[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2015 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
BEIJING (AP) – “Saltar me gusta, pero lo que más me place es bailar, sobre todo reggaetón”, asegura Yarisley Silva. La oriunda de Pinar del Río probó incluso el ballet hasta que una profesora le dijo que estaba demasiado musculada, y hoy es una de las principales candidatas a medalla de oro por Cuba en el Mundial de Atletismo que se disputa en Beijing, donde el lunes clasificó a la final del salto con pértiga.
Con boleto sellado después de superar la barrera de los 4.55 metros de altura, Silva espera validar ahora las esperanzas depositadas sobre ella a razón de su excelente temporada, en que fue de menos a más hasta ostentar actualmente el mejor salto del circuito y tercer mejor de todos los tiempos: 4.91 metros.
Ya en su tercer mundial, cumplió las expectativas en su estreno en el estadio conocido como el Nido de Pájaro, pese un salto fallido en su primer intento de los 4.55, y estará presente en la final del miércoles.
“Me sentí un poco nerviosa y presionada, porque el arranque siempre es lo más difícil, y fallé uno de los saltos. Pero luego estuve mejor y logré salir de eso. Tras un error, la clave es concentrarme y convencerme a mí misma de que el próximo va a salir”, explica la atleta, quien se decantó en su día por la pértiga casi por casualidad. “Yo no sabía ni lo que era una garrocha (pértiga) cuando me lo propusieron. Me lo tomé al principio como una afición, pero luego me acabó enganchado porque era algo muy distinto. No había casi atletas y era costoso competir, pero fui constante y logré superar la escasez de medios”, recuerda.
A sus 28 años, el gran anhelo actual es ocupar el trono vacante de la rusa Yelena Isinbayeva , quien no acudió a Beijing para centrarse exclusivamente en los próximos Juegos Olímpicos de Río, tras su reciente maternidad.
Sin embargo, Silva deberá pugnar con la ganadora de la medalla de oro olímpica en Londres 2012, la estadounidense Jennifer Suhr, y otras aspirantes como la griega Nikoleta Kyriakopoulou, la brasileña Fabiana Murer o la rusa Anzhelika Sidorova.
“Llego como la primera del año, con confianza y seguridad en mí misma, y quiero la medalla de oro; pero tampoco puedo decir que la vaya a conseguir, porque será muy difícil: están las mejores y el nivel es muy parejo”, analiza Silva, quien se llevó la presea de plata olímpica en Londres y se colgó bronce en el último mundial de Moscú, en 2013.
Le falta, pues, el oro, y espera conseguirlo en un estadio donde vivió uno de sus primeros sinsabores. Fue en los Juegos Olímpicos de 2008, cuando no logró superar las barrera de los 4.15, clasificando 26ta.
“A veces caes en un bache. Esto me ha pasado incontables veces, pero la grandeza no se mide por las veces que uno cae, sino por las que es capaz de superarse”, dice la cubana, quien ha trabajado con el tiempo la fortaleza mental para acompañar sus excepcionales aptitudes físicas. “La experiencia de los Juegos Panamericanos de Toronto (donde ganó estableciendo un nuevo récord para el certamen) me ha ido muy bien para ganar confianza de cara al mundial. Había tenido problemas psicológicos en la temporada que me impidieron progresar: problemas para subir el agarre, para hacer el despegue, muchas indecisiones… Pero gracias mi psicólogo, a mis técnicos y mis seres queridos logré superar esas deficiencias”.
La frase más repetida por su entrenador, Alexandre Navas, es “o héroe o mártir”, según revela Silva, aspirante a la primera condición en Beijing y, a su vez, exponente de su propio lema. “El mayor rival es uno mismo”, concluye, camino de la sala de pesas y con lo alto del podio mundialista como destino preferencial.