[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
BARCELONA, España (AP) – “Esta chica tiene tres ovarios. Es una guerrera. Ya desde pequeña, se le veía que estaba en un lote diferente al resto: lo de perder no le entra en la cabeza”, había dicho el domingo Manuel Marín, ex entrenador de Andreina Pinto, después de que la nadadora venezolana se colara en la final de los 400 metros libres del mundial de natación.
Y “La Negra”, como conocen en el equipo a la chica morena que calza botas negras de interior peludo antes de cada carrera, validó nuevamente la afirmación de su mentor apenas tres días más tarde.
Pinto clasificó en la mañana del miércoles a la semifinal de los 200 metros mariposa tras marcar un tiempo de 2:10.74 en las pruebas preliminares, y acabando penúltima de entre las 16 primeras que avanzaron a la siguiente ronda.
Pero también entró en la historia de Venezuela al rebasar la mejor marca del país en la distancia, que ya era de su propiedad con una cifra de 2:11:23.
“No era mi objetivo al inicio, pero me sentí bien, fue mi mejor prueba y ahora espero volver a batir el récord en los 800 metros libres”, dijo Pinto, quien también reconoció sentirse “más tranquila y menos presionada al haber roto el hielo” en la competición.
Tras acabar sexta en la final de los 400 metros libres, la oriunda de Maracay, de apenas 21 años, sigue recopilando logros en el certamen, pues el lunes también batió el récord nacional de los 1500 metros libres, estableciéndolo en 16:15:99.
El de los 800, cronometrado en 8:25.93, también está registrado bajo el nombre de Pinto, quien consideró que “si intento bajar mi marca el viernes, estaré en la final”.
La nadadora, quien luce las mismas botas negras que en Londres 2012, cuando finalizó en octavo lugar los 800, espera que el calzado no solo le abrigue sus friolentos pies, sino que le sirva de talismán rumbo a su gran objetivo: los próximos juegos olímpicos. “Aquí una final en la prueba de hoy es imposible por los tiempos que se están dando. Habría que bajar de los 2:08. En Río de Janeiro, podría ser”, sostuvo.
Pero, con ese ardor guerrero referenciado por Marín y un amplio abanico de habilidades físicas, tampoco es que se trace demasiados límites: ya en Beijing 2008, con apenas 17 años de edad, la talentosa aragüeña registró incluso un décimo lugar en la prueba de los 10 kilómetros en aguas abiertas.
Hoy distanciada por un océano de su hermana Yahel, también nadadora y con quien compitió y compartió habitación en la pasada cita olímpica, Pinto insistió en que la echa de menos, pese a mantener el contacto diario por teléfono o correo electrónico. “Sigue en Florida. Seguro que ya me escribió, comentando la carrera y dándome apoyo. Mis padres sí vinieron a verme, aunque mantenemos un poco la distancia para poder concentrarme en mis carreras”.
La venezolana subrayó que le está costando mantener la espera entre las competencias “porque se me hace larga y me rompe el ritmo. En la piscina me gusta ser agresiva y preferiría competir todos los días y estar más activa”, dijo, detallando que apenas se ha alejado del hotel y la piscina de entrenamiento durante el mundial. “Quiero estar concentrada, descansada y preparada”, zanjó, con otro récord en el saco y menos presión en la mochila.