[Este artículo fue editado y publicado en febrero de 2014 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
BARCELONA, España (AP) – Carlos Bacca avista desde lejos la victoria en el salto de su compañero Federico Fazio y, tal como el central argentino se perfila para impulsar el balón en vertical, el internacional colombiano asume posición de “esprínter” y se lanza a por el arco del Málaga.
Una ojeada y un toque raso le bastan para superar al también argentino Wilfredo Caballero, uno de los arqueros más destacados de la liga española. Otra muesca en el fúsil de Bacca, anotador de 10 goles en su temporada de estreno en la primera división con el Sevilla; cifra nada despreciable para un futbolista que pocos conocían en Europa y que, pese a un don innegable para cantar diana, tardó lo suyo en saltar al primer ruedo del fútbol mundial.
“Desde bien pequeño marqué goles. Siempre quise ser futbolista y siempre fui delantero. No sé qué haría de no jugar a fútbol. Creo que Dios me marcó este camino. Todos los regalos que me hacía mi padre eran balones”, explica el goleador desde Sevilla, donde la pasada jornada jugó contra el Barcelona, ganándose etiqueta de “jugador de primer nivel mundial” por parte del entrenador azulgrana Gerardo Martino, y el próximo domingo enfrentará al Valencia.
El equipo andaluz, en mala racha de tres derrotas seguidas, marcha séptimo clasificado por la 23ra fecha con los mismos 31 puntos que el Valencia y el objetivo de alcanzar al término del campeonato las plazas europeas. Preferiblemente de Liga de Campeones, donde Bacca, de 27 años y oriundo de Puerto Colombia, cerca Barranquilla, aún no ha debutado.
Se quedó con las ganas tras su buen desempeño en el Brujas, pues el equipo que le traspasó este verano por unos 9,5 millones de dólares cayó en la ronda previa y tuvo que contentarse con la Liga Europa.
“Tuve la suerte de ir a Bélgica pero fue difícil adaptarme, porque mi familia no era feliz. Al principio no jugaba. Pero siempre mantuve la calma, la humildad y el trabajo y conseguí los objetivos (29 goles en 50 partidos). Sevilla es más alegre, en un 60 por ciento como el ambiente de Barranquilla. Estamos contentos y eso se nota en mi trabajo”, opina el costeño, quien se escapa a disfrutar de la playa a la menor ocasión.
Aunque reconoce que algunos “errores de juventud” retrasaron su eclosión futbolística, no es de los que se quejan ni dentro ni fuera de los terrenos de juego. Religioso declarado, asegura no echar mano de supersticiones, y tampoco ha escuchado en el país ibérico los canticos racistas denunciados por otros; ni hacia su persona ni otros compañeros.
“Soy feliz. Si aquí la gente viera como está el mundo no se quejaría tanto de la crisis económica. Mi familia es humilde y trabajadora y todo lo que hago lo disfruto. Si no, no lo haría”, insiste quien trabajó en su día vendiendo boletos, banca a banca, en el bus de línea entre Puerto Colombia y Barranquilla, donde enroló de futbolista en su amado Junior a los 22 años. “Es el club del que soy hincha y espero retirarme en él como jugador, aunque aún queda mucho para eso”, se sincera.
Su olfato goleador y entrega en la presión en el Sevilla de Unai Emery le han valido un boleto firme al cercano Mundial de Brasil con la selección colombiana que dirige el argentino Néstor Pekérman, actualmente quinta en la clasificación de la FIFA.
“Soy muy potente y rápido, y Emery me pide que use mi velocidad y no me asocie demasiado, que encare en el uno contra uno. Que igual pierdo nueve de diez pelotas, pero la que gane será gol. Con Pékerman jugamos con dos puntas y voy por detrás del delantero, algo que también me gusta. Me acomodo donde sea”, explica Bacca, cuya importancia en el combinado “cafetero” cobra peso; sobre todo si su compañero, Radamel Falcao no llega a tiempo a la cita mundialista tras lesionarse la rodilla. “Tenemos amistad y hablamos. ‘Falca’ es un ejemplo para toda Colombia dentro y fuera de la cancha. El me animó a venir a España y, cuando me enteré de su lesión por los medios, me entró gran tristeza. Ojalá pueda estar, pero Colombia siempre ha dado grandes delanteros”, remarca.
Habitual seguidor de la liga de su país, Bacca tiene edad suficiente como para recordar también el último mundial disputado por Colombia hace 16 años, cuando el combinado no pasó de la primera fase. “. Estábamos para mucho más en Francia, pero las cosas no se dieron. Gracias a Dios volvemos a un mundial y ojalá no nos perdamos ni uno más”, expone, calificando de “muy parejo” el grupo C (con Grecia, Costa de Marfil y Japón) en que quedó encuadrada la selección cafetera para la cita de 2014.
Rápido desde bien chico, cuando corría los 100 metros por diversión en Puerto Colombia, Bacca rompe ahora defensas con el balón en los pies e igual facilidad, y se especializa en golazos como el que le marcó al Espanyol por la 13ra fecha. “Los recuerdo todos. Ese fue el más lindo, porque además valió la tranquilidad de los tres puntos y nos ayudó a cerrar una mala racha fuera de casa”, subraya, al tiempo que evita marcarse cifras anotadoras.
El más especial, sin embargo, fue el mencionado al Málaga, al que añadió un matiz a su habitual celebración señalando al cielo. “Una ‘V’ y un ‘Uno’ por el primer cumpleaños de mi pequeña Valentina”, aclara este hijo de mecánico, quien fue cobrador de autobús en Colombia y se ha tornado figura en Sevilla, con boleto directo a Brasil.