[Este artículo fue editado y publicado en agosto de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
BARCELONA, España (AP) – A Julia Sebastián le podía haber salido la vena del waterpolo por precedente familiar, pero a la nadadora argentina no le atraía demasiado la idea de pegarse patadas y codazos en la pileta o competir en grupo, prefiriendo la solitud de carril y el premio de la meta, al grito colectivo del gol.
“En mi club me dijeron de pasarme al waterpolo pero, cuando ya estás entre las mejores de Argentina en natación y formas parte de un seleccionado, eliges esa opción. Además, soy muy individualista y no sé cómo me iría en un deporte de equipo. Tampoco me gusta mucho el contacto”, reconoció el sábado desde el mundial de natación la oriunda de Santa Fe, cuyo abuelo, Mario Sebastián, compitió en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 como waterpolista.
Pero inclusa los atletas más taciturnos requieren de un cierto apoyo en los momentos complicados y Sebastián, quien se ha topado con más de una dificultad en el certamen, siente que le faltado un hombro amigo en Barcelona.
“Nosotros no tenemos la infraestructura que tiene el resto de países en nivel de médicos, piletas y demás. Mi entrenador no pudo acompañarme porque no había presupuesto para el viaje, que ya valía como unos 20.000 pesos. A pesar del apoyo de otros compañeros y entrenadores, me he sentido muy sola y desamparada. Y cuando no bajas los tiempos, te sientes más sola todavía, porque no hay con quien descargarse y hablar. A veces agarro un teléfono público y lo llamo, pero no es lo mismo”, lamentó la nadadora del Club Regatas de Santa Fe.
Ya previo al mundial, Sebastián había expresado su temor a que su preparador, Roberto Ortiz, no la pudiera acompañar al no recibir el apoyo estatal del que goza la atleta, becada a título individual.
La santafecina de 19 años no pudo superar ninguna de las rondas preliminares de las que participó en el certamen, pero la adversidad no impidió que, en su última carrera, dejara su marca en forma de récord nacional, bajando su registro previo de 32.37 segundos a los 32.28 en la prueba de los 50 metros pecho.
“Habíamos entrenado para los 200 y físicamente estaba muy bien. Pero la carrera fue muy dura, era la primera vez que disputaba un mundial de distancias largas y me puse muy nerviosa, que es algo que nunca me ocurre. Incluso temblaba antes de saltar al agua. Hoy vine mucho más relajada y se dio la marca”, resumió Sebastián, quien había quedado 26ta en la anterior prueba y dentro de una semana volverá a competir en Brasil con la intención de “demostrar todo lo que entrene y que no se vio acá”.
La experiencia de Barcelona, aunque valorada en positivo “porque me dio experiencia” es la segunda espina clavada de la argentina en poco más de un año, pues se quedó a las puertas de Londres 2012 por unas pírricas 20 centésimas de segundo que, sin embargo en la natación, representan todo un mundo de diferencia. “Quedé novena en la clasificación y se llevaron a ocho a los juegos”, recordó con amargura, recién cerrada su participación mundialista pero con la mira puesta ya en Río 2016, donde espera representar nuevamente a su país.
Desentendida del fútbol “porque se come todos los demás deportes amateurs y eso me molesta”, Sebastián hizo también alguna que otra pirueta en la gimnasia hasta que su cuerpo se desarrolló “y tenía un tamaño de rugby que no pegaba con el resto de compañeras”.
Finalmente tampoco siguió los pasos de su abuelo, ya fallecido, en el waterpolo. Pero, pese al desengaño de Londres, sí ha competido internacionalmente en certámenes de nivel internacional y siente que “se dieron muchas coincidencias entre nosotros. Yo no creo en Dios ni esas cosas, pero creo que él siempre está acá conmigo”.
Y al menos, en esos momentos, la nadadora se siente un poco menos sola.