[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2015 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
BEIJING (AP) – Otra vez volvió a pasar con Erick Barrondo. Como Sísifo en la mitología griega, cuando el rey de Éfira es castigado a cargar una pesada piedra hasta la cima de una montaña para que, apurando su objetivo, esta vuelva a rodar abajo. Y así, sucesivamente, toda la eternidad.
Empieza a asemejarse el mito heleno al guion deportivo del marchador guatemalteco, quien el sábado recurrió en una nueva y dolorosa descalificación en el Mundial de Atletismo en Beijing.
Barrondo, de 24 años, vio la tercera amonestación por parte de los jueces sobre el kilómetro 31 de la carrera de 50 kilómetros, y abandonó la competencia internacional por la puerta de atrás. Una vez más.
“El entrenador de los chinos es hermano del presidente mundial de la marcha y, mientras haya una familia manipulando intereses, los países latinoamericanos pequeños vamos a estar lejos de las medallas. Solo hay que ver como el domingo (en la carrera de los 20 kilómetros) descalificaron también a Andrés Chocho (de Ecuador)”, denunció Barrondo, quien también fue descalificado en el kilómetro cinco del pasado mundial de Moscú 2013 y tampoco logró acabar la carrera de los 20 kilómetros en los recientes Juegos Panamericanos de Toronto, cuando lo echaron a unos 200 metros de la meta, con la medalla de plata en juego.
“Ha sido un año muy malo para mí”, concedió el fondista, reincidente en su crítica de los jueces; aunque su coequipero, Jaime Quiyuch, quien acabó en 29no lugar en Beijing, le invitó a la reflexión tras su último episodio. “No entiendo. Se le han estado viniendo las descalificaciones de una en una. Creo que vamos a tener que trabajar más duro con él, porque no ha logrado acabar ninguna competencia internacional y tenemos que ver qué es lo que está pasando”, opinó Quiyuch.
Medallista de plata en los juegos de Londres 2012, Barrondo contrajo matrimonio tras la cita olímpica con otra caminadora de la delegación guatemalteca, Mirna Ortíz, que el viernes acabó 12da en la prueba de 20 kilómetros. La ceremonia fue en Rusia y, desde entonces, han participado en varios eventos internacionales conjuntamente.
Ambos procedentes de entornos humildes, ella de una colonia periférica de la capital del país centroamericano, él de San Cristóbal Alta Verapaz, poblado del interior del país, solo disponen de la calles abiertas al tránsito para entrenar en Guatemala, y se han habituado por necesidad a vivir alejados de su tierra natal, puliendo su caminata en el centro de alto rendimiento de Spala, en Polonia.
“Mi crítica de los jueces no es excusa. En la carrera de ayer de Mirna, todos los jueces les mostraron tarjetas a las dos punteras (las chinas Hong Liu y Xiuzhi Lu), y al final llegaron prácticamente limpias. En casi todas las competencias he buscado fotografías donde hay atletas que van con una técnica peor que la mía, con genuflexión y los pies en el aire; y sin embargo terminan por delante de mí”, expuso Barrondo, quien prometió que no cejará en su empeño por regalarle una nueva medalla a Guatemala, como hiciera en 2012.
“Mi país vive momentos críticos y quiero darle una alegría. En los Panamericanos la culpa fue mía, y es verdad que debo seguir puliendo mi técnica, aunque hoy fue totalmente diferente”, concluyó el corredor, que también fue descalificado en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz el pasado año, y había anticipado en Toronto que su revancha estaba a la vuelta de la esquina.
“Hay un campeonato del mundo en Beijing y vamos a demostrar que realmente sí podemos”, vaticinó el guatemalteco tras su enésimo adiós prematuro.
Y el sábado, repitió mensaje. “En la vida nada es imposible. Estoy a un año de los Juegos Olímpicos y seguro de que le voy a dar vuelta a la situación para pelear nuevamente por una medalla.
Palabra de Sísifo.