{Banda Sonora: Tracy Chapman – Fast car}
Por ÀLEX OLLER
El primer sábado de vacaciones de semana santa en dos años invita a la escapada, a la gula y a dejarse llevar –ni que sea un poquito–, como constatan las diversas fotos compartidas en grupos de Whatsapp. No se preocupen, nada grave: un ligero digestivo tras ágape con la correspondiente burbuja de convivencia y alguna que otra barbacoa, obviamente al aire libre, para no desentonar con la sexta etapa de la Volta a Catalunya, entre Tarragona y Mataró, sin apenas espectadores en las cunetas.
No perdona la centenaria carrera, una de las grandes citas de la temporada, que transita a 44 kilómetros por hora rumbo al Circuit de Catalunya, cerrado por pandemia hasta la celebración del Gran Premio de Fórmula 1 el próximo 7 de mayo, de no haber novedades. Motivo de discordia institucional por la negativa del Ayuntamiento de Barcelona a priorizar el gran circo del automovilismo en lugar de incentivar políticas sociales –que cosas tiene esta alcaldesa, oigan–, el infrautilizado trazado acoge este sábado al pelotón, que pisa su asfalto mientras muchos catalanes encienden sus parrillas; los más afortunados, de sus segundas residencias.
Está siendo un año duro, no nos engañemos. A veces hacemos como que no. Algunos ideamos una rutina, a otros nos la imponen, y fingimos estar de acuerdo, pero en el fondo nos rebelamos. “No hay derecho”, protestamos. “Nos han quitado un año”, denunciamos. ¿Quiénes? “No sé, el virus…”, musitamos. La política, los políticos, no ayudan. Y sí, muchas cosas no funcionan. Muchas medidas nos parecen incoherentes; o sea, injustas. Y estamos cansados. Queremos salir. Los que podemos lo hacemos, hasta donde nos permiten. Otros no tienen opción.
Pero hay brotes. Hay vacunas. Hay solidaridad. Hay fraternidad. Hay ganas de salir adelante. Hay humor. Hay consciencia. Hay arte. Hay deporte. Hay Volta. 100 ediciones ya. 110 años. Como pasa el tiempo…
Fue el barrio barcelonés de Sants, donde hoy celebramos un cumpleaños –con las medidas sanitarias prescritas, no se preocupen– el que impulsó durante casi un siglo la competición por vía de la Unió Esportiva del mismo nombre, fundada en 1922. Fueron años donde el ciclismo, el fútbol y el boxeo compartieron gran popularidad en Cataluña, después de que la bicicleta irrumpiera como expresión práctica de una idea de modernidad cosmopolita, burguesía emergente y crecimiento económico. El vehículo con el que agarrarse a un nuevo concepto de civilización.
Se aferra nuevamente Rémi Cavagna a la idea de que la jornada será suya, una vez que Anoine Duchesne se ha impuesto en el sprint del circuito de Montmeló. Y cuando el pelotón atrapa al francés en el descenso a Argentona, como hiciera antes con su compañero del Quick-Step, James Knox, llega la hora de que se posicionen los velocistas de cara a la volata de Mataró. El primer vencedor de la historia de la Volta, Sebastià Masdeu, Tarraco, debe su apodo a su ciudad de origen, y precisamente desde Tarragona vienen midiendo sus opciones de victoria especialistas como el tricampeón mundial Peter Sagan. El líder de la general, Adam Yates, opta una vez más por gestionar su ventaja, que acaba conservando al cruzar la meta. La etapa, donde ha reinado el buen clima, no se ha revelado tan rompepiernas como podría parecer y los 45 y 49 segundos de margen que mantiene sobre Richie Porte y Geraint Thomas, respectivamente, se antojan suficientes de cara a su consagración definitiva, el domingo en Barcelona.
En la llegada al sprint se ha impuesto finalmente y codos mediante Sagan, quien se disculpa con Alejandro Valverde antes de recoger el 115to triunfo de su carrera. “¡Hola a todos!”, saluda sonriente, una vez coronado, con la ilusión de un debutante. Pienso entonces en Tarraco y en Román, heredero del legado ciclista de Sants, que en breve estrenará bicicleta como regalo de aniversario; y en lo alegre y tranquilo que pedaleo, Avenida Paralelo abajo, gracias a la osadía de políticas tan antisistema como las que aplica a diario Ada Colau.