultoso para el carismático plantel dirigido por el “Cholo”, un grupo de futbolistas formados en la cantera o rescatados de otros clubes como el goleador Diego Costa, tercer máximo cañonero de la competición con 27 tantos, uno menos que el azulgrana Lionel Messi y a cuatro del madridista Cristiano Ronaldo.
Como su compañero Raúl García (nueve conquistas en liga), Costa triunfó a orillas del río Manzanares después de varias cesiones a equipos menores y dio un paso de gigante en su segunda campaña completa bajo la tutela de Simeone, tomando el testigo del colombiano Radamel Falcao, emigrado al Mónaco tras sus 28 dianas el curso anterior.
El “partido a partido” de Simeone empezó el 18 de agosto, con una victoria por 3-1 en cancha del rocoso Sevilla, actual quinto clasificado y campeón de la Liga Europa. Costa anotó un doblete, como lo hizo también Messi a kilómetros de distancia.
El rosarino y su paisano, el técnico debutante Gerardo Martino, empezaron como un tiro en Barcelona, si bien el aclamado estilo azulgrana acabaría sufriendo más una modificación bajo el timón del “Tata”.
El primer partido de los culés, una tremenda paliza por 7-0 al visitante Levante, exhibió la fervorosa presión avanzada perdida tras la marcha de Pep Guardiola, y aumentó la sensación de que el Barsa estaba en el buen camino. Al igual que el año anterior con el ahora difunto Tito Vilanova en la banca, el equipo realizó una excelente primera vuelta en cuanto a resultados, ganando 50 de los 57 puntos disponibles y llegando líder a la 22da fecha, cuando el Atlético ocupó por primera vez el trono.
El Barsa arrancó con ocho victorias seguidas, pero las cosas ya se torcieron para Martino tras la quinta, un 4-0 en cancha del Rayo Vallecano, cuando la crítica destacó la perdida de la posesión del balón, sello distintivo de la etapa anterior.
Enrarecido el ambiente en el entorno culé, el Real Madrid de Carlo Ancelotti tampoco convencía empatando en Villarreal o con victorias agónicas contra rivales de la talla del recién ascendido Elche; circunstancia que aprovechó el Atlético para proporcionar su primera estocada, ganando 1-0 en feudo “merengue” por la séptima fecha.
Era la segunda vez consecutiva que los rojiblancos derrotaban al acérrimo rival ciudadano tras 14 años de sinsabores. Si la victoria 2-1 en la final de la Copa del Rey cuatro meses antes sobre el mismo escenario había dado portazo al complejo de inferioridad, el triunfo liguero abría la esperanza de un golpe sobre la mesa en el panorama nacional. El Atlético se erigía serio aspirante a la liga.
Se resistió a reconocerlo Simeone, y los rojiblancos finalmente encajaron su primer revés por la novena fecha, 1-0 en cancha del Espanyol, equipo menor pero de parecidas características, capaz de resaltar las carencias de sus adversarios antes que sus propios logros.
Pero si algo ha distinguido la constante progresión del Atlético, tanto en la liga como en la Champions, ha sido la capacidad evolutiva de un equipo que, aun conservando la esencia del contragolpe y la efectividad a balón parado, ha logrado adaptase a las diversas circunstancias exhibiendo un fútbol moldeable, de alto nivel en multitud de versiones, incluida la pelota rasante en paciente combinación.
Estilistas finos como Jorge Resureccion “Koke” y Arda Turan se pusieron el mono de trabajo, veteranos como el ex barcelonista David Villa aceptaron un rol reducido y la línea defensiva, recitada de memoria con Filipe Luis, Miranda, el uruguayo Diego Godín y Juanfran Torres, se destapó como la menos goleada del campeonato, apoyada en el joven y talentoso arquero Thibaut Courtois.
El Atlético ganó ocho de sus nueve siguientes cotejos y no cedió al cierre de la primera vuelta con un empate local por 0-0 ante un Barsa en trayectoria descendiente, que igualaría también su siguiente partido, 1-1 con Levante, y perdería de local, 2-3 ante el Valencia, por la 22da fecha.
Los de Simeone, beneficiados a la vez por la igualada del Madrid 1-1 con el Athletic de Bilbao, no perdieron ocasión de tomar la punta al día siguiente, en que honraron la memoria de Luis Aragonés, ídolo colchonero y ex seleccionador español previamente fallecido, goleando 4-0 a la Real Sociedad.
La segunda derrota rojiblanca, inesperada y por 2-0 en visita al Almería, resultó en triple empate en la punta junto a Madrid y Barsa las dos semana siguientes, y los colchoneros parecieron descolgarse en la 25ta, cuando perdieron 3-0 ante Osasuna, antes de igualar 2-2 con el Madrid en casa.
El Barsa, entretanto, se ahogaba en su propia inoperancia y, tras dejarse solo siete puntos en sus primeros 19 partidos, acabaría cediendo 22 en los 19 siguientes choques.
Apoyado por su incansable afición en citas de alta intensidad y su extrema fiabilidad en su estadio, el único invicto del campeonato, el Atlético reaccionó tras el clásico ciudadano, ganando sucesivamente en nueve fechas, con balance de 14 goles a favor y uno en contra en ese tramo, en que también certificó su presencia en la final de la Champions, eliminando al Barsa en cuartos de final.
La liga podría haber caído del lado del Madrid si los blancos hubiesen aguantado una ventaja de 3-2 sobre el Barsa en los últimos 25 minutos del clásico por la 29na fecha, pero una portentosa actuación de Messi, con triplete incluido, permitió la reacción de los azulgranas, finalmente vencedores por 4-3.
El campeonato volvía a estar al rojo vivo, con los conjuntos madrileños igualados en la punta y el rival catalán un punto por debajo.
En total, los merengues, apenas fueron líderes entre las fechas 26 y 28 y, obnubilados por la posible consecución de su décima Copa de Europa, tropezaron fatídicamente en el desenlace final, con empates consecutivos ante Valencia y Valladolid, respectivamente por la 35ta y 36ta fecha.
Esa última igualada amplió el margen de error del Atlético y también dio nueva vida al Barsa, que venía de empatar 2-2 de local con Getafe, izando bandera blanca en la sala de prensa.
Para cuando los de Martino quisieron reengancharse, ya fue demasiado tarde. El espíritu competitivo llegó herido a Elche (0-0), mientras el Madrid se reservaba ante el Celta de Vigo, perdiendo 2-0, pensando en Lisboa.
El Atlético tampoco logró vencer el Málaga (1-1). Pero, en una liga ganada con 90 puntos, lejos de los cien de las dos anteriores, el único de los tres de arriba que llegó entero al final, con ánimo de gesta y corazón limpio, fue el equipo de Simeone, el mismo hombre que pronosticó en su día un campeonato “aburrido”.
Se acabó desmintiendo a sí mismo el “Cholo”, ayudado por hombres como Costa, Villa, García, “Koke”, Miranda, Courtois, Godín. Todos campeones de la constancia.