[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2016 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
RIO DE JANEIRO (AP) – Thomas Briceño llegó, triunfó y perdió el miércoles en su primera aparición en unos Juegos Olímpicos, pero no se fue de Río de Janeiro sin antes poner a Chile en el mapa del judo mundial.
Con su victoria inaugural sobre el jordano Ibrahim Khalaf, Briceño se convirtió en el primer chileno en ganar un combate olímpico. En toda una demostración de pundonor y recursos, el nativo de Santiago se impuso por waza-ari, yuko y tres sanciones de su rival; pero tuvo poco tiempo para celebrar, pues en el tatami le esperaba el coreano Donghan Gwak en segunda ronda.
Allí Briceño ya no pudo con el actual campeón mundial, aunque le dio pelea pese a una cadera maltrecha que lastró su preparación y de la que espera operarse de vuelta a Chile.
“Me da igual perder contra el primero que el último. Todas las derrotas sirven. Un error me costó la competencia, pero espero que el triunfo sirva de impulso”, declaró el judoca, quien congeló sus estudios universitarios de ingeniera mecánica para centrar sus esfuerzos en cumplir su sueño olímpico.
Entrenado por dos españoles, Héctor Nacimiento y Javier Madera, Briceño sabe que la verdadera apuesta del país austral son los próximo juegos de Tokio 2020, y tanto él como ambos técnicos son conscientes de que, pese a su gran potencial, le queda aún camino por recorrer.
“Es fuerte y tiene muchos recursos, pero es joven todavía y le falta definir su judo. En Chile es un deporte minoritario, y aún estamos intentado consolidar un estilo”, explicó Nacimiento.
Briceño, quien se inició de la mano de sus padres cuando era chico y con el objetivo de perder peso, luce un tatuaje de caligrafía oriental en el torso izquierdo que reza “honor, familia y judo”.
En espalda figura otro. “Disciplina, constancia y perseverancia”, revela el deportista antes de fundirse en un sentido abrazo con Madera.
Visiblemente emocionados tras el logro fruto de muchas horas compartidas en las competencias y sesiones de entrenamiento, Madera le espeta unas sentidas palabras de ánimo al pupilo antes de retirarse rumbo al vestidor.
Más allá, a Briceño le espera el quirófano para tratarse esa fastidiosa cadera. Y luego, ya sellada una primera victoria olímpica en el pasaporte, vuelta al tatami, con Tokio 2020 como cita irrenunciable en busca de la segunda.