Inglaterra, ya toca

{Banda sonora: London Calling – The Clash}

Por ALEX OLLER

Más de medio siglo sin celebrar un éxito se antoja mucho tiempo para el inventor de cualquier cosa, y no digamos ya si el asunto en cuestión es el llamado Deporte Rey.

Ni más, ni menos.

Solo tuve el placer de ver en directo una vez a Inglaterra. Fue, como debe ser, en el templo de Wembley en 2011, con motivo de un partido de clasificación a la Eurocopa contra Suiza y acompañado de un cómplice a la altura de este tipo de correrías futbolísticas: mi amigo Rodrigo.

Recuerdo más bien poco del encuentro, salvo que hacía sol y acabó en un bastante insulso 2-2 tras adelantarse los helvéticos.

Por entonces, a los ‘Pross’ los dirigía un ya decadente Fabio Capello, que ni tan siquiera se esforzó en aprender algo del idioma durante sus casi cinco años en el cargo, y acabaría presentando su dimisión antes del torneo continental.

Más que lo visto sobre el césped, mi memoria almacena estampas de la extensa jornada; pues al contrario que en España, los británicos insisten en convertir la asistencia a un partido de fútbol en un day event al que se le deben dedicar un mínimo de 12 horas de atención completa e ininterrumpida.

Y así, en la exigente liturgia balompédica local ni faltaron la camiseta Umbro vintage 1996, ni el entusiasta consumo de rebosantes pintas de cerveza, ni la tradicional compra y minuciosa lectura del programa oficial de tan magno evento, generoso en cánticos de todo tipo, muchos de ellos alusivos a la segunda guerra mundial y –más concretamente– al derribo de bombarderos alemanes.

El día empezó con un sentido homenaje al infarto de miocardio por vía de copioso almuerzo de huevos Bennedict acompañado de la prensa deportiva, indispensable en estos casos para afrontar con un digno bagaje informativo el choque internacional.

Nos podrán acusar de borrachos pero no de incultos, pensé, mientras criticábamos animadamente la nueva equipación inglesa, inusualmente fea según nuestro particular criterio.

“¿Qué son esos ridículos puntitos multicolores?”, nos preguntamos indignados.

“Parece un pijama”, coincidimos entre carcajadas.

Fue entonces cuando avisté, unas tres mesas enfrente, a un corpulento individuo de mediana edad, cabeza rapada y mirada intimidatoria, junto a la que parecía ser su novia, distraída con su teléfono móvil. Ambos lucían, impoluta, la prenda en cuestión, con el escudo de los Three Lions del lado corazón.

Sin torcer el gesto, el tipo levantó la vista de su propio periódico y clavó los ojos sobre mi rostro inmóvil –puede incluso que petrificado–, como estudiando la situación.

Pasados unos segundos que parecieron eternos, inquirió:

-You going?

En súbito repliegue defensivo, al más puro estilo Capello, acerté a adivinar que, una vez comprobado nuestro atuendo, se refería al partido.

-Yes… acerté a musitar.

De nuevo, pausa.

-I will see you there, afirmó con seriedad máxima, como quién emplaza a una batalla irrenunciable, antes de volver a centrarse en su café y la lectura del Times.

Asentí, sin más que añadir a, probablemente, la conversación más profunda de menos de 10 palabras que haya tenido y vaya a tener en mi vida.

Un partido oficial de los ‘Pross’ siempre es de suma importancia para los inventores del fútbol. Y es por ello que, una vez eliminada Uruguay, rescataré mi camiseta de Inglaterra para lo que queda del Mundial de Rusia, esperando que Jordan Pickford siga parando lo imparable y Harry Kane goleando a pares, hasta levantar la Copa el próximo 15 de julio en Moscú.

52 años sin títulos son demasiados.

Ya toca celebrar un desfile en las calles de Londres.

You going?

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