[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
BARCELONA, España (AP) – Hace algo más de un año, Dolores Hernández se quedó a las puertas de saborear la competición de élite que supone una participación en los Juegos Olímpicos, quedándose a las puertas de Londres 2012 pese a lograr una plaza para México, y se propuso desquitarse a su siguiente oportunidad.
Lejos de desanimarse, la joven clavadista de 16 años, quien tras su cara de niña tímida y educada esconde una fortaleza a prueba de dolores, peleó duro para ganarse una plaza en el actual mundial de natación. Y el domingo mejoró aún más su trayectoria ascendente en Barcelona, clasificando a la final de un metro trampolín en los clavados femeniles.
La prueba se disputará el martes en una alberca de grato recuerdo para la fanaticada tricolor, pues en el mundial de hace 10 años, Paola Espinosa y Laura Sánchez, sus actuales compañeras, consiguieron uno de los grandes éxitos deportivos del país en la modalidad de los tres metros sincronizados.
Aunque el podio está difícil para Hernández, cuyo octavo puesto en la preliminar la dejó con 252.85 puntos, a 31.15 de la tercer clasificada, la china Wang Han, la joven clavadista a la que sus amigos apodan “Lolita” no se cierra puertas, y espera ver recompensado con un buen desempeño el sacrificio de tantas horas de dedicación; un duro camino que inició a los ocho años y torció a los 11, cuando decidió abandonar el hogar natal en Veracruz para entrenarse a fondo en el Distrito Federal.
“Me sentí bien y tranquila en la preliminar, pero creo que pude haberlo hecho mejor. El nivel está alto, pero no me sorprendió. Venia preparada y fue una buena competencia. Es mi primer mundial y me alegro de que me esté yendo bien”, expresó Hernández, quien se dedicó después a animar a sus compañeros de selección, Germán Sánchez e Iván García, en la final de 10 metros plataforma sincronizados, en que la dupla no pudo conseguir estrenar el medallero mexicano.
“Tienen mucho, mucho nivel. Lo demostraron en Londres 2012 y otras competencias y tengo esperanzas de que puedan ganar”, había expresado la clavadista antes de la final.
En la nutrida expedición mexicana no la acompaña en esta ocasión Carolina Mendoza, aunque sí Alejandra Orozco. Las tres habían clasificado con 15 años para Londres 2012, aunque la última criba interna de la federación mexicana designó la última plaza olímpica en beneficio de su actual compañera, Arantxa Chávez.
En un curioso giro del destino, Chávez no clasificó a la final del martes en un metro trampolín, puntuando en 16to lugar, con 24 puntos de desventaja respecto a Hernández, quien prefiere pasar página al respecto de su no inclusión en la lista olímpica. “Fue injusto y me aflijí un poco, pero ya se me pasó”, zanja.
Discípula de la entrenadora china Ma Jin, recuerda con cariño su introducción a los clavados, que le llegó por iniciativa familiar. “De pequeña no hacía nada de deportes, y mis papás querían que me distrajera, así que me apuntaron a clavados. En seguida me gustó, porque sentía la adrenalina y el miedito de tirarte de las plataformas y el trampolín”, explica la saltadora, quien reconoce que, en ocasiones, aún le entra algún temblor de piernas.
Pero ello no es obstáculo para ambicionar cotas más altas. “Mi objetivo siempre han sido los saltos de tres metros de altura, pero acá solo pude venir en uno. Es una buena preparación para progresar a los tres. Y allí quiero competir en los próximos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro (Brasil) en 2016. El miedito me sigue acompañando, pero en el fondo es algo que me gusta”, revela.
En Barcelona, junto a las mejores del mundo y con los dos pies en la final, el miedo es relativo y los dolores pasados, inexistentes.