Que nos quiten lo bailao

{Banda Sonora: Joan Manuel Serrat – Romance de Curro “El Palmo”}

Por ÀLEX OLLER

Más de medio año de residencia en Poble Sec y de subir y bajar las cuestas de Montjuic a trote cochinero, un día sí y otro también. También algún paseo, en la época de confinamiento más estricto y tras las secuelas del maldito Coronavirus por parte de la unidad familiar. No se imaginan la de secretos que esconde este gran parque que, ya de por sí, parece vivir de espaldas a una ciudad que acoge este domingo la última etapa de la centenaria edición de la Volta a Catalunya.

Barcelona acostumbra a olvidarse de Montjuic y suele mirar más hacia el interior, dónde Collserola es la preferida para programar excursiones o actividades deportivas de fin de semana. Curiosa la desconsideración ciudadana hacia una montaña que merece categoría de olímpica, ni más ni menos que por los Juegos de 1992. Ni siquiera mi estimado Espanyol, recién demolido su estadio de Sarriá un lustro después, apreció en su justa medida la disponibilidad del Lluís Companys y acabó por construir nuevamente casa propia en el vecino municipio de Cornellà.

Quizás pesen los malos recuerdos alrededor de su fortaleza, donde se sucedieron fusilamientos a raíz de la guerra civil, como el del presidente de la Generalitat, Lluís Companys. O puede que sea el estigma de la pobreza de posguerra y el barraquismo que se asentó en sus colinas, imagen vergonzante para la dictadura, por mucho que las sucesivas olas migratorias que no encontraron acomodo en la urbe colaborarán al resurgimiento de la ciudad condal con el sudor de su frente.

La propia Volta, que surgió con fuerza a principios de siglo después de la irrupción de la bicicleta en Cataluña, renació con vigor tras su última interrupción por culpa del conflicto fratricida, desde la primera victoria de Mariano Cañardo al doblete de Miguel Poblet (con siete años de paréntesis), los triunfos de Eddy Merckx y Luis Ocaña o los tripletes de Miguel Induráin y Alejandro Valverde, quien arranca la jornada con un minuto y tres segundos de retraso respecto al actual líder, Adam Yates.

Hay esperanzas de que El Bala, perro viejo, aproveche los toboganes de Montjuic para sorprender, pero el británico, que cuenta con el equipo más potente del cartel, controla en todo momento los amagos del Movistar y acaba copando el podio junto a sus dos compañeros del Ineos, Richie Porte y Geraint Thomas; un tridente que no se producía desde que Poblet, José Pérez Francés y Emilio Cruz se coronaron por el Ferrys en 1960. Pese a que la clasificación general permanece inalterable desde el gran golpe de Yates, el miércoles durante el ascenso a Vallter 2000, la etapa dominical se revela gustosona, con buen clima, no pocos espectadores tras las vallas publicitarias –convenientemente distanciados y enmascarados en su mayoría– y un duelo nada despreciable entre el belga Thomas De Gendt y el esloveno Matej Mohoric en su escapada a dúo, a más de 40 kilómetros de la meta. Suben y bajan de la mano hasta cinco veces, pero en la última ascensión al castillo, el corredor del Lotto da un considerable arreón y suelta al eslavo, consciente de que en la bajada es más especialista su rival y, por tanto, su ofensiva no puede esperar. El 13% de inclinación no perdona –como bien sabemos los asiduos runners– y el del Bahrain Victorious cede pronto, dejando un descenso triunfal –ironías de la vida– para De Gendt, cinco veces ganador en la carrera.

La Volta concluye, pero sigue muy viva; y también el ciclismo, un deporte al aire libre que debería garantizar el cumplimiento de las directrices sanitarias, no requiere de pase VIP alguno y permite a quienes lo ven desde el televisor la posibilidad de visitar, al menos en espíritu, tierras lejanas. Ello no impedirá que las autoridades francesas oficialicen en breve la cancelación de la clásica Paris-Roubaix. Una pena. Sus razones tendrán. A nosotros, como diría el ‘populacho’ que tiempo atrás juntó palmas y taconeó al calor de la hoguera en estas hechizantes lomas, que nos quiten lo bailao.

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