[Este artículo fue editado y publicado en febrero de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
ZURICH, Suiza (AP) – Más de 10,000 kilómetros de distancia separan Zúrich, la sede de la FIFA en Suiza, de las modernas oficinas de la CONMEBOL en la ciudad de Asunción, en Paraguay. El recorrido se acorta en unos 3,000 respecto al centro de operaciones de la CONCACAF en Miami. Pero si algo une hoy en día a ambas confederaciones americanas, más allá de su latente desconcierto institucional, es el anhelo de acercarse a la máxima entidad del fútbol mundial.
Sus dirigentes tendrán una primera oportunidad de estrechar lazos a partir del martes, cuando se desplacen a la metrópolis europea para participar en el congreso extraordinario de la FIFA que se celebra el viernes y servirá para escoger al nuevo presidente del macro organismo, tras el escándalo de corrupción que sacudió sus cimientos en mayo de 2015, y que acabó cobrándose meses después la cabeza del anterior mandamás, Joseph Blatter.
El también suizo Gianni Infantino y el jeque Salman bin Ibrahim al Khalifa, de Bahrein, son los dos candidatos mejor posicionados para ocupar el trono.
Las consecuencias de aquel terremoto, que derivó también en las detenciones de siete mandatarios latinoamericanos, incluidos dos vicepresidentes de la FIFA como el uruguayo Eugenio Figueredo y Jeffrey Webb, de Islas Caimán, siguen nublando el panorama futbolístico actual, como demuestra el hecho de que la totalidad de representantes de CONMEBOL y CONCACAF ejercerán de novatos en el próximo congreso.
De hecho, la confederación suramericana estrenará presidente en el paraguayo Alejandro Domínguez, una figura poco conocida que surgió del primer sillón de su federación nacional luego de figurar en la directiva del club Olimpia, y que ganó las elecciones celebradas en enero.
“Uno tiene que asumir responsabilidades que conllevan coraje”, declaró tras su nombramiento Domínguez, firme en su compromiso de recaudar más dinero par asociaciones y clubes.
“La CONMEBOL está en crisis y no va a salir de ella por una sola persona, tiene que ser un equipo. La transparencia tiene que ser de adentro para afuera”, subrayó.
El organismo de las regiones del Centro, Norte y Caribe ni siquiera lucirá líder, ya que el puesto sigue vacante después de la depuración de su plana mayor, pendiente de que los comicios programados para mayo dicten el encargado de comandar su nueva etapa.
“Obviamente tenemos que poner la casa en orden”, reconoció Víctor Montagliani, presidente de la federación de Canadá. “Hay mucha gente buena en la CONCACAF y mucha gente que está molesta, pero creo que todos se dan cuenta que la única forma de salir de esto es juntos”.
Lejos quedan los tiempos en que el fútbol latinoamericano, especialmente del cono sur, ocupaba asiento de privilegio en la mesa donde los peces gordos del balompié departían, decidían y repartían, entre otros asuntos de gran calado, los beneficios que proporciona el jugoso negocio de la pelota.
Casi nada permanece, apenas tierra quemada, del cuestionable legado de hombres como el fallecido Julio Grondona, todopoderoso presidente de la AFA, que tantos años ejerció como mano derecha de Blatter.
El considerado “Padrino del fútbol argentino”, quien sin siquiera hablar inglés figuró como vicepresidente de la FIFA durante casi cuatro décadas, dio cierta continuidad a la influencia continental que antes ostentó el brasileño Joao Havelange a lo largo de casi un cuarto de siglo, desde que asumiera la presidencia en 1974.
Tras cuatro mandatos de Blatter, la línea de sucesión en principio debía recaer en Ricardo Teixeira, a quien Havelange, su compatriota y suegro, había señalado como delfín; pero sus aspiraciones de presidir el máximo organismo mundial se evaporaron en 2012 con las denuncias de corrupción que forzaron su renuncia de la CBF. Fue el europeo quien siguió en la FIFA hasta ser inhabilitado el pasado diciembre por el comité de ética del organismo, tras revelarse que realizó pagos irregulares al jefe de la UEFA, Michel Platini. Pero todo había saltado ya por los aires siete meses antes en Zúrich, con la irrupción de las autoridades locales en el lujoso hotel Baur au Lac.
El grotesco triunfo de Blatter en aquellas elecciones, dos días más tarde, no tuvo continuidad, al renunciar el suizo sin siquiera cumplirse una semana, y tanto CONCACAF como CONMEBOL vieron como muchos de sus dirigentes ingresaron en prisión, tras nueva redada en diciembre que dejó el balance de los tres últimos presidentes de cada confederación acusados. El mencionado Webb, Jack Warner, de Trinidad y Tobago, y Alfredo Hawit, de Honduras, por la primera; más los paraguayos Nicolás Leoz y Juan Angel Napout, junto a Figueredo, por la suramericana.
Pero toda crisis viene acompañada de oportunidad de resurgimiento, y a ello aspiran las delegaciones afectadas en el presente congreso, deseosas de retejer relaciones de privilegio y asegurarse no solo voto, sino voz, en la toma de las grandes decisiones relativas al fútbol mundial.
Los 10 afiliados con que cuenta la CONMEBOL en la FIFA son el menor número de entre las seis confederaciones, y desde luego pírrico en comparación con los 46 de Asia o 54 de Africa. Pero el organismo decano, fundado en 1916, siempre gozó de peso internacional, tanto en los despachos como en la cancha, donde Brasil, Argentina y Uruguay se reparten nueve de los 20 Mundiales celebrados.
Esa misma influencia le ha sido negada históricamente a México, miembro destacado de la CONCACAF y postulante a liderar el repunte continental con antecedentes de un fútbol supuestamente limpio, no contaminado por escándalos de corrupción.
A diferencia del apoyo unitario a Infantino expresado por CONMEBOL, no ha trascendido por el momento el candidato preferido de los miembros de CONCACAF, cuyas 35 federaciones afiliadas votarán según su particular conveniencia. Solo los siete miembros centroamericanos se han posicionado del lado del suizo. Aunque, más allá de concretar la anhelada ampliación de las plazas mundialistas, de 32 a 40, al organismo le interesa igualmente abordar el caso de la congelación de sus fondos; unos 10 millones de dólares inicialmente destinados a la región caribeña.
La FIFA también cerró el grifo a la CONMEBOL, cuyo actual director general, Gorka Villar, formará parte de la delegación que represente a la organización en Zúrich. Mientras, en Uruguay, el encarcelado Figueredo implica al abogado español como una de las figuras claves en el entramado de sobornos por la concesión de derechos televisivos.
Tal es el estado de incertidumbre que planea sobre el fútbol latinoamericano, por el momento señalado como principal foco del descalabro del órgano internacional y que, pese a todos sus males, aspira a cobijarse bajo la bandera de una inminente y profunda renovación.