[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2019 por AGENCE FRANCE-PRESSE]
Por ALEX OLLER, LUJÁN SCARPINELLI Y ESTEBAN ROJAS
LIMA, Perú (AFP) – Unos juegan básquetbol considerado de calle con árbitro y bajo techo, otros cultivan músculos de ver y no tocar y el último ensaya poses contra un rival imaginario.
Medallistas de Estados Unidos, El Salvador y Venezuela suben a lo más alto de los podios más raros de los Juegos Panamericanos.
– Básquet de a tres, a mil –
Tras colgarse la primera medalla de oro del Baloncesto 3X3, el estadounidense Kareem Maddox disputará algún que otro torneo con su equipo de Princeton en el World Tour de la FIBA, pero lo que es seguro es que volverá a su empleo habitual como productor de un programa de radio en California.
“Este año jugamos en más de 10 países, algunos ante público masivo. Pero viajamos durante un fin de semana y luego toca regresar al trabajo”, explicaba Maddox antes de su discutida victoria en la final contra Puerto Rico. “Este tipo de básquet cansa mucho más que el tradicional porque es frenético, no puedes parar y mentalmente es agotador. En vez de protestar porque te hicieron falta, tienes que apañártelas para que no te la señalen a ti”.
Las normas del nuevo deporte olímpico, que debutará en Tokio-2020, distan de las que suelen aplicarse en la publicitada liga BIG3 de Estados Unidos, el básquetbol de cinco, y obviamente poco tienen que ver con el origen del ‘streetball’ que intenta trascender.
“Cuesta habituarse: se juega a 21 puntos o por 10 minutos, la pelota es más chica, el piso es más rugoso, el reloj de tiro es de 12 segundos en vez de 24, las canastas valen un punto y, desde fuera del arco dos, se permite más contacto, y a partir de la sexta personal son dos tiros libres en vez de uno…”, resumía el puertorriqueño Angel Matías.
Justamente esos tiros libres permitieron a Estados Unidos sentenciar desde la línea una agridulce final para los boricuas, pero principio al fin y al cabo de una nueva era en cuanto a deportes raros: la eclosión del 3X3.
– Músculos de exposición –
“Soy guapo, simétrico, proporcionado, joven, disciplinado”. El salvadoreño Yuri Rodríguez lo repite antes de subir al escenario a lucir los músculos que esculpió desde los 21 años. A sus 35, obtuvo la primera medalla dorada del fisicoculturismo en la historia de los Panamericanos.
Su tostado artificial contrasta con el slip blanco que deja ver su físico tallado como un David y fuerte como un Hércules. Exhibe pectorales, bíceps, abdominales, cuádriceps y más, con movimientos cuidadosos en cuatro medios giros y siete poses.
Junto a los demás y en su minuto de gracia, solo sobre la tarima, contiene el aire e hincha las venas ante los nueve que eligen al favorito. Músculos, simetría, definición y gracia, todo importa. Debajo del bigote sellado en los extremos –el único vello en su cuerpo- muerde la sonrisa.
Hace tres días que toma agua a cuentagotas para liberar líquidos y lucirse mejor. “He eliminado el sodio y comí carbohidratos cada dos horas”, cuenta Yuri, y revela su bocadillo secreto: camote.
El oro premia sus casi 83 kilos distribuidos con armonía en sus 1,76. El salvadoreño supera en más de diez centímetros y casi 20 kilos a algunos de sus rivales, como el costarricense Evaristo Cortés, que quedó chico entre los grandotes y disgustado porque la competencia se realizó en una única categoría, a diferencia de otros concursos.
Desde las gradas, Cortés observó a Yuri celebrar al fin con sonrisa auténtica. Pero al cabo del día la disparidad física pesó menos, y vencedores y vencidos unieron fuerzas en una expresión: el fisicoculturismo quiere quedarse. Santiago-2013 dirá si el debut en Lima fue también una despedida.
– Danza de combate –
El karateca venezolano Antonio Díaz parecía pelear contra un rival imaginario. Lanzaba puños y patadas al aire, soltando gritos combativos, mientras ejecutaba su danza.
Y, a sus 39 años, ganó la pelea…
Se colgó el oro en Lima-2019, un triunfo que le garantiza el mayor reto que haya asumido: los Juegos Olímpicos de Tokio-2020. El karate se estrenará en la gran cita del deporte universal en sus dos modalidades, kata -la especialidad de Díaz- y kumite.
Los competidores en el kata no pelean cuerpo a cuerpo, sino que marcan movimientos en una coreografía que debe ser perfecta. Técnica, velocidad y potencia, así como sincronización en el caso de competencias por equipos, son los puntos a evaluar. El kumité sí trae combates golpe a golpe.
Díaz ha sido, por dos décadas, uno de los mejores en el kata. Nadie ha ganado tantas medallas en Mundiales de Karate con esta especie de danza de combate.
Cuando ya pensaba en el retiro, dando los Juegos Olímpicos por imposibles, se le presentó por primera vez la oportunidad. Y no falló: el cupo es suyo.
“Ya voy a poder hacer el ciclo olímpico completo”, festejó con una enorme sonrisa.