{Banda Sonora: El Afilador – Los Suaves}
Por ALEX OLLER
BARCELONA, España – Suena el despertador y la radio nos recuerda que hoy Estados Unidos decide si echa o no a Donald Trump de la Casa Blanca. No, no fue un mal sueño. Fue una pesadilla de lo más real. También se celebra la decimotercera etapa de la Vuelta a España, una contrarreloj con salida en Muros y final en otro muro, este literal, de 28% de inclinación rumbo a la meta en el Mirador de Ézaro. “Mil ochocientos metros infernales”, remarca Perico Delgado durante la retransmisión televisiva, justo cuando Alejandro Valverde cambia a una bicicleta más ligera para afrontar la subida.
Para infierno, el que nos espera en caso de volver ganar Trump las elecciones presidenciales. Con ganas de oxígeno, salimos con La Maja a trotar y nos topamos con el impresionante mural de Juanjo Surace junto a las Tres Chimeneas del Poble Sec. Pues eso: buenos días a todos.
La jornada ciclista depara una bella lucha contra el crono, fresca y soleada por tierras gallegas, y el clima invita también al paseo en Barcelona, ni que sea por la amenaza de lluvia vespertina. Quedo en el centro con Joe, habitual cómplice de mañanas canallas, para ir de librerías –de los pocos placeres no restringidos aún– y caen dos ejemplares para cada frente: Ciclismo y capitalismo, interesante ensayo de Corsino Vela, y The Border, cruda novela fronteriza de Don Winslow. La tercera adquisición es un encargo personal de La Maja: Contra la igualdad de oportunidades, un panfleto igualitarista, según su autor, César Rendueles, quien considera que “hay razones éticas, económicas, sociales y medioambientales para aspirar a una sociedad más equilibrada. Una que no dé a todo el mundo lo mismo, sino a cada uno lo que necesita”.
El esloveno Primoz Roglic, ex saltador de esquí nacido en el antiguo pueblo minero de Zagorje ob Savi, necesita recuperar los diez segundos que el domingo cedió ante el ecuatoriano Richard Carapaz, oriundo de la localidad rural de El Carmelo y quien rescató su primera bici de un cargamento de chatarra que arrastró a casa su padre. La etapa se presenta favorable para el europeo, considerado más especialista en la contrarreloj que el sudamericano, capaz de arrebatarle el liderato la jornada previa en la temida subida al Angliru, aunque por escaso margen.
Es una oportunidad pintiparada para Roglic, pero este empieza a menor ritmo de lo esperado y apenas supera por cuatro segundos a Carapaz en el primer punto intermedio, lo que despierta cierto alarmismo entre Perico y Carlos De Andrés; mientras, el estadounidense Will Barta vuela por delante y el inglés Hugh Carthy, tercero en la general, recorta diferencias.
Es ahora o nunca para Biden, el niño que tartamudeaba, padre que superó tragedias familiares, sexagenario que llegó a vicepresidente con Barack Obama y hoy casi octogenario que aspira a derrocar a Trump.
Mientras Barta contempla el resto de la etapa por televisión, Enric Mas de desfonda, Carapaz aprieta los dientes en la rampa y Roglic cambia ágilmente de bicicleta y va de menos a más. Al final, el esloveno para el reloj con un segundo de ventaja sobre el estadounidense, le mete 25 a Carthy y le saca 49 al sudamericano, al que vuelve a relegar en la general, ahora por 39 de diferencia. “Buena gestión de carrera: ha reservado fuerzas para el final”, concluye Perico.
“He sufrido, pero me he sentido fuerte. Mejor ganar 39 segundos que perderlos. Tenemos que seguir concentrados”, resume, empapado, Roglic antes de dirigirse al podio y enfundarse de nuevo el maillot rojo. No en vano, perdió el pasado Tour de Francia cuando parecía tenerlo ganado, naufragando en la penúltima etapa, precisamente en la contrarreloj.
Esperando ahora otro cambio de maillot en La Casa Blanca, en este caso del rojo al azul, nos agarramos al atinado análisis del esloveno. Hemos sufrido, pero aún nos sentimos fuertes. Biden no es la panacea, desde luego, pero cualquier cosa es mejor que Trump –hasta una jirafa, opinaba esta mañana en la radio una votante–. Y pase lo que pase, debemos seguir concentrados. Ahora y siempre.
Tic, toc, tic, toc… Mañana, de nuevo, el despertador.