{Banda Sonora: Kiko Veneno – Hace calor}
Por ÀLEX OLLER
“¡Parecemos huevos fritos!”, suelta al viento (es un decir) una señora buscando el cotizado refugio de una sombra en Benimaclet, donde el sol cae a fuego este mediodía. 50 grados marca el luminoso de la farmacia que, sí, está justo en la esquina más expuesta al calor, pero 50 grados son 50 grados… En contraste, el grisáceo cielo del departamento de Drôme, concretamente entre las carreteras que conducen desde Albertville, en la región de Saboya, a (la otra) Valence, en Auvernia-Ródano-Alpes, sabe a gloria desde el lado opuesto de la pantalla, ya tumbado en el sofá, con el aire acondicionado refrescando cuerpo y mente, algo apelmazados, me temo, por los efectos de la segunda dosis de la vacunación. Nada grave, poca cosa en comparación con el padecimiento sobre la bicicleta de los ciclistas que permanecen en liza en este Tour de Francia, más a sabiendas de que el ganador tiene nombre y apellido.
Todo es posible, supongo, al arranque de la décima etapa: que Tadej Pogacar sufra una desgraciada caída, o hasta que el segundo clasificado, Ben O’Connor, pueda recortarle algo de tiempo al líder, hasta ahora intocable en la carrera, parece incluso que reservón, por momentos juguetón con sus rivales, que debieron, sin duda, agradecer la jornada de descanso del lunes; casi tanto como los peatones españoles un buen toldo, cuando suenan las tres. Faltan seis horas para que juegue la selección nacional contra Italia en semifinales de la Eurocopa, aunque nadie lo diría, pues no se atisban camisetas, ni se escuchan tertulias –apenas chicharras y alguna dolçaina en los jardines del Turia–, ni consta aún plan de reunión alguno con los amigos, resguardados como estamos la mayoría del ambiente abrasador. En un arranque de lucidez, decidimos con La Maja que comeremos arroz a la cubana, un plato sencillo, resultón y muy de la estación.
Reconoce el campeón de España Omar Fraile, en La Montonera de Eurosport, que los corredores celebraron el parón tras una semana de tute en que ha destacado, cómo no, Pogacar, pero también el renacido Mark Cavendish, capaz de volver a ganar en La Grande Boucle –y por duplicado– para acercarse a dos victorias del récord de 34 de Eddy Merckx. Aparte del fuera de serie esloveno, el británico fue el gran ganador del domingo, al evitar caer fuera de control gracias al remolque de compañeros como Tim Declercq y Michael Morkov. El sueño de completar la gesta sigue, pues, bien vivo para los aficionados, si bien el apodado Manx Missile, tan bajo perfil como siempre, se empeña en rebajar expectativas. “Espero que estéis disfrutando del show”, cierra Fraile.
La etapa llana discurre plácidamente y regala estampas de frescor que, la verdad, se agradecen; un poco como cuando éramos pequeños y nos deleitábamos con los anuncios veraniegos de helados o bebidas refrescantes y nos salía ese Homer Simpson que todos llevamos dentro para darnos un baño de fantasía en una cascada de Trinaranjus o saltar de flor en flor en un jardín de Calippos lima-limón. ¿Mencioné que marcan 50 grados?
No es una alucinación: dos se han escapado – Tosh Van der Sande y Hugo Houle–. Tampoco son una amenaza: el pelotón hace la goma y no debe esforzarse demasiado para alcanzarlos, primero uno, luego el otro, ya roto el matrimonio, a falta de 35 kilómetros del final. Otra pareja de amigos recién casados se ha animado en el último año a adoptar dos gallinas, de nombre Thelma y Louise, que les proveen de diversión y huevos frescos a diario en el chalet. Tremendo lujo, pienso, mientras La Maja prepara la sartén, también con cierta envidia por la piscina, no nos vamos a engañar. Se desliza la propuesta futbolera, pero cierto ánimo derrotista impera entre nuestros deseados anfitriones. “No importa, si aquí vamos con Italia”, insistimos. Pero nones: ni plan, ni Eurocopa, ni gambas… La vendetta será servida caliente, con comanda de pizza en Don Carlo. ¡Forza Azzurra!
También le vamos a Cavendish en el sprint, y el veterano campeón no falla. Escoltado espléndidamente por Morkov hasta los últimos 100 metros, se lanza con un par a por la meta y supera holgadamente a Wout Van Aert y Jasper Philipsen para cerrar una jornada sin cambios en la general, pero anticipo de terremoto en el Olimpo ciclista: quedan 11 etapas, cuatro de ellas favorables a los velocistas. Considera el abrumado vencedor –33 triunfos ya– que “con el trabajo que hizo el equipo, tenía que rematar. Morkov estuvo impresionante. Yo realmente no hice nada”. Cómo los tiene, este Cavendish, a quien tampoco le pueden en modestia. El show, que diría Fraile, no ha estado nada mal. Y ni siquiera llegamos al intermedio del Tour, así que, además de al ventilador, seguiremos pegados al televisor. Quien sabe, quizás sufra una pájara Pogacar, o se exhiba hasta límites más insospechados aún. O puede que lo de O’Connor el domingo fuera apenas la punta del iceberg. Espera el miércoles el Mont Ventoux, donde todo un campeón como Chris Froome se vio obligado a recorrer en 2016 unos metros a pie. ¿Y si cayera el récord de Merckx?
Todo es posible, supongo.