[Este artículo fue editado y publicado en mayo de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
BARCELONA, España (AP) – En uno de los clásicos ejercicios de Marcelo Bielsa con la selección de Chile, en que el preparador argentino parcelaba el césped con estacas, el organizador Pedro Morales (27 años, Viña del Mar) amagó un centro al segundo poste para lanzar al primero, con tan mala suerte que resbaló, chocó con una de ellas y cayó lesionado.
“Se me hinchó la rodilla y me quedé sin jugar”, recuerda Morales desde Málaga, donde brilla actualmente bajo el tutelaje de su compatriota Manuel Pellegrini. “A la siguiente nómina, ya no estaban las estacas. Bielsa las había quitado”.
Tal es la predilección del “Loco” por los futbolistas de talento y espíritu amateur como Morales, a quien no dudó en saludar durante el último Málaga-Athletic de Bilbao, visto desde la banca por el ex pupilo. “Me dio la mano y me dijo que se alegraba mucho de verme acá”, cuenta Morales.
El mediocampista chileno, fichado libre del Universidad de Chile por el Málaga durante el mercado invernal el pasado enero, aún no se había asentado por entonces en el once de Pellegrini, quien apostó por la reincorporación de un futbolista relativamente desconocido en Europa pero que contaba con la recomendación personal de Arturo Salah, ex compañero del técnico en La U, y el visto bueno de otro compatriota como Manuel Iturra, quien hoy le acompaña en la medular malacitana.
“Iturra me habló muy bien del club, la ciudad, la afición y los compañeros, así que me lancé. Tras la etapa en el Dinamo Zagreb, pensaba que regresar a Chile en un equipo potente como La U sería bueno, pero no jugué mucho. Siempre quise triunfar en Europa, lo peleé hasta el último momento y gracias a Dios se dio, porque era un sueño para mí y no quería perder ese tren”.
El viaje resulto insospechadamente largo para un futbolista de la calidad de Morales, quien, en apenas unos meses, se ha ganado el respeto de sus compañeros y el cariño de su nueva afición con un despliegue de virtuosismo a balón parado y capacidad organizativa. “Todos me preguntan donde aprendí a golpear así el balón, pero nadie me enseñó. Mirando se aprende mucho, y me fijaba en (el inglés) David Beckham y (el uruguayo) Alvaro Recoba. Es algo que siempre tuve, que fui mejorando, e intento sacarle el mayor provecho posible”, explica.
Tras brillar en el torneo de Esperanzas de Toulon en 2008, eligió la oferta del Dinamo “porque era la que me parecía más concreta” y, tras un buen inicio en la liga croata, su estela paulatinamente se apagó, precipitando la vuelta a su país en 2012. “Nació mi hijo, hubo circunstancias familiares y, al final, el club también tuvo problemas económicos. No era feliz”, resume.
Cuesta entender que Morales, quien suma tres partidos de titular, dos dianas, tres asistencias e incontables tiros libres y de esquina con sello de gol, no fuera reclutado antes por algún equipo con aspiraciones de las grandes ligas europeas. Pero él mismo reconoce que sufrió para sacudirse el estigma de falta de carácter que, a menudo, acompaña a los futbolistas surgidos de Huachipato, el club de Concepción: “Es verdad que existe, y a mí me acusaron de ello. Lo estoy mejorando porque, seguramente, me impidió crecer más como jugador y perdí algún año de mi carrera. Quizás hubiera llegado antes a España”.
Desde la lejanía, no dejó nunca de seguir las ligas española e italiana, encontrando siempre el refuerzo necesario a la otra esquina del sofá. “Con mi mujer las veíamos por televisión, y ella me decía que me veía jugando allí; que tenía condiciones para hacerlo. Y yo también lo creía y le daba vueltas a la cabeza”, revela.
Especialista en la recuperación de futbolistas descartados desde que el Málaga se decantó por la austeridad al término de la pasada temporada, Pellegrini le recetó paciencia a su llegada, consciente que la falta de rodaje podría pasarle factura en una liga tan intensa como la española.
Pero la irrupción de Morales fue de alto impacto, con un despliegue de centros con veneno en 13 minutos de acción contra el Valladolid y un debut de ensueño como titular: dos asistencias y un golazo desde fuera del área frente al Rayo Vallecano.
Sin ficha para jugar la Liga de Campeones, donde el equipo cayó eliminado por el Borussia Dortmund en los cuartos de final, solo una leve lesión le apartó dos semanas de la competición doméstica, a la que regresó el pasado domingo contra el Getafe como si nada, acumulando otra asistencia y ampliando su clase magistral a balón parado.
El próximo miércoles, su prodigiosa diestra tiene cita en el Santiago Bernabéu para medirse a los “cracks” del Real Madrid; pero Morales, quien ya visitó el coloso blanco con el Dinamo por la Champions de 2011 (no jugó), prefiere centrarse en el choque previo contra el Granada. “Mentiría si dijera que no es de los partidos más importantes para mí, pero hay que ir día a día y el sábado nos jugamos una plaza europea”, subraya.
La entidad, en convulsa situación financiera con casos de impagos, sigue pendiente de que el TAS revierta el castigo de la UEFA para jugar torneos continentales la próxima campaña, y Morales no pierde la esperanza de que los directivos hagan efectiva su opción de renovación automática: “Me gustaría. Estoy muy alegre acá pero no sé nada todavía. Depende del club”.
Al apodado “Pokegol” no le gusta avanzar a acontecimientos, y por ello tampoco se desvela pensando en una vuelta inminente a la selección chilena, de la que no forma parte desde que Bielsa le dejara fuera del Mundial de Sudáfrica. “Fue muy triste. Quién sabe si podré ir a Brasil. Está difícil. Veo bien al equipo”, suspira.
El anterior seleccionador, Claudio Borghi, jamás llamó su número, y el actual, Jorge Sampaoli, no le dio demasiada bola cuando estaba al mando de La U. Aunque quizás las últimas actuaciones del centrocampista varíen su opinión de cara a la cita con Paraguay el próximo 7 de junio, por las eliminatorias clasificatorias.
Humilde, respetuoso y solidario con sus camaradas, Morales no duda en ensalzar las virtudes de su colega Alexis Sánchez, cuestionado en el Barcelona, y apelar al espíritu del “Matador” Marcelo Salas, con quien compartió vestuario en el tramo final de su carrera y del que quedó prendado por su “gran categoría como persona y futbolista, sacrificándose y siendo campeón con todos sus equipos”.
No parece ocurrírsele reclamar un lugar, ni en “La Roja”, ni en el Málaga, pues prefiere hablar con el balón. Valedores no le faltan entre compañeros como el defensor uruguayo Diego Lugano, quien hace tiempo le reclama una asistencia de gol.
Vistas sus prestaciones en la liga, parece cuestión de tiempo. En ese aspecto, el tren de Morales es de los más puntuales de Europa.