{Banda sonora: Pikine – Gokh-Bi System}
Por ALEX OLLER
No hay nada como gozar de tiempo libre en época de Mundial, en especial un mediodía de fin de semana, esa franja horaria que invita a los no adeptos al footing a sentarse frente al televisor y contemplar, por ejemplo, un partido tan aparentemente insustancial como el Japón-Senegal de este domingo.
Así que allí estaba yo, nuevamente abonado al lobby del Ibis, parado en solitario frente a la pantalla; primera pista de que el encuentro en cuestión no suscitaba, precisamente, un interés masivo entre montevideanos o turistas.
Pero, ¿qué gracia tiene un Mundial si uno no se entrega a espectáculos como el que nos puede deparar el cruce entre una selección norafricana con jugadores como Sadio Mané y un combinado nipón con la eléctrica dupla Takeshi Inui- Shinji Kagawa a la cabeza?
Dispuesto a disfrutar en la intimidad, saqué papel y boli, con la firme intención de inmortalizar en forma de notas tan magno evento deportivo.
Aquí mis apuntes:
-Si hay un encuentro que merezca la calificación de mínimo riesgo entre sus aficiones, sin duda es este. Los seguidores japoneses ya han sido declarados campeones de los buenos modales, dando ejemplo incluso en materia de limpieza post-partido; y los senegaleses compiten por el trono del buen rollo a ritmo de bongo. Francamente, la única posibilidad de choque que se me ocurre es que una exagerada reverencia nipona coincida en tiempo y espacio con un sinuoso golpe de cadera africana.
-Tremendo colorido en el graderío con caras y cuerpos pintados, disfraces de todo tipo y abierta interpretación. También sobre la cancha, con tintes de pelo para completar el arco iris y –puestos a abordar el tema capilar– unas llamativas rastas del entrenador de Senegal, Aliou Cissé, dignas del Bob Marley más desmelenado. Y no lo digo solo porque ayer viera el octavo capítulo de la muy recomendable Vinyl.
-Blocar el balón ya no está de moda. En el fútbol moderno, los porteros se limitan a repeler la pelota. Adonde sea. Da igual. De allí el 1-0 de Sané tras disparo tibio de Youssouf Sabaly que Eiji Kawashima desvía sobre el delantero del Liverpool. La bola no quema, que yo sepa.
-Apunta maneras el espigado Ismaila Sarr por la banda derecha de Senegal, pero empata Inui con un gol marca de la casa, muy repetido en el Eibar, de rosquita al segundo palo. El tanto rompe estereotipos respecto a la supuesta cortesía y frialdad japonesas, pues Inui interrumpe la conducción de su compañero Yuto Nagamoto y, acto seguido, ambos se funden en efusivo abrazo con el resto de compañeros.
-Los comentaristas uruguayos son, junto a sus colegas cubanos, de lo mejorcito que he visto en materia de fútbol y concretamente en Mundiales. Avanzan un partido “de goles” y no se equivocan, llegando a la conclusión, mediado el segundo tiempo, de que estamos ante “un partidazo”. ¿Ven?
-Apenas separados por unos 300 kilómetros de Buenos Aires, esquizofrénica capital del planeta fútbol, abordan también en plena locución las últimas declaraciones del capitán de Argentina, Javier Masherano, respecto al drama mediático que envuelve a la albiceleste previo a su duelo a todo o nada con Nigeria. “Las opiniones se cambian con victorias”, sentencian. Amén.
-Y otra perla de sabiduría balompédica: “En el fútbol hay que aprovechar los momentos”, apuntan sobre el repentino repliegue de Japón, que no tarda en encajar el segundo de Moussa Wague tras pase de Sabaly. La jugada, de lateral a lateral, enésima muestra del poderío físico senegalés.
-Otra presunción maligna referente a los equipos africanos es que suelen ganar los partidos en el mediocampo y perderlos en las áreas. En este caso la maldición se cumple con una salida en falso del portero Khadim N’Diaye que acaba en gol de Keisuke Honda, celebración con saludo militar, empate final y despiporre en las gradas por parte de unos y otros.
“2-2 y todos contentos”, concluyen nuestros narradores.
Y me acuerdo de una de las promociones del canal retransmisor de los partidos, que rescata esta grandilocuente locución del sorprendente triunfo de México sobre Alemania: “¡Ganó México! ¡No me digan que el Mundial no es lo mejor que les pasó en la vida!”.
No les llevare yo la contraria, desde luego.