{Banda Sonora: Cage The Elephant – Ain’t No Rest for the Wicked}
Por ÀLEX OLLER
Leo de buena mañana un artículo en el New York Times que relata la curiosa trayectoria deportiva y espiritual del obispo de Vercelli, Monseñor Giovanni Pellielo, de 51 años, quien aspira a disputar en breve sus octavos Juegos Olímpicos. Cuenta cuatro medallas hasta la fecha en la modalidad de tiro, es conocido como Johnny y reza cinco veces al día en una capilla casera, no demasiado lejos del campo de entrenamiento que bautizó con su nombre. Su inspiración proviene, asegura, de un encuentro privado hace 21 años con el Papa Juan Pablo II. A tenor de su nutrida sala de trofeos, parece que el representante de Dios en la tierra le inspiró de lo lindo. Y también se intuye que el obispo vive acorde al cargo que ostenta.
Es domingo, Día del Señor, y la decimoquinta etapa el Giro de Italia no es matadora: unos 146 kilómetros, aunque espolvoreados de cuantiosas subidas y bajadas que no alteran demasiado el relieve pero podrían contribuir a romper el ritmo de carrera y propiciar alguna que otra escapada. El sábado fue el día de Lorenzo Fortunato y del primer triunfo del Eolo-Kometa en el Zoncolan y el lunes será el día de la considerada etapa reina: 212 kilómetros entre Sacile y Cortina d’Ampezzo, con ascenso final al imponente Passo Giau, una oportunidad para que Egan Bernal coloree un poco más de rosa su maillot de líder de la general o para que algún aspirante como Simon Yates o Remco Evenepoel tiente su suerte y rece por una pájara del colombiano.
Por ahora el pelotón transita entre Grado y Gorizia, pasando a ratos por Eslovenia, donde aparecen banderas tricolores a mansalva, conforme suben la cuesta del Gornje Cerovo Albert Torres, Victor Campenaerts y Oscar Riesebeek. El trío se ha destacado del grupo original de 15 fugados, tras un espanto inicial en las ventosas playas de Grado, donde una caída masiva provoca un parón en la carrera de media hora y no pocas protestas entre los ciclistas más avanzados, empeñados en seguir tirando pese a las medidas de seguridad. También se respira cierta rebeldía estos primeros fines de semana post-toque de queda en las grandes urbes españolas: unos quieren correr más de lo aconsejable, otros se resisten y las autoridades sanitarias no hacen más que recordar a diestro y siniestro que todo es por nuestro bien. Me pregunto qué dirán de todo ello en misa.
En Italia están de enhorabuena: tras la emotiva victoria de Giacomo Nizzolo, hace dos días en Verona, el país entero triunfó el sábado noche en el festival de Eurovisión con el grupo Maneskin y su canción Zitti e buoni, aunque al parecer ha arreciado en las últimas horas una polémica sobre si el cantante consumió cocaína durante el concurso. La banda lo niega, alegando que estaba recogiendo los cristales rotos de un vaso de vidrio. Suena un poco a las manidas explicaciones sobre supuestos dopajes de algunos atletas. Y me cuestiono, aunque no sea este el mejor ejemplo, porqué están mal vistas las drogas en el deporte y no tanto en el mundo del espectáculo. ¿Queremos menos a las estrellas del rock que recurren a estimulantes? ¿Se habrá dopado alguna vez Johnny? “Hay dos tipos de deportistas”, sostiene Pellielo. “El primero necesita satisfacer sus necesidades: ‘Quiero la medalla. Necesito la medalla’. No estoy entre ellos. El segundo tipo es gente que lo hace por amor. Amo el deporte”. No encajan sus palabras, en principio, con el discurso habitual de los adictos al éxito, por mucho que el prelado, considerado por sus fans el Maradona de la escopeta, tampoco parezca contemplar la retirada por ahora.
Y es que no suelen retirarse, los obispos, sinónimos del buen comer y mejor vivir a ojos de muchos, como el añorado Ivà, que los retrataba sin misericordia como insaciables sibaritas en sus viñetas de Makinaja. “Vivir como un obispo”, alude a menudo La Maja cuando se refiere a un cantamañanas. La vida contemplativa, pero versión Premium. No sé si será buena idea ver Salvados esta noche en el prime time, a tenor del anunciado: “‘El casero de Dios’. El programa desvela los negocios inmobiliarios del arzobispo de Oviedo. Gonzo entrevista a las víctimas afectadas por las operaciones de Sanz Montes”. Que nos cojan confesados…
Sí se retiran de este Giro Rubén Guerreiro, Natnael Berhane, Jos Van Endem y Emanuel Buchmann, quien iba sexto en la general, tras la montonera que suscita el parón y cierta cautela entre los favoritos, que aflojan el ritmo conforme avanza la carrera y empeoran las condiciones meteorológicas. Los fugados, ajenos al relajo general, meten 11 minutos de por medio con el gran grupo y, mientras Torres da chepazos en la última subida, Campenaerts se juega el tipo en el descenso, convertido por el agua en auténtica pista de patinaje, con algún que otro susto. Finalmente Torres también cede –no queda claro si por miedo o cansancio– y el belga se disputa la gloria en los últimos metros con Riesebeek sobre el temido pavé. Campenaerts, que en una contrarreloj del Giro 2017 protagonizó una insólita petición de cita a una chica, descubriendo su pecho con la inscripción Carlien Daten? fue negado en aquella ocasión, pero se lleva el premio en esta: controla en todo momento los movimientos de Riesebeek y se impone al sprint.
17 minutos después llega el pelotón, mojado pero al tran-tran. No news, good news, pensarán Bernal, Evenepoel y Yates. Ha sido, para los aspirantes a la victoria final, poco más que un paseo dominical. Diríamos que contemplativo. Amén.