{Banda Sonora: Kansas City – Albert King}
Por ALEX OLLER
Tom Brady ya ganó. Ganó cuando tomó su primer snap en sustitución de Drew Bledsoe el 23 de septiembre 2001. Generalmente, los elegidos en el número 199 del Draft no llegan a debutar en la NFL. Y menos en la posición de quarterback. Brady, que como novato lanzó tres pases, le ganó luego la titularidad a uno de los mejores en su posición y ganó la Superbowl en su segunda temporada. Y luego otra. Y otra. Y otra… y así hasta contar media docena.
Dentro de 11 días, el apodado Golden Boy tendrá, a sus 43 años, ocasión de ampliar su palmarés con la consecución de su séptimo trofeo Vince Lombardi en caso de tumbar a los Kansas City Chiefs en Tampa Bay, donde ahora imparte cátedra. Pero es que el flamante mariscal de los Buccaneers ya ganó. Lo hizo durante 20 temporadas en New England, donde creó de la nada una dinastía junto al entrenador jefe Bill Belichick, con quien entrará de la mano algún día en el Salón de la Fama. El viejo cascarrabias sin duda también merece su cuota de crédito y, como Brady, probablemente deba considerarse el mejor de todos los tiempos en su rol; o G.O.A.T, como prefieren abreviar algunos. Quien sepa por qué se rompió el matrimonio hará un año, tras la derrota de los Patriots en el Wild Card contra Tennessee. Pero el caso es que el veterano jugador decidió emigrar a Florida. Un sorprendente golpe de teatro como conclusión a una brillante y singular carrera, no exento de riesgos. Y, sin embargo, una vez más, Brady estará en la gran final.
Venza o pierda contra los Chiefs del electrizante Pat Mahomes el día 7, Brady ya ganó, cerrando definitivamente el debate sobre a quién corresponde mayor autoría en el prolongado éxito de los de Massachusetts. Si el gerente de los Chicago Bulls de Michael Jordan, Jerry Krause, abrió hace años la polémica con su famosa declaración de que “son las organizaciones las que ganan campeonatos, no los jugadores”, el último triunfo de Brady logra también desacreditar al ya fallecido directivo. Porque triunfazo es alcanzar la Superbowl con los Bucs, una franquicia que cuenta un título en sus vitrinas, en 2002, y apenas clasificó tres veces a los Playoffs desde entonces.
Al imponerse el pasado domingo en Green Bay, su tercera victoria seguida a domicilio, Brady dejó en la cuneta a otro grande como Aaron Rodgers, seis años menor, y pasó con nota su decimocuarta final de Conferencia en 21 campañas en la NFL, una estadística inaudita junto a sus 33 triunfos en postemporada, más del doble del segundo de la lista: el legendario Joe Montana, con 16.
El Golden Boy ya ganó. Derrotó a todos sus rivales, incluido Belichick cuando este pasó a ocupar la trinchera enemiga, un movimiento que empezó en los despachos al fantasear el coach con un futuro post-Brady en el que obraría parecida magia con el emergente Jimmy Garoppolo. El supuesto sucesor acabó con sus huesos en San Francisco, perdió la Superbowl el año pasado contra los Chiefs y este año ni olió los Playoffs mientras Tompa Bay aspira a coronarse ante Mahomes y compañía en su propia casa.
A Brady no le quedan rivales en el fútbol americano. Si busca más alicientes, quizás los encuentre en otros deportes: ¿superar los seis campeonatos de Jordan en la NBA? No dudo de su capacidad, al igual que MJ, para la automotivación; pero me permitiré en este caso apostar (es un decir) por los Chiefs de Mahomes, el único que se antoja ahora mismo capaz de seguir medianamente su estela. Con 25 años recién cumplidos, cuenta ya con una Superbowl y luce mejor reparto, incluyendo al entrenador. Cuesta ir contra quien lo ha ganado todo, pero precisamente por ello opino que, completada definitivamente una obra maestra, toca abrir otro libro cuya portada promete.
Le pongo a Kansas City. Y por amplio margen. Que no se diga.