Espinosa y Orozco se quedan sin medalla, pero no sin ilusión

[Este artículo fue editado y publicado en julio de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]

Por ALEX OLLER

Puede ser que a Paola Espinosa y Alejandra Orozco alguien les eche en cara la carencia de resultados en Barcelona, pero a la dupla de clavadistas mexicanas no se les podrá reprochar falta de ilusión.

En una jornada de luces y sombras, México sumó el lunes su primera medalla en el mundial de natación, pero también vivió su segunda gran decepción del certamen, al quedar ambas fuera del podio en la modalidad de los 10 metros sincronizados plataforma.

El día había empezado bien para la delegación mexicana con la presea de bronce asegurada por el saltador Alejandro Chávez en un metro trampolín pero, tras el mal sabor de boca que dejó el domingo la participación de Iván García y Germán Sánchez en los 10 metros sincronizados en plataforma, sin premio de medalla, Espinosa y Orozco también fallaron en categoría femenil, clasificando en el sexto lugar de su competencia.

El oro se lo adjudicó China, que domina los clavados en Barcelona con tres oros de los cuatro en disputa, mientras que  la pareja canadiense de Meaghan Benfeito y Roseline Filion, bronce en Londres 2012, quedó en segundo lugar, por delante de Pandelela Pamg y Mun Yee Leong, de Malasia, que se llevaron el bronce. La gran campeona china, Chen Ruolin, sumó su cuarto mundial consecutivo, esta vez acompañada por Liu Huixia.

En los pasados Juegos Olímpicos, México consiguió la medalla de plata en la modalidad, tanto en féminas como varones.

Espinosa y Orozco habían quedado segundas en la fase preliminar, lo que alimentó las esperanzas de los mexicanos.

“A veces se gana y a veces se pierde”, se encogió de hombros Espinosa tras confirmarse el sexto lugar final. “Estamos bien. Regresamos después de Juegos Olímpicos. Igual no fue una buena competencia pero seguiremos entrenando. Desde el principio en los obligatorios estuvimos un poco flojas, hasta el último clavado. Pero nada más nos hace falta un poco más de entrenamiento. Es el principio del ciclo olímpico y no pasa nada”, matizó.

La doble medallista olímpica relativizó así el mal desempeño en la capital catalana; aunque quizás las expectativas fueron desmesuradas desde el principio dado que, al contrario que en la preparación olímpica, la pareja gozó de menos tiempo para entrenar juntas sus clavados y la propia Espinosa regresaba de una operación de rodilla en enero.

“En la mañana tiramos igual, solo que las rivales lo hicieron peor y en la tarde mejoraron. La puntuación la siento justa. Los jueces son expertos en esto y creo que nos puntuaron muy bien”, valoró la clavadista, quien no quiso buscar excusas tampoco en un posible incremento de presión tras el patinazo de García y Sánchez el día anterior.

Al fin y al cabo, su objetivo principal sigue siendo el llegar en plenitud de facultades a los Juegos de 2016, en Rio de Janeiro.

Pero antes deberá competir también el sábado, en la prueba de tres metros trampolín, mientras que Orozco tendrá otra nueva oportunidad de demostrar sus habilidades en la modalidad individual de los 10 metros plataforma, el jueves.

“No hay decepción. Sabemos que el equipo mexicano es fuerte, con y sin medallas, y vamos a seguir trabajando”, prosiguió Espinosa, quien se inició en el mundo los clavados empujada por una tradición familiar de nadadores. “En comparación, la natación me aburría. Entonces me decidí por los clavados”, contó Espinosa, nativa del Distrito Federal pero mudada siendo bebé a California, donde practicó sus primeros saltos, antes de regresar a México a los 11 años.

Orozco, por su parte, empezó con la gimnasia y no se decantó por los trampolines hasta los 10 años, una edad un poco más tardía de lo habitual, y con el afán paterno de que rebajara su desbordante dosis de energía. “Empecé un poco grande y porque mis padres decían que era muy hiperactiva. Estaba todo el día jugando en la calle”, recordó la jalisciense, quien sintió “atracción inmediata por la altura” y hoy vive por y para los clavados.

“Me paso aproximadamente ocho horas diarias entrenando. Desde la mañana a la noche, y casi solo llego a casa para dormir. Pero no me cuesta sacrificar mi vida social. Es el plan que me hice, me entrego al cien por cien y es un gran orgullo que me hayan dado esta oportunidad. Me gusta mucho competir con Paola, porque también somos grandes amigas fuera de la piscina y nos apoyamos mucho en todo”, dijo Orozco.

Mirando el panorama de la ciudad desde lo alto de la montaña olímpica de Montjuic, la jalisciense se declaró admiradora de Barcelona y expresó su deseo de regresar algún día de visita, ya con más tiempo para recrearse. Esa, al menos, parecía ser su ilusión.

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