{Banda Sonora: La Trinca – Dansa del Sabre}
Por ÀLEX OLLER
Nada como ver un Atlético de Madrid-Chelsea resuelto por la mínima en Bucarest para darse cuenta del incalculable valor del tiempo en nuestras vidas y de cómo lo solemos desperdiciar algunos con infumables tostones –por usar un adjetivo recientemente al uso en ciertos sectores–: otro partido más, este de ida de octavos de final de la Liga de Campeones, del que apenas podemos rescatar un golazo de Olivier Giroud.
“Cuando sabes que el tiempo es corto, el tiempo te hace muy feliz”, le dijo Pau Donés a Jordi Évole en su última charla antes de despedirse de la vida, que definió como “momentos, personas, vivencias, colores, sensaciones y emociones”. La entrevista, emitida dos días antes del 40 aniversario del 23-F, acabó con el cantante interpretando a pelo El sitio de mi recreo del también añorado Antonio Vega, canción que incita como pocas al viaje espacio-temporal. Eso que nos da por llamar nostalgia.
Parecido efecto produce la lectura de Siempre tendremos 20 años, el último cómic de Jaime Martín, aunque su banda sonora discurra por circuitos más rockeros. El autor de Jamás tendré 20 años y Las guerras silenciosas, entre otras obras, retrata con destreza una juventud española marcada por la transición, con las frustraciones e inquietudes propias de la edad y un telón de fondo cambiante del blanco y negro al tecnicolor que él mismo se encarga de dibujar, lápiz en mano, desde el instituto a las editoriales barcelonesas y francesas.
Consta, como no, el frustrado golpe de estado que conmemoramos estos días –su fracaso, no el intento– con multitud de programas y reportajes especiales, también sobre la música que acompañó aquel inicio de los 80 y la que surgiría como consecuencia de tan funesto arrebato militar. A muchos ciudadanos, como ilustraba la versión de Dansa del Sabre de La Trinca, se les aparecieron viejos fantasmas; otros, como Martín, alcanzaron a contextualizar el histórico momento; y algunos, demasiado niños aún para comprender el significado de cuanto acontecía, llegamos a intuir que algo, efectivamente, estaba aconteciendo por primera vez en nuestras cortas vidas.
“Demasiado mayor para entender tik tok, muy joven para soportar la turra del 23-F”, escuché esta mañana en la radio; y si bien es cierto que a menudo tendemos a la sobrecobertura informativa –así como a entronizar figuras poco edificantes en representación de causas de lo más venerable–, conviene recordar, como hizo Meritxell Batet en el Congreso, que “los peligros existen”.
El mayor que nos ocupa tiene un nombre bien claro: se llama fascismo. Y más nos vale no olvidar que 40 años atrás retomó momentáneamente la escena para generar no pocas emociones entre quienes padecieron la dictadura.
Momentos, personas, vivencias, colores, sensaciones y emociones. Pasa el tiempo y pasan los tostones infumables. Mientras, algunos seguimos buscando a diario, ya sea mediante partidos de fútbol, cómics o canciones, el sitio de nuestro recreo.