[Este artículo fue editado y publicado en abril de 2012 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
BARCELONA (AP) – Corría el minuto 73 del Barcelona-Real Madrid, Cristiano Ronaldo oteó el horizonte, vio campo abierto y, como tantas otras veces esta temporada, se lanzó al sprint hacia el arco contrario.
En menos de un segundo, el portugués recibió el balón en el espacio que le había dibujado al alemán Mesut Oezil, esquivó la salida de Víctor Valdés con un golpe de ritmo y depositó suavemente el balón en la red azulgrana.
La carrera le llevó, erguido y desafiante, hacia la esquina donde se ubicaban los aficionados del Barsa, y el ídolo del Madrid sacó entonces una nueva celebración de su repertorio, pidiendo con las palmas de las manos horizontales serenidad a los 99,252 fieles azulgrana que lo miraban con resquemor.
Cristiano acababa de marcar su 42do gol de la temporada, sexto particular y tercero al hilo en un clásico pero, más importante, el decisivo del choque y, por extensión, del campeonato.
Su diana llegó en un momento crucial, justo tres minutos después que el chileno Alexis Sánchez nivelara el tanto inicial de Sami Khedira: el Barsa amenazaba con la remontada.
El máximo cañonero del campeonato agigantaba así su figura justo cuando su equipo más lo necesitaba y entraba de pleno en el Olimpo madridista con un gol ante el gran rival individual y colectivo.
Las prestaciones de Cristiano hasta ahora en sus 12 clásicos previos habían sido ampliamente criticadas, sobre todo por los partidarios del azulgrana Lionel Messi en el debate sobre el mejor jugador del mundo.
Mientras el argentino coleccionaba victorias y títulos, el madridista acumulaba sinsabores en los partidos contra el Barsa: cinco goles, siete derrotas, cuatro empates y una sola victoria.
Fue en la final de la Copa del Rey de 2010-2011, ganada con el solitario gol del portugués. La última vez que decidió un clásico.
Las comparaciones con Messi han marcado su trayectoria en España y, aunque Cristiano se llevó el trofeo Pichichi al máximo goleador la pasada campaña, el delantero necesitaba de una actuación impactante en un partido de altura frente a “La Pulga”.
El sábado, llegado el momento jugó su partido más completo contra el Barsa, con un trabajo físico importante en la recuperación, constantes desmarques buscando la espalda de la defensa azulgrana, y el gol clave.
“Ha sido una exhibición muy grande. Felicito a mis compañeros porque lo merecen todo”, declaró después.
El ayudante de Mourinho, Aitor Karanka, dejó constancia de su importancia en el desenlace: “Nos tiene acostumbrados a grande momentos, el día de la final de copa nos hizo campeones y no voy a descubrir nada. Sólo repetir lo que dije hace una semana: que es el mejor jugador del mundo”.
Cristiano aún tuvo otro gol en un centro del argentino Gonzalo Higuaín al final, pero disparó fuera.
Fue, probablemente, su error más dulce, pues el trabajo estaba hecho. Sí el Madrid finalmente gana la liga, una de las imagen será la celebración de Cristiano en el Camp Nou.