[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
RIO DE JANEIRO (AP) – Sergio Henao volaba en descenso hacia la meta de Río de Janeiro, empujado por el soplo de toda Colombia y en teórica sintonía con Vicenzo Nibali, pero un fatídico y simultáneo resbalón de ambos dejó vía libre al triunfo final del belga Greg Van Aermaet en la carrera de ciclismo en ruta de los Juegos Olímpicos.
¿Error de Nibali, quien iba entonces primero en la escapada de tres, con el polaco Rafal Majka en cola y a la expectativa? ¿Despiste de Henao, quien bajaba a rueda del italiano después de que ambos colaboraran admirablemente en la ascensión final a la cima de Vista Chinesa, a 530 metros de altura sobre las espléndidas playas de Ipanema y Copacabana?
Poco importa para la afición colombiana, que pasó del todo a la nada en el fugaz instante que separó al Henao veloz de dorsal encorvada y puños aferrados al manillar al herido ciclista, desparramado en la cuneta y con la mirada desesperada en busca de una bicicleta que finalmente avistaría abollada unos metros más adelante, junto al cuerpo igualmente tendido y rasguñado de Nibali.
La caída le puso la pimienta a la decepción colombiana, pues llegó a falta de 11 kilómetros para el final de una durísima carrera de más de seis horas, y poco después de que se confirmara el abandono del también antioqueño Rigoberto Urán, el teórico primer candidato a medalla del país cafetero, quien se bajó de la bici justo antes de completar los 200 kilómetros.
No hubo medalla de oro, que hubiera sido la primera de ese metal de la historia para el país sudamericano en ciclismo, ni siquiera podio o consuelo para Urán, que se quedó con las ganas de repetir o mejorar la presea de plata que se colgó en Londres 2012.
“Fue un día donde teníamos un equipo muy fuerte, unido y trabajando. En la parte media no me encontré bien y no pude ayudar a los muchachos”, lamentó Urán. “Al final se fue a dar un poco la carrera con Sergio Luis y desafortunadamente pasó esta caída. Me da mucha rabia, porque se estaba jugando la medalla, pero esperemos que no tenga nada roto, que es lo más importante. Pero es que estás carreras de un día son muy complicadas. Puede pasar de todo. Es lo que hay”.
Y es que Urán, segundo en el Giro hace tres años, no fue el único colombiano en no lograr acabar el recorrido, pues también claudicaron antes de tiempo el caleño Jarlinson Pantano y el joven Miguel Angel López.
“Hicimos todo perfecto. Era la estrategia que habíamos hablado. La idea era ir yo en fuga, pero desafortunadamente pasó lo que pasó. Una lástima, porque creemos que Sergio hubiera hecho un gran número. Pero así es el ciclismo. Teníamos corredores muy especialistas en este tipo de carreras como Rigoberto o Sergio. Nos vamos muy tristes por él”, declaró Pantano, aún pendiente de comprobar la salud del compañero lastimado.
Colombia, que ha vivido un resurgir de su ciclismo en los últimos años, en especial con las gestas de Urán y Nairo Quintana, tercero del más reciente Tour de Francia pero ausente en Río, tenía altas esperanzas de triunfo en la prueba de ruta por tratarse de un recorrido de lo más variopinto, teóricamente propicio a las emboscadas que siempre han caracterizado a los “escarabajos”, como se conoce a los escaladores procedentes del montañoso país.
Y la carrera no empezó mal para los intereses colombianos, con el emergente caleño, Pantano, enfrascado en una primera escapada de cinco corredores que dominó el primer tramo de la prueba.
Pero las cosas empezaron a tensarse más de la cuenta con tropiezos sobre los adoquines y accidentes de todo tipo, incluido un brutal choque del iraní Samad Poor Seiedi contra un muro. Pantano se descolgó sobre el kilómetro 164, dando paso al relevo de Henao, quien hizo subir las pulsaciones en su aventura junto a Nibali y Majka, el más pasivo del trío en la subida definitiva.
Finalmente el polaco estuvo lo suficientemente hábil como para sortear a los colegas caídos y sus bicicletas camino del llano de Ipanema, pero la fallaron las piernas en los últimos dos kilómetros, siendo a su vez cazado por Van Aermaet y el danés Jakob Fuglsang, con triunfo para el belga en el sprint.
Nada de ello importó ya a los aficionados colombianos, que acudieron en masa a apoyar a los suyos, y cuyos sueños de gloria se desvanecieron en aquella empinada y traicionera curva de derechas de abundante sombra y asfalto humedecido por las altas temperaturas.
“Fue una carrera muy peligrosa por las caídas, no solo las de Nibali y Henao. Antes también se cayeron muchos otros. Ha sido muy dura. Ahora mismo estamos muertos”, comentó el español Joaquín Rodríguez, quien se despidió del ciclismo con un quinto puesto en la justa olímpica.
El mejor clasificado del quinteto cafetero, y el único que acabó la prueba, fue Esteban Chaves, actual subcampeón del Giro de Italia, quien finalizó a 3 minutos y 34 segundos del ganador, en el 21er lugar, el mejor entre los competidores latinoamericanos.
Escaso botín para el potencial de los ciclistas colombianos, voluntariosos sobre la bici pero escasos de discurso al respecto de lo ocurrido, con apenas tópicos como recurso para intentar explicar lo difícilmente entendible. Así es el ciclismo.