Estrella no brilla en Barcelona, pero apunta alto

[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLLER

BARCELONA, España (AP) – Anna Frank, la niña judía que se escondió junto a su familia en una buhardilla de Amsterdam durante la terrible era de la persecución nazi, tuvo un final trágico; pero los conmovedores relatos de su diario personal, uno de los libros más célebres de la historia de la literatura y el último en ser devorado por la ávida lectora Alejandra Estrella, emocionaron sobremanera a la joven clavadista mexicana, quien el miércoles se despidió con sabor agridulce pero ánimo entero del mundial de natación.

“Está muy padre el libro porque es una niñita muy chiquita y tiene ideas como de persona grande. Pobrecita, que estuvo allí encerrada todo el tiempo y quería sacar sus sentimientos, pero no podía porque estaba rodeada de puros adultos que no la comprendían… El final fue triste, pero dejó un legado muy grande”, resume la también precoz Estrella, debutante en el certamen y, con 14 años, la más joven de las 36 participantes en la prueba preliminar de saltos de 10 metros plataforma; así como de la delegación de México, donde esperan que algún día encabece la selección de clavados como máxima estrella, valga la redundancia.

Cierto es que no brilló como esperaba a costas del mediterráneo, quedando fuera del primer corte con un una pobre puntuación de 197.45 que apenas le valió el penúltimo lugar en una reñida competencia para las semifinales.

Quizás Barcelona le llegara demasiado pronto a la prometedora regiomontana, quien tampoco alcanzó el mundial en plenitud de facultades, pues una dolorosa lesión en el hombro derecho mermó notablemente cada uno de sus saltos.

“Pude haber hecho las ejecuciones muchísimo mejor. Tenía esperanzas de pasar, pero tuve que dejar de entrenar unos días por culpa de la lesión y eso me bajó un poquito. Tengo un desgaste, sentía un tirón y me dolía cuando caía  al agua. También estuve un poco nerviosa”, comenta la clavadista, reacia a buscar excusas y, mucho menos, a dejar que su discreta valoración final le chafe el gusto del estreno. “Me siento feliz porque es mi primer mundial, lo cual ya es un éxito muy grande, y no siempre se tiene la oportunidad de estar en Barcelona. Hasta ahora he estado concentrada en la competencia, pero espero salir a partir de mañana, conocer la basílica de la Sagrada Familia y disfrutar de la playa”, dice.

Estrella exhibe entusiasmo a raudales y ni un atisbo del lamento ocasionalmente asociado a los pre-adolescentes. “Aunque el otro día salió llorando de la piscina por el dolor y la tuvimos que sacar, no le gusta quejarse nunca. Incluso nos planteamos que no compitiera, pero ella pidió seguir. A veces la he visto llorando a escondidas, por un mal desempeño”, revela su entrenador, el cubano Rolando Prieto, quien apostó por la joven atleta después de que la regiomontana no cuajara con la preparadora china Ma Jin durante los cinco meses que pasaron juntas entrenando en el Distrito Federal. “Ella era muy delgadita, pero es muy trabajadora y ahora estamos trabajando la fuerza. Cada entrenador tiene su librito. Nosotros le dimos confianza y le fue mejor. A los chicos hay que darles esperanzas”, zanja Prieto, reacio a polemizar con su colega sobre las cualidades de la joven promesa.

Ma, quien disfrutó el martes de la medalla de bronce cosechada por la dupla de Rommel Pacheco y Jahir Ocampo y en los tres metros sincronizados, asegura alegrarse de la progresión de su ex discípula, a la que únicamente aconseja mejorar “en técnica y autoconfianza”.

Estrella no tiene nada que reprochar a la asiática, y apunta a la distancia de sus seres queridos como factor de peso en el bache sufrido en su progresión. “(Ma y Prieto) tienen ideas diferentes pero los dos son excelentes entrenadores. Con ella los entrenamientos se basaban más en la técnica y aprendí mucho; pero mi familia estaba lejos, era mucho sacrificio y decidí volver a casa. Así voy a la escuela, entreno y me siento muy bien”, expone.

El halo protector del equipo mexicano con la novata, quien ha dejado a la familia en su Monterrey natal, es notable, como desprende la valoración que de ella hace su más experimentada compañera y rival en los 10 metros, Alejandra Orozco. “La he visto muy feliz en Barcelona, disfrutando de su competencia. Tiene mucho talento, es muy buena y tira bonito, pero debe seguir trabajando para aspirar a más”, subraya.

A Estrella le ilusiona seguir los pasos de figuras consagradas como Orozco y Paola Espinosa, medallistas olímpicas en sincronizados. “Me da mucha emoción estar junto a ellas y ojalá logre llegar a su nivel. Ahora voy a esperar dos años otra vez para darle con todo a las finales”, cuenta, al tiempo que define su propio estilo como “una revoltura, porque Rolando me ha enseñado muchos clavados distintos”.

La mundialista, al fin y al cabo, sigue otros deportes como la esgrima, la gimnasia artística y el taekwondo, y bebió de varias fuentes antes de decantarse por la plataforma. “Mis papás me apuntaron a natación, gimnasia y ballet. Incluso a natación sincronizada, pero no me gustó nada, porque me cansaba mucho y me aburría nadando siempre arriba y abajo. En clavados me pasaba el día brincando, y era mucho más divertido”, recuerda.

Aguantar la respiración bajo el agua nunca le supo a mucho a Estrella, gustosa, a pesar de los dolores, de haber surcado estos días los aires de Barcelona. La meta es ahora Río de Janeiro 2016, donde la imberbe entusiasta de Anna Frank buscará volar más alto todavía, con la ilusión de un final feliz.

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